miércoles, 30 de enero de 2013

Bieber, con b de los Beatles

El único CD de los Beatles que no tengo en mi ipod es The White Album. La vez que me lo bajé el trorrent vino dañado y me quedé sin el playlist. Soy fan de los Beatles pero no estoy dispuesto a gastar un solo centavo en su música.

Esto de la apatía de poseer o siquiera gastar en un disco compacto ya viene de tiempo atrás. No he sentido la necesidad de poseer un CD en años, y esto no tiene nada que ver con lo fácil que es transferirse música con el formato mp3, sino que con YouTube uno puede escuchar gratis cualquier canción. Y sí, yo soy la pesadilla de todo artista decente.

Digo decente porque en Youtube hay mucha mierda, y si no mire no más los dos videos más vistos de la historia del buscador: el uno es una canción de un Kim Jong Un con terno adefesioso y baile ridículo, y el otro es el de un pre-puberto con rasgos más femeninos que la mitad de las mujeres que conozco.

Lo difícil de reconocer es el hecho de que yo he visto ambos videos. Es más, todos deberían hacerlo porque  es de lo que se habla y se hablará es unos 20 años; en dos décadas se hablará del fenómeno de los artistas nacidos en el internet y de como ellos moldearon el camino de las estrellas que, para entonces, nuestros nietos o vis-netos escuchan.

A Bieber lo verán como nosotros vemos a McCartney y PSY lo idolatrarán como nosotros a Godard. Porque, véalo bien, los Beatles movieron a tantas personas como Bieber lo hace hoy con miles de fanáticas descontroladas capaces de arrojarle sus calzones a su ídolo, tal cual las abuelas de ayer lo hicieron con McCartney, Lenon, Star y Harrison.

Todo esto me hace dudar mucho de mis gustos musicales y de como yo siempre los he considerado superiores ante toda la mierda que escuchamos hoy. Pero los paralelismos son tan evidentes que me vuelven loco, y luego razono, pienso, reflexiono: ¿qué tal si la gente pensante de la era de los Beatles vio a ellos como nosotros a los músicos de hoy? *auch*

Todo tiene mucha lógica: la cultura es de las masas, y solo lo que les impacta a ellos impactará en el futuro. Sí, habrá quienes me reprochen el hecho de todo lo que los músicos independientes y demás artistas hicieron por la cultura. Pero, mire no más, en 1942 se hicieron más de 205 filmes y el único del que nosotros seguimos haciendo referencia es Casablanca, el más comercial y popular de todos. Comercial y popular como los es hoy One Direction.

Así mismo se deben de haber horrorizado las mentes más brillante de la era de Duke Ellington con su música popular, igual de asqueados que nosotros deben de haber estado las personas con dos dedos de frente en el 70 cuando Morrison se embolaba en el escenario, como nosotros experimentamos arcadas al ver a esos seres andróginos de Tokyo Hotel en el escenario.

Lo dificl de aceptar es que uno, desde ahora, puede hacer referencias culturales universales con PSY. El rapero sucoreano ya es cultura popular, un pedazo de historia del que en el futuro se seguira hablando y porque no, idolantrando como nosotros con los músico de Liverpool.

Para escribir esto busqué mucho sobre gente 'inteligente' que hubiese hablado mal de los Beatles. Quería, específicamente, encontrar palabras de ese genio que fue Allen Gingsber, en contra de ellos. Lo que encontré fue un video en el que el poeta adulaba a los músicos por esa genialidad que lograron en Elenor Rigby. Quizás en un futuro, un pariente lejano se detenga a pensar lo mismo que yo y busque, por ejemplo, lo que Noam Chomsky pueda hablar en contra de, digamos, PSY. El pariente se llevará la misma sorpresa que yo al ver al genio del MIT cantando una estrofa del coro de la canción más vista de la historia de Youtube.

Me da mucha pena pensar que en el futuro el reguetón sea visto como hoy nosotros vemos a la música disco. Pero el reguetón es de la masas y las masas, imbéciles como son, mandan.

No es sino por la cantidad de fans que tuvieron los Beatles que uno los conoce. Yo soy un fan más, y, como a una adolescente enamorada de un puberto con rasgos de mujer, que son las fans de Bieber, a mi nadie me va a quitar de la cabeza que los músicos ingleses, son geniales. Y eso me convierte en un imbécil más. 

domingo, 20 de enero de 2013

Mal parido

Nunca estaré de acuerdo con eso de que uno tenga que heredar el negocio de los padres. Es algo idiota. No por haber nacido de una cópula entre magnates significa que el niño deba serlo. Eso contradice todos los conceptos de la selección natural; y es justamente por eso que el mundo está como está: porque hay un poco de imbéciles que han heredado fortunas y harán lo que sea por no perder ese estilo de vida que, según ellos, merecen.

Conrad Hilton se quemó las pestañas, y quemó muchas más de su competencia, para poder edificar el imperio que costea todos los excesos que su promiscua bisnieta Paris, disfruta. Ella, la del video porno casero, la que no sabe distinguir entre pescado y pollo, la que no tiene idea de como tender una cama, heredará una fortuna hotelera que, en mi opinión, no merece. ¿Ella siquiera ha trabajado en uno de sus hoteles?  

Lo de Hilton es el vivo ejemplo de que eso de 'nacer en cuna de oro' no es un mito; lo que sí es una leyenda  es eso de que las personas en realidad pueden salir adelante con esfuerzo y dedicación. El mismo Warren Buffett dijo: "yo solo pude acuñar la fortuna que tengo porque nací en el lugar y momento indicado", haciendo alusión a que el fue un adolescente visionario en los Estados Unidos de los 60, la mejor época de su economía. Hoy, como tierra de oportunidades, la 'nación de la libertad' ocupa el puesto número 16, empatada con Alemania. 

