lunes, 21 de abril de 2014

Bueno para nada

Yo empecé a escribir estoy cuando veía los Juegos Olímpicos de Invierno, Sochi 2014, especificamente viendo el Curling. Que deporte para bobo. Incluso los conserjes de las oficinas se detenían de vez en cuando a ver en los televisores de las salas de recepción de distintas empresas, a ver este deporte: un poco de pálidos con escobas que escarban el piso y hacen que una piedra pulida mueva otras piedras pulidas en el piso. 'Que imbécil', dijo un conserje, y no lo culpo, porque cuando de barrer se trata, el tiene todo el derecho del mundo para criticar.

¿Qué son los JJOO de invierno? El sueño de Hitler: miles de arios que son los mejores de mundo en deportes que no tienen una mínima función práctica en la vida real.

Y es que los blancos la tiene jodida. Desde que los latinos y negros empezaron a practicar deportes, a esta gente no le ha quedado más que dedicarse a las actividades físicas más taradas que existen para decir que son buenos en algo. Veamos: Salto en Sky, un tipo a 200 kilómetros por hora arrojándose al vacío que cn suerte aterriza bien; BMX: andar saltándo montículos de tierra en bicicleta; Curling: un poco de áridos barriendo el hielo y llevando una piedra a un círculo. Para lo que quedaron los 'cara blanca'.

El colmo de los deportes es 'la natación en agua gélida'. Ahora hay un poco de enfermos que, como no les dio la raza para ser buenos nadadores, se ponen a competir en lagos congelados, con agua de 4 grados', para justificar que pasan el día metidos en la piscina, entrenando y sin contribuir en nada bueno a la raza.

No me da la cabeza para imaginar lo desesperado que debe estar alguien por aceptación para meterse a nadar en agua de 4 grados. Es más: ¿quién fue bobo que se inventó un 'deporte' tan imbécil?

Pero, como no le pudieron ganar a Michael Phelps, tienen que ganarle a un poco de locos que aguantan frío, y todo porque en realidad son unos buenos para nada.

Y es que la mayoría de competencias existen es porque la gente no entiende que son buenos para nada. En realidad, en lo que a deportes concierne, no debería haber otro campeonato que no sean los torneos mundiales. Los campeonatos continentales, los torneos nacionales, los interbarriales, todos existen porque alguien quiere que lo nombre el mejor en algo, así sea ser 'el mejor futbolista del barrio'. Diferente es si se comparase con un futbolista de verdad, de esos que meten goles a los porteros con los mejores reflejos del mundo, y no al tío gordo de la cuadra de al lado.

Así es como la gente justifica su vida, diciendo que son los mejores en algo, así sean los mejores de su barrio. ¿O cómo cree que existen títulos tan bobos como 'el primer astronauta nacional'? Los gringos hace más de 50 años pusieron a un tipo en la luna. Eso es un mérito, no sacar el título.

Acá hay miles de pioneros nacionales pero todos son una lacra de profesionales cuando se comparan con la gente que si tiene talento. Y si uno se los dice, uno 'no apoya al talento nacional'. No jodan.

El que es bueno para lago lo es y no hay nadie que pueda negárselo. Punto. De nada sirve que usted sea el mejor atleta, escritor, director, pensador (etc) de un país, si su 'talento' es una burla al lado del mejor profesional de la rama en la que usted se desenvuelva. No se engañe más.

Tampoco digo que deje de hacer lo que le gusta, son que hágalo y no joda con que es 'el mejor de sudamérica' o algo por el estilo, que si no es el mejor del mundo, usted no es nadie.

Tampoco le digo que se ponga a inventarse cosas en las que es bueno y decir que es el mejor en lo que hace porque imagino que así es como nació el curling: un poco de europeos aburridos que no tenían sino escobas a la mano y barrían mejor que nadie en una aldea llena de hielo. No le veo otra explicación.

Ya voy a poner a entrenar a un poco de conserjes nacionales, enseñarles a patinar en hielo, para que los alemanes, suizos y filandeses entiendan lo que es barrer. No por nada hay tanto latino conserje en los países 'del primer mundo'. Ellos lo saben hacer muy bien. 

lunes, 14 de abril de 2014

Decir lo que da la gana

Si a usted le gusta el Moflólogo, usted es un troglodita sin gusto; un insípido consumidor de uno de los parloteos más asquerosos que jamás haya pisado las tablas del teatro. No puedo configurar como alguien puede encontrar graciosos algo tan malo.

Pero en general la gente no tiene gustos. Es más, hay gente que encuentra Friends gracioso, y acá ya hablamos de gente que tiene para pagar TVCable y se supone son gente que a su vez pueden pagar pensiones de colegios 'opulentos' como para recibir una 'buena educación'. Pero no es así. Y esto lo digo sabiendo que a mi mismo progenitor le gusta Friends. Pero también le gustan las películas de John Wayne, vaya usted a saber porqué.

