miércoles, 31 de julio de 2013

El show de la muerte de Christian Benítez

Ya decía yo que el fútbol sacaba lo peor de las personas. Es de ver a presentadores televisión llorando a un tipo al que medio Ecuador insultó y culpó por la no clasificación al mundial de Sudáfrica 2010. Eso resulta en otro nivel de hipocresía.

A Christian 'El Chucho' Benítez lo odiamos. Me incluyo. Pero igual, el lunes por la mañana, cuando en la radio escuché de su muerte, me quedé helado. La muerte del jugador sorprende, no apena. Yo no lo conocí en persona y como futbolista no me agradaba. No tengo por donde apenarme.

Pero esto no se trata de insensibilidad. Me da perna por su esposa, por su familia, pero igual no es algo que lo sienta cercano. La gente se muere todos los días en especial por allá en el medio oriente, de causas más absurdas que la que le ocurrió al ecuatoriano que, de pasó, fallece el día de su debut en el club árabe que lo había contratado. Casi poético.

Pero la muerte más tiene de comercial que de poético, sin importar como usted lo vea. Así lo comprueban las editoriales y disqueras cada que un artista se muere y las ventas se disparan. Ahora los diarios lo llaman un mito y los canales de televisión desempolvaron hasta la más vieja grabación del futbolista en acción, todo por ver quien le rendía el mejor de los homenajes al deportista. Que asco.

De repente la tragedia de la familia Benítez-Chalá se convirtió en una carreta por ver quien hacía el gesto más humano para honrar la memoria del que en vida fue el artillero más insultado de la selección nacional. Mis amigos, esos que junto a mi renegaron por la ineficacia del jugador a la hora de marcar, se acongojaban por su muerte. ¿Dónde está la coherencia del discurso?

Porque, de la noche a la mañana, ya nada había que recriminarle al jugador. Entiendo eso de los fans del América de México, club al que gloriosamente el jugador llevó al campeonato, pero no de las ahoras 'viudas de Benitez', que aparecieron de la noche a la mañana en el país.

Presentadores de televisión, técnicos y dirigentes, todos tenían lágrimas para derramar, en  frente de las cámaras, por el jugador. Los canales buscaron en los anales del soundtrack de gladiador y la discografía del hippie de Fito Paez, las canciones más berreadamente-tristes que habían, para acompañar al más insípido y apurado recorte de videos hecho para rendirle tributo al 'Chucho'.

En las redes sociales el show fue aún más asqueroso. Insultos y reclamos, gente obligando a los demás a rendir tributo en memoria de un tipo al que el 99% de la población no conoció pero, de alguna forma, sintió conocer. Cosa para idiota esa imperiosa necesidad de pedir respetos por alguien a quien en vida despreciaron.

Ya han pasado dos d'ias desde la muerte de Benítez y nos siguen bombardeando con la tragedia de una familia, sacando el jugo al horario estelar, a los editoriales, al rating. Es deplorable. 

Cuando yo me muera quiero que se burlen de mi, que hagan bromas de mis actos, que hagan cháchara de mis idioteces; al menos la gente que no me es cercana. Si usted no me conoce y yo me muero, por favor, haga los chistes que quiera, yo le doy todo el permiso del mundo. Todo eso resulta mejor que andar fingiendo dolor para que sintonicen un canal o compren un diario.

martes, 23 de julio de 2013

La envidia al bebé real

Uno bien podría pensar que eso de ser idiota está reservado para nacionalidades específicas pero, aparentemente, la imbecilidad es algo universal. Vea no más como en las últimas horas nos han demostrado que pese a todo lo que nos sacaron en cara durante los juegos olímpicos del año pasado, los ingleses también tienen su cuota de idiotez.

¿Cómo se la arreglan miles de personas para encontrar fascinante a un bebé que se enriquecerá sin mover un dedo, con los impuestos de todo un país? Eso de salir a celebrar que una mujer haya parido al mantenido más grande del mundo resulta bastante imbécil. Más imbécil que los diarios lo consideren noticia.

