viernes, 28 de diciembre de 2012

Los bobos son peligrosos

Me perturba de sobre manera que existan empresas de encuestas dedicas a medir cual es la nación más feliz del planeta. Peor aún, se me retuercen las entrañas al saber que exista alguien que pague por esta información. Lo primero me perturba, pero que exista medios que pongan que el 'Ecuador entre los países más felices del mundo', y lo consideren noticia, es algo idiota.

Ningún medio de prensa colocó esta información contrastada o siquiera se dignó a preguntar como carajo fue que hicieron esta encuesta. Sí, el 'boletín' lo explica, lo explica tan bien que yo dudo que siquiera se haya realizado tal encuesta. Igual, el daño se hizo, la gente lo leyó y se sintió identificada.

Lo que sí creo es que el ecuatoriano vive feliz en esta pocilga de país porque. Como lo dicen los estudios, mientras se es más bobo se es más feliz. Y vaya usted a saber que la nación está llena de idiotas.

Uno le vive teniendo miedo a los ladrones cuando en realidad tiene que temerle es a los bobos, a la gente que hace todo mal incluso cuando quiere hacer las cosas bien.

Lo dijo Facundo Cabral, a los bobos hay que tenerle miedo porque están en todos lodos.Hay más bobo que gente mala en el mundo y por eso es que las cosas están como está. La gente mala (si podemos tan estupidamente referirnos a ellos así), hacen las cosas mal para que le salgan a ellos bien; el bobo por su parte hace su mejor esfuerzo y la caga para él, para usted y para mí. Ahí está su peligrosidad.

Por eso es que los bobos andan siempre en masa para sentirse seguros, eligiendo a representantes igual de idiotas que ellos y creyendo en vainas como voces en el cielo que les hablan y cuya voluntad está representada en un Bestseller de 2000 años. Y a esta gente hay que tenerle aún más miedo.

Al bobo hay que temerle porque es la clase de personas que viendo que la luz está en rojo igual cruza la calle a toda velocidad; es de los que sabiendo que un ascensor tiene capacidad para 10 personas, se cola en  elevador como el usuario número 11. El bobo es de los que nunca cambia el aceite de cocina para ahorrarse dinero pero después anda contagiando de salmonela a todos sus comensales. El bobo es de los que se estaciona en dos puestos de parqueo de los centros comerciales, todo porque estaba apurado para ir a ver una película; pero también es de los que se trata de meter a todos los lugares, como el cine, sin pagar, arruinándoles el sueldo a todos los empleados del local. Las acciones del bobo siempre traen un daño colateral, pero para él siempre "se habrá salido con la suya":

Porque el 'ser idiota' es como una enfermedad que uno no sabe que la tiene. El bobo jamás sabe que es bobo (por lo que usted y yo podemos serlo, solo que espero que no sea así). El bobo camina por la vida siempre pensando que las cosas van a salir bien, porque así lo dice su horóscopo.

El bobo vive aislado del mundo real, buscando miscelaneos de información inservible: dietas y poses sexuales, chismes de farándula y teorías de conspiración imbéciles, por eso medio lee un titular de prensa se cree cualquier mierda que le dicen. Es un bobo, no le pida mucho, y así es feliz, porque pasa la vida libando y bailando, felices por vivir en uno de los lugares más felices del mundo pero sin percatarse de todo lo malo que pasa a su alrededor. Y por eso jamás hará nada para cambiarlo, y en esto consiste su real peligro.

El bobo ruega porque lleguen los fines de semana para ir a rifarse el sueldo en una barra de discoteca y es tan bobo que no se da cuenta que está pagando el 400% del valor en una botella de vodka rebajado con agua. Esto lo hace mientras se camufla entre sus similares, zombies bailarines a los que les lavan el la cabeza con música insípida.

Eso sí, con las mujeres los bobos siempre tiene suerte, porque se andan ejercitando y viéndose cual publicidad de ropa que se coloca en los diarios; porque para el bobo lo único para lo que sirven los medios escritos es para enterarse las promociones de navidad.

Pero tampoco es que leer diarios o ver televisión sirva de mucho, no se puede confiar en emisores de información que consideran sin cuestionar que somos una de las naciones más felices del mundo.

Un medio un poquito más serio, el País de España, publicó el 15 de diciembre un editorial que me dio mucho más miedo: Latinoamérica es la región más asesina del mundo con el 49% de los asesinatos de todo el planeta, y eso que solo representamos el 8% de toda la humanidad. Y con eso yo creo que hay que ser un completo idiota para vivir feliz por esta parte del mundo. 

lunes, 24 de diciembre de 2012

La excusa perfecta

Yo no sé porque es que los judíos no lo aman a Jesús. Si no fuera por él, sus negocios en diciembre no tendrían ese abismal movimiento económico que tienen. Porque sea sincero, la Navidad nada tiene que ver con el zombie de 2000 años que veneran en grupo las personas; esta fecha se trata de los regalos.

Recuerdo que de pequeño esperaba con ansias a que sean las 12 de la noche para poder abrir los regalos que todos los parientes habían traído. Lo hacía con la esperanza de que me dieran juguetes, no medias o camisas como era lo que siempre sucedía. Uno de pequeño es terco y espera que de una vez por todas ese puerco regalo que te cansaste de señalárselo a tu papá, aparezca envuelto ahí, bajo el árbol. Pero eso aún no sucede.

Lo que si ocurre desde que tengo memoria es la comilona previa a la entrega de los obsequios, comilona en la que uno se tiene que calar todas las discusiones sobre religión que los parientes (cada uno con su inclinación católica en particupar) tienen. Uno en medio de todo permanece con la boca cerrada. No es tan difícil permanecer callado, puesto que te excusas de opinar tu ateísmo con el argumento de que la comida esta buena y no puedes dejar de servirte. Con la boca llena de pollo tu madre jamás te dejará hablar.

Por más que uno quiera a sus parientes, durante estas fiestas se ponen insoportables: "¿y cuándo presenta a la novia?", es la pregunta de cabecera de la abuela que intenta convencerte de que tener bisnietos nos es mala idea. Lo malo es que la pregunta la hace cuando se acabó la comida y no te queda más que poner cara de idiota y buscar que hacer. Yo la adoro a mi abuela, pero si en algo es especialista es hace la pregunta/comentario indebido en el momento menos indicado.

Porque diciembre es en todo su esplendor, la época de las incomodidades. La Navidad es esa fecha en la que te da miedo salir a la calle, no por los ladrones comunes, sino por los que están en las tiendas ofreciendo descuentos a incontables meses diferidos en una época en la que las tarjetas pierden su forma de tanto haber sido utilizadas. Uno tiene miedo de gastar de más.

También se le tiene miedo a lo brutas que se ponen las personas durante esta época al manejar. Porque si el guayaquileño es imbécil al volante de por si, ahora imagine como se pone cuando sabe que tiene que estar a una hora indicada en un lugar específico. Así de peligroso es el asunto.

Yo podría escribir un ensayo del porque no deberíamos celebrar la navidad; podría escudarme en el hecho de lo inverosímil del natalicio que conlleva a toda esta festividad, pero no lo hago, porque si no fuera por todo el comercio que gira en todo al nacimiento del judio favorito de lo cristianos, yo no tendría excusas para concentir con un regalo a la gente que yo quiero; quedaría como un hipócrita al mandar mensajes melosos a las personas que realmente estimo y que me hace un poquito feliz en este horrible mundo, y no quedar como un verdadero hipócrita.

La Navidad siempre será la excusa perfecta, el prefacio indicado y el contexto idóneo para comprarle cosas y tratar bonito a la gente que quiere, para inviatr unas cervezas a los amigos de siempre y abrazar a la gente sin necesidad de embriagarse para perder la vergüenza  Por eso y más, la Navidad no me desagrada del todo. ¡Coman mucho, mi caterva de energumenos! Se los quiere. 

domingo, 16 de diciembre de 2012

Cosas perfectas

En medio de tanta mierda que vivimos a diario, atrapados en la vorágine de información sin confirmar, especulando por todo lo que se viene y podrá ser, insertados en esa paranoia colectiva de los que leemos el periódico y vemos las noticias, en medio de tanto caos uno a veces se puede detener a ver que hay cosas perferctas.

Perfectas son las galletas con trocitos de chocolate incrustados, el helado de vainilla mezclado con galletas Oreo y la cantidad exacta de fréjoles con arroz y buen pedazo de carne asada con verde frito. Perfecto es el sabor de la cerveza helada en una tarde calurosa o la amargura del café expreso en la mitad de una tarde fría. Perfecta es la brisa helada de una playa fría en agosto o el atardecer previo a una lluvia en la sierra; perfecto es el paisaje desde la cabecera del templo de la Virgen de Olón. 

Perfectas son las carcajadas de los amigos borrachos, el abrazo esperado de una amiga que no ves hace mucho; perfecto es esa sensación de alivio que te nace cuando terminas tu trabajo o cuando consigues eso que no te estaba saliendo. Perfecto es el alarido de una victoria, ese que estuvo 14 años atorado en la garganta y aún más perfecta la cara de envidia de quien no puede gozarlo. Perfecta es la sensación de saber que le gustas a quien te gusta. Perfecta es la sensación de limpiarse la oreja con un cotonete. 

Perfectas son las caderas de Marion Cotilliard, las nalgas de Vida Guerra y las tetas de Kate Upton. Perfecta es Jessica Pare. Perfecta es una mujer feliz, ya sea una madre contenta, una amiga con una sonrisa o una amante satisfecha. Perfecta es una mujer durante las horas que uno las ve feliz. 

Perfecto es el cuento "La enfermera Cora" de Cortazar o el poema 14 de Neruda. Perfecta es "My funny valentine" en versión de Chet Baker o los tonos imposibles de la trompera de Arturo Sandoval. Perfecta es "El Padrino" y "Fight Club". Perfecta es cualquier cosa que escriba Palahniuk. Perfecta es "La increible vida breve de Oscar Wao" y tambien "Sinatra está resfriado", de Gay Talese. Perfecta es la fotografía premio Pulitzer de 1994 de Kevin Carter. 

Perfectas son las rabietas de mi hermano o la tacañería de mi padre. Perfectos son los 10 segundos que a mi gato le da por se cariñoso al día, y el cuarto de hora en el que a mi perra no le da por ser pedigueña. Perfecta es mi vieja. 

Tan pocas cosas bonitas en el mundo que uno las puede enumerar. 

lunes, 10 de diciembre de 2012

El amor todo lo pudre

El amor es el sentimiento más egoísta del mundo. El amor no se trata de los demás sino de uno mismo, de como uno de no pude vivir sin alguien que ama a su lado y todas esas mierdas más. El amor es algo malo.

Por amor es que una madre es incapaz de decir a su hijo que es un inútil, o siquiera reconocerlo. Por amor es que la progenitora de un asesino y ladrón le lleva todos los meses la ración de comida al reo que en alguna ocasión parió, eso y no lo deja pudriéndose en una celda, como la madre de otro hijo asesinado quisiera. 

Eso que las madres y las parejas llaman amor no es más que dependencia. Uno en realidad no ama a las personas, simplemente no quiere que se vayan de su lado, ya sea por como lo hacen sentir bien a uno o por miedo a la soledad. No crea lo contrario, usted es un egoísta y lo único que quiere es ser feliz a costas  de otra persona. Ojalá esa persona piense igual, sino lo invito ser parte del mundo de la bigamia. 

Por amor propio es que uno anda haciendo trampa para escalar rápido en un puesto de trabajo. Ese sentimiento de que uno merece más de lo que recibe es enfermizo. Me repugna que las personas no saben ocupar su lugar y andan reclamando vainas que no se merecen. Pero peor es del otro lado, cuando una persona le coge amor a su puesto y aunque el cargo le quede grande no lo afloja ni aunque reconozca que hay diez personas más capacitadas que él para ocuparlo.

