martes, 4 de septiembre de 2012

No saber bailar

Pecaría de idiota si digo que no me gusta bailar. Pero hablo de bailar, de salsa, de tango, a veces el merengue, pero me quedo con los dos primeros. El problema es que para ninguno de los dos soy bueno. Me cohibo en las festividades por eso. No soy buen bailarín. 

Con los tragos me va mejor en la pista de baile. Aún no sé si es que de verdad mis movimientos mejoran, como si es que el whisky lubricara mis rodillas de abuelo, o que simplemente ya no me importa el hecho que tengo plomo en los pies. No sé. 

Lo cierto es que yo creo que el baile es una de las formas de cortejo más complejas que existen. Es todo un ritual del saber como desenlvolverte, provocativa pero no sexualmente,con el cuerpo de una mujer sobre una palestra llena de personas que están intentando lo mismo. Creo que el baile es una celebración de lo elaborada que pueden llegar a ser la conquista de una pareja. Bueno, pero para todo eso yo soy malo. Malo es poco, soy pésimo. 

El baile debe estar reservado para ocasiones especiales, creo yo, no para las discotecas, a las que públicamente les he manifestado mi odio. Esos antros, deliberadamente, acaban con todo ese ritual tan exquisito que es tener la música en volumen exacto, el espacio preciso para moverte en la pista y, sobre todo, la luz indicada para que sepas que a quien estás sacando a bailar no es un bagre que se camufla en la titilante luz de un antro que cobra 20 dólares por banalizar una actividad tan bonita. Que se jodan las discotecas. 

También quiero de una vez por todas bajar de la nube a todos esos 'bailarines de género urbano'. No, ustedes no bailan, ustedes lo que hace es brincar y gesticular, gritar idioteces y lanzarse al piso como muñecas de trapo. Lo de ustedes tiene más que ver con los rituales de cortejo de las tribus africanas, esas en donde una pareja de raza negra, en bolas, grita mientras salta al rededor de una fogata como parte de una actividad estancada en la evolución. Eso hacen ustedes. No se digan artistas, que no lo son. 

Bailar reguetón (con este 'género urbano' me desquito aparte) también tiene más ritual africano que nada. Señorita, menear rico las nalgas mientras usted sonríe porque un tipo le roza el pene en la espalda y por el parlante se vocifera "muévete lento, cabrona", no hace más que mermar en décadas de trabajo que mujeres progresista tuvieron que luchar para que la figura de la mujer se respete. Sépalo. No le digo que no lo disfrute, está en su derecho siempre y cuando sepa que lo está haciendo y se haga valorar. El problema es cuando usted, inconscientemente, disfruta de que la traten como 'perra'. Carajo. 

Bailar es más que rosar nalgas con penes, eso es de animales. Danzar es eso que el coronel Frank Slade hace en la mitad de ese restaurante de New York en Perfume de Mujer; o esa compaginación de movimientos tan complicada que forman dos cuerpos que se sincronizan al tiempo de los timbales de la salsa. Eso es bailar. 

Cualquier idiota le sirve de poste a una mujer en una discoteca para que le menee las nalgas, pero hay que saber tratar a una señorita para, como se debe, sacarla a bailar. 

Pero yo no sé ni de lo uno ni lo otro. Mi principal problema es que a mi el whisky no solo me hace aflojar las rodillas para 'bailar bonito' sino que también me afloja la boca. Con un par de tragos en la cabeza uno difícilmente oculta su plan y las 'malas intenciones' con esa señorita que tiene en frente. Ahí es cuando te quedas bailando solo. 

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo. Las "niñas" de hoy en dia se la pasan moviendo la nalga, rastrillandole la bragueta al vago del marido de turno. Las madres de hoy en día celebran las fiestitas infantiles de los chicos con el cd de los 100 exitos regaetoneros del momento. El payasito le sube al "flow" y los pobres chicos se van llenando del pum papuu pa pumm, y sus calidas letras de que "te lo hundo". Y después no saben que hicieron mal para que las chicas queden preñadas luego.

    Aunque si prefiero la musica electrónica, no para bailarla con alguien, sino dejarse llevar por la música. Hoy en dia disfruto de las discotecas de Guayaquil, tanto como ver un episodio del "Combo Amarillo".

    Dificil encontrar un bar con musica buena y a buen volumen, que nos deje conversar con los amigos. Pero en Guayaquil cada antro, mientras mas volumen estridente y saturado tenga, es mas bacan!.

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