lunes, 30 de mayo de 2011

What a wonderful world…

El mundo está jodido: cada vez hay más pobres, las enfermedades siguen expandiéndose, gente muere todos los días por el negocio de las drogas; y Emelec y Liga de Quito están en la punta del campeonato nacional…

Luis Armstrog compuso esa deliciosa y cálida melodía “wath a worderful world”, haciendo hincapié en la belleza de las cosas mas sencillas de la vida, cosas que hoy no nos podemos dar el lujo de contemplar.

Mi “maldición” es hablar de estos temas sin ser yo protagonista de los mismos; de alguna forma soy como esos hipócritas escritores de la generación del 30, esos que escribieron sobre la problemática del montubio ecuatoriano mientras se regocijaban en las comodidades de sus hogares. Viéndolo desde ese punto de vista, sí, yo soy de esos hipócritas que se queja de todo lo malo que hay en mundo; que reniega de las cosas que le suceden a los demás, de esos melodramas que afectan al 65% de la población latinoamericana, a esa población que no pertenezco.

Lo cierto es que, en medio de mi “comodidades”, soy parte de este jodido mundo: al menos cumplo con ese hipócrita protocolo social que es el “conmoverse” de los dolores ajenos. Yo soy parte de la población que tiene miedo de que se le roben su dinero del banco; le tengo pánico a las armas con las que, a diario, asaltan a personas en mi ciudad y en mi país; soy de los que se horroriza viendo imágenes de violencia en los noticieros (que por cierto son los titulares que más venden); soy parte de esa población que tiene la posibilidad de ver al mundo a través de un televisión, a través de un titular de periódico y sus fotos.

No sé si les pasa a todos o solo a mí, que siento esa impotencia de no poder hacer nada por el mundo; no porque yo sea un donnadie (que al final todos lo somos), sino porque no hay forma de cambiar el mundo, es imposible: para que las cosas mejoren, las personas debemos mejorar, y nadie está dispuesto a hacerlos; tampoco usted, tampoco yo.

Las ciudades no se harán lugar más seguro si es que la gente sale a las calles a protestar en contra de la inseguridad; a un ladrón no lo paran las plegarias, a los maleantes solo los detiene un balazo.

Todos sabemos que “hacer lo correcto”, es algo tan relativo, pero no solo relativo, sino violento; y eso precisamente es lo que ninguno de nosotros estamos dispuesto a hacer.

Si, en este puerco lugar hay cosas simples y bellas: el abrazo cálido de un amigo que no has visto hace mucho tiempo; el pulcro y perfecto beso de una hermosa mujer; el sabor de un chocolate derritiéndose en la boca; la alegría y euforia de poder regocijarse en medio de quienes estimamos y añoramos. Lo cierto es que estos momentos son lo que son debido a que tenemos personas a nuestro alrededor, personas en su mayoría inocentes, entes que buscan vivir una vida tranquila, igual que nosotros, pero que viven en un mundo en el que cualquier momento, una bala perdida se puede cruzar en su camino; en un lugar donde un maleante con una pistola nos puede arrebatar de nuestro lado a la persona que más queremos. Eso es lo que nos llena de angustia.

sábado, 28 de mayo de 2011

Condolencias

No te pido que seas fuerte ni que finjas ser valiente; quiero que llores hasta el cansancio, que derrames tu llanto hasta que tus lagrimales queden secos.

No te voy a decir que entiendo lo que estas viviendo, porque no lo sé; no hay palabra que yo escriba que te sirva de consuelo, y no habrá verso que ocupe el lugar de los que hoy has perdido.

No hay abrazo que le calce a tu espíritu en este momento, eso si comprendo.

Que tus lágrimas borren las cicatrices en tu cuerpo amiga mía, que cada gota escriba una historia diferente, que cada gota para sea un lucero que te haga entender, que nada podías hacer.

No te voy a dar fuerzas, yo se que las tienes; no sirvo para darte consuelo, pero te pido el valor suficiente para que, en la memoria de las personitas que hoy se marcharon de tu lado, hagas de tu vida una experiencia de la que ellos hubieran estado orgullosos de ser parte…

Un abrazo amiga mía…

A Carla Diez

jueves, 26 de mayo de 2011

Instrumentos de tortura

No, no nos basta con que la vida ya sea complicada, necesitamos de cosas que nos la compliquen más, detalles que la hagan insoportable: necesitamos instrumentos de tortura.

