miércoles, 29 de agosto de 2012

"I get paid a lot for commercials"


Hay que ser bien bobo para preguntarle a un actor angloparlante si es que él se va a actuar en español o inglés. La estupidez se redobla si es que 5 minutos antes le dieron un boletín en el que especificaban la pregunta que acababa de hacer uno de los tantos pseudo-periodistas que ayer acudieron a la rueda de prensa de la ópera "Variaciones de Giacomo", estelarizada nada más y nada menos que por John Makovich.

No soy fan de Malkovich, lo dejo claro, pero admito que es un señor actor. Tampoco es que tenga la oportunidad de fotografiarlo siempre así que, con fe, asistí al evento. Cómo me arrepiento.

Desde mi llegada supe que esto no iba a terminar bien. Habían seis periodistas de radio que no sabían dónde dejar las grabadoras, en que parlante posarlas, para ir a buscar los bocaditos. La distribución asimétrica de las cámaras de video, esas que no respetan a las de fotografía, daba una ilusión de desorganización que no podía ser más cierta. Las 'periodistas de farándula' se retocaban una y mil veces frente a los espejillos que cargan sus carteras, hacían eso en vez de repasar la trayectoria del actor al que le preguntarían esas insensateces que hasta este momento que escribo, me causan vergüenza.

17:13.- Malkovich aparece detrás un biombo. El actor escolta, con esa cara parca que ya vimos en Burn After Reading, a un Diego Spotorno, el popular conductor local de noticias, quien acababa de entrevistarlo. El presentador de variedades, que tuvo la exclusiva, sale con la misma mirada que Frazier después de haber peleado con Alí. La vergüenza la lleva en la nuca y le pesa.

Malkovich se sienta en medio de una mesa llena de actores, directores y escenógrafos pero, inevitablemente, es el centro de atracción. Lo es porque para los periodistas del medio no les cabe en la cabeza que montar una ópera se requiere más que un solo personaje principal. Y fue por eso es que las preguntas iban a ir dirigidas todas a él; y él, cual púgil de primera, las esquivaría.

No les miento, después de una pequeña introducción de Ramón Blanco,dirección del Teatro Sánchez Aguilar, donde se realizaría el espectáculo, la primera pregunta que le hicieron al actor nominado al Bafta, Oscar y Screen Actors Guild Awards fue: "¿La obra será en inglés o en español?". Él no respondió, lo hizo el director de la opera.

El rostro del Malkovich era el que usted y yo ponemos cuando vamos obligados a una matiné infantil de un sobrino que no nos agrada. Imagino que así se sentía cuando una periodista de televisión empezó a atacarlo con toda una serie de preguntas, en un inglés de oriental guaco, por un poco de datos que, como lo dije, estaban en el boletín de prensa. Malkovich no las respondió.

Pero después de estos rounds de calentamiento empezamos con lo bueno:

Yo sabía, desde que el 'periodista' cogió el micrófono para hacer la pregunta y dijo 'bienvenido al Ecuador señor Malchiovitch', que esto no iba a terminar bien. Lo que no imaginé es que el tipo le iba a preguntar "¿Qué opina usted acerca de la posición del Ecuador frente al asilo de Julian Assange?", en una rueda de prensa de un evento artístico. En ese instante yo no sabía si tirarme del balcón de la vergüenza o simplemente matar al sujeto. Malkovich se limitó a contestar: "No he seguido el caso (que no tenía más de una semana de ocurrido). No le puedo decir nada al respecto". En ese momento dejó de ser boxeador para convertirse en un torero que esquivó la pregunta con gracia. Maestro.

Como buen actor que es, Malkovich se apoyaba en una botella de agua para llenar esos espacios vagos que había entre pregunta y pregunta. También utilizaba al botellón como una excusa para decir que estaba ocupado y pasar la pregunta. Él es actor. Él sabe como hacer estas cosas.