Pero yo lo único que puedo hacer es criticarlo e intentar enseñarle porque ver películas que sirvieron de propaganda o la serie de un poco de neoyorquinos que están a una neurona de ser down. Jamás se me ocurriría cortarle el TVCable o dejar de ponerle las películas en el DVD, porque no sabe ponerlas. Y uno se pregunta ¿cómo es que una generación como las de nuestros padres, que sobrevivió a Alfaro Vive Carajo y un gobierno tan malo como el de Febres Cordero, puede pelear con algo tan básico como un reproductor de DVD's?

Pero mi papá no puede poner solo una película en el DVD por el mismo motivo por el que a mi mamá se le pierde el solitario en la computadora; por el que mi tía no sabe desbloquear una tablet y el mismo motivo por el que los niños ven mi recinto: a todos les faltó un poco de educación.

Nuestros padres no tienen la culpa de que de un día para otro la tecnología haya dado pasos agigantados y sus día de máquina de escribir hayan desaparecido, pero los padres de hoy si tienen la culpa de no educar a que sus hijos para que entiendan que ver 'Mi recinto' está mal.

No con esto me voy a curar de espanto de que soy la persona con el humor más sano del mundo porque a mi la patanada me encanta. Adoro los chistes de vómito y sexo, y las situaciones taradas de películas como Pineapple Express o Superbad, pero soy capaz de disfrutarlo porque soy capaz de diferenciar del celuloide a la realidad y de como hay situaciones que solo pueden existir en una pantalla grande o chica, y que solo son aceptables en esa misma plataforma.

Educación, nos falta educación, no censura. Hay que enseñarle a los niños porque ir a ver el Moflólogo es degradar a la mujer y la vida en pareja, porque mirar Mi Recinto es fomentar el sexismo y el abuso a la mujer; porque ver Jersey Shore (cuando estaba al aire) desfiguraba todas las relaciones humanas y daba el ejemplo más tarado de éxito. Pero hay que enseñar el porque de las cosas, no censurarlas.

Ahora se quiere sacar a estos programas del aire por se una 'repugnante representación del pueblo', esto según la demanda interpuesta en la Defensoría del Pueblo. Porque es más fácil extirpar la muela con carie y dejar un vacío a querer sanarla. Es más fácil decir 'estos programas son una mierda' a explicar y educar a los niños para que entiendan el porqué.

La gente debe de dejar de tratar de callar a la gente que dice lo que no les gusta oír porque 'los ofende'. El humor debe ofender, debe ser un llamado de atención a la razón, a la reflexión. No hay tema que la comedia no deba abordar, eso si, con la responsabilidad del caso, y aproximando a las audiencias, de forma lúdica, al entendimiento.

Censurar el Moflólogo porque ofende a un grupo en particular es absurdo. El contenido que promueve el Moflólogo es absurdo, pero no por eso se lo debe censurar. La población misma debería, por cuenta propia, dejar de ir a un espectáculo tan vacío, pero si se lo suspende por la fuerza, créame, yo pagaría por verlo solo para respetar mi derecho a decir lo que me da la gana. 

miércoles, 9 de abril de 2014

Tener miedo

Desde siempre quise hacer cine, pero nunca se me cumplió. Lo más cerca que estuve del celuloide han sido las producciones que realizo como fotógrafo, que decidí como profesión.

Toda la vida he sido una persona muy visual, y la primera vez que entendí que mi sentido favorito estaba en peligro fue cuando fui a sacar mi licencia de conducir, allá, hace un poco más de 6 años.

En aquella ocasión me hicieron poner los ojos sobre un aparato que mediría mi calidad de visión, todo para saber si por las noches sería capaz de reaccionar si un peatón se me cruzara en el camino. Con mi ojos derecho estuvo todo bien pero no así con el izquierdo, que en aquel entonces empezaba a mostrar cierta dificultad para enfocar objetos.

Tuvieron que pasar los años y el mal acentuarse para que me hiciera revisar la vista. Una vez más me colocaron en sobre una máquina que evaluaría la calidad de mis ojos, de mi sentido favorito.

Al salir del caurto en el que me examinaron me entregaron un sobre como el que llevan los anunciantes de los premios Oscar y me dieron la consigna de que se lo diera al oftalmólogo que me envío a hacer el estudio. Y como actor a la espera de su premio, no abrí la cartilla todo con tal de recibir una noticia que me alegrase cual Mathew MacConagey por mi galardón.

Pero para finales felices nos quedan las películas de Disney. Lo que a mi me dijeron fue lapidario: estaba perdieron, muy pero muy despacio, mi capacidad de ver las cosas.

