viernes, 11 de mayo de 2012

Todo es cuestión de dinero

El otro día veía un filme para la televisión en el que una joven, impulsada por su infelizmente casada y abnegada madre, dejaba a su aburrido y futuro esposo sentado en la cocina, esperando a que le hagan el desayuno mientras se fugaba con un rebelde en motocicleta, un artista apasionado que, aunque no tenía dos reales de dinero, prometía un apasionado  romance de amplio vigor sexual. La joven se montó en el regazo del caballo metálico del pintor y partió sin mirar atrás. Aquí terminó la película. No había de otra.

¿De qué iban a vivir ese par de adolescente enamorados? ¿Dónde dormirían esa noche? ¿Qué ropa vestirían dos días después cuando, tras sudar sus interiores durante largas horas de viaje, estos apesten a pescado podrido? y por último ¿con qué puto dinero pagarían la gasolina para seguir viajando en motocicleta? Incoherencias que dejan de ser contestadas cuando hábilmente el autor del mediocre guión pone punto final a la historia.

Por algo esto es una película. Los largometrajes terminan con los créditos bajando a toda velocidad, evitando que veamos cuantas personas trabajaron en ella para hacernos creer el cuento. Una película que resalta esos sueños de juventud, las aspiraciones por las que todos pasamos, esa época en la que uno cree con la convicción de un romántico que podremos vivir la vida que deseamos, y en la que el dinero no es más que "la razón de todos los males".

A mi me encanta reírme de esos que van por la vida intentando cumplir un sueño, porque, aterricemos, los sueños no se cumplen. La gente que realiza las aspiraciones de la prole son una sarta de personas que se topan con oportunidades que no quieren y terminan convirtiéndose en ídolos. Para quien no sabía, Wayne Rooney deseaba ser boxeador, ese era su sueño, pero no, terminó jugando para el Machester United, ganado en un mes más de lo que toda la planta de periodistas de mi diario ganamos en un año. Lo mismo con Steve Jobs, que pasó de hippie a tirano de la informática, cuando se sueño original era hacer gratis las telecomunicaciones; pero los millones pudieron más.

Todo es cuestión de dinero; yo tengo un par de amigos que están en Europa, luchando contra las peripecias de los latinos en el primer mundo, soñando con alcanzar cierto estatus en el mundo intelectual. Ya tenemos 22-23 años y debemos empezar a darnos cuenta que las cosas no sucedieron como queríamos. A esta edad el aún depender al 100% del dinero que tus padres estén dispuestos a enviarte me parece no solo denigrante, sino penoso.

Esa idea de libertad a la que todos aspiramos, esa que los hijos de puta de los publicistas nos han metido en la cabeza, solo se cumple con billetes. Viajar, conocer, comer, degustar, sentir, adquirir, todo eso solo los tendrás y podrás disfrutar si tiene el vil metal. La puerca vida no se trata de ser libre, eso no existe, se trata de tener papel moneda. ¿Alguna vez has tratado ir a comer sin puto dinero? No, porque no se puede.

Me da pena decirle a la gente que madure, pero es eso o morirse de hambre. Esta, nuestra generación, la tiene bien jodida, y si seguimos participando en reality shows, pensando en convertirnos en la próxima Selena, Kesha o Justin Bieber en vez de dedicarnos a producir, la cantidad de gente infeliz se multiplicará más rápido que un asiático en un concurso de matemáticas. .

La falta de dinero conlleva a la amargura, o ¿no han visto a un padre frustrado por no tener para comprarle el juguete que su hijo quiere? Y esto es el peor de los casos, cuando nuestra irresponsabilidad se transfiere a esas personitas.

Sí, así es el mundo. El mundo es lo que sucede después de los créditos de la película de la joven y su rebelde en motocicleta. Ella, 20 años después, reniega del día en que dejó a ese hombre sentado en la cocina. Él. despechado, consiguió una mujer que lo quería en su aburrimiento y hoy vive una vida acomodada en una casa y con un refrigerador lleno de comida. Ella, la ex joven, no encuentra la forma de decirle al ahora calvo y panzón de su esposo que deje de tratar de convertirse en pintor y que se ponga a trabajar, lo hace mientras busca como reunir dinero suficiente para comprar algo de alimentos y reparar la misma moto en la que hace 20 año atrás se montó, tomando la peor decisión de su vida.

Porque como lo dijo Andrés Calamaro: "no se puede vivir del amor":

No hay comentarios:

Publicar un comentario