Pero aunque el artista esquivó cada golpe verbal de la prensa, no pudo con el último zarpazo que lanzó una periodista de televisión, una chicha que, pese a que 'interrogaría' al actor al que Kaufman le dedicó un guión, no se le ocurrió mejor cosa que preguntarle '¿Cuál es su plato ecuatoriano favorito?'. Ella se lo preguntó sabiendo que apenas tenía un día en el país. El actor no pudo disimular su incomodidad cuando la misma periodista le reiteró en la pregunta haciendo un 'filosófico' énfasis en cuestionarle:

Periodista: ¿Puede decir 'guatita'?

Malkovich: uhm?

Periodista: ¿Gua-ti-ta? Comida, 'eat', comida. ¿Ha comido ceviche? ¿Puede decir ce-vi-che?

Malkovich: (akward silence)

Sobre la lona mediática quedaba el actor, impávido, atónito, incapaz de responder.



17:43.- El director del Teatro Sanchez Aguilar ya no pudo más. Poco le faltó para mandar a callar a los demás periodistas. De hecho los mandó a callar de la forma más cortés que he visto: invitándolos a degustar bocaditos.

Poco menos de 30 minutos bastaron para que Malkovich entendiera que había llegado a esa jungla de la que los folletos turísticos hablan.

Y aunque en los encuentros de box no se permite rematar a los contendientes una vez que están en el piso, a Malkovich lo molieron incluso después de acabada la rueda de prensa. La encargada de esto fue una chica de un programa de televisión de variedades que le pidió que enviase a un saludo a su público:

Entrevistadora: ¿Puede enviar un saludo a -nombre del programa-?

Malkovich: Sorry?

Entrevistadora: Diga: 'un saludo para -nombre del prograna-. ¡Es un show de TV!

Malkovich: (con una sonrisa tan deliciosa y cínica en el rostro) "I get paid a lot for commercials"

Y con eso se marchó. La dejó a la chica con el micrófono alzado, recobrando algo de su pisoteada dignidad. Un ídolo.

-fin-

martes, 28 de agosto de 2012

Para cosas grandes

Lo raro de llegar a la edad que tengo es que ya no sé si referirme a mis contemporáneas como chicas o mujeres. Ya dejaron la pubertad, ahora solo les sale acné antes de que les llegue la regla, pero aún no superan del todo ese complejo de adolescencia. Al menos no en lo sentimental. Es normal. Creo.

En lo personal me refiero a ellas como mujeres. 

El otro día fui al recital de una mujer que conozco. Frecuentaba con ella en los entrenamientos hasta que tuve 17 y me volví a topar ahora a los 23. Me la encontré, sin necesidad de coincidencia, sobre un escenario. Ella tocaba el violín y a mi me obligaron a ir a verla. No me emocionaba la idea de asistir, pero no me gusta que la gente se presente con escenario vacíos. Iluso yo, el lugar estuvo repleto y me quede afuera. No la escuché. 

A la salida no me quedó más que saludarla con esa sonrisa de político, felicitarla por la notas que entonó y yo no había escuchado. La gente dijo que estuvo espectacular, pero yo no confío en la gente. Para las personas todo es espectacular. Incluso Titanic. 

El punto es que la saludé y le pregunté de su vida. Le va bien, estudia música en Ucrania, y ya habla ese feo idioma de forma fluida. Apenas termine la carrera piensa empezar una maestría. Me sentí tan mal. No por ella, sino por mi. Sin importar cuantas veces reniegue del estudio, no voy a mentirles que si me he imaginado con la sotana recibiendo el cartoncito ese de mierda que odio. Lo odio porque no lo tengo. La mujer de la que les hablo tampoco lo tiene, aún le faltan dos años para terminar esa carrera que la verdad no entiendo que futuro tiene. Soy latinoamericano y me es imposible imaginarme a alguien que pueda ganarse la vida tocando un instrumento, al menos de la forma seria, tal y como esta mujer. 

De todas formas me sentí bien por ella. Vive en Europa y hace lo que le gusta. De una extraña manera siento que está haciendo algo grande, algo para embellecer un poco este feo mundo: música. 

