miércoles, 23 de mayo de 2012

Los planes

Mark Zuckerberg, imagino que en un impulso de euforia por el prominente futuro que se le avecinaba, se casó. Él contrajo nupcias con su enamorada de toda la vida, una gringa de ascendencia oriental que no tienen mucha gracia que digamos. Se casó solo un par de día después de que su compañía salió a la bolsa (y no me pregunten cómo carajo es que funcionan esas cosas de las acciones porque no lo sé), y el futuro de la red social, ese negocio que tanto ha dado de que hablar, que tantos millones ha generado, se veía prometedor. Pero no fue así.

Las acciones de Facebook se unden más rápido que el Titanic. Los eruditos de la materia no entienden porque, yo menos. Imagino que Zuckerberg hizo planes a futuro sobre ese negocio de 1,500 millones de dólares que tiene. No fue así como lo creó. Al menos no según lo que vimos en la película 'The Social Network' (TSN).

En un arranque de despecho patrocinado por nuestro amigo de las malas decisiones, el alcohol, Zuckerberg realizó un primer borrador del que hoy es el motor de rupturas amorosas, precursor de problemas laborales y tergiversador número uno de los hechos: Facebook. El no lo planeó, no lo buscó, si lo hubiese hecho, estoy seguro que no lo hubiese programado.

Buscar que las cosas sucedan es una pérdida de tiempo. No pasan. Los negocios e invenciones más grandes de la humanidad se han de dado de la forma más absurda y accidental posible. Ya lo vimos con la Coca Cola y la penicilina, el negrito (brownie para los hijos de puta que se olvidaron que hablan español) y el teléfono, que en realidad fue un aparato creado para contactarse con lo muertos. Hasta esta niña Justin Bieber se encontró la fama accidentalmente (y nadie con dos dedos de frente lo agradece).

Incluso cuando buscas a una mujer ella no te corresponderá. De alguna enfermiza forma a ellas les gusta ser ignoradas. Si tu las atiendes terminarás solito en el baño, con música de fondo, velas y callos en la palma de la mano que utilices. Uno no planea estar con ellas, eso solo sucede.

Pero a pesar de esto, hay algo de exquisito en las cosas que suceden fuera de los planes: el elemento sorpresa. Es como la primera vez que tienes sexo, tu no lo esperas, es algo que buscaste toda tu vida pero no llega. Has gastado en idas al cine, en helados (porque en ese entonces estabas en el colegio), en dulces y demás mimos por cortejar a la más linda de estas cabronas que no te prestaba atención. No es sino hasta una fiesta en la que un beso imbécil con esa chica que estuvo ahí, al lado tuvo toda la vida, termina convirtiéndose sin esperarlo, en ese momento que tanto había buscado. Claro que eres un fiasco. Nadie hace las cosas bien la primera vez.

La misma sorpresa tiene que haber invadido Eduardo Saverín, quien según TSN era el hombre detrás del capital que dio inicio a Fesibus. Practicamente dio dinero de caridad a un loco antisocial, un resentido que años después lo deslindaría de todo rédito por edificación de la adictiva y nociva red social. Hoy se ha de estar cagando de la risa al ver como el esquema de enriquecimiento planeado por Zukerberg se viene cuesta a bajo. Yo también me río, por envidia más que nada.   

Por eso no es bueno hacer planes, porque los planes lo arruinan todo. La expectativa crea una imagen, un idilio de una situación que de ocurrir (que no pasa), jamás es como lo esperabas. Los planes llevan siempre a la decepción.

La suerte es que para nosotros, la prole que no progresa, los planes que se arruinan son cosas como "carajo, yo le puse los tragos y terminó vacilando con otro"o "mierda, ya no tengo como pagar el carro"; no como los de Zuckerberg, que ahora tiene que lidiar con el hecho de que esa compañía que no buscó tener, pero que lo ha llevado hasta donde está, se viene a pique. Eso y el mal genio de una oriental que, por experiencia de miembros de familia, sé que son jodidas. Lo primero terminará mal, porque lo planeó; pero quizás en lo segundo le vaya mejor, porque fue un impulso, aunque no veo como un matrimonio pueda ser algo positivo.

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