miércoles, 6 de abril de 2011

Ni usted, ni yo, hacemos la diferencia

Nunca voy a Solca (hospital especializado en tratamientos contra el cáncer), y las pocas veces que me ha tocado ir, he salido deprimido. Odio que me recuerden que hay gente sufriendo. Es una de las cosas que más me emputa. No lo digo por inhumano, lo digo porque no hay nada que podamos hacer al respecto. El único capaz de solucionar sus problema, es Álvaro Noboa, y eso si es que algún día decide a donar dinero para tratamientos de cáncer. Y no creo que lo haga.


El problema es que existen personas empecinadas en recordarnos estas cosas todos los días. ¿No? No le ha pasado que de la nada, estas almorzando y, sin previo aviso, suena el Balckberry. Llego un mail: una puerca cadena. “Oremos por las vidas de los muertos en es tsunami del 2004”. El estomago se te revuelve imaginando lo que sucedió aquel entonces, la miles de vidas perdidas y usted, almorzando. El mail termina con una frase “Envíasela a todos tus contactos para así hacer más fuerza”.

No sé que es más absurdo: la persona que le da el foward, o quien piensa que un mail puede cambiar las cosas.

Es esa manía de tratar de salvar el mundo haciendo foward. “FW: Salvemos a los niños”. Si enviando un mail voy a salvar a un niño, entonces tirándome un pedo impido maremotos. Las dos ideas siguen la misma idea lógica. O ilógica, en el mejor de los casos.

En realidad, hacer foward es un acto de desesperación. Estamos tan consientes de que no hacemos nada por mejorar el mundo, que re-enviamos mail, a diestra y siniestra, intentando limpiar nuestras conciencias, intentando engañarnos de que, en realidad, hacemos algo por mejorar el mundo. Noticia: no es así.

Es por eso que también asistimos marchas por la paz. La avenida 9 de Octubre se llena de personas vestidas de blanco que “reclaman” justicia. Lo cierto es que, tres marchas más tarde, nos siguen llenando de plomo. Marchar no sirve, ni usted, ni yo, hacemos la diferencia.

Compramos pulseras de látex, esas multicolores que, supuestamente, simbolizan nuestro compromiso por una causa. Todo comenzó con Lance Armstrong y su campaña “livestrong”. De la nada, mieles de personas portaban ese pedazo de caucho amarillo en sus mulecas. Yo fui uno de esos snobs (tenia 14 años), que se dejo convencer con ese cuento de que el dinero de las ventas, sería destinada a la fundación Armstrong para la lucha contra el cáncer. Siete años después, la gente se sigue muriendo de cáncer. Ahora Nike impulsa la campaña del “hilito rojo”, una supuesta ayuda para los enfermos de VIH. Porque mejor no dona parte de sus utilidades para comprar retrovirales y donarlos. Solo digo.

Lo último: calendarios. Ahora cualquier famosillo posa junto a su perro, y ya esta haciendo algo por la humanidad: su foto será vendida y los fondos destinados a proyectos sociales, ¿Qué proyectos? ¿Cuánto costó imprimir esos calendarios?... más de lo que la campaña recaudó.

Ni los mails, ni los calendarios, ni las pulseritas mejoraran el mundo. Usted envía mails para convocar a una marcha en la 9 de Octubre, en donde compraran camisetas y pulseras cuyos fondos serán destinados para mejorar la calidad de vida de los niños y los más pobres.

Lo más probable es que el látex del que estén hechos los brazalete, haya sido fabricado en china, donde miles de niños trabajan por 18 centavos al día, en la elaboración de pulseras plásticas.

Una vez que termine la marcha, la calle 9 de Octubre quedara tan sucia que los trabajadores de Puerto Limpio (compañía encargada de la limpieza de Guayaquil), tendrán que trabajar a doble turno. Fue un incidente aislado por lo que no tendrán derecho a reclamar sobre tiempo y trabajarán más tiempo por la misma miseria de sueldo.

Eso si, todo fue por una buena causa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario