No creo que sea coincidencia que Superman (A.K.A. Clark Kent) sea un periodista. Hay algo realmente noble en esta profesión, o había algo noble, en comunicar a la comunidad los hechos más trascendentales. Había que ser un súper humano, una persona íntegra de cabo a rabo para no solo reproducir los hechos sino también participar de los mismos (como Superman), quizás no con la mirada calórica ni levantando los trailers chocados, pero si involucrándose en la noticia, comprometiéndose para que esa denuncia que uno realizaba, cambie.
Pero ahora en estos tiempos uno denuncia y no pasa nada. Los diarios se llenan de noticas (hay publicaciones de hasta 32 páginas diarias) con temas, llamados de atención y vicisitudes diarias, pero todo sigue igual. ¿Por qué? Porque nadie nos lee.
A la larga ser periodista de prensa escrita es lo más cercano a ser un esquizofrénico que habla con un personaje imaginario, un John Nash de la información que escribe con la intención de ser leído pero que a la larga, el papel sobre el que va su noticia servirá para madurar aguacates o como material para fabricar monigotes de fin de año. Sí, así es, es mejor no engañarse.
A veces uno va a una cobertura, a una entrevista mejor dicho, y cuando el intercambio de pregunta-respuesta termina, viene esa interrogante que es una patada en las gónadas: "¿Cuándo sale publicado?" La pregunta es una tácita afirmación que el entrevistado no tiene la más mínima intención de sentarse a leer todos los días el diario, no, el solo comprará el pasquín de noticias el día que salga publicado, el día que a él le interesa; los demás diarios son para secar el meado del perro que interrumpió con sus ladridos durante 30 minutos, la entrevista.
En realidad nadie nos lee, la gente no quiere leernos, no desea informarse a menos que verse en las secciones de farándula, sonriendo para la cámara con un vaso de whisky en la mano, sea informarse.
No le hecho la culpa a la televisión, no; yo se que los medios televisivos tienen las primicias y que la prensa escrita tiene que romperse la cabeza viendo como le da la vuelta a los hechos (o encuentra un dato que no reprodujeron en pantalla), para hacer la noticia legible. Pero ahora las redes sociales opacan las exclusividad de la que antes gozaba la televisión y aun así, igual que con los noticieros, en las redes sociales a la gente tampoco le interesa informarse, no les interesa a menos que la información sea un escándalo tipo “el último video porno de X persona”.
El último trabajo que yo escribí fue un análisis sobre la evolución de las temáticas cinematográficas del celuloide nacional en la última década. Si 20 personas lo han leído es mucho. No es que no me enorgullezca de mi texto, estoy más que orgulloso de haber formado parte del proyecto pero si me gustaría saber que más gente estuvo pendiente de lo que yo escribí. Ni una crítica del mismo artículo, ni un comentario.
Por eso es que hay veces que me gustaría pedir una licencia, un permiso para hacer un experimento: me encantaría publicar una “noticia” en los diarios, una diatriba peyorativa a los lectores, una nota corta llena de insultos, reventada de adjetivos hirientes hacia los lectores. Algo me dice que la leería, nadie, y entonces comprobaría lo que para mí es un hecho: no hay profesión más esquizofrénica que ser periodistas (de prensa escrita). ¡Salud!
Pero ahora en estos tiempos uno denuncia y no pasa nada. Los diarios se llenan de noticas (hay publicaciones de hasta 32 páginas diarias) con temas, llamados de atención y vicisitudes diarias, pero todo sigue igual. ¿Por qué? Porque nadie nos lee.
A la larga ser periodista de prensa escrita es lo más cercano a ser un esquizofrénico que habla con un personaje imaginario, un John Nash de la información que escribe con la intención de ser leído pero que a la larga, el papel sobre el que va su noticia servirá para madurar aguacates o como material para fabricar monigotes de fin de año. Sí, así es, es mejor no engañarse.
A veces uno va a una cobertura, a una entrevista mejor dicho, y cuando el intercambio de pregunta-respuesta termina, viene esa interrogante que es una patada en las gónadas: "¿Cuándo sale publicado?" La pregunta es una tácita afirmación que el entrevistado no tiene la más mínima intención de sentarse a leer todos los días el diario, no, el solo comprará el pasquín de noticias el día que salga publicado, el día que a él le interesa; los demás diarios son para secar el meado del perro que interrumpió con sus ladridos durante 30 minutos, la entrevista.
En realidad nadie nos lee, la gente no quiere leernos, no desea informarse a menos que verse en las secciones de farándula, sonriendo para la cámara con un vaso de whisky en la mano, sea informarse.
No le hecho la culpa a la televisión, no; yo se que los medios televisivos tienen las primicias y que la prensa escrita tiene que romperse la cabeza viendo como le da la vuelta a los hechos (o encuentra un dato que no reprodujeron en pantalla), para hacer la noticia legible. Pero ahora las redes sociales opacan las exclusividad de la que antes gozaba la televisión y aun así, igual que con los noticieros, en las redes sociales a la gente tampoco le interesa informarse, no les interesa a menos que la información sea un escándalo tipo “el último video porno de X persona”.
El último trabajo que yo escribí fue un análisis sobre la evolución de las temáticas cinematográficas del celuloide nacional en la última década. Si 20 personas lo han leído es mucho. No es que no me enorgullezca de mi texto, estoy más que orgulloso de haber formado parte del proyecto pero si me gustaría saber que más gente estuvo pendiente de lo que yo escribí. Ni una crítica del mismo artículo, ni un comentario.
Por eso es que hay veces que me gustaría pedir una licencia, un permiso para hacer un experimento: me encantaría publicar una “noticia” en los diarios, una diatriba peyorativa a los lectores, una nota corta llena de insultos, reventada de adjetivos hirientes hacia los lectores. Algo me dice que la leería, nadie, y entonces comprobaría lo que para mí es un hecho: no hay profesión más esquizofrénica que ser periodistas (de prensa escrita). ¡Salud!
No hay comentarios:
Publicar un comentario