Sus progenitores, los de la violinista, también lo sienten. No se si era justo porque ella había terminado con éxito la presentación que yo no había visto, que sus padres se veían orgullosos. El ego no les cabía en el cuerpo. Ellos, después de la tocada, estaban seguros de que no se habían equivocado, que su hija estaba destinada para cosas grandes. Soñar no cuesta nada y con los párpados en reposo la sinfónica de New York no esta a más de un suspiro de distancia. 

Yo también he soñado con New York, con el Times si hablamos específicamente. No soñar con 'La Gran Manzana' es imposible, los gringos se han encargado de hacérnosla ver tal cual un niño gordo vería una torta de chocolate. Así de apetitosa se ve la urbe. Allá, donde las cosas pasan y donde uno corrobora o no si está destinado a grandes cosas. 

Pero el problema es que con el pasar del tiempo el sueño se va haciendo más ligero. 'Nuevayor' (como le dicen los taxistas) ya no está a un suspiro de distancia. Los kilómetros se alargan cuando lees que Sara Ganim, la ganadora del premio Pulitzer 2012, tiene 24 años. Ella está destinada para cosas más grandes.

Mi viejita me da ánimos con esa frase de que aún estoy joven, pero Caicedo nos puso la sentencia en su genial 'Que viva la música': "La vida no vale la pena vivirla más de 25 años". Y quizás no estemos hablando de suicidio ni cosas por el estilo, no como él que sí se mató; simplemente de un límite. Si hasta los 25 no has conseguido lo que quieres, más allá es imposible. Así lo veo yo. 

Pero la culpa la tengo yo por no haber escuchado a mi mamá cuando era niño y me aconsejaba que no sueñe tan alto. No lo hizo para mermar las aspiraciones de alguien, simplemente para ahorrarle al mundo aburridas entradas en blog. 

No sé si las mujeres a veces se sienten igual, como que el aspirar para grandes cosas es una pérdida de tiempo. Al menos la mujer del recital sigue viendo alto. Por mi parte yo me conformo con trabajar en El Tiempo de Bogotá, porque soy mediocre. 

Para cuando la violinista termine su carrera tendrá 25, 27 si coge la maestría. A esa edad recién ingresará al mundo real. En verdad espero no le vaya mal. Se lo deseo de bien, como muy pocas veces; lo hago porque al hablar con ella me di cuenta que en lo sentimental ella ya no era ninguna adolescente. Ella ya era una mujer completa, enfocada su carrera y no es novios que le ven la cara. Que orgullo. Y eso no es normal. Creo. 

Yдачі (ahí dice buena suerte en ucraniano, según Google Translator) 

sábado, 25 de agosto de 2012

La dieta

Adam Levine no come. ¿Lo han visto? Hueso y pellejo es el hipócrita ese. ¿Por qué hipócrita? Porque no creo que él en realidad sufra de los desprecios que canta en sus canciones. El muy cabrón le gusta a todas las mujeres a las que yo encuentro atractivas. También le gusta a las que me parecen feas.

El otro día, haciendo un artículo sobre dietas para el diario que trabajo, me topé con la alimentación de Levine: sushi. Según él come todo el día pedazos de pescado crudo, eso y hace yoga. Así se mantiene raquítico como el solo. Cabrón. 

Inspirado por esa vaga lectiro, sigilosamente, casi en secreto, yo empiezo a hacer dieta. El impulso me dura tres días. A las 72 horas regreso al arroz con menestra y pollo asado de 1.50 que venden cerca de mi redacción. Se supone que la dieta la mantengo en secreto, que no debería de habérselo contado a nadie, pero si no digo la verdad esto no sería un buen blog. Sí, yo que reniego de las privaciones de comida, hice una dieta, todo para arropar los complejos. 

Porque yo en realidad no creo que exista un solo ser humano en planeta que se sienta cómodo consigo mismo. Hablo de seres humanos, no de los maniquíes que aparecen en las portadas de las revistas ni se empelotan en las películas. Yo hablo de usted yo, de los que no tenemos tiempo para entrenar todo el día ni nos pagan para morirnos de hambre. No como Christian Bale, que ganó de 8 millones de dólares por bajar 45 libras para interpretar su papel en El Maquinista. A mi si me pagaran tan solo un millonsito de dólares bajaría hasta 100 libras. Pero eso no pasa. 

