Uno bien podría pensar que eso de ser idiota está reservado para nacionalidades específicas pero, aparentemente, la imbecilidad es algo universal. Vea no más como en las últimas horas nos han demostrado que pese a todo lo que nos sacaron en cara durante los juegos olímpicos del año pasado, los ingleses también tienen su cuota de idiotez.
¿Cómo se la arreglan miles de personas para encontrar fascinante a un bebé que se enriquecerá sin mover un dedo, con los impuestos de todo un país? Eso de salir a celebrar que una mujer haya parido al mantenido más grande del mundo resulta bastante imbécil. Más imbécil que los diarios lo consideren noticia.
La monarquía es algo tan caduco e inútil como la religión, que no vive sino del protocolo, la apariencia y la plata de sus fans. Mire no más usted al Papa, que ahora anda de gira por Braisl; es un rockstar: se cambia el nombre, vitoreado por multitudes de fanáticos y viaja por el mundo dando caridad a sus más fieles fans. A este lo único que le falta es morir intoxicado por una sobredosis y que lo encuentren tirado en el cuarto del hotel.
Pero desearle esa clase de muerta al Papa es hacerle un bien, no ve usted que toda celebridad que muere se convierte en ídolo. Mire sino al insípido de Kurt Cobaine: se metió un escopetazo y ahora es casi un dios. Conozco gente realmente inteligente que se deleita con la música de este tipo, pero la mayoría tiene el mismo intelecto, o menor, que los fanáticos de Bergoglio.
El mundo está lleno de tarados, empezando por el que le escribe. Un planeta entero lleno de personas desesperadas por encontrar una persona a la que puedan admirar. Un ser que simbolice todo lo que ellos desean ser, pero que no pueden. Una entidad a la que le puedan dar sus días a cambio del placer que significa por deleitarse con sus presencia y sus actos. Lo hacen los fans de Cristiano Ronaldo comprando cada zapato que Nike saca para ponerle la cara de ese tipo en la suela, lo hace los fans de Papa comprando la Biblia, pagando impuestos y obedeciendo.
Ahora último la gente, en Londres, multitudes se amontonaba para ver desde lejos a un niño que simboliza todo lo que todos deseamos ser: un mantenido millonario que no deba trabajar para hacer fortuna y al que todas las niñas se van a querer comer porque es el pasaporte a una vida Disneladesca.
Porque la monarquía es una completa insensatez, para los que no la vivimos. ¿Si o no, Kate Middleton?
¿Cómo se la arreglan miles de personas para encontrar fascinante a un bebé que se enriquecerá sin mover un dedo, con los impuestos de todo un país? Eso de salir a celebrar que una mujer haya parido al mantenido más grande del mundo resulta bastante imbécil. Más imbécil que los diarios lo consideren noticia.
La monarquía es algo tan caduco e inútil como la religión, que no vive sino del protocolo, la apariencia y la plata de sus fans. Mire no más usted al Papa, que ahora anda de gira por Braisl; es un rockstar: se cambia el nombre, vitoreado por multitudes de fanáticos y viaja por el mundo dando caridad a sus más fieles fans. A este lo único que le falta es morir intoxicado por una sobredosis y que lo encuentren tirado en el cuarto del hotel.
Pero desearle esa clase de muerta al Papa es hacerle un bien, no ve usted que toda celebridad que muere se convierte en ídolo. Mire sino al insípido de Kurt Cobaine: se metió un escopetazo y ahora es casi un dios. Conozco gente realmente inteligente que se deleita con la música de este tipo, pero la mayoría tiene el mismo intelecto, o menor, que los fanáticos de Bergoglio.
El mundo está lleno de tarados, empezando por el que le escribe. Un planeta entero lleno de personas desesperadas por encontrar una persona a la que puedan admirar. Un ser que simbolice todo lo que ellos desean ser, pero que no pueden. Una entidad a la que le puedan dar sus días a cambio del placer que significa por deleitarse con sus presencia y sus actos. Lo hacen los fans de Cristiano Ronaldo comprando cada zapato que Nike saca para ponerle la cara de ese tipo en la suela, lo hace los fans de Papa comprando la Biblia, pagando impuestos y obedeciendo.
Ahora último la gente, en Londres, multitudes se amontonaba para ver desde lejos a un niño que simboliza todo lo que todos deseamos ser: un mantenido millonario que no deba trabajar para hacer fortuna y al que todas las niñas se van a querer comer porque es el pasaporte a una vida Disneladesca.
Porque la monarquía es una completa insensatez, para los que no la vivimos. ¿Si o no, Kate Middleton?
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