En aquel entonces tenía 22 años y desde aquel día han pasado 3. La condición que me afecta los ojos lleva por nombre keratokono y no tiene cura. Solo se la puede retrasar hasta un transplante de corneas me haga el milagro. Pero bien sabemos que es es para más jodido.

Resignado al hecho de que a los 40 años no iba a poder ver me abandoné cual Meryl Streep en 'The Bridges over The Madison County' a que mi destino era permanecer en esa camioneta, junto a la ceguera.

No fue sino hasta hace un par de semanas que volví a buscar otra opinión. Quice darle una secuela a esa fatídica historia de mis ojos y esta vez no sé que desenlace tenga.

El doctor que me examinó me dio una posibilidad de operación para un tratamiento que pueda contrarrestar en algo mi mal. No corregirlo del todo pero aliviar en algo el peso de la miopía: me van a introducir un par de anillos de intracorneales que corregirán mi deforme cornea. Quizás para siempre, como cuento de princesa.

No lo sé. Yo simplemente tengo miedo. Tengo miedo de quedarme ciego, de que la operación me complique más o de que me quede sin poder ver las cosas a medias, como ya lo hago ahora. También tengo miedo que que la vista se me siga deteriorando, de que todo vaya aún peor, pero eso porque soy un pesimista.

Tener miedo es lo más lógico del mundo, en especial cuando uno depende de la vista no solo para trabajar sino para disfrutar de las cosas que más le gusta. Y yo tengo mucho, mucho miedo.

Este viernes termina la historia. entraré a un quirófano a las 9 de la mañana para salir 30 minutos después, al reposo. De si este relato es una película de Disney o una de Von Tierre, no lo sé. No importa cual sea el desenlace, a mi lo que me importa es no quedarme sin el cine. 

domingo, 6 de abril de 2014

Condicional perfecto

Casi siempre la escribo en presente, de lo que le acontece, de lo que no me gusta. Odio los demás tiempos del verbo porque me confunden. Yo soy bobo, bien bobo.

Lo que sé del idioma lo aprendí a medias en el colegio, y en realidad nunca la presté verdadera atención. Memoricé las tablas y conjugaciones en tres putas leguas. A ella la conjugué en cuatro idiomas y en ninguna de sus formas me resulta más penosa pronunciarla que en la actual.

Al verboe lo dominé en la calle, donde nada de eso importa, donde la palabra se usa para convencer a mil mujeres que uno es el indicado. Al menos por un par de días.

Yo la he pronunciado en distintos tiempos: en pasado imperfecto, en perfecto indicativo, presente perfecto; en presente perfecto del subjuntivo, todo hasta perderle el sentidolos prefijos que le han acompañado y adornado el nombre.

De todos los tiempos del verbo para hablar de ella, mi forma favorita es el condicional perfecto. Lo uso siempre en mi cabeza, lo repaso, le doy vueltas y lo utilizo en sus millones posibilidades de pronunciación.

Condicional perfecto: una situación donde el resultado hubiese sido perfecto, pero que está condicionado al hecho de que jamás será.

Me lo repaso en la cabeza mientras escribo, le encuentro la manera de que no suene tan feo, de que la gramática me haga el milagro de corregir la historia, pero no, todo se queda en ese tiempo, en esa frase que me gusta tanto.

Tu y yo habríamos sido una cosa perfecta. 

miércoles, 2 de abril de 2014

Potra

No entiendo como a alguien no le pueden gustar las mujeres. Las lesbianas me entienden, y por eso se deleitan con la forma más exquisita de la naturaleza. No con esto digo que los homosexuales que encuentran a los hombres atractivos estén equivocados, solo que desde mi óptica no comprendo como pueden resistirse ante todo lo bonito que tiene una mujer. Como pueden no desearlas tal y como todo hombre, y en especial los quinceañeros heterosexuales, pajeros de profesión, las desean. Con esto me curo de espanto y no digo o trato de objetizar al género, solo que cuando se trata del gusto que los hombres heterosexuales tenemos por las mujeres, muchas veces todo, hasta nuestro discurso, pierde lógica.

Es en ese afán de poner en palabras ese deseo que uno llega a tildar a las mujeres con adjetivos, en su mayoría peyorativos, cuando no sabe como referirse a esa mujer que desea conquistar. 'Burra', 'yegua', potra', entre otros sinónimos animales, son los 'cumplidos' que encuentra la población masculina nacional, todo en su limitado y coloquial discurso. Porque solo a una persona con poca eduación, o arrechera de sobra, se le ocurre decirle 'burra' a una madre de familia. 

Y cuando de discursos coloquiales se trata, nada más 'del pueblo' que los articulos de Diario Extra. El periódico más vendido del Ecuador y que se ha ganado la fama de 'diario sangriento', por lo que durante años fuera su contenido explícito de muertos. Ya no, no desde que la Revolución Ciudadana y sus leyes entraran en vigencia y la corte inquisidora empezara a censurar todo contenido que considera 'ofensivo y discriminatorio'. ¿Y todo esto por qué importa? Porque Diario Extra ha sido obligado a rectificar un titular de una de sus ediciones en las que llamaba a una modelo de portada 'potra'. 