Para leer el artículo completo: http://www.rexmag.ec/content/index.php/2012-10-28-20-44-06/humor/item/15-la-dieta

domingo, 19 de agosto de 2012

Posibles repercusiones de la llegada de Assange

Que Julian Assange venga al  Ecuador no me importa. Es más, si el Ministerio de Turismo no saca provecho de esta situación, serían la cartera del estado más idiota del planeta.

El país ya no tiene un referente, el Solitario George se murió y necesitamos un nuevo atractivo. Si es que en algún momento se restablece la moneda nacional tendremos que poner la cara del Juliansito en los billetes, tal y como con la tortuga. Él será nuestra mayor atracción. 

Lo que me gusta del hecho de que el fundador de Wikileaks haya escogido a la madre patria del banano como su próximo hogar es que la gente al menos por curiosidad se ha preguntado donde es que queda el país. Ya el gringo y el europeo dirá "oh you, from Ecuador, that place where Assange lives". 

Imagino que si Julian llega, será noticia en todos los diario por lo menos una vez al mes. Es nuestro visitante más celebre desde Angelina Jolie y Brad Pitt. Su constante presencia llevará a que las madres juveniles encuentre en su nombre, Juian Assange, un patronímico muy bonito para sus hijos. En cinco años ya se tomará lista en los jardines de infantes a algunos niños llamados Yulián-Asán Garcia, Lopez, Quispe y demás. 

En los gabinetes de belleza, desde ahora hay fotos de Assange, ya la gente quiere hacerse el peinado del él, en su versión cabello corto y largo. Habrá también algunos que confundan a Assange con el Magneto de de Iam McKellen. Igual, Assange será trend de la moda. 

Los programas de farándula finalmente tendrán algo internacional de que hablar. El Cuy de la información regresará para perseguir a Juliansito a cada antro que se meta para ponerle el micrófono a la salida. 

Kaviedes también la tendrá dificil. Un año después de su llegada, y por su fama, Assange afrontará tantas demandas de paternidad, tal cual le paso al ex futbolista cuando le llegó la fama. Kaviedes y sus chistes sobre la paternidad pasarán al olvido, todo por culpa de un australiano. 

En los canales de televisión darán cursos para que sus reporteros puedan pronunciar bien el nombre del 'refugiado político'. El único personaje de pantalla que tiene permitido de Asán, es José Delgado. A los demás los pondrán en clases de fonética for dummies. 

Sí el australiano llega al país, la fecha en la que el arribe será recordada, año tras año, como el "Día de alguna vaina". Para entonces la secretaría de comunicación habrá encontrado algún nombre para ese día. Con surte y en el futuro, la fecha se convertirá en feriado nacional. 

Yo solo espero que a Assange le vaya mejor que a Paloma con el español. 

Lo cierto es que todas estas pueden se consecuencias a las que el país puede acarrear con la llegada de este señor. Eso si es que a los ingleses se les ocurre dar permiso para que él salga. 

miércoles, 15 de agosto de 2012

El de al lado

Desde su cuenta en Instagram, Jayden James, la actriz porno, intenta convencer al mundo que es una mujer más del montón; una chica que disfruta del helado de chocolate, pasar un buen rato con sus amigos, que ama a los perros y los niños. Ella intenta convencer al mundo que es más que ese pedazo de carne con el que los adictos al 'cine para adultos' se masturban.

Lo que James ignora es que un quinto de la población del planeta la ha visto en bolas y gimiendo. No importa cuantas fotos ella coloque en esa puerca red social, no importa cuantas gráficas de ella caminando con su perro, jugando con niños o tomando una cerveza con sus gordos amigos coloque, siempre nos la imaginaremos desnuda.