Por amor es que la gente hace cosas estúpidas como meterse a una casa en llamas a sacar a un par de gatos que, en el peor de los casos, si usted muere calcinado, tendrán un festín de carne brostizada para comer durante una semana. Por amor la gente deja un mejor futuro con estudios en otro país, todo para quedarse acá con una pareja que a los seis meses encontrará aburrida. Idiotez tras idiotez. 

Porque si el amor anula algo por completo es el instinto de supervivencia y la razón. Todo por esa vaina a la que usted llama amor. 

Ese sentimiento patriota, ese amor al país no hace más que mezquinarle a medio mundo recursos y nutrir de dinero a otros tantos. Los países no existen, son fronteras cagonas e imaginarias que se trazaron solo para que un grupo de terratenientes pueda usar vidas y recursos ajenos para proteger sus fortunas. Ellos crean esa idea de amor a un pedazo de tierra que no le pertenece a nadie pero por el cual mucha gente ha matado y se ha muerto. 

Por amor a una familia que vive en ese puerco pedazo de tierra llamado país es que un soldado se va  a la guerra a defender el estilo de vida que tanto añora. Por amor a lo suyos es que mata a diestra y siniestra a quien cree le vendrá a quitar lo que 'el y su familia se merecen'. 

Por esa idea de amor es que las miles de mujeres se calan el abuso de sus parejas, cierran la boca ante el mundo entero de como las tratan o de lo que las obligan a hacer.

Y ni me hagan hablar de quienes andan pregonando 'el amor' de un zombie de 2000 años que murió crucificado y del que una entidad italiana ha lucrado durante cientos de años.

El amor es egoísta, es mezquino, es la raíz de todos lo males de este mundo. 

Y pensar que los Beatles gastaron tantas buenas melodías en una idea tan idiota. 

jueves, 6 de diciembre de 2012

Una coca cola fría

No sé si les pasa, pero por la noche, sé que la jornada termina cuando esa ligera fragancia que de talco mezclado con calcetín sudado que emana del zapato recién sacado, se cola por mis fozas nasales. Ese momento del día lo espero con ansias. Pocas cosas son tan ricas como poder sacarse el calzado con todo tranquilidad del mundo. Ese es un gesto de libertad proletario.

Pero lo de los zapatoS solo el primer paso. Cuando te desabotonas el jean sientes que el peso del mundo se alivia. De alguna forma cuando la panza ya no es aplastada uno recuerda lo que se siente la felicidad.

Llegas al momento de la 'descamisación' y por un instante el mundo te importa un carajo. Sin camisa y en tu hogar no hay nadie que te juzgue más que el espejo, pero ese es un verdugo. Tu panza se refleja en los cristales y vuelves al mundo real. Eso te deprime. Uno solía ser delgado y tener aspiraciones, ahora tienes barriga y cobras un sueldo. Está bien, creo.

En tu comodidad de medias y boxer intentas exorcizar a los demonios de las obligaciones que vienen a joderte la vida un poco. A punta de videos de YouTube y una que otra lectura los dejas de lado. Todo pesar queda en una esquina junto con todas tus prendas, los deberes y los quehaceres del trabajo. Por un instante, ese panzón que deambula por los corredores de la casa, hasta la cocina, es feliz.

Ya frente al refigerador, la brisa que te golpea los pies cuando abre la puerta de la nevera de golpe se convierte en un placer. Estiras la mano para buscar que hay de comer. Ves un poco de cosas por preparar y sabes que debes hacerlo, que sino la panza seguirá creciendo, pero son las 22:30 y has pasado fuera de casa desde las 7:50, lo menos que quieres es preparar un pollo a la plancha y esas mierdas de dieta que debes comer. Eso piensas mientras luchas por no agarrar la leche chocolatada que está al fondo de la esquina del refrigerador. Igual la voluntad te vence y ahí estás, sentado tomándote la bebida para niños malcriados.

Las últimas energías del día las agotas ignorándote a ti mismo, olvidando lo que tienes que hacer y buscando como recompensarte por todo lo que has hecho, por todo ese trabajo realizado y por todas esas materias aprendidas. Tu lo que quieres es recibir ese incentivo que de pequeño los maestros te adiestraron, cual cachorrito, a recibir por cada acción buena que hacías.

Uno lo que quiere es un premio, un placer mayor que acompañe a todo eso de quitarse los zapatos y de andar cuasi-en-pelotas por la casa. Es por eso que el proletario promedio, usted y yo, comemos groseríasy frituras por las noches, ese es el premio a nuestra labor realizada. Una hamburguesa con doble mayonesa o un taco con extra fréjoles; una torta mojada de chocolate con extra cirope.

Hoy al llegar a casa lo que había en mi refrigerador era una botella de coca cola que estaba un poco más y congelada. La serví en un vaso de vidrio y un poco de frozen se formó en la parte superior, tal y como me encanta. Al primer sorbo quede como esos cachorritos de los que les hablaba, moviendo la cola de la felicidad, a gusto con mi premio de este día.

De regreso a mi cuarto me alcancé a divisar en el espejo del corredor principal, con mi panza de mierda y el vaso de cola. Me sentí mal, pero al siguiente sorbo de cola se me pasó.

PD: El lunes empiezo dieta. 

jueves, 29 de noviembre de 2012

14 años


Michael Murillo debía haber venido ayer a Guayaquil, pero no, él se adelantó dos semanas porque sabía que si el Barcelona Sporting Club ganaba el Clásico del Astillero contra el Emelec, el 4 de noviembre, su equipo era prácticamente campeón del torneo nacional de fútbol. Ayer, miércoles 26 de noviembre, ese pronóstico se cumplió. Después de una década y cuatro años, el equipo de Murillo, ese que había sido víctima de burlas, crisis y demás plagas, finalmente, y sin poner un pie en la cancha, se coronaba con una fecha de anticipación, y por decimocuarta ocasión, campeón del Ecuador.

Fue un traspié del eterno rival del Equipo Canario, el Emelec, el que lo consolidó en la cima. El némesis de los campeones jugó en la capital de la república contra el Deportivo Quito, equipo que por cosas de la vida es dirigido por Ruben Dario Insua, técnico que en 1997 dirigió al Barcelona a su título número trece y el que hasta hace unas horas había sido el último obtenido.

El gol del encuentro vino en el minuto 9 cuando Maximiliano Penilla, del Quito, venció al portero Christian Arana y puso el partido a favor de Barcelona. No del Deportivo Quito, de Barcelona. Cada hincha del equipo amarillo coreó el acierto de Penilla como si hubiese sido un tanto de los suyos. Algunos decían que el gol se escuchó hasta el Perú, y pudo ser porque en Trujillo también hay fanáticos del Barcelona.

Pero la sentencia vino en el minuto 91 del tiempo complementario. Christian Bevacua, del Quito, convierte el segundo tanto, descartando toda fórmula matemática que acumulara puntos para que el Emelec llegue a una final. Así Barcelona era campeón del torneo 2012 y no había quien le arrebate el título.

En la banca técnica del Quito, Insua brincaba de la emoción. Nunca se sabrá si lo hacía por el equipo que dirigía o por el que dirigió. En Guayaquil, la ciudad sede del ahora campeón, la histeria colectiva de se hizo esperar y ese grito enardecido que durante 14 años estuvo trabado en la garganta de cada hincha que tuvo que tragarse las burlas de los contrarios, finalmente vio la luz. "¡Barcelona Campeón!", se gritaba en cada esquina no solo de Guayaquil, sino en todo el país.

Aún quedaba un minuto en el marcador y en Quito los hinchas del equipo amarillo se tomaron las calles tal cual lo hicieran los fanáticos de la Liga de Quito en el 2006 cuando ganaran la Libertadores. En Los Ríos, el comandante general de la Policía de los Rios, Patrio Franco, tuvo que enviar un contingente de uniformados a la cárcel de Quevedo para evitar desmanes entre los reclusos que también festejaban. En Portoviejo, provincia de Manabí, no había como circular porque la avenida principal de la ciudad había sido colapsada por cada uno de los fanáticos del equipo que habían ido a hacer una caravana que terminó en plantón de agradecimiento al Ídolo del Ecuador.

Barcelona era campeón y Guayaquil estaba de fiesta. El transito vehicular colapsó a las 9:30, apenas 20 minutos después de que el partido Emelec - Deportivo Quito finalizara.

En la Victor Emlio Estrada, la calle principal del barrio Urdesa, decenas de miles de hinchas del club torero se citaron tácitamente, tal cual lo hicieron en 8 de julio de este año, cuando el equipo ganase la primera etapa del torneo. Pero esta vez ya no era para celebrar estar en la final. Esta vez era gritar ese título que durante tanto tiempo se les había escapado.

"¡Ahora sí, que se acabe el mundo!", gritaba un hincha que en medio de un tumulto de personas que hace media hora había perdido la cordura y hace 20 el control. Esto segundo por toda la cerveza que se bebió y hasta hoy se sigue bebiendo en nombre del título.

Niños de 10 años, esos que nacieron en el peor periodo de la historia de Barcelona, esos que hubiesen tenido los argumentos suficientes como para declararse fanáticos de cualquier otro equipo, celebraban en medio de adolescentes que crecieron sin poder gritar un título del equipo y de adultos que había extrañado ese fervor absurdo por el equipo que tanto los había hecho sonreír.

Incluso el mismo Isidro Romero, ex presidente del Barcelona y quien organizara la gestión para construir el estadio que hoy poseen, fue a la Victor Emilio Estrada a celebrar. Claro, lo hizo desde el balcón de uno de los restaurantes más exclusivos del sector. Romero celebró a salvo del tumulto y de los borrachos, agasajó al equipo lejos de Dalo Bucaram, el asambleísta e hijo del expresidente Abdalá Bucaram que recorrió las calles a bordo de uno de sus vehículos. Él, no se sabe si por hincha o proselitismo, salió a las calles a gritar el título del equipo en el que durante un corto plazo jugó como profesional. En la calle estaban todos, todos lo que querían y debían estar.



Había tanta gente celebrando al equipo que, al ritmo de cada canción, la marea humana que saltaba hacía que los adoquines de las calles vibraran. La calle temblaba porque Barcelona había quedado campeón, literalmente.

El fervor se vivía en cada calle de la urbe y avanzaba lento hasta la catedral del Barcelona SC, el estadio Monumental, ahora llamado Banco del Pichincha, en donde las barras empezaran, con cánticos, a gritar el título 14. El escenario, la palestra en la que los 11 artistas del gol hicieron esta hazaña posible era el lugar donde los fanáticos querían celebrar, aparentemente.

Pero esa aura mística que el dios del fútbol, Edson Arantes do Nacsimento, alias Pelé, le impregnase ala catedral barcelonista en 1988, cuando el estadio fue inaugurado, fue profanada por sus mismos feligreses.

La noche del miércoles, ya cuando la cordura había abandonado por completo a los hinchas, los fanáticos ingresaron al Monumental, tumbando puertas, destrozando paredes, saqueando camerinos, robándose los equipos de entrenamiento y hasta los balones de fútbol. El estadio quedó inservible hasta el punto de dudar que la final del Campeonato Nacional de Fútbol, se realice ahí.

Con el Monumental profanado, ¿qué podía esperarse del trato que le darían a la sede de su eterno rival y el averno de todo fan del Barcelona, el estadio George Capwell del Emelec?

Una guerra campal se armó a las 23:15 en las afueras del estadio rival. Una marea de emeleccistas enardecidos, de ls que viven cerca del estadio y que son fanáticos a muerte, salieron a defender la integridad de la estructura, haciendo una gresca que hasta el momento sigue en boca de todos.

