Cuando la ley SOPA llegó, venía a destruir el mundo tal como lo conocíamos. La enorme comunidad de las redes sociales se volcó al internet, su campo de batalla, para reclamar su derecho a bajarse cosas gratis. La indignación llevó a crear un hashtag (#stopSOPA) que saturó la paciencia de todos. Su compromiso parecía indoblegable, incansable, destinado a frenar la infamia de la SOPA. Pero ya pasó más de un mes y listo, el fervor SOPA terminó; ahora un nuevo supervillano se perfila en el horizonte del desktop del monitor: ¡Joseph Kony is in da´house bro! (y ahora los pajeros digitales siguen bajándose gratis el porno)
Nuevamente creamos un HT (#Kony2012) con el que volvimos a comprometernos con la causa justa: capturar al genocida de Uganda, el torturador de niños, el lider de un ejército infame del que ni siquiera sabíamos que existía antes de un video de 29 minutos. Pero nuestra indignación nos llevó a hacer algo para detener esto: hacer un copy-paste del link del video y ponerlo en nuestros perfiles, TL junto con el HT #Kony2012 (tal y como el video nos ordena). Con esta acción, el copy-paste, hicimos nuestra parte; no cogimos un avión a Uganda, menos un rifle y no nos metimos a buscar a Josehp Kony en África, hicimos algo mejor: un hashtag. Eso si hace la diferencia.
A mi en realidad me encanta ese fervor fugaz que las personas le meten a esas causas perdidas. Hay que ser sinceros, lo de Kony es una causa perdida. Nos encanta pensar que comprando banditas amarillas Livestrong curamos el cancer. Así mismo nos imaginamos que los hashtag cambian al mundo y que estamos siendo parte de una transgresión que no sucederá. Si las marchas y cadenas de oraciones cambiasen al mundo, hace rato tendríamos un planeta mejor, pero no, hasta hoy el AK47 sigue siendo mejor herramienta de cambio, cambio negativo pero cambio al fin.
Pero ese no es el punto. A mi lo que me emputa es el esnobismo pasajero. Todos esos acongojado por los niños de África, son los mismos a los que usted le pregunta: "¿dónde queda Uganda?", y no tienen la más puta idea. Esta gente es la misma que pone cara de asco a los negritos que hacen acrobacias en los semáforos. Claro, también son los mismos que lloraron de la emoción al ver Slumdog Millionaire.
Nosotros jamás lucharemos por niguna causa, al menos que esta sea perdida. En los colegios, en mi colegio, debatimos con pasión juvenil sobre los dramas de los niños mineros en África, sobre los infantes trabajadores de China; nos peleamos a muerte por nuestra posición sobre los casos de eutanasia en EE.UU., pero jamás nos detuvimos a ver que este pedacito de tierra al que llamamos país, también tiene su problemas y estamos igual o más jodidos que los anteriomente mencionados.
A veces el quedarse quieto es más sensato que el reclamar en las calles. El activismo siempre ha sido una mierda. Desde la época de los hippies las marchas han demostrado una sola cosa: hay millones de personas que estan dispuestas a caminar en la calle a favor de que ALGUIEN haga algo para mejorar las cosas, pero que ninguno de los zombies protestantes hará algo para cambiar eso que tanto le molesta.
Lo enfermizo llega hoy en la era de las comunicaciones digitales en donde el ciberactivismo se convierte en una moda, una obligación pasajera en la que todos deben participar porque creemos que somos una comunidad global que debe acongojarse por cada mal que afecta en un ricón del mundo que no sabemos ni pronunciar. Pero no, no somos una comunidad global, porque al menos a mi aún me piden visa para visitar esos paises civilizados que me piden que me conmueva con sus dramas.
Lo más trsite de todo es que los ciberactivistas pasan tanto tiempo mirando a sus pantallas, a sus teléfonos y tablets que se olvidan que ellos viven en paises igual de jodidos que Uganda. Acá los niños también son víctimas de la desnutrición, la falta de educación, el maltrato y del incierto futuro que les espera. Pero eso en verdad no les importa, al menos no hasta que alguien haga un hastag al respecto. Ahí sí todos los problemas termianrán.
