Hay que ser bien bobo para preguntarle a un actor angloparlante si es que él se va a actuar en español o inglés. La estupidez se redobla si es que 5 minutos antes le dieron un boletín en el que especificaban la pregunta que acababa de hacer uno de los tantos pseudo-periodistas que ayer acudieron a la rueda de prensa de la ópera "Variaciones de Giacomo", estelarizada nada más y nada menos que por John Makovich.
No soy fan de Malkovich, lo dejo claro, pero admito que es un señor actor. Tampoco es que tenga la oportunidad de fotografiarlo siempre así que, con fe, asistí al evento. Cómo me arrepiento.
Desde mi llegada supe que esto no iba a terminar bien. Habían seis periodistas de radio que no sabían dónde dejar las grabadoras, en que parlante posarlas, para ir a buscar los bocaditos. La distribución asimétrica de las cámaras de video, esas que no respetan a las de fotografía, daba una ilusión de desorganización que no podía ser más cierta. Las 'periodistas de farándula' se retocaban una y mil veces frente a los espejillos que cargan sus carteras, hacían eso en vez de repasar la trayectoria del actor al que le preguntarían esas insensateces que hasta este momento que escribo, me causan vergüenza.
17:13.- Malkovich aparece detrás un biombo. El actor escolta, con esa cara parca que ya vimos en Burn After Reading, a un Diego Spotorno, el popular conductor local de noticias, quien acababa de entrevistarlo. El presentador de variedades, que tuvo la exclusiva, sale con la misma mirada que Frazier después de haber peleado con Alí. La vergüenza la lleva en la nuca y le pesa.
Malkovich se sienta en medio de una mesa llena de actores, directores y escenógrafos pero, inevitablemente, es el centro de atracción. Lo es porque para los periodistas del medio no les cabe en la cabeza que montar una ópera se requiere más que un solo personaje principal. Y fue por eso es que las preguntas iban a ir dirigidas todas a él; y él, cual púgil de primera, las esquivaría.
No les miento, después de una pequeña introducción de Ramón Blanco,dirección del Teatro Sánchez Aguilar, donde se realizaría el espectáculo, la primera pregunta que le hicieron al actor nominado al Bafta, Oscar y Screen Actors Guild Awards fue: "¿La obra será en inglés o en español?". Él no respondió, lo hizo el director de la opera.
El rostro del Malkovich era el que usted y yo ponemos cuando vamos obligados a una matiné infantil de un sobrino que no nos agrada. Imagino que así se sentía cuando una periodista de televisión empezó a atacarlo con toda una serie de preguntas, en un inglés de oriental guaco, por un poco de datos que, como lo dije, estaban en el boletín de prensa. Malkovich no las respondió.
Pero después de estos rounds de calentamiento empezamos con lo bueno:
Yo sabía, desde que el 'periodista' cogió el micrófono para hacer la pregunta y dijo 'bienvenido al Ecuador señor Malchiovitch', que esto no iba a terminar bien. Lo que no imaginé es que el tipo le iba a preguntar "¿Qué opina usted acerca de la posición del Ecuador frente al asilo de Julian Assange?", en una rueda de prensa de un evento artístico. En ese instante yo no sabía si tirarme del balcón de la vergüenza o simplemente matar al sujeto. Malkovich se limitó a contestar: "No he seguido el caso (que no tenía más de una semana de ocurrido). No le puedo decir nada al respecto". En ese momento dejó de ser boxeador para convertirse en un torero que esquivó la pregunta con gracia. Maestro.
Como buen actor que es, Malkovich se apoyaba en una botella de agua para llenar esos espacios vagos que había entre pregunta y pregunta. También utilizaba al botellón como una excusa para decir que estaba ocupado y pasar la pregunta. Él es actor. Él sabe como hacer estas cosas.
Pero aunque el artista esquivó cada golpe verbal de la prensa, no pudo con el último zarpazo que lanzó una periodista de televisión, una chicha que, pese a que 'interrogaría' al actor al que Kaufman le dedicó un guión, no se le ocurrió mejor cosa que preguntarle '¿Cuál es su plato ecuatoriano favorito?'. Ella se lo preguntó sabiendo que apenas tenía un día en el país. El actor no pudo disimular su incomodidad cuando la misma periodista le reiteró en la pregunta haciendo un 'filosófico' énfasis en cuestionarle:
Periodista: ¿Puede decir 'guatita'?
Malkovich: uhm?
Periodista: ¿Gua-ti-ta? Comida, 'eat', comida. ¿Ha comido ceviche? ¿Puede decir ce-vi-che?
Malkovich: (akward silence)
Sobre la lona mediática quedaba el actor, impávido, atónito, incapaz de responder.
17:43.- El director del Teatro Sanchez Aguilar ya no pudo más. Poco le faltó para mandar a callar a los demás periodistas. De hecho los mandó a callar de la forma más cortés que he visto: invitándolos a degustar bocaditos.
Poco menos de 30 minutos bastaron para que Malkovich entendiera que había llegado a esa jungla de la que los folletos turísticos hablan.
Y aunque en los encuentros de box no se permite rematar a los contendientes una vez que están en el piso, a Malkovich lo molieron incluso después de acabada la rueda de prensa. La encargada de esto fue una chica de un programa de televisión de variedades que le pidió que enviase a un saludo a su público:
Entrevistadora: ¿Puede enviar un saludo a -nombre del programa-?
Malkovich: Sorry?
Entrevistadora: Diga: 'un saludo para -nombre del prograna-. ¡Es un show de TV!
Malkovich: (con una sonrisa tan deliciosa y cínica en el rostro) "I get paid a lot for commercials"
Y con eso se marchó. La dejó a la chica con el micrófono alzado, recobrando algo de su pisoteada dignidad. Un ídolo.
-fin-