jueves, 21 de abril de 2011

Siga participando

No le ha pasado que, en ocasiones, tiene un dólar en el bolsillo, se muere de la sed y aunque esta a escasos 10 metros de un puesto donde venden refrescos de naranja, un lotero se le cruza en el camino. En ese instante, nuestras prioridades cambian. La sed pasa a segundo plano y, aunque ya no lleve la cuenta de cuantas veces ha perdido dinero comprando la lotería, piensa que, el hecho de que este lotero se le haya atravesado en el camino, tiene que ser “una señal” de que su suerte va a cambiar.


El dólar se va, y con el, toda posibilidad de comprar ese juguito de naranja que tan cerca suyo estaba. Usted piensa: “que idiota que soy”, pero no pierde la esperanza.

Llega el miércoles, día del sorteo. No tiene tiempo de prender la televisión y sintonizar cuando anuncian el ganador. Usted espera hasta el jueves para ver el resultado en el diario. Con ansias abre el periódico, sortea todas las noticias de muertes, choques; nada importa. Usted en la cabeza ya ha preparado esa celebración, sabe como va a brincar de la emoción cuando lea que sus números fueron favorecidos; pero no. Otra vez, no se saco la lotería.

El instante viene acompañado de un tácito “siga participando”, que en realidad es un “no deje de comprar lotería”, pero que para el proletariado como usted y yo es “siga con su vida”.

En realidad no nos queda de otra más que “seguir con nuestras vidas”. La lotería no es mas que otra de esas tantas crueles metáforas que nos obliga a “seguir participando”.

Todos intentamos millones de cosas en la vida: unos tratan de convertirse en jugadores profesionales de futbol, pero solo pueden seguir intentando a ver si los cogen para las menores de Barcelona; otros intentan reunir el suficiente dinero como para ver si algún día compran esa casa que tanto quieren; para otros como a una queridísima amiga mía, se trata de intentar conseguir una beca para un taller en Cartagena, Colombia. Pero todos “siguen participando”: quizás no sea tan buen futbolista, por eso no lo cogen; las casa suben tanto deprecio que, por más que reúna dinero, nunca alcanza; y en el caso de mi amiga, Colombia siempre va a preferir a los suyos antes que un extranjero.

“Siga participando”: en eso se resume la vida. Seguimos intentando sacarnos la lotería, seguimos intentando irnos a cursos a Colombia; seguimos intentando conseguir ese campeonato mundial; seguimos intentando, de persona en persona, hasta que llegue la indicada con la que quieras hacer una familia; toda la vida seguimos intentando.

Para el proletario, como usted y como yo, para todo este tumulto que conformamos los seres normales, la vida es una puta cadena de intensiones. Uno siempre se pregunta, que sentirán las personas que consiguen lo que quieren en la vida? La verdad?: no sienten nada.

Para el que consigue lo que quiere, intentar no es mas que un espejismo, una palabra que jamás lograra entender por completo; afortunado ellos que jamás experimentaran lo que usted o yo: esa desesperación e impotencia que se siente después de escuchar el tácito: “siga participando”.

Puede que, en ocasiones, logremos solo una pequeña fracción de todo eso que queremos: nos sacamos el reintegro de la lotería; ganamos una medalla de plata en un camponato deportivo; recibimos la felicitación de los organizadores de un curso en Colombia (pero aun asi no nos seleccionan); finalmente, esa persona que tanto deseábamos, nos da un beso (pero nada mas). Esas pigricias de “éxito”, son las peores, porque nos incitan a seguir esperanzados en que, algún día, conseguiremos lo que tanto deseamos.

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