Del conflicto afuera del Capwell incluso se rumoreó que hubo un muerto. No fue así, pero un medio local lo reportó como tal, todo en nombre de la primicia. Igual herido hubo, y al estadio lo dejaron lleno de grafiti y meado. Porque para el fan no valía solo con ganar el campeonato, había que humillar al contrario.

"¡Liga, te voy a dar una cosa que empieza con V...!", decía todos los hinchas del equipo ya en avanzadas horas de la noche, lo decían mientras pateaban a los carros que no se querían unir al festejo o empujando a los motociclistas que solo querían pasar hasta el otro lado de la calle. A las 1:00 del 27 de noviembre ya no había ley que valiera más que la del hincha emborrachado.

En las copas de los árboles de la Víctor Emilio Estrada había adolescentes embriagados que sin camiseta cantaban los himnos de un equipo del que más de una vez renegaron. El centro de Urdesa tenía más habitante descamisado por metro cuadrado que la amazonia nacional entera, y de poco el comportamiento del fanático se iba pareciendo al de los aborígenes estereotipados por los cronistas de las indias.

Guayaquil fue la capital de caos. El claxon daba la pauta y, en un grito de histeria colectiva, el pueblo se olvidaba que lo que estaban era celebrando.

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La mañana del 27 el país amaneció igual: la misma deuda externa, exactamente la misma tasa de mortalidad y el mismo producto interno bruto. Lo que sí ha cambió fue que las calles rechinaban por los cristales de las botellas rotas la noche de ayer. Lo que también incrementó fueron los números de venta de las compañías cerveceras y la cantidad de adjetivos positivos que en los comentaristas deportivos le segmentaban a la estrella número 14 del Barcelona.



En las frecuencias radiales pocos recordaron que tan solo un día antes, el miércoles, 24 horas antes que el equipo quedase campeón, Roberto Mesa, uno de sus colegas de micrófono y gestor de lo que sería la continuación del museo del 'Ídolo del Astillero', falleció. Él murió sin ver campeonar al equipo de su pasión. Lo sabía, pero no lo vio.

También le pasó a Michael Murillo, que tan solo hace dos semanas, viniendo a ver a su equipo, le dispararon en su cabeza en una gresca entre barcelonistas y emeleccistas en medio del puente de la unidad nacional. Aún no se sabe a ciencia cierta quién ocasionó su muerte. Lo que sí se sabe es que ese disparo le frustró todo cántico de victoria d el partido en el que los amarillos golearon 5 a 0 a Emelec.

Ese día, el de la muerte de Murillo, en el estadio no se hizo ni un momento de silencio. Lo que si hubo fueron los gritos histéricos de lo  que gritaron cada gol que sentenció el campeonato nacional de fútbol. Ayer lo volvieron a gritar. Hoy lo siguen gritando y lo hacen porque, entiendo, es hora de celebrar.

Este sábado, el Barcelona Sporting Club, pierda, empate o gane, dará la vuelta olímpica en el estadio que sus mismos fans, esos que ese día aplaudirán, saquearon. Pero igual habrá dos sitios vacíos, tanto en la gradería como en el palco de prensa. Y no importa cuanto campeonato se gane, esos curules jamás se van a llenar.

-continuará- 

sábado, 24 de noviembre de 2012

Saber contar

Yo siempre he sido de la idea de que las matemáticas se inventaron solo para que sepamos contar los días en los que se puede tener sexo y en los que no. ¿Por qué más iba uno a estar rompiéndose la cabeza si no para no tener que andar haciéndose responsable de tanta criatura que nazca por culpa de un carvenícola que le cogió gusto al acto reproductivo?

Acá no venga a pensar usted que los greñudos de las cavernas inventaron los números para buscar formas equitativas de distribución de alimentos ni ninguna de esas vainas. Las matemáticas no se crearon para andar encontrando puntos de tensión en represas que después sirvieron para germinar los campos ni mucho menos. El hombre de cromañón lo que quería era culear sin tener que hacerse responsable de ningún niño. Lo que nos dice que eso de a evolución puede estar un poquito equivocado. ¿O acaso usted no anda buscando lo mismo que el tipo de las cavernas?

Para bien o para mal, ese ímpetu por el placer ha hecho que avancemos mucho como raza; es más la raza humana no sabe todo lo que le debe al sexo. Desde las matemáticas hasta la medicina. Porque toda la sociedad es una respuesta sexual.

Uno va por la vida sin entender que los doctores nacieron gracias a que un tipo andaba muerto de ganas por una mujer que no le daba bola y que tuvo que buscar la forma de extender su vida lo suficiente para tener la oportunidad de comérsela. Después vino todo eso del juramento hipocrático y la misión esa de curar dolores. No se engañe.

Uno no entiende que la mecánica automotriz se creó porque había una tipilla por la que un sujeto moría. La señorita vivía muy lejos por lo que hubo que buscar la forma de ir hasta donde ella estaba, llegar fresco, no cansado por la caminata porque después 'no poder rendir la hora de la hora' a. Así fue que hubo que inventar carros.

No entiendes que antes hubo un tipo descontento con su cuerpo y que debía tapar sus defectos con algún tipo de aditamento que lo haga verse bien. Así nació la ropa, la moda y toda esa mierda que le encanta a la gente.

Uno puede encontrarle la 'raíz sexual' a toda actividad del mundo. Es solo cuestión de abrir y los ojos.

Las rutas marítimas se trazaron porque los europeos se cansaron de la carne de nalga blanca y se fueron a buscar la piel trigueña de la mulata caribeña. Lo de la colonización vino después.

Pero antes de que piense mal de mi, no crea que yo soy un machista que anda diciendo que todo lo bueno que ha dado la humanidad es responsabilidad de los hombres. Lo que yo quiero que usted razone es que, es obvio, el género masculino, por sexo, se desespera y hace lo impensable por conseguirlo, incluso ir a la luna. Y esto es verdad, hay más hombres que mujeres indagando en cada rama de la sociedad presionando para seguir consiguiendo sexo. Y ¿sabe cómo yo sé que esto es cierto? Porque la cura para la impotencia se encontró mucho antes que la del cólico menstrual.

Usted recuerde, piense no más que es lo más desesperado que ha hecho por llevarse alguien a la cama. Y esta reflexión la invito a hacerla a ambos géneros. Esto es porque el sexo mueve al mundo.

El coito se nos ha subido tanto a la cabeza que nos olvidamos que para conseguirlo de formas responsables y seguras hubo que avanzar mucho como raza (si no mire todos los ejemplos arriba mencionados). La cópula, el placer, se nos perfila hoy como la única meta, olvidando que, por ejemplo, todo nació de saber como contar los día para entender cuando es que se puede ir a culear en paz.

Pero ya nada de esto importa, es más, de que se lo haya dicho a un buen amigo mío que, la semana pasada, descubrió que hubiese sido bueno prestar atención en las clases de matemáticas y así ahorrarse los próximos 18 años de deudas paternales. 

lunes, 19 de noviembre de 2012

Feliz día del falo

De días bobos nos hemos librado, de San Valentín, Halloween, y el del Sida, pero tenía que llegar el nuestro, las 24 horas dedicadas a nosotros, a todos los que representamos la sociedad patriarcal, el día del los que nacimos con gónadas, el lunes de los que, durante el hundimiento del barco, tenemos que quedarnos resolviendo las cosas: los hombres. Que vaina.

Lo que algunos suponían sería una especie de 'canto a tener pene' pasó sin mayores sobresaltos. Nada de pomposo tuvieron estas horas, no como ese agasajo que se hace quienes poseen trompas de falopio. El día del hombre pasa desapercibido, sin regalito ni festejo tarado, y eso es porque de a poco la figura del macho alfa se degrada, sucumbe y se convierte en una leyenda; en el mito de una voz de mando a la que en el hogar clásico, ese que su abuelita y la mía vivieron, se le temía. 

Pero de eso no queda casi nada, lo que es bueno. Lo malo es que hoy en día ser hombre no tiene muchos beneficios del caso. Con las excusas de la igualdad de género, la figura masculina se queda sin curules, obligaciones y costumbres, que no está del todo mal. 

A lo que yo me refiero es que en nuestros tiempos, el ser hombre representa desventajas: la entrada a casi todo lugar nos cuesta el doble, en los juzgados de la familia uno siempre será el ogro, y los vigilantes de tránsito nunca nos dejarán seguir con una advertencia, no como a las damiselas (y esto porque los buitres no son si no machistas hijueputas).

Ser hombre en estos tiempos es jodido porque vivimos una etapa de transición,  una época en donde la figura de macho que nuestro padre nos inculcó con el ejemplo es la incorrecta, y el ejemplo al que se busca emular nace de una fantasía sexo-paterno-femenina que las guionistas de comedias románticas nos han inculcado en cada película que pueden. Uno intenta ser ese hombre que se describe en los filmes, eso mientras se intenta no ser una vergüenza para su padre. Porque acéptelo ¿a qué papá le parece chistosa la figura de When Harry met Sally o Juno? 

Por eso es que celebrar a la figura masculina que usted y yo representamos, me parece absurdo. Elogiar a el ejemplo de John Wayne es estúpido pero tampoco le encuentro sentido a celebrar este esperpento de personas que a usted y a mi nos toca ser. San Valentín, Halooween y el día del Sida todos tiene motivaciones, algunas un poco más romáticas, tradicionales o cívicas, pero esta es solo una respuesta de un grupo de testículos reprimidos que sentían, en ese instinto de competencia, que si las mujeres tenían su día, nosotros también debíamos. Y no es así. 

¿Dónde mierda quedó la equidad de género a la hora de cancelar para entrar a un lugar de diversión? o ¿acaso uno debe despojarse de todo instinto de supervivencia a penas un barco se hunde por el ero hecho de tener huevos? No me joda con sus felicitaciones. 

jueves, 15 de noviembre de 2012

El sueño del ecuatoriano

Yo también le dije a mi mamá, una y mil veces, que me quería ir del país para alcanzar el sueño ajeno. Lo dije y no lo hice, porque justo a los gringos les da por caer en crisis, igual o pero que la de nosotros. Pero de igual forma, eso del ´sueño americano´ hace mucho más sentido que 'el sueño ecuatoriano´. Porque acá lo que la gente tiene es sueño, no sueños. Y si bien, como todos los proles de todas las nacionalidades del mundo, acá también tenemos una que otra aspiración (normalmente copiada de otra parte del mundo):

El sueño de todo ecuatoriano es que algún día la propaganda  nacionalista deje de ser copia (en fondo) de lo que hacen los argentinos. Porque en la pantalla nacional lo único que hay es mierda. La esperanza de todo cholo, serrano, amazónico e insular es que en la televisión algún día se proyecte algo que no necesite de escotes y sostenes, o misoginia disfrazada de estereotipo, para ganar rating.

El anhelo de toda mujer y hombre que nació cobijado bajo el tricolor patrio es dejar de morirse de miedo al llegar a donde un agente de aduanas de un país del primer mundo, y no creer que lo van a regresar deportado por X motivo. Uno será libre el día que el escudo con el pájaro gigante, ese que va impreso en el cuero del documento de viajero, represente algún tipo de autoridad global. Como el águila de los gringos.

El sueño de todo ecuatoriano es ser de la generación que vea a Alfonoso Espinoza de los Monteros retirarse de la televisión; es ser parte de ese grupo de personas que deje de escuchar a los comentaristas deportivos referirse al césped como el gramaje o que al menos le encuentren uno o dos sinónimos más. (También nos conformamos con que Bonafont hable como la gente)

El sueño ecuatoriano es que el voto deje de ser obligatorio, que le dejen de pedir cédula cuando entregue la tarjeta de crédito y que al perder el documento de identidad no le clonen el nombre. Los habitantes de este pedazo de tierra se esperanzan en que algún día el único motivo para renovar lo papeles de identidad sea que se le haya perdido la billetera y no que se la hayan robado.