De niños y adolecentes, te obligan a vestir un uniforme: en los colegios no pueden tolerar la individualidad, el raciocinio y por ende, todos deben vestir la misma mierda para sentirse iguales; es esa primera herramienta que usan para unificar el pensamiento…

No les basta a los planteles educativos con su uniforme que obligan a las personas a cargar una mochila llena de libros: ese es el peso de la educación; a tus espaldas llevas un instrumento capaz de doblegar tu voluntad; en su interior están todos los deberes que consumirán el tiempo que podías haber usado para divertirte.

Cuando creces, vas a la universidad: dejaste de ser un ente pensante; ahora ere un memorista de textos, una persona que ve a las clases como una obligación, ve a la universidad como o “el siguiente paso en la vida”. El colegio cumplió con su cometido: creó un ser incapaz de ver que todo lo que le van a enseñar en la universidad, no le va a servir de nada…

Las universidades son campos de concentración del conocimiento: reclutan a las pocas y ávidas mentes que quedan para terminar destruyéndolas; atiborran sus cabezas de conceptos, pero jamás los analizan; inmiscuyen hasta lo más profundo de los ideales de los jóvenes, derrumban las cimientos de sus convicciones e instalan, sin ellos darse cuenta, esa semilla del conformismo en sus mentes: sales de la universidad con el único propósito de cobrar un sueldo…

Luego viene tu trabajo: de 8 a 14 horas de tortura diaria para que cada 15 puedas sacar del banco dinero y poder comprar ese ipod que tanto deseabas. Los propósitos de tu vida cambian: en el colegio alguna vez pensaste que podías luchar para cambiar el mundo, pero el mundo terminó cambiándote; hoy eres parte del engranaje que mueve la economía:

Usas corbata, ese lazo que impide que llegue suficiente sangre al cerebro y así quedas tonto, incapaz de darte cuenta que el sueldo que percibes, es una miseria,

Si trabajas en el ámbito corporativo, seguirás usando uniforme…

Tu vida se medirá por horarios: 2 horas para hacer ejercicio, 8 para trabajar, 4 para estudiar, 6 para dormir (todos los días “copy paste”)

El sistema, que bien quisiera yo saber quien lo rige, porque no tengo idea; encuentra la forma de hacernos parte de él; usa sus instrumentos de tortura para que le rindamos pleitesía...

Al menos en la inquisición, la iglesia utilizaba orcas, fogatas y guillotinas con el propósito de que todos se rindan antes un dios (mejor dicho ante una iglesia), pero tenían la delicadeza al menos decir lo que estaban haciendo... Acá, en nuestros tiempos, los propósitos son silenciosos: nadie sabe quién es el que mueve las cuerdas, pero todos nos movemos al ritmo de su compas…

sábado, 21 de mayo de 2011

Expectativa

Si hay algo que sabemos hacer bien es esperar cosas que sabemos, no sucederán. Lo perturbador del hecho es que esperamos siempre las peores cosas: hoy se supone que se debía acabar el mundo (otra vez); no sucedió…

Lo más bizarro del hecho de estar ansiosos a ver como todo se va a la mierda, son las caras largas, los rostros de decepción de quienes aguardaban ese momento con ansias: no se que esperaban, si un meteorito que caiga sobre la tierra o que los cielos escupan lava, o peor, que se les aparezca Jesús y empiece con la selección clasista de personas que pueden o no salvarse de una supuesta condena eterna… no se que esperaban…

Esto del fin del mundo es el resultado de esa maldita costumbre que tenemos nosotros de “esperar el momento propicio”; el momento propicio para hacer no solo lo que debemos (que nunca lo hacemos), si no lo que siempre habíamos querido hacer.

Nosotros, los pequeños burgueses, los proletarios minoristas, estamos siempre a la casa de “momentos de película”, instantes que podamos congelar para siempre en un recuerdo, imagen mental que, después de algunos años, podamos convertir en anécdota. Somos especialistas en buscar esos momentos, pero no de realizarlos.