El otro día no más puso una foto de ella caminando de la mano con un niño. El infante era un negrito de Nueva York que ignoraba que a su lado tenía a una mujer que se ha acostado con más parejas de lo que él jamás podrá imaginarse. Uno ve esa clase de imágenes, esa clase de postales, y luego se pregunta ¿de qué vive la persona que tengo al lado? ¿Qué clase de vida tendrá? ¿Será una maniaca sexual? Cosas por el estilo.

Hace años, cuando recién empezaba como periodista, recuerdo que me tocaba ir a buscar boletines a la Policía Judicial de Guayaquil. En aquel entonces, eran mis primeros meses, la gente no me tenía confianza, no como a mis otros compañeros. A mi me tocaba esperar afuera de la sala, sentado junto con las demás personas que iban a rendir versiones por los crímenes que 'presuntamente' había cometido, mientras esperaba a que alguien salga y me atienda. Odiaba esto.

En aquella ocasión, en el lugar solo había un puesto disponible, una silla al lado de un tipo gigante que no tenía pinta de ser local. Al lado de él me tocó sentarme hasta queme den los boletines. Cuando me puse a su lado comprobé que no era ecuatoriano, ese tufo de europeo hippie lo develó al instante. Imaginaba que él había sido víctima de un robo, de algún tipo de secuestro express y que estaba ahí para que lo ayuden. Poco iba yo a saber que me había sentado al lado del dueño de una red de pornografía y prostitución con una oficina clandestina en Huayacanes (norte de la ciudad), lugar donde obligaba a su 'esposa', una boliviana de 35 años, a tener sexo con otras personas mientras la grababa en video. Esa era la clase de persona que tenía al lado. De él escribí una crónica. Así de mierda soy.

Recuerdo ahora ese experimento que hizo el Washington Post con Joshua Bell, uno de los violinistas más renombrados del planeta. Un tipo que cobra 500 dólares por entrada a sus recitales y que toca en un violín Stradivarius de 3,5 millones de dólares.

La tarde siguiente al concierto que el había ofrecido en la Washington Arena, Bell se puso a tocar durante 45 minutos en el metro de la ciudad. Él entonó, disfrazado de mendigo, las mismas piezas que había tocado  la noche de ayer, en frente de un público que ni le prestó atención. Por ahí hubo quién le arrojara un par de monedas. Al final del 'recital' recogió 32 dólares.

Uno no sabe quien tiene al lado, jamás sabremos a que se dedica en realidad la persona que ingresa por la puerta de la oficina, que clase de talento tendrá, cómo trata a la gente, a cuantas personas se habrá comido. Yo no creo que a nosotros no nos interese saber sobre las personas que tenemos al lado, quizás él de al lado no quiere que sepamos de él.

Yo no sé con cuantos ladrones me habré cruzado en la calle, con cuantas sexópatas me habré encontrado y habré dejado ir. Yo no tengo un Instagram en el ojo para verle la vida a todo el mundo, pero aunque lo tuviese la gente en esta clase de redes sociales solo trata de mostrar lo mejor de si, eso que a nosotros no nos importa saber. Como James, que le enseña al mundo que además de atragantarse con barraganetes en las amígdalas y vivir de orgía en orgía, también disfruta del helado de chocolate. 

sábado, 11 de agosto de 2012

Personas que me gustaría que se mueran

Hace mucho comencé a hacer una lista de seres indeseables (indeseables al menos para mí). Inicié el conteo al azar y nunca imaginé que llegaría a haber tanta gente. Lo curioso es que la dejé inconclusa por falta de tiempo pero hoy en la mañana, revisando mails, me la topé y continué. Acá los dejo, sin ningún orden jerárquico e importancia, con la lista de "personas que me gustará que se mueran":