El sueño ecuatoriano es ver a Barcelona campeonar una vez más, ver a la selección alzar la copa del mundo y tener aunque sea que aparezca otro tipo que le salve el pellejo a todos los deportistas que van a las olimpiadas a exhibir el buche.

El sueño de toda ecuatoriana es poder ponerse falda y que no le anden tocando las piernas en el bus, es poder caminar por la calle sin que el busetero, taxista u obrero promedio le haga un papanicolau visual; es dejar de ser la protagonista de los comerciales de productos para e hogar.

El sueño ecuatoriano es terminar trabajando para lo que estudió, o que al menos termine la carrera que está cursando; no vaya a ser que aprendió el oficio en un centro de estudios que lo tumban de un día para el otro.

El sueño ecuatoriano es ver a una película 'made in Ecuador' ganándose un Oscar (más que sea), un Nobel (aunque un tipo ya se lo ganó en grupo), una Palma de Oro o un Cervantes. A mi que no me vengan con Grammys y esas vainas que si Pitbull, Fanny Lu y Juanes se los ganan, cualquier bestia puede. Y en eso no hay mérito.

El sueño de todo ecuatoriano es ver a los artistas más famosos del mundo comiendo guatita o encebollado. Es vestir de poncho a cualquier ser, diabólico o cristiano, que venga y pise esta, la tierra del nunca jamás.

El sueño ecuatoriano nada tiene que ver con el gringo. A mi en lo personal me gustaría que, de una vez por todas, a la máquina de propaganda nacional se le ocurra algo original en vez de darle la vuelta a toda campaña propagandista que le llega del extranjero. No vaya a ser que, sin darnos cuenta, nos caguen otra canción de los Beatles.

*inspirado por este video: http://www.youtube.com/watch?v=ZGDicJYxX1s

domingo, 11 de noviembre de 2012

Puerca

Hay una mujer a la que encuentro exquisita. Ella no lo sabe, no se lo he dicho y jamás se lo diré. No está en mis planes hacérselo saber. No quiero conquistarla pero igual, me parece deliciosa.

Alguna vez hablamos y de ahí todo ha sido virtual. Casi platónico pero sin opción a nada. Esto no por falta de ímpetu, solo porque fuera de todo pronóstico, no me nace cortejarla. No intente comprender esto que ni yo lo hago.

Ella es mal genio, como las que me gustan. Se le nota en el rostro y en la forma que se expresa. Ella es ella, así, incompleta, casi fea, desabrida y un potencial zombie sin el rimel que ocasionalmente se pone. Pero así me fascina.

No soy el único que sucumbe ante su singulares rasgos. Lo sé con certeza. Es más, escribo esto por celos.

Le escribo esto porque es una puerca.

Ella podría doblegar a quien le de la gana y hacer rechinar del dolor sentimental a cualquier pendejo, pero escogió al pendejo más feo que encontró sobre la faz del planeta y decidió hacerlo feliz.

Nunca he entendido a las mujeres. Mucho menos a las atractivas. Esas van ahí por la vida, buscando causarle dolor de huevos a tanto idiota como puedan, pero no se le entregan sino al pendejo más grande que encuentran. Por ese tipo que las hace moquear por no cumplir tanto capricho que se les antoja o por el simple hecho de que no quieren, estos tipos, entenderlas.

Hasta a Zooey Deschanel, la mamá de las mujeres puercas, la dejaron botada. Eso creo que lo resume todo.

Pero el punto no el Deschanel sino ella, a quien la vi feliz y me emputé. Me encabroné porque la vi suspirando por un pendejo más feo que yo. Y eso que yo soy bastante desgarbado. Igual, pareciera que ser guapa es sinónimo de ser puerca. Incluso la mujer que a mi me quiere, esa que yo adoro y que, ocasionalmente por su mal genio y lindo rostro, peleamos cada vez que podemos; a ella también la han de tildar de puerca por estar conmigo.

Pero nada de lo que yo escriba le quitará lo puercas a las guapas. A uno no le queda más que renegar, resignarse e imaginar lo que ellas están haciendo en la habitación con ese otro imbécil.

Igual, yo jamás diré nada. 

lunes, 5 de noviembre de 2012

Pastillas

Desde que recuerdo me medico. Tomo pastillas para la alergia y he tomado mil más para otras tantas enfermedades. Incluso, hace algún tiempo, tomé píldoras para bajar de peso. La medicina es ese milagro pendejo que nos permite a los más débiles, a usted y a mi, darnos esa ilusión de continuidad en nuestras vidas. Claro, cese el tratamiento y vaya vea usted como reniega de la existencia.

Vivir sin pastillas no es absurdo, es imposible. Lo demás, esa vida sin fármacos, eso supervivencia. Y yo no hablo de los retrovirales ni nada de esas vainas, hablo de los analgésicos, o ¿aguantaría usted sin ellos un dolor de muelas sin querer arrojarse del primer edificio que encuentre?

Yo amo a las pastillas. Las amo pero las odio. Las adoro porque solucionan no solo mi moqueadera rinítica sino que también me dan más energía, me ayudan a concentrarme; las odio porque sé que vivo una mentira. Yo no tengo esa vitalidad ni soy capaz de enforcarme más de 20 minutos en una actividad sin encontrarla aburrida. Eso sin mencionar que sin medicamentos lo único que soy es una máquina de producir mocos.

Pero esos son problemas idiotas comparados con los que otros sufren. David Foster Wallace, por ejemplo, y según lo que he leído, terminó ahorcándose porque tras cambiarle su medicación contra la depresión, esta no le sentó, por lo que el mundo se quedó sin un genio. Y todo por unas malas pastillas.

Vaya uno a saber que es lo que se está metiendo al ingerir un fármaco. Uno confía mucho en los médicos y acepta cada uno de sus consejos sin titubear. Lo hacemos a sabiendas que se trata de una persona que, en secreto e inconsciente, festeja cada una de nuestras dolencias. No se trata de algo insensible. Ese es su trabajo.

Igual, los médicos no tienen toda la culpa. Ellos hacen lo que pueden con los fármacos que se producen. Aunque también ganan por recomendarlos. Malditas paradojas.

En fin, yo no me le quiero cargar a las personas que me han quitado lo dolores de panza, más bien quiero ensalzar a las píldoras, pastillas y remedios.

¿Qué fuera de esos viejos verdes hambrientos de jovencitas oportunistas sin el viagra? ¿Qué hubiese sido de la liberación sexual sin los anticonceptivos? ¿Cómo bombardearían los soldados gringos las poblaciones indefensas del medio oriente sin los beta-blokers? ¿Cuánto niño más nacería sin la pastilla del día después?

Ahora que escribo este post tengo ya tres semanas sin tomar mis anti-alérgicos. A duras penas percibo el sabor de la comida y ruego por captar flatulencias ajenas para poder reclamarles y burlarme.

En algún momento de este mes volveré al tratamiento. De las pastillas no se huye, es más, se las busca. Yo sigo buscando una, solo una píldoras que (con suerte y mucho trabajo la ciencia fabricará) y así quitarle lo pendejo, así sea por horas, a las mayoría de las personas. 

lunes, 29 de octubre de 2012

El fin de los tiempos

Con lo del huracán Sandy y todo ese apocalítico escenario de Nueva York en la mierda, pareciera que los Mayas no se han equivocado. Ojalá que no. Tengo muchas deudas y el fin del mundo es como un alivio para todo los que figuramos como sujeto deudor. Pero no todo en el apocalipsis es bonito, en especial cuando yo tengo una visión un poco surrealista de como será el litigio.

El fin de los tiempos llegará en un feriado y la gente se irá derechito al purgatorio en caravana, tal y como se van a la playa. Pitbull sonará en aire y todos los televisores estarán sincronizados para transmitir talkshows o programas de viejas cotorras en su crisis de los 40, como Así somos. Nosotros brindaremos mientras eso sucede. 

En el averno todas las mujeres serán iguales a Fanny Lu, desde su intelecto hasta su asqueroso timbre de voz. Allá, ellas guiarán a la gente para que hagan fila en una columna igual a la de un banco en quincena de fin de año. Los que quieran llamar para adelantar un turno serán atendidos por los mismos del call center de Claro, como para que los dejen mamando mientras esperan con el auricular pegado a la oreja. 

Durante el fin del mundo tocará manejar en pleno tráfico de las 19:00 en la avenida de la Américas, eso mientras le contestas una llamada a tu ex, borracha, que te reclama por todas las mierdas que hiciste. Y por alguna razón no puedes colgar. 

Al fin de los tiempos la gente lo celebrará navidad, y eso es porque la gente es idiota. Será como ir de compras un 24 de diciembre por la tarde. Las personas con sonrisa en la jeta se gastarán toda la plata que no tienen en regalos que compañías como Apple se encargarán que para junio estén desactualizados. Y claro. la compañía fundada por Jobs patrocinará todo el embrollo. 

El desfile del fin del mundo será un parranda a lo concierto de David Gueta, pero en forma de marcha en donde todo aspirante a reguetonero escoltará a un hipster de lentes Ray-Ban de marco blanco y grueso. La marcha será caminada por jóvenes menores de 25 años, desempleados que creían fervientemente que el espectáculo los iba a sacar de la pobreza. 

Durante el apocalipsis, todas la compañías de bebidas azucaradas contaminarán las tuberías de agua potable, haciendo que la gente no tenga más opción que beber sus aguas azucaradas (que es su sueño), garantizando que todo el mundo se vuelva diabético, para que se mueran. 

El fin del mundo lo veremos a través de un streaming, vía YouTube, porque los canales de televisión habrán quebrado y los periódicos habrán dejado de imprimirse hace 5 años por falta de lectores. El Internet le ganó la batalla a todo el mundo y convirtió a los niño en zombies que lo único que saben hacer es buscar en Google. 

Wikipedia se convertirá en la nueva Biblia y los emoticones remplazarán a las expresiones. Facebook desarrollará un botón en el que los hombres puedan depositar su semen a la espera de una mujer que los encuentre atractivos y quiera crías con él. Así la página de Marc Zuckerberg habrá cumplido todo cometido. 

Durante el fin de los tiempos el único organismo de control que quedará en pie será la Comisión de Tránsito, y todos sabemos como es que ellos organizan las cosas. 

De alguna forma los gringos ya habrán sabido que toda esta vaina se venía y habrán fundado una colonia autosustentable en la luna, un lugar a donde solo se puede viajar si se tiene una especie de 'visa lunar'. Pero la visa nos será negada por algún tipo de razón boba que siempre encuentran para bloquearnos y dejarnos clavados en esta mierda de lugar en el que vivimos. 

Pero a mi me dan mas miedo las deudas que las inundaciones, por lo que espero que todo esto del huracán sea el inicio del fin. Igual no servirá de mucho. Sandy no joderá tanto a los gringos como a nosotros el fenómeno del niño. Igual, los gringos son los que no están acostumbrados a todas las vainas que yo dije arriba. Para ellos todo será extraño, porque el fin del mundo no es más que un día como cualquier otro en Ecuador. 

lunes, 22 de octubre de 2012

Todo es estúpido

Emilio Palacio gana un premio de periodismo en España y yo me desenamoro de la profesión cual quinceañera cuerneada por su primer amor. Dicen que galardón se lo dan por apoyo a su condición de 'perseguido político'. No me parece. Al hecho lo encuentro estúpido en realidad. Todo es tan estúpido.