La monarquía es algo tan caduco e inútil como la religión, que no vive sino del protocolo, la apariencia y la plata de sus fans. Mire no más usted al Papa, que ahora anda de gira por Braisl; es un rockstar: se cambia el nombre, vitoreado por multitudes de fanáticos y viaja por el mundo dando caridad a sus más fieles fans. A este lo único que le falta es morir intoxicado por una sobredosis y que lo encuentren tirado en el cuarto del hotel.

Pero desearle esa clase de muerta al Papa es hacerle un bien, no ve usted que toda celebridad que muere se convierte en ídolo. Mire sino al insípido de Kurt Cobaine: se metió un escopetazo y ahora es casi un dios. Conozco gente realmente inteligente que se deleita con la música de este tipo, pero la mayoría tiene el mismo intelecto, o menor, que los fanáticos de Bergoglio.

El mundo está lleno de tarados, empezando por el que le escribe. Un planeta entero lleno de personas desesperadas por encontrar una persona a la que puedan admirar. Un ser que simbolice todo lo que ellos desean ser, pero que no pueden. Una entidad a la que le puedan dar sus días a cambio del placer que significa por deleitarse con sus presencia y sus actos. Lo hacen los fans de Cristiano Ronaldo comprando cada zapato que Nike saca para ponerle la cara de ese tipo en la suela, lo hace los fans de Papa comprando la Biblia, pagando impuestos y obedeciendo.

Ahora último la gente, en Londres, multitudes se amontonaba para ver desde lejos a un niño que simboliza todo lo que todos deseamos ser: un mantenido millonario que no deba trabajar para hacer fortuna y al que todas las niñas se van a querer comer porque es el pasaporte a una vida Disneladesca.

Porque la monarquía es una completa insensatez, para los que no la vivimos. ¿Si o no, Kate Middleton? 

miércoles, 17 de julio de 2013

Eso que llaman amor

Dice un profesor que de vez en cuando el acostumbraba a nalguear a su esposa de forma sorpresiva, eso mientras la miraba y le vociferaba: 'como me encantan esas nalgas'. Cada vez que se refiere a ella lo hace en el tono más sublime, con una devoción que cualquier católico envidiaría.

Cosa para rara pero admirable un par de viejos que se encuentran en las arrugas el gusto. No sé, me gusta saber que una pareja se sigue teniendo hambre aún cuando ya van todos arrugados. Me gusta esa camaradería y risas que comparten. Es un contrato tácito, afianzado por uno legal y vulgar al que le llaman matrimonio. Que cagada eso de permanecer junto a alguien porque un papel lo demande. Una cagada completa.

Igual, el contrato que vale es el que ambos entienden y respetan en silencio, el tácito, la camaradería, porque el otro se rompe fácilmente. Si no lo cree, vaya y mire cuantos divorcios no más hay al año.

Si me asombra las personas que deciden casarse, más aún las que deciden separarse. Solo de saber cuanto papeleo y trámite hay que realizar, buscaría como arreglar ese matrimonio en declive.

Yo, en lo personal, creo que las parejas fracasan porque la gente basa su decisión de afianzar relaciones por el desempeño sexual de su contrario. Uno tiende a volverse loco por una mujer que domina las técnicas del coito al revés y al derecho, e imagino que las mujeres también se han de desquiciar por un tipo que las lleve al climax. Las relaciones, del lado masculino, fracasan porque andamos en búsqueda de una meretriz en la cama, olvidándonos que, luego del palo, no viene la calma. Después de la cópula viene una tormenta llamada mujer.

Porque así como los hombres tiene que aguantar a las mujeres, ellas también tienen que soportarnos, y no por el hecho de que la pareja sea buena amante, uno va a sostener una relación.

No creo en esa estupidez afianzada en las comedias románticas de personas dependientes unas de otras, sin motivo alguno, o por mero gusto y capricho, (porque vea bien estas películas, basan su 'devoción' en cualidad estúpidas); yo lo que creo es en la camaradería, en el complemento, en la pareja y en la comodidad. Cosa para bonita ver a una mujer apoyando a su pareja en cada cosa que se presente, y viceversa.

Sigo afianzado en la creencia que el amor no existe, lo que se desarrolla es cariño por la persona que uno se está comiendo. La pareja, esa entidad para rara, ese complemento de personas, se desarrolla después, en  la empatía y deleite de la persona en algo que va más allá del gusto (que es en lo que las relaciones adolescente se basan). Muy pocos casos encuentro de verdaderas parejas, muy pocas.