Los cantantes cristianos, lo conserjes que no cambian el papel higiénico al momento que este se acaba, los fans de la Biblia, lo vendedores de revista Atalaya y por consecuente los testigos de Jehová; el payaso Cucharita, Ricardo Arjona, Rocardo Montaner y todo artista de baladas incongruentes que en más de una ocasión haya venido al territorio nacional; el Papa y su séquito de violadores de niños, Martha Stuart, Jaime Nebot, Carlos Cauthemoc, Paulo Colhelo y todas las cheerlearders de la literatura; Melvin Hoyos, Robertito Vargas Pino, Nacho Vidal, los jueces que encuentran cláusulas legales que eximen a los asesinos, ladrones y violadores de toda culpa (y por consiguiente toda esa lastra de personas anteriormente mencionadas); las personas insoportablemente amables, las viejas figuretis de las ONGs, los intelectualoides, los hipsters de lentes con marco Ray Ban Wayfarer, en especial los que usan marco blanco y rojo; los fans de Jodorwsky,  Alejandro Jodorowsky, Miley Cirus, Demi Lovato, Los Jonas Brothers (pero que primero los castren, para que sepan el dolor que le han causado a mis oídos); es más, que fusilen en masa a todos los 'niños artistas' de Disney Chanel; los cantantes de bachata, los maestros de etiqueta y buenos modales, los dueños de carros tuning, los vendedores de piezas para carros tuning, los jueces de concurso de carros tuning, los jueces en general; los promotores de la castidad, Tiko Tiko, el encantador de perros, las recepcionistas y secretarias que nunca pasan las llamadas y solo se pasan pintando las uñas, la gente que ama las discotecas, la gente que baila reguetón, los coreógrafos de reguetón, es más, que arrojen  a una piscina con ácido sulfúrico a todo ser que este vinculado al género urbano; a René Pérez que lo empalen al más fiel estilo de Vlad Dracul; a los comentaristas deportivos que los bañen el lejía y luego los deje en una lluvia; los buseteros, la gente que usa ropa dos tallas más grande o dos tallas menos de los que les calza, las viejas chismosas, los viejos morbosos, los que se pasan la luz roja sin tener que apurarse porque necesitan ir al baño (esos los justifico), los que se colan en cualquier fila, los maestros que complican la vida de sus estudiantes porque disfrutan de ello, los vigilantes de tránsito que se aprovechan de su autoridad para cobrar coimas, a estos que los envíen de vuelta los campos de concentración de Hitler; los vendedores de despensa que le suben el precio a todo para ganar el 200%, los enfermos que solo pasan hablando del crossfit, los productores de Jersey Shore, las personas que no leen, los futbolistas, la gente que pasa metida en el gimnasio todo el día, toda la puerca realeza del mundo, los políticos y, con la más urgente de las premuras, Justin Bieber.

Estoy seguro que se me queda mucha gente afuera, pero estos son los que ahora me pude acordar.

Quizás me faltó una clase de personas más: los que no leen mi blog y hacen que no suba la cantidad de visitas para que así pauten conmigo y poder dedicarme a escribir insensateces todo el día. 

domingo, 5 de agosto de 2012

La edad

La mujer de la que alguna vez estuve locamente enamorado me dice que está vieja. Yo le creo, me siento igual. Estoy tan viejo que ya siento nostalgia por cosas insignificantes, eventos y series que no tienen más de una década de antigüedad. Claro, en esta época diez años son una eternidad.

Me siento tan viejo que hasta mi abuela tiene más vitalidad que yo. Ella no se queja tanto de estar cansada como las personas contemponareas a mí. La chica de la que les hablo, por ejemplo, tiene mi edad, pero consecuentemente sufre de los mismos achacos que yo. A veces hasta peores. ¿Qué mierda nos pasa?

Las personas de mi generación somos la clase de gente que odiamos todo, creo. Al menos los individuos de de hoy en día, los nuevos 'jóvenes', son insoportables, en todo el significado de la palabra. El otro día no más salí con la familia a un centro comercial y por un momento me emocioné cuando a lo lejos vi una marea de lo que parecía zombies, seres medio vivos, medio muertos a los que se les puede disparar sin sentir remordimiento alguno. Desesperación sentí cuando al proponerme a romper el cristal de la única tienda de armas de ese mall, vi que todo el tumulto de personas eran adolescentes vestidos cual indigentes, ropa seleccionada con el mero fin de lucir como si no les importase como se ven. Gastan al menos 250 dólares en ropa que diga lo contrario.