Es estúpido que mil millones de personas, cual idiotas, hayamos visto a un hombre lanzarse desde la estratosfera en clavado hacía la tierra, en directo. Ahora lo celebramos como si el tipo hubiese hecho algo como curar la polio o erradicar el sida. Lo cierto es que todos, en secreto, rogábamos por ser testigos del suicidio más sintonizado de la historia. A la final el paracaídas se abrió y el tipo llegó sano y salvo a la tierra, eso mientras que Red Bull registraba un bajón del 40% en el valor de sus acciones. Luego de senda cagada los ejecutivos de la marca se dieron cuenta lo idiota que era patrocinar algo de esa índole. Más barato les salía patrocinar una eutanasia.

Me resulta idiota que a Lance Armstrong le quiten todos los premios de su carrera porque dicen que se dopó. Todos los atletas de élite (los que ganan millones en contratos publicitarios) se dopan. Es más, la idealización de los deportistas me resulta enfermiza. No le veo el punto a admirar a gente inútil a la humanidad. Eso de dedicarse todos los días a lograr 'metas personales' me repugna. ¿Qué le contribuye a la humanidad alzar una tonelada de peso, meter más goles en un arco o correr 100 metros en 8 segundos? Me da arcadas la cantidad de dinero y recursos que se gasta en la preparación de esta gente para más de convertirse en pancartas publicitarias de carne y hueso. Si no miren a Cristiano Ronaldo, maniquí de una marca de shampoo.

El arte es una cagada. Es una forma más de entretenimiento, una avanzada evolución de las manualidades. Como raza fracasamos al elevarlo a la categoría superior, casi sublime. Nos encanta hacer esto. Ya admiramos a reyes, deidades invisibles en el cielo que hasta ahora aparecen, y ahora es el turno de las celebridades, esas a las que se les paga millones por ponernos a aplaudir. Eso sí, no cualquiera puede ser artistas, y eso que en nombre del arte hay mucho vago perdiendo el tiempo.

Porque para no darse cuenta que el dinero que reciben los artistas famosos está mal, hay que ser un imbécil. Todos somos idiotas. Todos. En el primer mundo hace fila durante días para conseguir el último teléfono inteligente del mercado, la última cámara de fotos, lo último de lo último aunque lo que tengan aún les funcione perfectamente. En África llevan décadas decapitándose y creyendo que comiéndose a los albinos tendrán vida eterna. En Asia se rompen la nalga por hacer todo el trabajo industrial que el resto del mundo no quiere hacer y no entiendo porque no se revelan al respecto, si lo que les pagan es un crimen. En América del Sur celebramos ser la cuna de los futbolistas que van a parar a clubes europeos, porque no somos más que el mercado emergente. Siempre en desarrollo, jamás desarrollado. ¿Y no nos damos cuenta que todo esto en un absurdo?

Todo es tan estúpido. Me encanta pensar que, a veces, cuando me pierdo y disfruto de las idioteces, las cosas tienen sentido, pero no es así. Los inservibles debates en internet, las posturas discrepantes, las fiestas y los bailes en discotecas con gente semi en pelotas.

Lo cumbre es que celebramos cada cosa, cada bobera, cada logro insignificante de un hijo en una actividad que no tiene futuro. Nos maravillamos por cada pirueta en patineta, por cada vez que las personas se arrojan al vacío, a suicidarse, pero no les sale. A eso le dicen deportes extremos.

A cada cosa que hacemos la justificamos en nombre del placer, de las risas y el regocijo; no somos más primates que logramos controlar nuestro ciclo reproductivo. El placer no es más que una motivación biológica para mantener viva la raza y ahora, con tanto estímulo, es el motor de existencia de la raza. ¿O usted no hace todo en torno a fascinar al sexo opuesto con tal de llevársela a la cama?

Todo es estúpido. Trabajar durante años para enriquecer a alguien más, que el banco te debite plata por claquier idiotez y que tu no digas nada; pagar por agua embotellada, tener hijos, emborracharse y hasta escribir; pero incluso en cada una de esas vainas hay una persona que lo hace mejor que los demás. A estos entes se les da un premio, como a Palacio, a Armstrong, a Ronaldo o a Baumgartner, premios que como los del ciclista, con un mandato, le pueden ser arrebatados, o como el del 'periodista', que con la misma orden, le pueden ser otorgados. Maldita raza.

Y pensar que toda esta mala cantaleta nace de la decepción del premio que le dieron a un tipo que ni sabe escribir. 

martes, 16 de octubre de 2012

No más celulares en los baños

Ya no puedo ir al baño sin mi celular. No puedo ir al lugar sin ponerme nervioso al no poder revisar el Twitter, chequear el Instagram o ver algún video en Youtube. Antes, nuestros padres, tenían revistas o libros que hacían un poco más productiva la espera del descenso del bolo fecal. Ahora en el baño la mierda no solo la expulsamos nosotros sino que también nuestros teléfonos.

Es triste pensarlo. Se supone que el baño es el lugar más personal de nuestro hogar y de nuestro lugar de trabajo. Hoy, el baño, se ha convertido en un lugar más invadido por las redes sociales. La gente hace mofa de sus desperdicios en Twitter y las niñas, las más idiotas, se toman fotos con los calzones abajo para subirlas al Facebook. La foto frente al espejo y el retrete en el fondo, me parece, es una necesidad biológica (como lo es el orinar) para las quinceañeras con smartphone nuevo.

Hoy el baño es un lugar divertido y no se supone que debería serlo. Bueno, solo para los adolescentes que lo usan para masturbarse.

A ese cuarto lleno de azulejos uno iba a, por unos instantes, encontrarse consigo mismo. Ya sea para esa actividad inmunda de 'hacer la 1 y la 2', cepillarse los dientes o ducharse, en el baño uno se encontraba consigo mismo, desnudo o parcialmente desnudo, libre de todo complejo y/o vergüenza.

De pequeño recuerdo que yo jugaba frente al espejo; quería ver si en algún momento me podía mover más rápido que mi reflejo. Hoy lo único que hago es revisar el celular o inspeccionar que la videollamada no esté abierta y así ahorrarme algún bochorno en bolas que pueda hacerse viral en internet.

El celular le quitó esa estampa de templo que tenía el baño. Al menos, para mi, este cuarto era ese templo en donde uno podía verse al espejo, hacer muecas, creerse alguien más; existe también algunos enfermos que cantan en la ducha y está bien, eso es lo que se hace en el baño: perder la vergüenza para encontrarse con uno mismo. Es casi lo que se supone deberían ser los confesionarios cristianos.

Ahora el celular y sus notificaciones, las fotos en Instagram y demás vainas no hacen más que quitarnos atención de nosotros mismos y volcarla a una diminuta pantalla en la que proliferan ejemplos idiotas y modelos de compañías que no hace sino recordarnos que esa imagen que vemos en el espejo, la nuestra, debe darnos vergüenza. La publicidad encontró la forma de colarse hasta el baño.

¿Es mi culpa? Sí. El que desarrolló esa dependencia a las redes sociales fui yo. Claro, seducido por los estímulos visuales más deliciosos o los chistes más puercos (en el caso de Twitter), hacen del teléfono un ítem más indispensable para el baño que el mismo jabón.

El otro día no más, en la oficina de mi mamá, tuve que ir de urgencia al baño. El intestino se puso juguetón y tuve que meterme al cuarto con el retrete de golpe, sin ver que había dejado mi celular afuera.

Al interior del baño y tras notificar que estaba sin mi smartphone, y con los pantalones abajo, salí un momento del lugar para recoger mi celular. En el momento que abrí la puerta, una señora ingresó a la oficina de mi vieja y yo, cual pervertido, estaba en la mitad con los pantalones abajo. No me tocó más que meterme al baño sin mi celular.

En ese cuarto, y sin ese pedazo de tecnología, recordé todo eso que me gustaba de la intimidad del baño. Ese silencio, el periodo de reflexión que uno alcanza en esos minutos. En el piso había una revista del 2002. Me devoré un unos cuatro artículos. En el trayecto descubrí sobre la vida de Roberto Saviano (es escritor de Gomorra) y, para mi desgracia, sobre consejos de hidratación que mejoran la digestión de las personas. Cosas que uno no aprende con el celular en la mano.

Al salir del baño lo primero que hice fue salir a tomar mi celular para revisar de todo lo que me había perdido en ese tiempo. Igual, no valía la pena. Entre chistes sobre el aborto y par de fotos de comida, más aprendí con la revista y más me divertí pensando: ¿quién carajo diseña los dibujitos que van impresos en los papeles higiénicos?

Eso pienso sin mi celular. Tampoco esperen que reflexione sobre Nietzsche. 

lunes, 8 de octubre de 2012

Mi cuchillo


En mi bolsillo derecho cargo una navaja Remington de fabricación china. Es un objeto bonito: un pedazo de acero inoxidable cubierto por dos capas de fibra de carbono que, desde que lo compré, no ha servido más que para perforar el orificio en los botellones de agua antes de ponerlos en la máquina distribuidora de este líquido, que hay en mi oficina. El cuchillo lo llevo por si algún día me quieren pegar o asaltar (con un cuchillo, con una pistola me haría el idiota no más) y así ahuyentar o hacer pensar dos veces a la amenaza. 

Hay quienes dudan de si lo usaría o no. Yo tampoco lo sé, solo lo cargo por precaución, lo porto como un adolescente virgen lleva un condón en la billetera, 'por si las moscas'. 

Tengo que confesar que si me da mucho miedo tener que utilizar mi navaja. No por remordimiento, eso no, es más, yo creo que el problema delincuencia disminuiría a punta de puñaladas. A mi lo que me da miedo es que si me toca usarlo, puedo ir preso. 

Acá, en este país, es como el país de las Maravillas que visitó Alicia: nada está bien. En este pedazo de tierra es mejor dejarse robar que defenderse. Pareciera que acá el pelear por las cosas que tanto le han costado conseguir es absurdo. Le pasó hace un año a Carolina Jaume, la presentadora de televisión nacional. A ella le quisieron arranchar cartera cuando manejaba por una avenida de la ciudad. Un tipo se metió por la ventana para quitarle sus cosas, pero ella alcanzó al golpear al ladrón, no se cómo lo habrá hecho con esos brazos de fideo (tiene que haber sido la adrenalina), que consiguió partirle el tabique al delincuente. Un patrulllero de la policía pasaba por ahí y se detuvo a ver que pasaba. En resumen, a ella casi la llevan presa por agredir al ladrón. Es más, a Jaume le tocó pagarle los gastos de hospital del individuo en mención. De repente el país de Alicia parece un lugar normal.  

Un busca responsables y ahí es cuando la cosa se torna difícil. Me es imposible acusar a la policía como culpable de esto. Alguna vez hable con ellos, hace tiempo, cuando hacía un tema sobre inseguridad y uno de ellos me dijo: "estamos jodido. Hay que acatar las leyes, y las leyes acá no siempre tiene la razón". Me lo dijo decepcionado, con ese rostro de un niño que descubre que su papá no es el mejor hombre del mundo. El uniformado me contó esto mientras relataba una anécdota de como había detenido a un tipo robando pero que lo tuvieron que dejar libre por 'falta de pruebas'. "¿Para que poner la vida en riesgo entonces?", remató el gendarme. 

Solo un par de minutos antes de escribir este texto me tocó presenciar un robo. Lo vi desde la acera que cruzaba la calle en donde sucedió el delito. Desde mi posición vi como una mujer le arranchaba un paquete a una señora mientras esta forcegeaba para que no se le lleven su posesión. Yo, helado, metí la mano en mi bolsillo buscando mi navaja, alerta por si esa mujer cruzaba la calle e intentaba lo mismo conmigo. Pero no. Antes de que el tráfico se detuviese, la ladrona corrió en sentido opuesto, metiéndose a un parque contiguo a las calles donde aconteció esto. Me sentí mal con la señora, y aún más conmigo mismo por no poder hacer nada. Igual, no creo que hubiese hecho mucho. 