Queremos tener cada instante de la vida calculado, planear cada una momento y que las cosas salgan según lo que uno esperaba; quizás por eso deseamos con tanto ímpetu, saber la fecha del fin del mundo: para planear la despedida precisa de quienes tanto queremos (o deseamos); para atrevernos a cometer los errores que nunca sorteamos; calculamos cada riesgo antes de tomarlo hacemos para así no decepcionarnos del resultado… las cosas nunca salen ni saldrá como nosotros queremos.

Expectativa: ese el nombre de todos nuestros problemas. Una madre que espera de su hijo más de lo que debe, pero que se decepciona del mismo cuando llega por la puerta con olor a trago; un pobre que estudia hasta el cansancio, que deja de disfrutar los placeres pasajeros para construir un futuro mejor, pero que terminara con un diploma de un masterado colgado en la pared de su cuarto mientras, detrás de una caja de supermercado, cobra su sueldo de 250 dólares.. sin derecho a cobrar horas extras. Expectativa es ese beso que tu esperas que te den mientras, a la luz tenue de la luna, se derriten dos cuerpos en un baile de pasión…

Pero lo que no vemos nunca es que los instantes más deliciosos de la vida son esos que jamás esperabas: esas felicitaciones que te da tu jefe mientras, regularmente, te servías una casa de café; esa llamada telefónica que recibes en la fila del banco, ese tono telefónico que anuncia una propuesta de trabajo mejor que la que tienes ahora; ese beso pasajero que te dan en la cabina de un carro mientras esperas a que la luz roja, cambie a verde… como para continuar con lo rutinario de tu vida…

Siempre que planeamos algo, corremos con el riesgo de llevarnos una decepción, como el bajo que se llevaron los morbosas y bizarros seres que esperaban que hoy el mundo se fuera a la mierda; o como ese incauto que espera que lo llamen para darle el trabajo de su vida; o de la niña que espera a que su virginidad se esfume en el más románticos de las escenarios; el mundo se acabará, esa llamada llegará y tu ilusiones se cumplirán, no cuando ya no lo esperas, si no cuando ya no quieras que sucedan…

miércoles, 18 de mayo de 2011

Culos

¿Que tienen las "reposterías traseras" que tanto nos fascinan? No hablo solo de la obsesión masculina hacia estas “nobles partes”, las mujeres también las morbosean (si no pregúntele a la que más confianza usted le tenga).

Las nalgas, el culo, las tapas... les hemos encontrado tantos sinónimos. Nos fascinan, nos encantan, nos deleitan: en más de una ocasión, alguno de ustedes habrá chocado mientras manejaba y se distrajo viendo un “culo”. (Nota mental: seguiremos siendo países del tercer mundo si seguimos ruborizándonos cuando escuchas y leemos la palabra culo)

¿Qué tienen? ¿Qué secreto guardan las “tapas” que nos vuelven locos? Una mujer puede ser fea, pero si tiene una buena retaguardia, habrá mas de un baboso (me incluyo), haciendo fila para poder "conquistarlas"; a las nalgas me refiero, no a la mujer.

No se trata de un tema grosero, estoy hablando de algo que constituye el 90% de las conversaciones masculinas; eso sí, nadie se atreve a admitir: discutimos con más devoción sobre "las reposterías" que de política, e incluso con mayor fanatismo que cuando dimitimos acerca de futbol. Hasta el “caballero” más decente optara por los pensamientos más impúdicos si ve un buen par de nalgas.

Culos... Que son si no grasa acumula debajo de la espalda, lípidos que se aglutinan y terminan formando un par de caderas, esas que le regalan su forma a la mujer; son unos cojines confortables, cojines sobre los cuales nos podemos sentar. A la larga, y si uno se detiene a pensarlo bien, las “tapas” son solo la antesala de un orificio muy desagradable... Y erótico...

Nalgas, las hay de todo tipo: planas y sin gracia, que son las que dan pena; esqueléticas y en forma de chuzo, que son las de las modelos de pasarela europea; atléticas, esas que tienen un encanto sutil, exquisito, casi perfectas; las desproporcionadas (pero buenas): hablo de las de Jasú o Kim Kardashian, esas que parecieran tener, en cada cachete, un uso horario distinto. También hay nalgas gordas, pero que no dejan de ser morboseables y "manejables"; y por supuesto, no podían faltar, las nalgas gordas, asquerosas y sin gracia... Esas se explican por sí solas...

