Ha pasado mucho desde la última vez que aseguré ser comunista. Tenía 15, mi mamá pagaba por todo y era muy fácil decirse de una ideología tan imbécil como el comunismo cuando las comodidades no son arrebatadas. Yo quería que el mundo sea más justo, equitativo, carente de pobreza, todo sin que me quiten el acondicionador de aire y los M&M, los juego de Playstation o la plata que me daban para comprar McFlurry.
La primera vez que me vi en una posición de detener que dar de mi dinero, que me lo saquen del bolsillo para favorecer a los demás, me emputé. Tenía 19 años y recibía mi primer sueldo, recortado de una significativa tajada por los impuestos. Fue horrible, me rompí el culo haciendo mi trabajo para que alguien más, que quizás no le dio la gana de hacer el suyo, se beneficie. Para este momento ya había tenido mis dudas sobre el sistema equitativo que tanto había defendido, pero esto fue 'la gota que derramó el vaso'.
Y es que siempre las primera veces tienen un sabor agridulce: por una parte, cuando recibí mi primer sueldo sentía el orgullo de por primera vez tener dinero en mis bolsillos que no había sido suministrado por mis padres y, por otro lado, tenía esa desazón de descubrir que en realidad jamás me importó el prójimo y que el hecho de que me quitaran mi dinero para ayudarlo, me emputaba.
Todas las primeras veces son agridulces: cuando gastas tus primeros ahorros en una consola de video-juegos, la tienes pero quedaste en 'banca-rota' adolescente; la primera vez que conoces un país que no es el tuyo, te maravillas con los avances sociales y urbanísticos del lugar que visitas pero descubres que toda tu vida has vivido en una pocilga llamada Guayaquil; la primera vez que tienes sexo, finalmente sabes los que se siente tener a una mujer, pero, como primera vez, dudas de tu desempeño y te das cuenta que lo habrías podido hacer mejor, y eso te deprime.
Ayer tuve mi primer encuentro con el Stand-up Comedy, siempre quise hacerlo, pararme a criticar al mundo, con público, porque acá siempre lo hago. Desde que vi a Geroge Carlin criticar al mundo, supe que era algo genial. Luego descubrí a Chris Rock, a Dave Chapelle, la ilustración de Jerry Seinfeld el indiscutible genio de Ricky Gervais, la sagacidad de Bill Hicks y la amargura de Louis CK, y supe que quería hacerlo.
Pero com me pasaba con el comunismo, la idea siempre me pareció hermosa mientas no salga de mi círculo de comfort, que en mi caso es este puerco blog. Llevar la experiencia a una escenario, así sea pequeño, aterroriza, porque sé que las personas, al menos en esta ciudad, encuentran a 'La Mofle' como lo mejor de la comedia, y eso para mi es un insulto.
Ayer me paré frente unas 25 personas durante poco menos de 10 minutos a hablar/bromear sobre la sexualidad. En poco más de 560 segundo provoqué unas 5 risas sonoras y una que otra risa incómoda, que me encantan. Yo quería una carcajada, como las de Carlin, pero se pareció más al primer show que Seinfeld montó.
Como la primera vez que tuve sexo, hoy puedo decir que ya estuve en un escenario, ya hablé por el micrófono y medio satisfice al público, pero me doy cuenta que lo podía haber hecho mejor, y eso deprime.
Yo sigo siendo virgen y tengo 34 años. Cuenteme mas y no se coma ni un detalle
ResponderEliminarChamo el diablo no me da permiso para navegar en internet xq dice q le lleno la compu de virus x tanta porno pero lei comunismo y decidi felicitarlo por tan noble ideologia. espere... al diablo se le acabo el KY. ayudeme.
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