Cuando usted termine de leer este post será la última vez que porte mi navaja. Ya no me puedo arriesgar, pónganse que un uniformado lea esto y quiera requisarme para encontrar un objeto corto-punzate en mi poder. Yo iría a la cárcel, a una prisión de un país donde uno no tiene derecho a defenderse. 

martes, 2 de octubre de 2012

Campañas

Incluso antes de bañarme y cepillarme los dientes, por las mañanas, lo primero que hago es revisar el Twitter. Es por eso que lo primero que me tocó ver, entre dormido y despierto, hoy en la mañana, fue la foto de un perro con cáncer en los testículos. Sí, de a poco esta red social se va llenando de los mismos anormales 'activistas' de los que pensábamos habíamos huido al abandonar Facebook. Nos equivocamos.

Las bobas cadenas de oración y demás idioteces ya llegaron y estoy seguro que no se van a ir: las cuentas evangelizadoras, las de poesía barata, incluso una clase de cuentas que odio más que las que andan proclamando que un zombie crucificado hace dos mil y tantos años me ama, esas, las de motivación personal. Si alguien está deprimido, que se emborrache o meta un tiro, punto. 

El colmo de los colmos llegó hoy que me topé con una cuenta de Twitter en contra del aborto. Ni los testículos magullados del perrito me causaron tanto repudio como el hecho de que exista una cuenta que busca, con los argumentos más imbéciles, convencer a todos de que cada eyaculación merece un nombre*. 

Porque mientras acá crean cuentas de 'concienciación' a favor de la vida, una ONG holandesa "Women on Waves", recorre el mundo en un barco clínica, llegando a los puertos más importantes del planeta para realizar abortos a mujeres que aún no desean, no pueden, por condiciones económicas o falta de madurez, ser madres (que en mi opinión personal es lo más acertado). Eso, señoritas y señores, es hacer algo por la humanidad, no escribir frases idiotas y fastidiarle la existencia a las personas. Pero entonces pensé ¿Para cuando entonces el submarino hunde-barcos-pro-aborto? Porque bien que el Vaticano, 'arduo defensor de la vida', podría costear un flota entera de estos. Digo. 

La gente, me incluyo, es especialista en abrir la boca. Eso de participar en campañas dando RT, posteando fotos y participando en debates tarados es lo único que hacemos y sabemos hacer. Nos encanta vendernos con imagen pura, solapar toda falencia nos encanta. Es más, hacemos campañas enteras para convencer al mundo que estamos en lo correcto. Y déjeme decirle que si usted debe gastar dinero para convencer al mundo de algo, es porque eso/él no lo es.  

La más idiota de las campañas, que de paso es una que pagan con mi dinero, es esa ridiculez de "Ecuador ama la vida". Somos un país que tanto idolatra la existencia, en especial de los extranjeros, que nuestros criminales no los dejan salir del país. Sí, así como pasó con la australiana e inglesa que secuestraron en la selva, así amamos la vida. El mundo entero se ha enterado de nuestra devoción a la existencia que las embajadas hacen una severa advertencia a los viajeros de sus países sobre el riesgo de venir pa' ca'. 

Uno tiene que entender que si alguien hace una campaña promoviendo una imagen positiva es que algo realmente está jodido. Miren no más los bancos, siempre mostrándose amigables cuando en realidad todos sabemos los hijos de puta que son. El otro día no más la entidad financiera en el que yo guardo mi dinero, ese que se jacta de darme siempre tenerme confianza, me cobró 2,50 dólares por emitir un cheque de gerencia, todo para certificar que yo iba a usar mi dinero de forma 'correcta'. ¿No se supone que confían en mi? Es más, era mi dinero, ¿qué carajo les importa? 

Pero como buen tuitero y ecuatoriano que soy, lo que hice fue pagar el dinero, coger mi cheque y ahora escribir un post sobre lo mucho que me molesta. Yo soy como esa gente que hace campaña contra el aborto en Twitter: me quejo pero no hago nada al respecto. Tampoco es que pueda hacer nada, esto no se trata de ir con un barco por el mundo, representando a entidades bancarias y no cobrando 2,50 por la emisión de un cheque. No se puede. Además, para mi la solución sería quemar las instituciones que odio, pero nadie me secunda y además iría preso.  

Lo único que nos queda es hacer campaña, campaña contra las campañas y contra la entidades que hacen campaña. Y no hay mejor lugar para esto que en Twitter: una plataforma en la que promocionaré este post tan nocivamente como ustedes publican fotos de perros con cáncer testicular.

*La frase 'la gente piensa que cada eyaculación merece un nombre' es de autoría del comediante George Carlin. La tomé porque bien encajaba en el texto, 

jueves, 27 de septiembre de 2012

La fiesta más grande del mundo

Lo que más me extrañó de Miguel Rosado fue que no tenía cara de fiestero. La única oportunidad que tuve de verlo fue ahí, en la mitad del Centro de Convenciones Mitad del Mundo (Cemexpo), durante la primera noche del Campus Party. Él estaba sentado en un puff con la cabeza para atrás, cansado, agotado a muerte por el esfuerzo de haber cargado sus equipos, un CPU y monitor pantalla plana, hasta el lugar donde pasaría las próximas 96 horas en la fiesta más grande de su vida.

Lo repito, Rosado no tenía pinta de fiestero. Desde sus lentes hasta su mórbida barriga, él difiere mucho de cualquier tipo que aparece en Jersey Shore, esos que buscan cualquier motivo para quitarse la camiseta y enseñar el torso, que es su única arma de conquista. Rosado y todos los asistentes al Campus Party no eran así, por eso fueron hasta Quito, a hacer alarde de sus cerebros, de sus creaciones y de su infinita capacidad de entendimiento.

Porque el Campus Party parecía estar lleno de un enorme elenco de The Big Bang Theory, lleno de jóvenes incapaces de hacer contacto visual con las curvilíneas attachés, niños que fabrican diminutos y lúdicos robots de combate, y adultos que pasan el días, sin bañarse, atrapados en las arenas virtuales de los juegos en línea. Pero todo esto sucede en medio de charlas de personas que han moldeado el mundo de la informática contemporánea, personas como John 'Mad Dog' Hall, Didac Lee, Imogen Hammond e incluso la genial Rahaf Harfoush. Y si no sabe quienes son, googléelos, porque vale la pena.

En si, el Campus Party vale la pena. Y no importa lo que me digan, que se trata del evento de innovadores más grande del mundo, que la tecnología es la protagonista y que se viene a buscar la 'oportunidad de sus vidas'; el Campus Party es la fiesta más grande del mundo.

En medio de adultos insultándose por haberse 'asesinado' en juegos en línea y de attachés ignoradas por mareas humanas que están más concentradas en ver como dos pedazos de metal a los que le llaman robots se sacan la madre, acá, un adolescente con el rostro lleno de acné o una gordita experta en juegos en linea son el rey y reina de la fiesta. De una celebración al conocimiento (así sea conocimiento informático).

Porque así es, cuando el reloj marca las 12, como en cuento de hadas, nadie se transforma en princesa o príncipe. En lugar de eso, los parlantes del lugar suenan a todo volumen, congregando a los miles de curiosos geek al centro del Cemexpo. Ahí, siete jóvenes y un adulto gordito llamado Miguel Rosado, se preparan para bailar una canción del coreano PSY, el Gangnam Style, canción que no entienden un carajo de lo que dice pero cuyos pasos se los saben de memoria. Allí, en medio de esa marea humana, desprovista de todo prejuicio, albergada en un frenesí de dopamina y endorofina, solo ahí un gordito como Rosado puede sacarse la camiseta para bailar, mover las lonjas con total felicidad mientras canta 'I`m sexy and i know it' y ser vitoreado por todo lo alto.

¡Arriba Campus Party!

viernes, 21 de septiembre de 2012

Inservibles

Hoy, el término tuitero es oficial en la Real Academia de la Lengua Española (RAE). El otro día yo escribí un artículo donde comentaba que rocanrol también estaba admitido. Por ahí escuché que 'aiga' también fue regularizado. Esa última no tengo idea si es verdad.

Después de leer todo lo anterior, lo único que yo pude imaginarme es a Vargas Llosa reventándose la cabeza contra la máquina de escribir mientras reniega de como se le da riendas sueltas las personas para que escriban como simios. Da risa.

A mí en realidad lo que me encanta ver es como una entidad tan caduca como la RAE debe ceder terreno ante las personas para no desaparecer. Su don regularizador es tan 'absoluto' que se doblega así de sencillo, adoptando los modismos de las personas para justificar su existencia. ¿Qué clase de vida puede tener alguien que se dedica a ver cómo es que escriben las personas? Trabajo para miserable.

Imagino que la gente de esta entidad ha de tener aires de que su existencia es indispensable para el idioma; que el sueldo que perciben es una recompensa a su titánica labor de mantener el español bajo cánones reguladores que conservarán el idioma para generaciones futuras. Bueno, déjeme decirle, señor 'real académico', que cuando mi hermano y yo hablamos mi abuelita no entiende un carajo. En su labor fallaron.

No es culpa de los de la RAE, el mundo está lleno de gente que cree que su actividad es indispensable para la correcta funcionalidad de la humanidad, y no es así. Los que controlan el idioma, los reporteros de farándula, los futbolistas idiotamente sobre remunerados, las modelos, y los creadores de carreras universitarias; tanta gente que podría desaparecer y el mundo seguiría su rumbo sin pena ni gloria.

Lo más bonito de esto es cuando vemos como no admiten que son inservibles y lo que hacen es adopta el papel de líderes de la democracia, entidades vanguardistas en busca de la inclusión. Así como cuando la RAE incluye nuevos modismos y nosotros aplaudimos. Las modelos, para evitar críticas, crean las modelos talla plus, los reporteros de farándula se ponen a cubrir otros eventos, culturales por ejemplo, y todo les sale mal; los futbolistas donan miseria de su sueldo a la caridad y justifican todo la remuneración exagerada, las universidades crean carreras tan absurdas como 'Licenciado en Relaciones Publicas', y no es que esa gente no sea indispensable, los relacionistas públicos, solo que como carrera universitaria es absurda. Como si para llamar por teléfono y coordinar entrevistas y tener carisma se necesita estudiar cuatros años. Lo más cumbre es que las personas se inscriben en carreras por el estilo.

Yo sé que de aquí en unos años todas las universidades se darán cuenta que hay gente que maneja el internet y es indispensable para la correcta imagen de las compañías por lo que ofrecerán algún tipo de licenciatura para ser Comunity Manager, nuevamente, esto se trata de atención a las redes sociales y carisma, y eso no se aprende en las universidades. Pero los centro de estudio dirán que si lo pueden enseñar, y, por su lado, la RAE dejará que las personas escriban esa carrera 'comiuniti manayer', todo en pro de la inclusión, no porque tienen miedo a que las personas se den cuenta que nadie pero absolutamente nadie las necesita a estas entidades reguladoras.

Por lo pronto, este tuitero se va a escuchar rocanrol mientras no aiga nada que hacer. Chao. 

martes, 18 de septiembre de 2012

La cicatriz

Hoy me vestí con una camiseta que está manchada. Tiene un pequeño rastro de una salpicadura de pintura amarilla en la parte derecha del cuello que está ahí por culpa de una mujer que ahora me odia. El hecho no me produce melancolía, pero hoy vi la mancha y lo recordé. Me he puesto una y mil veces la camiseta, porque me gusta, pero no fue sino hasta hoy que la vi y me vino el recuerdo de ese momento en el que la camiseta fue manchada.

De alguna forma ella, la chica que me odia, no consiguió lacerarme de ninguna forma sentimental, pero encontró, quizás inconscientemente, la forma de colarse de nuevo en mi pensamiento con esa mancha, esa cicatriz que impregnó a mi camiseta.