El otro día peleaba con una amiga porque jura estar enamorada del tipo de turno. Lo ama pero no sabe explicarme porque. Imagino que se la están comiendo bien, porque no disfruta de la compañía del hijueputa a menos que sea en posición vertical. Pero a eso ella le dice amor, y muchos otros más también lo llaman así.

No vaya usted a pensar que yo ando diciendo que el sexo está mal, ni se le ocurra pensar eso, que la mencionada actividad es lo único que nos mantienen cuerdos, pero, como dice mi escritor favorito: 'las relaciones se mantienen en pie con la dosis exacta de risas y sexo'.

Disfrutar de la pareja en cada uno de los planos de una relación es algo que yo al menos no estoy dispuesto a vivir, no tengo la paciencia. En realidad admiro a quién lo puede hacer porque eso en realidad, esa camaradería, es lo que lleva a alguien, digamos a un profesor, a recordar con picardía y nostalgia, esas nalgadas de cariño que le propinó a que fuera su compañera, y que aún 7 meses después de que a ella la venciera el cáncer, él pueda seguir referirse a ella con la devoción que cualquier quinceañero 'enamorado' envidiaría.

Eso si vale la pena. Creo. 

domingo, 7 de julio de 2013

'La política del falo', la telenovela

Viene Edward Snowden a decir que los gringos nos espían, que andan metiendo sus narices en la vida de todos sus ciudadanos y ellos se indignan, se aterran como lo hace un bígamo cuando lee piden el celular. Tienen miedo a lo que el gobierno pueda descubrir de las personas porque, no es noticia, todos tenemos secretos. 

Por eso le ponemos clave al celular, escondemos cosas y metimos, porque tenemos algo que sabemos perjudica a alguien más, no a nosotros, somos los beneficiados y por eso queremos que las cosas sigan en secreto, pero daña a alguna persona. La privacidad que tanto demandamos no es el espacio que tanto reclamamos para sentirnos bien con nosotros mismos, es esa maña ideada para maquinar un plan a espaldas de alguien, ya sea enemigo o cachudo, y así arruinarlo como es debido. 

Europa se emputa de que los gringos estén vijilándolos de cerca tal y como un hombre con tres mujeres se encabrona cuando una le cuestiona la fidelidad. Peor es la persona que le contó a la pareja en cuestión la infidelidad, ese queda como chismoso, que es el caso del señor Snowden, repudiado por la política internacional tal cual se repele a la chismosa del barrio. 

Uno piensa que mientras más alto el cargo más noble la persona, más decente y pulcra, pero lo cierto es que la política no es sino un drama de telenovela venezolana de los 90', eso de infidelidades, cachos, mentiras, traiciones e inválidos, llevado a escala global, con millones de dólares de por medio y muchas más vida en juego. 

Uno ve a nuestros presidentes reclamando por su privacidad y soberanía, emputados a más no poder porque andan que le espían los correos que se envían entre autoridades. Me pregunto ¿cuántos mails porno no habrán encontrado en medio de esas conversaciones? 

Lo tierno es ver a este grupo de líderes, todos intentando estar de tu a tu con sus homónimos internacionales, tal cual galán de telenovela que intenta quedar como el macho alfa de la pantalla, pero haciéndo el ridículo, olvidado que uno no debe pelear si no es para ganar. Una nación no puede ponerse belicosa con una potencia bélica si no está preparada para defenderse. Porque, diplomacia de lado, acá lo que manda es quien tiene el ejército más grande. Ese es el que pone las reglas del juego. 

No ve usted a Evo Morales, varado en la mitad de Austria hace unos días porque se quiso hacer el bravo, el presidente soberano que aterriza donde se le plazca, y PUM, métase su soberanía por donde más le quepa. 

El lío se da porque, según la versión oficial, la vieja chismosa más grande el mundo, Wikileaks, filtró información de que Edward Snowden, otro de los chismosos famosos, andaba escondido en la avioneta/avión presidencial boliviano. Eso es lo que dicen, pero lo cierto es que, no es secreto, los europeos solo querían enseñar quien es que manda en el panorama mundial. 

