miércoles, 23 de diciembre de 2015

Pausa

Tengo mil borradores en la bandeja de este blog. Tengo mil textos que he dejado a medias, en un solo principio pero sin fin, porque a medio tajo me doy cuenta que ya no sé de que escribir.

Solía pasarme, pero no tan seguido, no durante tanto tiempo.

Ya no tengo la capacidad de aburrimiento de antes y por ende no tengo tiempo de sentarme a odiar las cosas, por lo que me he dado una pausa.

Antes mi profesión me obligaba a ver el mundo desde una posición de fisgón, un observador que pasaba al margen de la acción, tan sólo en un lugar para reportar lo que sucede. Y ya no es así, Ya desde hace un par de años que no soy periodista y me toca ser actor, mas no espectador, entonces las palabras cesan.

Escribir es jodido, muy jodido, y hacerlo a diario es más que complicado. El don de la palabra se pierde, se diluye en la comodidad de un sueldo, o se destruye en la agonía de la falta de dinero. Yo he estado en ambos lados.

No me queda sino alejarme un par de meses, quizás semanas, de mi blog, de lo que me consumía el tiempo de forma placentera, y eso porque ya no tengo tiempo para darme pequeños placeres.

Terminaré los textos que tengo en vela, y quizás, después de eso, me vaya.

Por un tiempo. 

miércoles, 28 de octubre de 2015

Lo natural

Ya las palomas no le tiene miedo a los autos. Ya no se alzan en vuelo a su paso. Caminan con prosa fuera de su camino, como peatones alados que van en búsqueda de una vereda.

Ahora los gatos de calle ya no cazan palomas, porque saben que las fundas de basura están llenas pedazos de pollo a medio comer, y dejaron hace mucho de pelearse con los perros, que ya no son guardianes del hogar, si no una especie de timbre que anuncia la llegada de los vecinos, o del chulquero.

Y yo me pregunto, ¿qué es natural? Ya no nos queda mucho de eso. Desde hace mucho que dejó de importarnos.

Vivimos obsesionados con el término: 'natural'. Es, esa palabra, hoy, una estrategia de marketing para vender más jugo procesado, más pastillas para bajar de peso, e incluso agua embotellada. Todo se autoproclama natural. Como si eso fuese bueno para nosotros.

No hay nada más antinatural que nuestra raza, que debe usar zapatos para caminar sobre superficies pavimentadas, y usar ropa para mitigar el impacto del clima, ya sea el frío o el calor, desde hace mucho renunciamos a los cueros al sol y el cesped. Ahora esto nos hace daño.

Ya no tenemos sexo porque hay que preservar la especia, lo hacemos porque se siente bien. Yo no copulamos por causas naturales, y por ende toda cría que se engendre de este acto tampoco es algo natural; por eso 'defenderla' con esos argumentos de 'sí a la vida' es imbécil. Hay que dejar de traer niños al mundo, ese proceso natural que era la vida lo interrumpimos hace mucho.

¿Qué es natural? Hoy vemos con pasividad, y nos es lógico, tener que ponerle un enrejado a tu hogar, porque sabes que afuera hay gente que te quiere arrebatar las cosas. Es tan natural pensar que alguien dispuesto a puñalarte por tu celular que caminas alerta por la cera, sobreviviendo con miedo de lo que te vaya a pasar.

Nos es tan natural que las niñas se declaren 'locas', porque Kotex les dice que es 'bonito' que vayan por la vida cambiando de ánimo y opinión cada dos minutos.

Pensamos que es lo más natural vivir otorgándole funciones a una persona, viviendo bajo las reglas de un mandato, que nos diga como hacer las cosas para poder culparlo cuando todo salga mal. Porque es natural que uno ya no quiera hacerse cargo de su vida.

Hemos distorsionado todo eso que decimos natural y, sin ánimos de hippie naturalista, digo que el mundo se está desquitando con nosotros. Que lo haga pronto. Que nos borre de la faz de la tierra para que los gatos y perros se vuelvan a pelar, y para que las palomas se acuerden que hay que volar. 

viernes, 18 de septiembre de 2015

5 kilómetros

Me joden muchas cosas en la vida: que solo haya 2 cajas abiertas en una agencia bancaria con 6 puestos para atender clientes; que un tipo de una tienda prefiera no vender un producto a ir a buscar suelto para dar el vuelto; incluso me jode el hecho de que haya hijos de puta que hagan doble columna para girar, con sus vehículos, en calles de doble sentido. Pero estas son cosas que me joden a mi y a todo el mundo, lo que personalmente me emputa de sobremanera, es ese aire de deportista que ahora le ha nacido a Raimundo y todo el mundo en esta ciudad de mierda.

Todos los fines de semana hay un campeonato de alguna disciplina que no es regulada por ninguna entidad seria y en la que participan un poco de seres llenos de esteriodes, reventados de músculos, y que juran que lo único que hacen es comer sano para tener los cuerpos que tienen: campeonatos de crossfit, 'batallas en las barras' y carreras de obstáculos tan malditos que incluso hace un par de años le costaron la vida a una niña que 'no sabía que hacer ejercicio después de haber salido de la hepatitis' era mala idea.

Pero lo que hace rato ya perdió la gracia son los puercos '5K'. Una carrera que cualquier idiota que pese menos de 200 libras y camine, puede terminar.