Las mujeres saben de nuestra debilidad hacia estas, sus partes, y a veces se aprovechan de las mismas. Ojo, no digo que lo hagan siempre, ni que todas lo hacen… tampoco es que todas puedan.

Nosotros, los hombres, necesitamos serenidad para no ser embrujados por las mismas, a las nalgas me refiero; necesitamos dejar de encantarnos por esa forma deliciosa que forman sus jeans apretados; debemos deshipnotizarnos de cuando las vemos meneándose al buen ritmo de un merengue, o de como brotan mientras bailan reguetón (yo se que hasta el más metalero de los metaleros cae rendido al ver a una sexy mujer bailando reguetón; incluso el más punkeros de los punkeros, pone en “mute” el televisor y se queda viendo un video de Shakira).

La próxima vez que te detengas a contemplar esa figura perfecta, esas caderas que se consumen en un pantalón, que se dibujan sin pedir permiso, en la parte trasera de su anatomía; la próxima vez que empieces a morbosearlas, a embobarte, recuerda y analiza; toda esa perfección que admiras, no sirve si una cosa: ocupar más espacio en la tasa del wáter a la hora de ir al baño, su propósito original….

lunes, 16 de mayo de 2011

Cupos

Las buenas cosas de la vida no son para todas las personas. Hay un grupo selecto de seres humanos que tienen las oportunidades que todos deseamos: ellos, precisamente, son los que menos se dan cuenta de lo que tiene entre las manos.

Esto no creo que se trate de un fenómeno, más bien es el inevitable resultado de un “proceso de filtrado” que hemos emulado de los países de primer mundo; y como siempre, copiamos mal.

Hablo de las oportunidades, “el chance” que todos queremos que nos den para demostrar que también podemos hacer bien las cosas. Cuantas personas de escasos recursos quisieran poder demostrar que ellos también pueden estudiar en una universidad elitista y codearse, intelectualmente, con los de la clase pudiente. Existen aún más personas que quisieran solo una oportunidad para demostrar que ellos son capaces a la hora de desempeñarse en un cargo laboral; una oportunidad es lo que piden.

Pero la vida se trata de cupos, no se trata de capacidades, mucho menos de habilidades, la vida, acá en el tercer mundo (Ecuador y países aledaños), se trata de cupos.

Yo estoy seguro que si en este preciso instante, un talento de las matemáticas, un genio de la economía se presentara a pedir trabajo en una empresa, no lo cogerían. “Recibimos su carpeta, pero en este momento no hay como contratarlo. Lo estaremos contactando”, esa sería la respuesta que recibiría; y una vez más, ese talento, quedaría en el olvido.

Pero el rechazo no es solo en el ámbito laboral: a cuantos le habrán negado la oportunidad de publicar la siguiente obra maestra de la literatura, a cuantos le habrán negado el chance de grabar la siguiente “Hey Jude”; cuantos justicieros, de saco y corbata, habrán terminado siendo taxistas.

Cupos, la vida se trata de cupos: estar en el lugar preciso, en el momento indicado, en el lugar preciso; no se necesita ser alguien capaz, solo aprovechar las oportunidades y correr con algo de suerte; si no pregúntele a Fausto Miño, un greñudo sin talento que lo agarraron de pato para cantar un poco de versos sin sentido… y le pagan por eso.

Mientras que en otras partes del mundo existen cazadores de talentos, personas que buscan prospectos, gente con potencial para poder explotarlo, acá existen departamentos de "recursos humanos” que le cierran la puerta cualquiera sin siquiera preocuparse de ver si la persona que tienen en frente, pueda ser “el genio" que necesitan.

viernes, 13 de mayo de 2011

idioteces Universales

Enamorarse tiene el mismo patrón psicológico que el trastorno obsesivo compulsivo. Es más una enfermedad que un sentimiento, pero todos alguna vez, nos contagiamos.

