En Nigeria, Senegal, Sudán, Egipto, Etiopía, Pakistán, Indonesia y Malasia, en pleno siglo XXI, a las mujeres se aún se les arranca el clítoris. No es una práctica religiosa, es una tradición. En sudamérica aún una trabajadora gana 70% menos que un hombre en su mismo cargo, y eso es el pequeño porcentaje de féminas en cargos de mando.
Hay quienes se alegran porque cada vez se logra equiparar a los dos sexo en igual condiciones y oportunidades, pero lo cierto es que no estamos ni cerca de conseguir ese objetivo. Hay que también considerar que no somos iguales biologicamente, ustedes son superiores.
En pleno siglo XXI aún celebramos el Miss Universo, aún nos emborrachamos viendo el Miss Reef y tachamos de machonas a cualquier mujer que practique un deporte "tradicionalmente masculino".
Aún los hombres se levantan de la mesa sin ayudar a recoger los platos y jamás aparecemos como protagonistas de un comercial de productos de limpieza. Los científicos encontraron una cura para la disfunción eréctil pero no tiene ni puta idea de como suprimir los dolores del síndrome pre-mestrual.
A todo esto le sumamos el maltrato del que la figura femenina a sido víctima desde Constantinopla, la persecución de la que tuvieron que huir durante la inquisición; fueron un mero objeto de reproducción durante la segunda guerra mundial y en sudamérica aún no pueden exorcizarse de este estigma que cargan como ama de casa y ser inferior.
La publicidad les atosiga con esa imagen de seres frágiles, de delicados y de finos cuerpos de modelo de Victoria Secret; les dicen que esa es la figura que deben tener, lo hacen porque en su fragilidad jamás podrán hacerle frente al golpe de un fornido e imbécil hombre. Ya quisiera ver yo que alguien intente pegarle a Seledina Nieves. Ella logró abandonar los cánones del mundo para levantar sobre sus hombros 275 libras, tener una familia y a la vez darse el tiempo de ser una linda mujer.
Por todo este abuso, acá los maricas de los hombres les pedimos perdón (tácitamente) por una historia de maltratos contra su figura. Lo hacemos dándoles un día al año, 24 horas en donde las atiborramos de gestos machistas.
No señorita, no acepte este día, sino usted está diciendo que nos perdona por todo lo que les hemos hecho en más de 2000 años de historia. No acepte que le regalen una rosa, no piense que este día es especial, porque el mero hecho que tengan que dar un día para recordarle al mundo que "deben tratarlas bien" significa que no lo hacemos.
No voy a pasarme de hipócrita diciendo que estoy exorcizado de todo gesto machista porque me criaron en una sociedad patriarcal y arrastro gestos que espero desparezcan con mi generación. Pero yo no celebro el día de la mujer porque a mi nadie tiene que recordarme que hay que respetarla y tampoco comparto el desprestigio que la publicidad y la industria le hacen a su figura. No celebro este día ni felicito a nadie por su género porque hacerlo significa que estoy aceptando la inferioridad de alguien que es madre, hija, hermana, amiga, pero por sobre todo, un ser humano al que le debemos más que un puto día.
Y jamás nos ganaremos su perdón.
Hay quienes se alegran porque cada vez se logra equiparar a los dos sexo en igual condiciones y oportunidades, pero lo cierto es que no estamos ni cerca de conseguir ese objetivo. Hay que también considerar que no somos iguales biologicamente, ustedes son superiores.
En pleno siglo XXI aún celebramos el Miss Universo, aún nos emborrachamos viendo el Miss Reef y tachamos de machonas a cualquier mujer que practique un deporte "tradicionalmente masculino".
Aún los hombres se levantan de la mesa sin ayudar a recoger los platos y jamás aparecemos como protagonistas de un comercial de productos de limpieza. Los científicos encontraron una cura para la disfunción eréctil pero no tiene ni puta idea de como suprimir los dolores del síndrome pre-mestrual.
A todo esto le sumamos el maltrato del que la figura femenina a sido víctima desde Constantinopla, la persecución de la que tuvieron que huir durante la inquisición; fueron un mero objeto de reproducción durante la segunda guerra mundial y en sudamérica aún no pueden exorcizarse de este estigma que cargan como ama de casa y ser inferior.
La publicidad les atosiga con esa imagen de seres frágiles, de delicados y de finos cuerpos de modelo de Victoria Secret; les dicen que esa es la figura que deben tener, lo hacen porque en su fragilidad jamás podrán hacerle frente al golpe de un fornido e imbécil hombre. Ya quisiera ver yo que alguien intente pegarle a Seledina Nieves. Ella logró abandonar los cánones del mundo para levantar sobre sus hombros 275 libras, tener una familia y a la vez darse el tiempo de ser una linda mujer.
Por todo este abuso, acá los maricas de los hombres les pedimos perdón (tácitamente) por una historia de maltratos contra su figura. Lo hacemos dándoles un día al año, 24 horas en donde las atiborramos de gestos machistas.
No señorita, no acepte este día, sino usted está diciendo que nos perdona por todo lo que les hemos hecho en más de 2000 años de historia. No acepte que le regalen una rosa, no piense que este día es especial, porque el mero hecho que tengan que dar un día para recordarle al mundo que "deben tratarlas bien" significa que no lo hacemos.
No voy a pasarme de hipócrita diciendo que estoy exorcizado de todo gesto machista porque me criaron en una sociedad patriarcal y arrastro gestos que espero desparezcan con mi generación. Pero yo no celebro el día de la mujer porque a mi nadie tiene que recordarme que hay que respetarla y tampoco comparto el desprestigio que la publicidad y la industria le hacen a su figura. No celebro este día ni felicito a nadie por su género porque hacerlo significa que estoy aceptando la inferioridad de alguien que es madre, hija, hermana, amiga, pero por sobre todo, un ser humano al que le debemos más que un puto día.
Y jamás nos ganaremos su perdón.
me encanta este post, mientras más celebremos el día de la mujer, más se hablará de discriminación y desigualdad y nunca dejaremos de "hablar".
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