Pero decir que la sanción es buena o mala, o siquiera tildar de correcto o incorrecto al contenido del diario, es mucho más complicado de lo que parece. Empecemos: 

Diario Extra es la respuesta a una población que no tiene el tiempo ni la educación para leer editoriales o 'diarios tradicionales' que elaboran noticias de una forma, y con un discurso, que jamás una persona con educación fiscal, podrá comprender. Los textos del Extra, la forma en la que se redactan, son con el lenguaje que las personas utilizan, para que el obrero y/o empleada domestica, que son su mayor target, comprenda todo lo que se le está relatando. Sus titulares responden a expresiones que se usan a diario en la calle, y por ende la predilección de las personas por algo que pueden entender. 

¿Por qué 'disfrutan' sus lectores del contenido del Extra? Simple: porque entre una noticia de 'El crudo baja su precio y se avecina la crisis' a 'Le cortaron el pescuezo', la segunda noticia es algo con lo que la población lectora del diario sancionado, se siente identificado. El lector del diario más popular del país, y lo dicen las estadísticas de sus ventas, es una persona con pocos ingresos, que se desenvuelve en un entorno violento en donde, lo más probable, es que haya sido víctima o haya presenciado una asesinato violento en el transcurso de su vida. La segunda noticia es algo que una persona con las características del comprador del Extra, le interesa saber. La primera lo tiene sin cuidado. 

Es por eso que para un lector del Extra leer 'Que pedazo de 'potra' carajo', no le resulta sensacionalista. Le es algo normal. ¿Eso está bien? No, no del todo, porque perenniza el estereotipo de la mujer como un objeto, pero tampoco es que obligar al diario a rectificarlo vaya a cambiar que el obrero deje de ver a una mujer con talla DD de sostén y no le grite, desde un tercer piso de construcción, '¡Maldita potra!'. Así no se educa. 

Cambiar la forma de pensar de las personas es más complejo de lo que parece y los medios, no solo el Extra, tiene parte de la culpa de esta afianzada idiosincracia machista-conformista que se vive en el país, y eso es porque, como alguna vez me pareció leer una frase de Steve Jobs: 'El problema no es que los medios de comunicación no le den a las personas lo que quieren ver, si no que le dan exactamente lo que quieren ver'. 'Potras' en la portada y violencia en las páginas centrales. ¿Qué clase de público es el nuestro que añora esta clase de contenido? Un público reprimido. 

Aún vivimos en una sociedad en la que queremos taparnos los ojos tanto ante la violencia como a la sexualidad. Ayer leía argumentos sobre porque no debe haber contenido como el del extra en la perchas, y uno de los tópicos era que 'no había que exponer a los niños a esta clase cosas', cuando, desde siempre, y como opinión personal, creo que debe ser todo lo contrario. 

Uno no debe darle la espalda a la violencia y al sexo y convertirlo en una especie de tabú intocable porque lo único que hace es distorsionar la aproximación que una mente tan precaria como la de los niños, tiene hacia los tema. Las elucubraciones que una persona de tan corta edad y desinformada puede generar, son el verdadero problema. 

Desinformación. Todo regresa a este punto: personas sin un discurso, con falta de educación, que abordan temas que escapan de su entendimiento y terminan deshumanizando a una persona, en este caso puntual, a una mujer al punto de relacionarla con un animal. 

Y no con esto voy a venir a decir que yo no lo he hecho, eso de llamar 'potra' a una mujer, porque reiteradamente lo he vociferado. Se lo decía a la chica con la que mucho tiempo estuve, y se lo decía, según yo, como un 'tierno cumplido' como para que me entienda que ella me despertaba lo más básico de mis instintos con su cuerpecito. Pero la llamaba así solo con su aprobación y con la intención de halagarla. No en el tono del albañil que intenta llamar la atención de toda mujer buena que se le cruza imponiendo su tono de macho dominante minimizando a la mujer al estrato de animal. Eso no. 

Sancionar a un diario por responder a los cánones del lenguaje que usa la población en general, y por seguir su 'línea editorial', es imbécil, como tantas decisiones que toma la Supercom. De hacerlo debería sancionar el lenguaje de la población en general, y eso no es posible. El 'potra' de Extra debería ser tema de análisis, reflección y debate, más no de sanción. Pero que va, no se puede esperar menos un lineamiento oficialista que no considera que la violación es un justificativo para abortar, y que no le da derechos civiles básicos, como es la figura legal del matrimonio, a los homosexuales. Y eso es algo que se me escapa de mi entendimiento tanto como el hecho de que alguien no le puedan gustar las 'potras'.