Pasamos viendo aventuras en el cine, desamores en la televisión, programas de cocina y películas porno; pero somos incapaces de emprender un viaje, obsecionarte hasta lo enfermizo; prepara un plato exquisito, ese manjar mediterráneo de los programas. Ni siquiera eres capaz de representar una de la escenas eróticas que tanto admiras...

Es fácil soñar despierto, soñar que vas y dices esa frase precisa, los versos exactos para conquistar hasta la más difícil de las mujeres; pero nunca te atreverás a saltar de tu cubículo; nunca iras hasta donde ella para decirle las ganas que le tienes.

¿Cúantas veces hemos celebrado un titulo de fútbol jugando el PlayStation? Pero tu jamás pisarás el Santiago Bernabeu, no jugarás ahí. Eso sí, gritas cada gol televisado como si fueras tú el que anotara.

Más de una vez habrás debatido hasta el cansancio, habrás gastado hasta el último argumento al discutir sobre lo que "el hombre invisible en cielo", cree que es lo correcto. Jamás te detuviste a pensar si siquiera existe.

Habrás defendido tu virginidad, la defendiste con garras y convicción para luego rendirte a los encantos de ver como tus piernas tiemblan luego de ese instante, ese momento tan efímero, tan fugaz y poderoso, que, como imbéciles, resumimos una sola palabra: éxtasis.

Gastarás cientos de dólares en detalles para que aquella persona te tome en cuenta. Solo descubrirás que mal gastaste el dinero cuando la loción, el aroma que pesaste que la encantaría, no es más que un perfume para ella.

Hasta el dia de hoy te habrán ignorado más veces de las que alguna vez te tomaron en cuenta. Te habrán rechazado en más de un trabajo, habrás perdido más de una competencias de las que has ganado; te habrán menospreciado más veces de las que mereces.

Todos hemos sido víctimas de esas idioteces universales, de esos dramas que no llegan a melodrama, pero que nos haces entender y comprender que los detalles que parecen insignificantes, son indispensables.

domingo, 8 de mayo de 2011

A mi mamá

No recuerdo absolutamente nada de cuando nací pero me contaron que fuiste tú la que me tomó en sus brazos para después llorar. Tu no sabías que hacer conmigo, eras mamá primeriza y yo era tu experimento.

De verdad los recuerdos que tengo de cuando era bebe son solo de relatos: me dicen cómo te levantabas cada madrugada para responder a mis sollozos; de como quemaste mis chupones porque no sabías como lavarlos; de como más de una vez me caí al suelo y tu corrías a socorrerme; imagino que fueron esos los instantes en los que entendí que tu eras mi superheroina, la que respondía a mis urgencias, la que aplelaba a mi cariño.

De más grandecito, apenas unos años después de aprender a caminar, a balbucear, mi abuela me hablaba de ángeles y seres raros que estaban ahí para protegerme, nunca pude imaginarlos diferente de ti mamá: tu eres la única que estuvo siempre a mis espaldas.

Seguí creciendo; ahora ya no quería comer: fue aquí cuando conocí tu autoridad. Los platos de comida nunca quedaron llenos cuando tú estabas a cargo de mi alimentación. Tu fuiste la que me enseñó lo deliciosa que es la comida, y aun mas si tiene impregnada la sazón de tu cariño.

Ya de niño me enviaste en contra de mi voluntad al colegio. Me vestiste de uniforme, me preparaste la lonchera, ataste mis zapatos y con un beso en la frente te despediste de mí. Por primera vez no te iba a tener al lado mío todo el día.

De a poco me fui a acostumbrando a las clases; no dolía tanto al saber que tu estarías en casa esperándome, siempre con un abrazo escondido entre los brazos, pero incluso extrañarte me hacia bie,: entendí lo mucho que me hacías falta.

Lo malo de crecer es que mientras aprender a atarte los zapatos por ti solo, los regaños son mucho más frecuentes. Cada vez hacia más cosas mal: no estudiaba y me regañabas, me quejaba de lo que cocinabas y ahora entiendo que no te dolía el hecho que no comiera, si no que ya no disfrutaba de tu sazón de madre. Yo era ese ingrato.