Igual, nacer en gringolandia tiene tantos beneficios como haber nacido en cuna de magnate de país de tercer mundo. Un gringo con una buena idea, Zuckerberg, puede hacer billones en cuestión de años. Pero, seamos sinceros, eso no pasará por acá- 

En este pedacito de tierra nuestro la única forma de convertirse en magnate es llegando a ocupar un sitio en un curul ministerial de turno y repartirse contratos entre conocidos que le darán a uno la comisión. Para llegar a ser millonario, por esta parte del mundo, hay que ser es ladrón de collar blanco, pelo engominado y maletín de cuero. Eso del ingenio, la vocación y el esfuerzo déjelo para las charlas universitarias. 

Uno lo que es es un mal parido: nacido en cuna de bronce en una nación de mierda. No crea, ningún pobre con buenas ideas jamás alcanzará la fortuna; quizás uno que otro joven con oportunidades, emulando ideas de los visionarios del primer mundo, llegue a acuñar un poco de dinero para ser exitoso, pero jamás magnate. 

Para ser millonario, por estos lados y en estos tiempos, se tiene que haber nacido millonario o ser tremendo hijo de puta. No nos queda de otras.

Yo, por lo pronto, soy de esos hijos de puta que heredará un negocio de sus padres. Al menos yo sí me he quemado las pestañas por hacer de esa pequeña empresa algo mejor. Pero no crea, bien en el fondo me encantaría estar por ahí, haciendo videos porno y viviendo una vida sin preocupaciones porque, al final, una fortuna me respalda. Usted también lo quisiera, y solo es capaz de indignarse por todo esto porque usted es de los que se rompe la espalda para que otro hijo de papí venga a beneficiarse de su estrés y pocas horas de sueño. Usted se indigna porque es un mal parido. 

lunes, 7 de enero de 2013

Ser Cristiano Ronaldo

Messi es un genio. Es el Ayrton Senna del fútbol, y lo digo en todo el sentido comparativo. Para que detener a Messi tendrá que suceder una tragedia. Él ha roto todos lo récords del fútbol y no da señales de detenerse.

La tragedia de esto está en que durante el reinado del astro nacerán muchos buenos jugadores, pero todos quedarán bajo la sombra de Messi, en el olvido mediático y en el silencio del público que no tiene más que halagos para el argentino. Pero por ellos, los buenos jugadores, no hay tormento. Ellos no se agobian por llegar al tope de los rankings, aunque en secreto lo desean, porque saben que no lo pueden hacer y por ende se resignan a cobrar un 'miserable' sueldo. La tragedia en realidad agobia a los que son excelentes; lo difícil es ser Cristiano Ronaldo, el segundo mejor jugador del mundo y el primero en los calzones de las señoritas.

Porque si Messi es el innegable monarca del fútbol actual, Ronaldo es, igualmente, el definitivo segundo. Y lo es porque simplemente hace lo mismo que argentino pero lo hace un poquito peor: acierta menos goles, no sabe jugar en equipo y tiene menos récords. No hay estadística que diga que esto no es cierto, y él lo sabe, y no sabe disimular lo mucho que lo atormenta.

Y el síndrome del portugués lo hemos vivido todos. Este es el 'síndrome Cristiano Ronaldo': un tipo excepcional que de haber nacido 10 años antes o 10 años después de Messi, hubiese sido uno de los grandes de la historia. Uno  incluso llega a identificarse con el frustrado portugués, un tipo que muere de la envidia por su rival, frustrado por no superarlo. A Messi no queda más que adorarlo, a Ronaldo, compadecerlo porque, póngase la mano en el pecho, usted a estado en la misma situación. Bueno, con uno que otro millón menos, pero comiendo igual o más mierda por la envidia.

Usted y yo somos Cristiano Ronaldo, personas que siempre tendrán alguien encima, un ser que nació superior y al que hay aceptarlo como tal porque sino quedará relegado a vivir una vida de gastritis y remordimiento; una vida que gira si no en torno a desearle la muerte a alguien para poder ocupar un el sitial que le correspondería de no ser porque existe alguien mejor que usted.

Porque siempre habrá alguien que haga las cosas de manera excepcional, mucho mejor que lo usted o yo las hacemos, y ese será el imprescindible, innegablemente superior.

Por esto es que la resignación es algo hermoso (y de esto habrá otra entrada), que le permite a uno desprenderse de lo agobiante de la impotencia de saber que sin importar el esfuerzo que se haga, siempre habrá alguien superior a usted. No se engañe, no hay entrenamiento, físico o académico, que a usted lo saque adelante. No importa cuanto curso en Havard tome, usted jamás será tan o más inteligente que Stephen Hawkings; no habrá esteroide que usted se meta que lo haga correr más rápido que Usain Bolt y no habrá zapato en el mundo que haga que el portugués meta más goles que argentino.

No hay formula humana que haga que Ronaldo rebase a Messi por el simple hecho que el argentino lo supera en todo sentido. Aquí aplica esa tan vulgar pero cierta frase: "no le da la raza". Eso sí, lo que el portugués puede esperar es que al mejor jugador del mundo se le cruce una pared mientras maneja a toda velocidad y le deje la cancha despejada de rivales. Él lo negará, pero eso sería lo mejor que le podría pasar en su carrera (y sino que le pregunte a Schumacher).