jueves, 26 de febrero de 2015

El último día

Nunca me ha gustado estudiar. Nunca. No se trata del hecho de que no me guste aprender, si no que por algún raro desperfecto de mi cerebro, siempre creo tener la razón. Para alguien como yo, cederle la autoridad a un profesor es inadmisible. 

Hace 3 años entré al lugar del que hoy salgo con esas influas de periodista sabelotodo de las que me he librado. Me libré del periodismo y de sus modismos, pero no de la paranoia; las influas siguen ahí pero ya controladas bajo el hecho de haber descubierto todo lo que no sabía. 

Hoy el mi último día de clases. No pienso volver a poner un pie en un salón de estudios, al menos como estudiante, y no porque haya pasado un mal rato sino que creo que ya no hay más que me puedan enseñar en un salón. De acá me toca aprender cagándola, como en realidad se aprende. 

Mi carrera es un bebé de pañales que dejó de darme dolores de cabeza. Me toca criarla, y eso no es fácil. Mis tutores y ahora colegas me han dicho como y con eso me pienzo defender. Soy un soldado con un AK-47 cargado, pero afuera hay quienes disparan con Tavor. Me pienso valer de mi talento en el gatillo disparador de mi cámara. Parece que no soy malo, al menos le he atinado ya a algunos clientes. 

A mis maestros no me queda más que agradecerles, a mi compañeros felicitarlos y a mi competencia... advertirle. ¡Bring it on!