lunes, 3 de febrero de 2014

'Deme el precio, por favor'

Las cotizaciones me atormentan. Hago muchas a la semana, y si ganase dinero por cada una que hago, ya tendría una flota de taxis del año. 

Las personas, los clientes, se mueren porque su marca, su producto, su imagen, se venda como pan caliente, pero lo quieren hacer sin invertir. Casi siempre el usuario quiere que uno le de un servicio equivalente a un Picaso pero solo está dispuesto a pagar por una fotocopia a color. Así de drástica la comparación. 

Quizás cuando se ofrece un servicio el valor siempre es 'subjetivo', porque el consumidor no entiende el esfuerzo que significa 'realizar el servicio', y esto pasa porque a uno lo educaron para jamás ponerse en los zapatos del ajeno. Una mierda nuestra educación, desde el prekinder hasta los masterados, educación que no se basa en la necesidad de ser educado sino en la necesidad de poseer un título, y mientras más barato sea conseguirlo 'mejor'. 

La gente, cuando va a una academia, no pregunta '¿me deja ver la maya curricular'? si no 'deme el precio, por favor', y según eso decide. La educación parece ser lo de menos, porque 'el punto no es lo que se sabe sino lo que la gente piensa que uno sabe', y de esa forma, nada más acreditador que un título. 

Entonces, si así decidimos la forma en la que nos formaremos para la profesionalización, ¿que carajo podemos esperar de nuestra labor como profesionales'. Nada. 

Uno va por la vida tratando de educar a la gente, pregonando que: 'no existe, el bueno, bonito y barato'; si es bueno y bonito, jamás será barato. Punto. No se discute, así de simple. 

En lo personal, desde siempre he tenido que lidiar con el regateo: desde que lidiaba con las personas que iban en busca de los servicios que ofrece la academia de natación de mi padre, hasta mi labor, ahora, como fotógrafo. Con lo segundo, la fotografía, es un lujo, y entiendo que no todos puedan costear las cotizaciones que envío, pero con lo primero, con la seguridad de que un niño aprenda a nadar para salvar su vida, con eso no hay forma de que yo comprenda como un padre pueda prescindir de algo tan básico. 

Pero en ambos casos, siempre hay una alternativa más económica y, por ende, mala. Pero unas fotografías tienen arreglo, se las vuelve a hacer y se salva la imagen de una compañía/empresa. A un niño no se lo puede des-ahogar. 

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