Nuevamente creamos un HT (#Kony2012) con el que volvimos a comprometernos con la causa justa: capturar al genocida de Uganda, el torturador de niños, el lider de un ejército infame del que ni siquiera sabíamos que existía antes de un video de 29 minutos. Pero nuestra indignación nos llevó a hacer algo para detener esto: hacer un copy-paste del link del video y ponerlo en nuestros perfiles, TL junto con el HT #Kony2012 (tal y como el video nos ordena). Con esta acción, el copy-paste, hicimos nuestra parte; no cogimos un avión a Uganda, menos un rifle y no nos metimos a buscar a Josehp Kony en África, hicimos algo mejor: un hashtag. Eso si hace la diferencia.
A mi en realidad me encanta ese fervor fugaz que las personas le meten a esas causas perdidas. Hay que ser sinceros, lo de Kony es una causa perdida. Nos encanta pensar que comprando banditas amarillas Livestrong curamos el cancer. Así mismo nos imaginamos que los hashtag cambian al mundo y que estamos siendo parte de una transgresión que no sucederá. Si las marchas y cadenas de oraciones cambiasen al mundo, hace rato tendríamos un planeta mejor, pero no, hasta hoy el AK47 sigue siendo mejor herramienta de cambio, cambio negativo pero cambio al fin.
Pero ese no es el punto. A mi lo que me emputa es el esnobismo pasajero. Todos esos acongojado por los niños de África, son los mismos a los que usted le pregunta: "¿dónde queda Uganda?", y no tienen la más puta idea. Esta gente es la misma que pone cara de asco a los negritos que hacen acrobacias en los semáforos. Claro, también son los mismos que lloraron de la emoción al ver Slumdog Millionaire.
Nosotros jamás lucharemos por niguna causa, al menos que esta sea perdida. En los colegios, en mi colegio, debatimos con pasión juvenil sobre los dramas de los niños mineros en África, sobre los infantes trabajadores de China; nos peleamos a muerte por nuestra posición sobre los casos de eutanasia en EE.UU., pero jamás nos detuvimos a ver que este pedacito de tierra al que llamamos país, también tiene su problemas y estamos igual o más jodidos que los anteriomente mencionados.
A veces el quedarse quieto es más sensato que el reclamar en las calles. El activismo siempre ha sido una mierda. Desde la época de los hippies las marchas han demostrado una sola cosa: hay millones de personas que estan dispuestas a caminar en la calle a favor de que ALGUIEN haga algo para mejorar las cosas, pero que ninguno de los zombies protestantes hará algo para cambiar eso que tanto le molesta.
Lo enfermizo llega hoy en la era de las comunicaciones digitales en donde el ciberactivismo se convierte en una moda, una obligación pasajera en la que todos deben participar porque creemos que somos una comunidad global que debe acongojarse por cada mal que afecta en un ricón del mundo que no sabemos ni pronunciar. Pero no, no somos una comunidad global, porque al menos a mi aún me piden visa para visitar esos paises civilizados que me piden que me conmueva con sus dramas.
Lo más trsite de todo es que los ciberactivistas pasan tanto tiempo mirando a sus pantallas, a sus teléfonos y tablets que se olvidan que ellos viven en paises igual de jodidos que Uganda. Acá los niños también son víctimas de la desnutrición, la falta de educación, el maltrato y del incierto futuro que les espera. Pero eso en verdad no les importa, al menos no hasta que alguien haga un hastag al respecto. Ahí sí todos los problemas termianrán.
Muy cierto, la gente piensa que están a salvo en sus países, pero no! están a salvo en sus pantallas, si salen y miran a su alrededor notarán la realidad, el problema no es con Internet, es con las personas, que lo usan o para fines ilícitos o para fines de ocio, cuando se puede hacer gran cantidad de cosas.
ResponderEliminar