martes, 5 de abril de 2016

El show que nos dio todo

Odio los programas mañaneros, los de los canales nacionales, donde salen 'talentos de pantalla' intentando 'animar' las mañanas del ecuatoriano promedio. Lo hacen hablando tonteras, entrevistando a idiotas y dejando que grupos de danza bailen al ritmo de una canción de moda. Es repugnante.

Pero la culpa no es de ellos, de hecho, podemos culpar de todo al difunto Marco Vinicio Bedoya, que, tengo entendido, no era un mal tipo, y que creó un formato de programa popular que vive hasta el día de hoy. Él era el host de 'La Feria de la Alegría', show en el que patentó su carisma y que se transformaría luego de un par de años en el legendario 'A todo dar'. Sí, legendario.

Culpo a Bedoya sin ninguna mala intención. Su responsabilidad no tiene nada que ver con los niveles de decadencia a los que han llegado los shows nacionales, sino simplemente tiene que ver con la creación del formato de programa. Luego vendrían más animadores y este show de concursos en el que el público participaba, se transformó en una serie de retos decadentes en los que las personas concursaban por fundas de detergentes y/o multiproductos.

De hecho, los 'multiproductos', la palabra, se popularizó en estos programas. Cada canal intentó emular este tipo de shows, pero nadie competía con 'A todo dar'. Eran originales en todo lo que hacían. Desde esos aberrantes tiros de cámara en los que parece la grabadora está en mano de una persona con parkinson, hasta la inclusión de grupos de baile como lo fue Ta Dominado; el génesis de una parte de la cultura nacional. Los integrantes de este grupo, hasta el día de hoy, le deben a este show sus carreras en la TV nacional.

'A Todo Dar' es el show más influyente de la televisión ecuatoriana, y es influyente no un buen sentido. Dejó establecido los concursos para el deleite del público (que años después podríamos decir se convertiría en Combate), la obligatoria participación de grupos de baile en los shows, la necesidad de un animador bullicioso para entretener, y, por sobre todo, el hábito de gastar la tarde viendo un show mediocre sin contenido alguno.

Es no más encender la televisión para darse cuenta el legado de 'A todo dar'. Incluso celebridades locales comenzaron bailando en ese show, y hoy hasta premios ganan. Claro, premios como el ITV, galardón que tiene la misma importancia que un cenicero en la casa de un no-fumador.

Pero 'A todo dar' pudo tener 'éxito' tan sólo por la calidad de público que somos, o que es 'la masa crítica' nacional. Ellos, los que crean audiencia, tienen esos estímulos visuales tan arraigados en su psiquis que no pueden disfrutar algo que no sea medianamente decadente. Por eso medio existe un show decente, debe bajar sus estándares, como poner un grupo de baile en medio de la programación, como para ganar audiencia, o crear polémica entre sus presentadores, porque sin eso no hay audiencia, y sin audiencia no hay patrocinadores que paguen los sueldos.

'A todo dar' nos hizo daño, nos laceró como audiencia, nos mutiló como consumidores, y lo hizo porque cometió un error: le dio a su audiencia todo lo que quería ver; y bien en el fondo nosotros somos primates con lenguaje, reaccionamos a colores brillantes y un par de tetas, y así nos manipulan sin que nos demos cuenta.

Ahora el boom está en los show mañaneros, cada uno con host más bulliciosos que los demás, otros que se venden como altruistas de la causas más gastadas, o shows de farándula camuflados de programa de variedades. Igual, ninguno pasará a la historia, ninguno tendrá el impacto de 'A todo dar', que, literalmente, nos dio todo.