lunes, 25 de abril de 2011

Curriculum

Dos años después, 135 artículos y 5 fotos de portada más tarde, aun no me consideran periodista: no tengo un puerco cartón universitario. Estoy seguro que si no tuviera cedula, tampoco me consideraría ciudadano.

A donde vayamos nos piden documentos, papeles y hojas. No hay lugar en el que uno se vea exento de llenar un maldito formulario: el banco, el registro civil, la solicitud de la visa, o cuando llenas un contrato.

Usted entra a la universidad, siguiendo con el orden natural de las cosas: casa, guardería, escuela, colegio, universidad, trabajo, asilo y cementerio; pero entra con la ilusión, con ese ímpetu de hacer con su vía algo importante. Yo he visto a mucha gente con potencial, con ideas capaces de conmocionar al mundo, pero entran a un centro de estudios superiores, y su creatividad muere; ¿y aun así nos exigen un titulo?

¿Qué es un título?: un pedazo de cartón que certifica que uno pasó X años detrás de un pupitre, mermando la inteligencia, socavando creatividad, uniformando el pensamiento.

Usted sigue el orden natural de las cosas, lo sigue hasta dejar de convertirse en el hijo de su madre, hasta olvidar que usted es un ser de carne y hueso. Usted se convierte en un sobre de manila: en un curriculum.

Ya no somos personas, somos documentos: la cantidad de dinero que tienes en el banco, el número de cursos que hayas tomado, los años que hayas pasado detrás de un maldito pupitre sin aprender nada; somos una carpeta, un par de hojas y cartas de recomendación.: nuestras vida se resume en una carpeta, ¿hay algo más triste que eso?

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