Eso tampoco es un secreto, que latinoamérica, bravucona y todo, sigue siendo insignificante al mundo. Somos el hijo bastardo de la pareja divorciada, esa que es la protagonista de la novela que es la política internacional. 

Mamá Europa y papá USA se insultan y el reciente adulto, Latinoamérica, se cree con derecho a meter cuchara en pelea de grandes. 

Indignado, el hijo bastardo se entera, gracias a la vieja chismosa de Snowden, que el papá le ha estado revisando los cajones del cuarto, viendo como piropeaba a Cristinita Kirchner, y leyéndole los mails, por lo que arma tremendo escándalo, reclamando su espacio personal. 

Pero papá USA puede hacer lo que le da la gana porque tiene como hacerlo, los millones y la fuerza bélica; uno acá es pobre y desarmado. Papá USA es campeón mundial de Box y acá uno lleva años sin desempolvar el kimono que uso en Tiwinza. 

Acá los políticos latinoamericanos se olvidan que la política internacional se trata de quién tiene el huevo más grande, y Obama es negro. 'So, fuck you'. 

lunes, 1 de julio de 2013

Ya me peino

Un gran amigo decía que cada que iba de camisa a la oficina la gente lo trata con respeto. Él decía que incluso el portero le sonreía; eso en vez de abrirle la puerta con indiferencia, tal y como sucedía cuando iba de camiseta y jean. Porque, es verdad, la imagen manda. 

No debería ser así, pero lo es, y esto responde a que, bien en el fondo, la 'buena vestimenta' habla por nosotros. La ropa y la forma en la que cuidas de tu persona, en apariencia, es lo que deseas proyectar de ti para el mundo; lo que me deja perturbado al ver a Fanny Lu. 

De alguna forma, esa cualidad de la persona de combinar bien los colores, tener los zapatos pulcros y el cabello inmaculado, con cada hebra en su lugar gracias al gel, dice que es una persona que le gusta tener todo bajo control: desde el doblez del pantalón hasta el último cabello de la cabeza, ese que según los cristianos es del que Dios siempre anda pendiente. (Refrán: Dios conoce hasta el último de los pelos sobre tu cabeza) 

Tan absurdo pensar que nace de una idea tan vaga como lo que vistes, pero de así se origina. Y es por eso que a mi jamás me tomaron en serio cuando salí del colegio. 

Yo cuando estudiante tenia la melena de Mufasa, pero con la voz de Simba. Una malgama de cabello desilachado que les juro no entiendo como aguantaba, en especial en una ciudad tan calurosa como Guayaquil. Creo que solo tenía el pelo largo porque a esa edad a uno le encanta hacerle la vida imposible a los adultos y, en mi caso, no había profesor que no hiciera mueca al verme. 

A esa edad usaba pantalones de hippie, zapatos Kit, en un arranque de amor nacionalista por todos los productos y marcas nacionales (revelación que tuve en el 2010 al enterarme que era marca colombiana), y leía al 'Che'; me negaba a la idea de trabajar y me refería a EEUU como el imperio; mi persona colegial hubiese sido el militante más ferviente de Alianza País. 

Cada que mi abuela me veía rezaba para que yo entrara en mis cabales, esto porque amenazaba con irme a fundar una guerrilla en el amazonas, pero que nunca sucedió. Quizás los rezos de la abuela funcioanron o simplemente sucedió lo que mi papá decía: 'ya te quiero ver de aquí en uno años, trabajando'. 

El otro día pude vestirme de terno sin tener que alquilarlo porque en mi closet ya hay dos trajes completos. Alguna vez me juré nunca tener siquiera uno, y ahora tengo dos. 

A los 24 años ya no reniego a la hora de peinarme, y eso que antes prefería despeinarme más antes de salir de casa. Quizás es porque ahora si me gusta estar en control de las cosas, empezando por mi. No vaya a ser que termino como Fanny Lu. 

Así como mi amigo que se pone camisa, yo me peino, y funciona. 

Si mi yo del colegio se viera hoy en día, se moriría de vergüenza. Igual, yo también lo odio a ese hippie-emo-sentimentaloide de mierda.