De adolescente, tú, mamá, parecías querer hacer la vida de un joven imposible: me prohibiste las cosas más insignificantes y me regañaste por mis actitudes más idiotas. Para un niño lo más cercano que uno tiene a esa figura de hombre invisible en el cielo, es su madre, y cuando creces es como si quisieras perderle la fe: no la entiendes.

Pero por cada regaño había un consuelo, un abrazo que esperaba a consolarme en cada derrota, en cada pena, en cada victoria que me festejaste: tú nunca me perdiste la fe.

Para entender a mamá uno tiene que haber crecido lo suficiente, no en tamaño si no en conciencia, como para entender que ellas lo saben todo. Los regaños no eran si no advertencias, una forma de protegernos de todo aquello que sabían que nos lastimaría. Más de una vez hicimos caso omiso y por eso llevamos esas cicatrices en el espíritu, cicatrices que la mamá estuvo pendiente de ayudar a sanar.

Por eso te lo dedico mamá:

Si tú me faltas yo ya no quiero saber del mundo,
que apanguen el sol y bajen el telón del show
que es este mundo.

Que drenen lo mares y enrollen los
campos; si tu no estás yo no quiero saber
que será del mundo;

todas mis razones yo te regale a ti,
tu no eres solo una mujer, eres mi símbolo,
eres mi santa, eres mi imagen, lo eres todo;

Mamá, que me cubriste cuando hubo frio,
y apaciguaste al monstruo de la fiebre,
que tendiste y guardaste mis calcetines y
tuvo tanto platos de comida como
abrazos listos,
la que se enorgulleció de mis derrotas
y me aplaudió mis triunfos,
a ti son todo los versos
y de ti es este mundo,
que no me faltes,
tú, mi viejita.


(a la señora Gina)

viernes, 6 de mayo de 2011

Ni "Si" ni "No": Vote P.I.P.I.

Hágale un favor a la democracia y este sábado, este que se viene avizorando desde hace tantas semanas, quédese en su casa: no vote.

¿Linda imagen no? Usted, en su casa, con una cerveza en la mano sin anda que hacer. Pero no: usted tiene que ir a votar Si o No a las urnas, “por el bien del país”; déjeme decirle algo: no importa lo que vote, si o no, la gente va a seguir haciendo lo que le da la gana.

Lo absurdo del proceso está desde su mismo inicio: en un país como el nuestro que se jacta de democrático, de liberal y progresista, votar es una obligación: sin ese puerco papelito de votación usted no puede hacer la mitad de tramites necesario para llevar una vida normal. Incluso si quiere salir corriendo del país no podría hacerlo: usted no tiene le “certificado de votación”, y no puede salir del país. ¡Que viva el Ecuador!

Yo sueño con que un día, el país entero se levante y diga: “hay que poner fin a este atropello”, y nadie se presenta a las urnas; ni siquiera los que están obligados a ir a contar los votos.

A la larga, votar, no sirve de nada. Yo tengo “el derecho al voto”, desde hace 5 años, he ido, me he presentado, pero nunca he elegido a nadie: siempre hago dibujos obscenos en la papeleta electoral: es una forma de aminorar mi culpa; al menos se que, si el presidente de turno hace la grande, yo no vote por él.

Tengo un sin número de elecciones sin haber votado, y el país sigue igual de jodido. Yo siento pena por los que creen que votando vana a hacer la diferencia: son unos ingenuos.

Este sábado, una vez más nos toca “elegir”; en esta ocasión son 10 preguntas en las que solo tenemos dos opciones: “Si” o “No”. Nuestros queridos miembros del Consejo Nacional Electoral se olvidan que existen más opciones como: “no me interesa” o “métase sus preguntas en donde la espalda termina de llamarse espada”.

Por eso yo voto por el (Partido Impulsador de la Pornografía Indígena); desde que tengo la potestad del voto, he elegido al P.I.P.I.; raya todo P.I.P.I.!!!! (dibuja un pene en la papeleta); una forma de protestar contra el abuso que significa tener “la obligación de votar”.