¿Acaso estoy tan viejo como para que me moleste lo que los 'jóvenes' de hoy visten? Creo que sí. Incluso cuando voy al cine y me toca escuchar las conversaciones colindantes en la fila, me dan ganas de golpear a las adolescentes que, con 14 años, reniegan de los mil amores que le han 'roto el corazón'. No entiendo los dramas de un quinceañero, al menos que sufra de violaciones y/o abusos constantes en el hogar, la vida de un culicagado no tiene preocupación alguna. Incluso ya no deben preocuparse de estudiar, gracias al gobierno ya nadie se puede quedar de año. ¿Qué carajo sufren?

Yo en realidad me siento como un anciano, como esos amarguetes de los que yo renegaba cuando, a los 14, me pedían que baje el volumen del equipo de sonido. Sí, yo crecí con CD, no Ipods, mi papá nunca me quiso comprar uno. El otro día no más que fui a una feria de tecnología y un culicadago de 12 me tuvo que ilustrar sobre unos nuevos parámetros sobre los que se están programando las 'Cloud'. No sabía como mandarlo a callar, pero necesitaba entender lo que estaba escuchando. Pequeños cabronsitos.

Yo reo que a mi generación le tocó envejecer de golpe. Yo veo a gente de 30 años que es casi tan divertida, o incluso más entretenida, que la mayoría de personas de mi edad. La generación del 70-79 fue la última camada de personas que entendió la cronología del crecimiento y la respeta. Ellos están reproduciéndose, casándose y demás cosas a la edad correcta.

Por lo pronto, yo tengo un amigo que es contemporáneo a mi y al que ya le han rechazado 5 propuestas de matrimonio. Se quiere casar desde los 14. Está loco, pero igual es feliz. Tengo un amigo divorciado, dos casados, tres son padres y otro que no ve la hora de graduarse para 'pedirle la mano' a la que ha sido su enamorada durante los últimos seis años. ¿Qué mierda les pasa?

No quiero hablar de mis amigas mujeres, la mayoría de ellas tiene 23 y 24 pero sienten que ya se quedaron en la percha. No las entiendo pero justifico que se sientan así cuando a la mayoría ya le ha tocado ser madrina de bodas al menos dos veces. Eso y si le sumamos las dos puercas películas de Sex and The City, la desesperación es aún más. Al menos ellas se lamentan por 'hombres de verdad' y no vampiros y hombres lobo como la generación actual. Esa misma generación cuyo sueño es organizar una fiesta a los Proyecto X, mas no graduarse.

Creo que a nosotros nos tocó envejecer más rápido. Cuando yo era menor escuchaba a la gente que en aquel entonces tenía mi edad, aún estar preocupados por idioteces sentimentales y cosas por el estilo. Las personas de mi edad, la mayoría, nos preocupamos porque se nos vence la fecha de pago de la tarjeta de crédito, la llegada tarde de la quincena y la poca remuneración laboral. Uno a los 23 ya siente que fracasó en el trabajo y que está estancado en un pozo de decadencia mal remunerada. Esos son dramas que uno antes solo le escuchaba a los ancianos. Somos unos ancianos.

Estamos tan viejos que ya comemos pizza con cargo de conciencia ya el cuerpo no procesa los carbohidratos de la misma forma. Uno ya tiene panza y la cabrona parece que no se va a ir a ningún lado. Uno ya no toma café por el placer de hacerlo, lo bebe porque está cansado y aún faltan 6 horas de trabajo. A uno ya le emputa prender la radio y escuchar la música de hoy en día.

Solo el día después de hablar con el examor del que les contaba amanecí con un dolor de espalda que ya parecía reumático. Antes podía acostarme en la pose extraña y no me dolí un hueso. Me acosté así de extraño porque cerré los ojos mientras molestaba a mi gato. A parecer el inconsciente y ese estéril instinto paternal que poseo no me dejaron botar a mi gato de la cama. Era un viernes, y los viernes se molesta al gato mientras veo una mala película. Es un ritual. Dormí en la más rara de las posiciones, cuidando que el felino no se despierte. Eso para mi es una noche salvaje.