Uno hace fila en el banco para que lo atiendan y se para durante horas en una columna en el consulado gringo a ver si les da la gana de darte Visa. Uno aguanta meses para irse de viaje, hace planes y demás, pero lo que a uno lo angustia es la espera. Al menos cuando viajas tienes una fecha y sabes que tal día y a tal hora tomas un avión con rumbo fijo.
Esperas: aguantas bajo sombra a que pase la lluvia, miras al techo mientras pasan los minutos y se baja el último CD de Red Hot Chilli Peppers. Uno espera mientras la cafetera se da su tiempo para filtrar el café, y se desespera mientras se tarda en llegar el taxi.
Haces fila para entrar al cine, esperas en la cola de la matriculación del carro y te quieres suicidar mientras al "servidor público" le da la gana de atenderte. Uno se sienta frente al computador rogando que le llegue una idea para plasmar en la hoja en blanco; uno espera años hasta que le suban el sueldo.
Uno cuenta el centavo y hace matemáticas mientras dilata el tiempo hasta que resuelve el acertijo de lo mucho que le tocará ahorrar para poder comprar un carro. Esperas meses para dar la cuota inicial y de repente el valor sube.
Esperas tácitamente a que te llegue el día, el de tu suerte, el final, pero tu día; aguardas los aplausos después de cada proeza individual, esperas a que la gente descubra algo que admirar en ti.
Uno espera que te dejes convencer con las palabras, esperas a que tus acciones hagan sentido, esperas justo hoy haberte puesto el atuendo indicado para que te encuentren atractivo, ruegas por ser el próximo de la fila y así, de una vez por todas, dejar de esperar a que te de la puta gana de quererme.
Esperas: aguantas bajo sombra a que pase la lluvia, miras al techo mientras pasan los minutos y se baja el último CD de Red Hot Chilli Peppers. Uno espera mientras la cafetera se da su tiempo para filtrar el café, y se desespera mientras se tarda en llegar el taxi.
Haces fila para entrar al cine, esperas en la cola de la matriculación del carro y te quieres suicidar mientras al "servidor público" le da la gana de atenderte. Uno se sienta frente al computador rogando que le llegue una idea para plasmar en la hoja en blanco; uno espera años hasta que le suban el sueldo.
Uno cuenta el centavo y hace matemáticas mientras dilata el tiempo hasta que resuelve el acertijo de lo mucho que le tocará ahorrar para poder comprar un carro. Esperas meses para dar la cuota inicial y de repente el valor sube.
Esperas tácitamente a que te llegue el día, el de tu suerte, el final, pero tu día; aguardas los aplausos después de cada proeza individual, esperas a que la gente descubra algo que admirar en ti.
Uno espera que te dejes convencer con las palabras, esperas a que tus acciones hagan sentido, esperas justo hoy haberte puesto el atuendo indicado para que te encuentren atractivo, ruegas por ser el próximo de la fila y así, de una vez por todas, dejar de esperar a que te de la puta gana de quererme.
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