Arriba el P.I.P.I.!!!!!

miércoles, 4 de mayo de 2011

Lo que en realidad preocupa de la muerte de Osama

El hecho de que el líder de los talibanes haya muerto debe preocuparnos a todos; de aquí en adelante habrá repercusiones que no podemos controlar:

1.- Los aeropuertos empezaran a cobrar nuevas tasas aeroportuarias para evitar la crisis que se les viene: deben devolver todos los cortaúñas, tijeras y limas de uñas decomisados desde el 2001.

2.- Estados Unidos está en busca de un nuevo “supe villano”. Ojala encuentre uno cuyo nombre no sea tan difícil de pronunciar y, mucho menos, de escribir.

3.- Fondo de Bikini empezará a pedir Visa para poder ingresar: en sus mausoleos sub acuáticos reside el cuerpo de Osama Bin Laden. Patricio Estrella fue quien planeó su funeral.

4.- Todo barbón que vive alejado y aislado del mundo ahora tiene miedo de salir de sus aposentos: corre el riesgo de que lo maten. Por eso Papa Noel no volverá a salir del Polo Norte. (Se acabo la navidad)

5.- En países como México y Colombia, el número de matrimonios con gordas va a subir de formas alarmantes: Osama uso a su esposa de escudo humano, los narcos, siguiendo el ejemplo, buscaran un “gran escudo humano”

6.- Nadie va a querer adoptar a los 5 hijos de Osama: Ala Bin, Ala Ban, Ala Bin, Bom y Bam.

7.- (Y el más grave de todos) La humanidad corre el riego de que los Gringos ya no quieran matar mas árabes, y el problema es que mataron al terrorista equivocado. El verdadero enemigo de la humanidad se llama: BALDOR!! Y sigue libre haciendo de las suyas….



martes, 3 de mayo de 2011

Eligiendo

SI algo deberíamos de haber entendido hasta ahora es que, las personas, no sabemos escoger lo que nos conviene. Aun somos muy viscerales a la hora de elegir, y eso porque jamás logramos entender lo que elegir significa.

Desde muy chiquitos tenernos la “libertad” de escoger lo queremos, que casi siempre es lo que no nos conviene. Todo comienza cuando en vez de vegetales, verduras y carne, elegimos chocolates, caramelos y golosinas; una decisión tan efímera pero que después de dos infartos o un hígado graso, habremos entendido que fue la opción equivocada.

A veces pienso que lo hacemos a propósito, el escoger mal; como si quisiéramos saciar nuestro apetito de culpas. A la larga son esas cosas que tan mal nos hacen, las más deliciosas: cada uno de los placeres de esta vida, nos hace daños… y nos encanta.

Es como si toda la vida nos auto–adiestráramos para elegir mal y, sin darnos cuenta, llega el momento en el que esas decisiones que en su momento parecieron tan insignificantes, ahora son indispensables.

Y llega la edad en la que podemos votar (que ahora son los 16 años). Acá en nuestro país hemos dado cátedra de cómo no se debe elegir: 10 presidentes en 10 años. Pero aquí seguimos a la espera de una siguiente votación; tenemos la pluma lista para votar por ese candidato que, desde joven, practicó en los colegios, repartiendo caramelos y prometiendo lo incumplible. Igual nosotros, desde pequeños, vinimos adiestrándonos para elegirlo.

Los hombres jamás escogemos a la mujer que necesitamos: siempre terminamos embarazando a la que menos nos conviene; y las mujeres (no quiero sonar machista), pero son peores que nosotros a la hora de escoger: siempre apuntan, siempre desean a ese que ni ojos tiene para ellas, o al que abusa de su confianza, o al que abusa de ella.

Escoger, elegir, seleccionar una alternativa, una opción, tomar una decisión, es ese ginatesco problema que nos aqueja a todos; es ese drama que nos sigue a diario, que nos atormenta el pensamiento. A veces (en lo que a política refiere), creo que quisiera vivir en una dictadura: al menos así no tuviese que levantarme cada 6 meses a votar en una consulta popular; en el peor de los casos, si el país se fuera por la borda, no sería mi culpa, seria responsabilidad única del dictador de turno. Así de sencillo sería.

Tenemos casi 400 años jactándonos, defendiendo, a capa y espada, un sistema como la democracia: el sinónimo de la libertad; pero lo que hemos olvidado en el camino es que tener la libertad de escoger, es tener la libertad de equivocarse…