A ella yo le produje lo que un choque con contusión severa le produce a un peatón atropellado. Sí, así de mal quedó de la cabeza después de estar conmigo. Creo que así ha sido siempre. No es que me eche flores, pero ella si se enamoró de mi (la chica que manchó mi camiseta) y en su psiquis quedó un cicatriz. Lo sé. Los hombres podemos ser idiotas y todo pero bien sabemos cuando una mujer está enamorada. Por eso señoritas, no lo muestre, que saldrá mal parada.

Uno siempre saldrá mal de las experiencias más fuertes que hay. Es normal. Es obligación, creo.

Las cicatrices estarán presentes en las cosas que más nos apasionan. El ejemplo más palpable son las orejas de los luchadores grecoromanos, los judocas y los practicantes de jiujitsu. Ahí, en ese cartílago deformado está la prueba de todo lo que han tenido que vivir y pasar antes de poder vencer a alguien en la lona o en el tatame. En esa oreja que ya no parece oreja está el compendio de su pasión por lo que realizan.

Los callos en los dedos de un guitarristas, las corneas destruidas de los nadadores (o su calvicie prematura, en el peor de los casos); las rodilla irreconocibles de un patinador y las espalda encorvada de un periodista. Todas son cicatrices. Y esas cicatrices se disfrutan.

Tampoco es que digo que todo es bueno, no. No crea que le voy a hacer una oda a los Marines gringos que pierden sus extremidades pisando minas antipersonales, ni celebraré las deformidades que los animales le ocasionan a los inocentes; mucho menos aplaudiré a las personas que quedan inválidas por accidente. Esas son tragedias. Yo de lo que hablo son las cicatrices.

Yo hablo de las marcas diminutas que tu dejas en la piel de una mujer cuando tienes sexo, esas que al siguiente día la harán sonrojarse cuando las ve. Evoco a ese corte en el dedo de siete puntos quirúrgicos que te recuerda a la más sublime de las borracheras con los amigos de toda la vida. Las cicatrices son los souvenirs de la vida.

Lo más rico es cuando uno empieza a recordar. Uno ve las marcas, en el cuerpo o en la ropa, y enseguida se transporta a ese instante. Ya sea feliz o triste, a la cicatriz hay que disfrutarla, porqué si sanó es porque ya estás bien. Seguiste adelante con tu vida y no pasó nada, y estás vivo para probarlo.

Diferente es cuando dejas mal a alguien del mate, como la mujer de la que les hablaba al principio.

Eso que ustedes llaman amor no hace más que joderle la vida a las personas haciéndoles creer que la gente vale la pena, cuando no es así. Eso le pasó a ella conmigo y por eso me odia. No la culpo. Yo siempre creeré que es culpa de la comedias románticas hollywoodenses.

Porque las cicatrices de la cabeza, y no hablo de las que se pueden coser, no sanan del todo. A una mancha en la camiseta la lavas una y mil veces y poco a poco va perdiendo el color hasta casi hacerse imperceptible, invisible para quien no vivió el hecho. La paranoia de una mujer a la que la traicionaron, para eso no hay curitas suficientes en todo el mundo. 

viernes, 14 de septiembre de 2012

Los esclavos

Una vez me propusieron trabajar de mesero en un hotel lujoso de la ciudad. No lo acepté. Me lo propusieron una temporada que estuve sin empleo. No me gusta ese trabajo porque, seamos sinceros, no todo trabajo dignifica a la persona. ¿Usted acaso considera digno limpiarle la nalga a viejitos seniles a los que ni la familia los quiere?

Porque hay empleos bien feos. Ser estibador, por ejemplo, ha de ser un suplicio. No digamos ser albañil, porque eso de andar construyéndole mansiones a gente que paga miseria de sueldos no tiene nada de bonito.

Imagine lo feo que ha de ser andar recogiendo basura. Usted y yo somos ases, maestros de la elaboración de desperdicios, esos que, tres días la semana y por la noches, son recolectados por hombres a bordo de un camión con musiquita de carrito gringo de helados. Y ni hablemos de los que recogen y cultivan comida en el campo.

No imagino lo miserable que debe de sentirse el recolector de bandejas en los patios de comida de los centros comerciales. Ellos, que ganan tan poco y que jamás podrán costear una comida para sus familias en eso lugares, deben de resignarse a recoger los platos a medio comer de los infantes obesos y malcriados.

Yo no creo que el se sienta útil, el recolector de bandejas. El trabajo no dignifica a nadie. Esa es una idea que nos han metido en la cabeza los que pagan el sueldo para que nos sintamos dignos. ¿Qué de bueno puede ser vivir de los sueltos y la caridad que un comensal pueda tener con un mesero? Nada.

No se engañe, usted no tiene una vida digna: se rompe la espalda trabajando por las sobras de dinero de alguien más. Su trabajo es el que hace que el dueño de la empresa para que labora, se enriquezca. Sí eso es usted.

El trabajo nació de la vangancia de algún tipo que podía abusar de su poder y puso a hacer a los demás lo que el no quería: cocinar, lavar, cultivar, mamar, etc. Nuestros ante pasados tiene la culpa de no haber corregido esto, porque nosotros solo lo heredamos.

A usted y para mi nos vendieron  la idea de que la esclavitud fue abolida pero lo cierto es que usted es eso, un esclavo, alguien que trabaja para enriquecer a alguien más. Sí, tiene su sueldo, un horario, acceso a inmueble y muebles, aparatos y gadgets, todos adquiridos a plazos insoportablemente largos que no hacen más que aferrarlo más a ese cubículo al que usted está anclado. Ya no tiene definición en el ano de tanto que ha estado sentado pero a usted lo han convencido de que eso es felicidad. Lo felicito.

La gente con el dinero cría sus hijos como personas superiores, les heredan toda su fortuna pero no la capacidad. La más probable es que usted trabaje para un incapaz. O, si es maestro, 'eduque' a los hijos de los incapaces. Porque ellos no quieren gastar su tiempo adiestrando criaturas, para eso está alguien a quien le pueden pagar. Ellos mientras tanto se dedican a vivir la vida que a usted y a mi nos gustaría vivir.

Mientras que Anthony Bourdaine gana millones por viajar al rededor del mundo usted gana un 17mo del sueldo de él. Usted en cambio gasta su dinero en productos que él, Bourdaine, patrocina, esos que hacen parte de los millones de su fortuna. Esa es la horrible paradoja.

No importan sus títulos, sus habilidades ni nada, a usted y a mi nos pagan por el trabajo que alguien más no quiere hacer. Y aunque usted lo disfrute, que es lo que le metieron en la cabeza, usted y yo no somos nada diferentes a los orientales suicidas de las fábricas de Apple en China. Feliz día. 

lunes, 10 de septiembre de 2012

Mi ortografía

Yo sé que Berlín queda en Alemania y que es una ciudad estado. Sé que Stuttgart queda en Baden-Wurtenberg y que Münich está ubicada al sur del país teutón, en el estado de Baviera. Eso sí, para saber en que provincia queda Quevedo tengo que googlear. Lo mismo me pasó con el Coca, esa ciudad  enana que queda en la provincia de Orellana y a la que fui a principios de este año a entrevistar un grupo de cineastas alemanes.

A esa urbe del Oriente ecuatoriano pude ir porque estudié en el colegio Alemán Humboldt de Guayaquil y sé hablar el idioma de los teutones, esos que vinieron al país a grabar. Claro, la gente que vino a la selva es mucho más amable que la sarta de personas que en mi colegio me 'educó'. Estudié en esa institución, el Alemán Humboldt, y la odio. Sí, ahí aprendí mucho de lo que sé, pero me topé con mil y un profesores cagones y tan solo con tres dedos enumero a los únicos que puedo dar testimonio que fueron buenos maestros. Igual, la institución que me enseñó tanto me cagó la vida mucho más.

Gracias ellos puedo dar testimonio del 'pluscuanperfetc' pero no sé cómo carajo conjugar el pluscuamperfecto en español. ¿Saben el dilema de identidad que le forjan a uno con este tipo de cosas? Uno no lo entiende hasta que después de mucho le toca vivir de la escritura y, 5 años más tarde, después de la incorporación, sigues cometiendo faltas ortográficas.

Recuerdo aquella vez cuando comenzó mi incipiente corrección de estilo que el colombiano Francisco Quintero, a quien yo considero mi maestro de periodismo, me dijo con esa cara de indignación: "Marica, ¿cómo fue que usted se graduó de la primaria?". Lo dijo allá por el 2009, cuando empezaba en los medios y yo preguntaba si 'había' se tildaba o no. De ahí en adelante comenzaron las clases de ortografía. La mayoría de veces terminaba con Quintero frustrado. Soy una mierda.

Yo me odio por esto, pero más odio al colegio que nunca me enseñó a escribir mi idioma de la forma correcta. Yo no sé de puntuaciones ni de tildes, todo lo que sé lo aprendí después de constantes elganto-puteadas de Quintero y otro centenar de correcciones. He evolucionado mucho desde que abandoné esa institución que jamás me enseñó mi propio idioma ni la geografía de mi país. De hecho en mi colegio estaban más enfocados en que aprendamos bien el idioma europeo antes que el nuestro. No lo decían, eso uno lo entiende cuando en retrospectiva ve el horario y 'descubres' que recibías más clases en alemán que en español.

A mi me metieron el alemán por la orejas y me impregnaron en las manos. Yo sé más de la historia de la guerra europeas que de las campañas libertadoras latinoamericanas. Sé que el 3 de octubre de 1989 fue la reunificación alemana pero tengo que googlear para saber que el 5 de junio de 1895 inició la Revolución Liberal ecuatoriana. Y aquí la única razón por la que, siendo las preguntas más fáciles de la humanidad, no voy a concursar a Quien quiere ser millonario, alta tensión: no sé un carajo de historia y geografía nacional. Y no soy el único, así son la mayoría de profesionales. ¿Acaso eso es una excusa?

Porque la educación de hoy en día es así, un asco. Los infantes reciben historia, geografía gringa e inglés desde que entran al kinder, pero el castellano es dejado de lado. Usted hágale un dictado a un niño de 12 años y verá la cantidad de faltas ortográficas que comete. Da miedo.

Mi hermano tiene 18 y no sabe escribir onomatopeya, pero tampoco sabe que significa. Para el es más fácil comunicarse con un gringo que con un boliviano. El acento y los modismos hacen del español un idioma cada vez más ajeno a nosotros. Yo le doy cinco años más al castellano para que empiece a ser inentendible entre los países. Los argentinos nos llevan la ventaja en este asunto.

El castellano está tan menospreciado que hoy en día los modismos anglosajones forman parte del idioma al punto en que conozco gente que prefiere hablar en inglés que en su idioma natal. Así nos educaron, yo tenía clases de debate en inglés, pero no en español.

Esa incapacidad de configurar pensamientos en español hace que la ortografía quede de lado. La riqueza del idioma reside en esa individualidad que la correcta acentuación y escritura dan a las palabras y a su vez le aportan al pensamiento. Dejando todo de lado, menospreciando la importancia de este hecho, nos alejamos cada vez más de los fines de la comunicación.

Lo preocupante es que la culpa no es del todo de la gente de hoy. Sí, ellos tienen parte del error por no interesarse en la correcta forma de empleamiento del idioma, pero más culpa tiene esas empresas hambrientas de ganancia que equivocadamente llamamos 'colegios', que ponen el capital sobre la correcta educación de sus alumnos. Por eso nos venden el inglés como ese plus que es necesario para el correcto desenvolvimiento de los niños en el mundo globalizado. Lo que no entienden es que en siete años el idioma anglosajón no servirá de nada porque los chinos y su mandarín dictarán los negocios del mundo. ¿Y a esa gente llamamos educadores? No me jodan.

Por lo pronto y saco ventaja de ese idioma tan feo que me enseñaron. Berlín se perfila como el nuevo 'Silicon Valley' y yo hablo el idioma de esa gente. Al menos eso creo. Ya se me hace difícil recordar muchas cosas.

La vez que fui a Orellana, al Coca, mi alemán estaba tan oxidado que daba vergüenza. Ellos me entendían y respondían a mis interrogantes, pero sé que mí alemán tiene que haberse entendido como: "yo chita, tu Tarzán".

Y pensar que 14 años de mi vida gasté para hablar y escribir como primate en dos idiomas. Que mierda. 

martes, 4 de septiembre de 2012

No saber bailar

Pecaría de idiota si digo que no me gusta bailar. Pero hablo de bailar, de salsa, de tango, a veces el merengue, pero me quedo con los dos primeros. El problema es que para ninguno de los dos soy bueno. Me cohibo en las festividades por eso. No soy buen bailarín. 

Con los tragos me va mejor en la pista de baile. Aún no sé si es que de verdad mis movimientos mejoran, como si es que el whisky lubricara mis rodillas de abuelo, o que simplemente ya no me importa el hecho que tengo plomo en los pies. No sé. 

Lo cierto es que yo creo que el baile es una de las formas de cortejo más complejas que existen. Es todo un ritual del saber como desenlvolverte, provocativa pero no sexualmente,con el cuerpo de una mujer sobre una palestra llena de personas que están intentando lo mismo. Creo que el baile es una celebración de lo elaborada que pueden llegar a ser la conquista de una pareja. Bueno, pero para todo eso yo soy malo. Malo es poco, soy pésimo. 

El baile debe estar reservado para ocasiones especiales, creo yo, no para las discotecas, a las que públicamente les he manifestado mi odio. Esos antros, deliberadamente, acaban con todo ese ritual tan exquisito que es tener la música en volumen exacto, el espacio preciso para moverte en la pista y, sobre todo, la luz indicada para que sepas que a quien estás sacando a bailar no es un bagre que se camufla en la titilante luz de un antro que cobra 20 dólares por banalizar una actividad tan bonita. Que se jodan las discotecas. 

También quiero de una vez por todas bajar de la nube a todos esos 'bailarines de género urbano'. No, ustedes no bailan, ustedes lo que hace es brincar y gesticular, gritar idioteces y lanzarse al piso como muñecas de trapo. Lo de ustedes tiene más que ver con los rituales de cortejo de las tribus africanas, esas en donde una pareja de raza negra, en bolas, grita mientras salta al rededor de una fogata como parte de una actividad estancada en la evolución. Eso hacen ustedes. No se digan artistas, que no lo son. 

Bailar reguetón (con este 'género urbano' me desquito aparte) también tiene más ritual africano que nada. Señorita, menear rico las nalgas mientras usted sonríe porque un tipo le roza el pene en la espalda y por el parlante se vocifera "muévete lento, cabrona", no hace más que mermar en décadas de trabajo que mujeres progresista tuvieron que luchar para que la figura de la mujer se respete. Sépalo. No le digo que no lo disfrute, está en su derecho siempre y cuando sepa que lo está haciendo y se haga valorar. El problema es cuando usted, inconscientemente, disfruta de que la traten como 'perra'. Carajo. 

Bailar es más que rosar nalgas con penes, eso es de animales. Danzar es eso que el coronel Frank Slade hace en la mitad de ese restaurante de New York en Perfume de Mujer; o esa compaginación de movimientos tan complicada que forman dos cuerpos que se sincronizan al tiempo de los timbales de la salsa. Eso es bailar. 

Cualquier idiota le sirve de poste a una mujer en una discoteca para que le menee las nalgas, pero hay que saber tratar a una señorita para, como se debe, sacarla a bailar. 

Pero yo no sé ni de lo uno ni lo otro. Mi principal problema es que a mi el whisky no solo me hace aflojar las rodillas para 'bailar bonito' sino que también me afloja la boca. Con un par de tragos en la cabeza uno difícilmente oculta su plan y las 'malas intenciones' con esa señorita que tiene en frente. Ahí es cuando te quedas bailando solo. 

sábado, 1 de septiembre de 2012

21 preguntas que no tienen respuesta

1) ¿Por qué los reguetoneros necesitan gesticular tanto al 'cantar'?

2) ¿Por qué creen que aplastando millón veces el botón del ascensor este bajará más rápido?

3) ¿Por qué los futbolistas tiene la necesidad de sacarse la camiseta para celebrar un gol?

4) ¿Por qué la gente cree que cerrando los ojos va a estar protegida de todo daño?

5) ¿Por qué hay 15 ventanillas en los bancos pero solo atienden 2?

6) ¿Por qué existen personas que odian a los gatos?

7) ¿Qué le pasa a los perros de las tiendas de animales que no los venden?

8) ¿Quién es el sobrino, primo, amigo, pariente de nuestras madres que 'se quedó tieso' por haber entrado al 'aire acondicionado' sudado?

9) ¿Cuál es el punto de las capas en los súper héroes?

10) ¿Por qué se estudia para ser relacionista público?

11) ¿Aún existe gente, nacida después del 90, que quiera ser presidente?

12 ¿Habrá algún día un comercial de toallas sanitarias que muestre la realidad anímica de una mujer 'en los días difíciles' y no chicas sonriendo?

13) ¿Por qué Fanny Lu tiene fans?

14) ¿Por qué la gente cree que el tráfico de los embotellamientos avanzará si ellos pitan?

15) ¿Cuál es el fin de la corbata?

16) ¿Cuál es la necesidad de algunos periodistas por saber cual es el plato favorito de un artista?

17) ¿Tener sexo con tu alma gemela cuenta como endogamia espiritual?

18) ¿Es necesario tener un bajo IQ para participar en certámenes de belleza?

19) ¿Habrá algún día un comercial de productos de limpieza protagonizado por un hombre?

20) ¿Pitbull habla español?

21) ¿Por qué me pongo a pensar estas estupideces? 

miércoles, 29 de agosto de 2012

"I get paid a lot for commercials"


Hay que ser bien bobo para preguntarle a un actor angloparlante si es que él se va a actuar en español o inglés. La estupidez se redobla si es que 5 minutos antes le dieron un boletín en el que especificaban la pregunta que acababa de hacer uno de los tantos pseudo-periodistas que ayer acudieron a la rueda de prensa de la ópera "Variaciones de Giacomo", estelarizada nada más y nada menos que por John Makovich.

No soy fan de Malkovich, lo dejo claro, pero admito que es un señor actor. Tampoco es que tenga la oportunidad de fotografiarlo siempre así que, con fe, asistí al evento. Cómo me arrepiento.

Desde mi llegada supe que esto no iba a terminar bien. Habían seis periodistas de radio que no sabían dónde dejar las grabadoras, en que parlante posarlas, para ir a buscar los bocaditos. La distribución asimétrica de las cámaras de video, esas que no respetan a las de fotografía, daba una ilusión de desorganización que no podía ser más cierta. Las 'periodistas de farándula' se retocaban una y mil veces frente a los espejillos que cargan sus carteras, hacían eso en vez de repasar la trayectoria del actor al que le preguntarían esas insensateces que hasta este momento que escribo, me causan vergüenza.

17:13.- Malkovich aparece detrás un biombo. El actor escolta, con esa cara parca que ya vimos en Burn After Reading, a un Diego Spotorno, el popular conductor local de noticias, quien acababa de entrevistarlo. El presentador de variedades, que tuvo la exclusiva, sale con la misma mirada que Frazier después de haber peleado con Alí. La vergüenza la lleva en la nuca y le pesa.

Malkovich se sienta en medio de una mesa llena de actores, directores y escenógrafos pero, inevitablemente, es el centro de atracción. Lo es porque para los periodistas del medio no les cabe en la cabeza que montar una ópera se requiere más que un solo personaje principal. Y fue por eso es que las preguntas iban a ir dirigidas todas a él; y él, cual púgil de primera, las esquivaría.

No les miento, después de una pequeña introducción de Ramón Blanco,dirección del Teatro Sánchez Aguilar, donde se realizaría el espectáculo, la primera pregunta que le hicieron al actor nominado al Bafta, Oscar y Screen Actors Guild Awards fue: "¿La obra será en inglés o en español?". Él no respondió, lo hizo el director de la opera.

El rostro del Malkovich era el que usted y yo ponemos cuando vamos obligados a una matiné infantil de un sobrino que no nos agrada. Imagino que así se sentía cuando una periodista de televisión empezó a atacarlo con toda una serie de preguntas, en un inglés de oriental guaco, por un poco de datos que, como lo dije, estaban en el boletín de prensa. Malkovich no las respondió.

Pero después de estos rounds de calentamiento empezamos con lo bueno:

Yo sabía, desde que el 'periodista' cogió el micrófono para hacer la pregunta y dijo 'bienvenido al Ecuador señor Malchiovitch', que esto no iba a terminar bien. Lo que no imaginé es que el tipo le iba a preguntar "¿Qué opina usted acerca de la posición del Ecuador frente al asilo de Julian Assange?", en una rueda de prensa de un evento artístico. En ese instante yo no sabía si tirarme del balcón de la vergüenza o simplemente matar al sujeto. Malkovich se limitó a contestar: "No he seguido el caso (que no tenía más de una semana de ocurrido). No le puedo decir nada al respecto". En ese momento dejó de ser boxeador para convertirse en un torero que esquivó la pregunta con gracia. Maestro.

Como buen actor que es, Malkovich se apoyaba en una botella de agua para llenar esos espacios vagos que había entre pregunta y pregunta. También utilizaba al botellón como una excusa para decir que estaba ocupado y pasar la pregunta. Él es actor. Él sabe como hacer estas cosas.

Pero aunque el artista esquivó cada golpe verbal de la prensa, no pudo con el último zarpazo que lanzó una periodista de televisión, una chicha que, pese a que 'interrogaría' al actor al que Kaufman le dedicó un guión, no se le ocurrió mejor cosa que preguntarle '¿Cuál es su plato ecuatoriano favorito?'. Ella se lo preguntó sabiendo que apenas tenía un día en el país. El actor no pudo disimular su incomodidad cuando la misma periodista le reiteró en la pregunta haciendo un 'filosófico' énfasis en cuestionarle:

Periodista: ¿Puede decir 'guatita'?

Malkovich: uhm?

Periodista: ¿Gua-ti-ta? Comida, 'eat', comida. ¿Ha comido ceviche? ¿Puede decir ce-vi-che?

Malkovich: (akward silence)

Sobre la lona mediática quedaba el actor, impávido, atónito, incapaz de responder.



17:43.- El director del Teatro Sanchez Aguilar ya no pudo más. Poco le faltó para mandar a callar a los demás periodistas. De hecho los mandó a callar de la forma más cortés que he visto: invitándolos a degustar bocaditos.

Poco menos de 30 minutos bastaron para que Malkovich entendiera que había llegado a esa jungla de la que los folletos turísticos hablan.

Y aunque en los encuentros de box no se permite rematar a los contendientes una vez que están en el piso, a Malkovich lo molieron incluso después de acabada la rueda de prensa. La encargada de esto fue una chica de un programa de televisión de variedades que le pidió que enviase a un saludo a su público:

Entrevistadora: ¿Puede enviar un saludo a -nombre del programa-?

Malkovich: Sorry?

Entrevistadora: Diga: 'un saludo para -nombre del prograna-. ¡Es un show de TV!

Malkovich: (con una sonrisa tan deliciosa y cínica en el rostro) "I get paid a lot for commercials"

Y con eso se marchó. La dejó a la chica con el micrófono alzado, recobrando algo de su pisoteada dignidad. Un ídolo.

-fin-