'Legiones' de personas se aglutinan, diciendo que a diario entrenan para terminar estas carreras, y lo hacen para complacerse su maldito ego, pero escogen siempre participar 'por una buena causa': los 5K por los niños enfermos, los 5K a favor del feminismo; no falta que llegue un imbécil a proponer 'Los 5K para encontrar a Mayumi', y habrá centenas de imbéciles participando.

Los 5K, una distancia que sirve de calentamiento para los verdaderos atletas pero que representa el pináculo de la grandeza física para quien en su vida trotó al baño; para el oficinista que se engrandece cada que pasa la meta y que recibe una medalla al final de la misma. ¡Noticia! No, no has logrado nada en la vida.

Podrán decirme odiador y todo, y lo soy, pero con justificación de causa.

Cada vez esa tendencia de 'vida sana' se acrecienta en el mundo, haciendo que nos sumerjamos en una burbuja absurda de autosatisfacción en la que nos celebramos los logros más mediocres, conllevándonos a la mediocridad.

Cada vez nos conformamos con menos, con 'dar lo mejor de nosotros', cuando en realidad 'el mejor' solo es uno en cada disciplina. Pero nosotros estamos felices con tan poco.

No importa cuanto nos apasionemos por algo, el hecho debe ser permanecer siempre con los pies en la tierra, entendiendo que si uno hace ejercicio es para que de viejo las articulaciones no se le calcifiquen.

La vida sana es una mentira bien vendida por Nike y por los productos light. Ya lo dijo Bill Munray: 'uno se ejercita para morirse más sano'. Deje de engañarse.

Pero volviendo al punto: los 5K promueven la mediocridad de una nación que de por si ya es mediocre (incluso geográficamente). Yo no digo que deje de correr, solo deje de creer que en realidad está haciendo algo bueno por su vida, superándose, o, mejor aún, que está corriendo para ayudar a alguien, porque no lo hace. ¿Sabe usted acaso cuanto lleva la empresa que organiza una carrera y cuanto se dona a las instituciones que se dice ayudar? No lo sé, pero si estas carreras no fueran negocio, hace mucho ya las habrían dejado de organizar.

Si seguimos celebrando cada carrera de 5K, participando por el mismo motivo por el que un actor de Hollywood se banderea en una alfombra roja, solo seguiremos promoviendo ese asqueroso y mediocre estilo de vida al que cada vez más nos acostumbramos.

No por nada la gente ya no reclama cuando ve una sola ventanilla abierta en un banco repleto de personas; no por nada aceptamos que alguien no nos venda algo por el estúpido hecho de que no tiene para dar el vuelto; no por nada vemos sin preocupación cuando la doble columna de carros se forma en una calle de doble sentido; lo hacemos porque nos hemos acostumbrado a vivir en una miserable mediocridad humana.

Si usted quiere correr, métase a una maratón, 42 kilómetros, ahí los quiero ver.


martes, 11 de agosto de 2015

Los milenias

Al Gore me presentó, allá por el 2005, el termino 'baby boomers', que no son sino los niños de EEUU que nacieron en el periodo de la post Segunda Guerra Mundial. Mi papá entra en ese grupo, pero, como no nació en el país del norte, jamás se introdujo a si mismo en ese grupo social. Eso está bien. El no es parte del baby-boom, el fue parte de la juventud de mi abuelo.

Esto lo digo porque hoy en día mis contemporáneos y aledaños se refieren a su mismos como 'milenials', los que crecimos en los 90 y en el 2000, que tuvimos contacto con las maravillas del siglo pasado y hoy las consumimos como elementos 'vintage' en ese asqueroso auge de querer vivir 'la calidez' de una époco en donde todo era más complicado.

'Milenials', hasta sofisticado se escucha. Los niños sobre-educados de una generación que busca trabajo en McDonals y Call-Centers. Los niños de papá, dos décadas y media de existencia pero con el desarrollo sicológico de un niño, hambrientos por poseer todos los Pokemones que de niños no se pudieron comprar, y de usar cuanta red social haya para decir que todo lo que poseen (yo hago esto).

'Milenials', ese grupo social que ve con gracia el hecho de que con la misma edad de su padres, no se ha conseguido ni un quinto de lo que ellos tenían. Sin hogar propio y carro pagado a cuotas interminables, seguimos llenándonos de deudas a punta de chucherías y viajes que no cumplen un propósito de descubrimiento personal; no como nuestros padres o los revolucionarios de los 60, para nosotros el viaje es el pináculo del exceso en un país donde nadie nos conoce.

'Milenials' es algo que no somos. Creemos inmiscuirnos en el ese grupo social porque a punta de la globalización ahora nos enteramos de lo que los gringos hacen el mismo día que lo hacen. Ya los estrenos de cine los vivimos en simultáneo con Europa y América del Norte y por eso nos creemos en derecho de ser parte toda su cultura. No, no los somos.

Milenial es el niño gringo que vio sin horror la matanza de Columbine, y que creció para ser el adulto que vio sin horror la matanza de Aurora.

Nosotros, los del sur, los de este imaginario de país, no somos milenials, somos los huérfanos del sucre, los que crecimos en la perpetua austeridad, los que aún no sabemos lo que es vivir sin estar en crisis y que vivimos los embates de nuestros padres, tan indecisos que ni sabían la cantidad de presidentes que querían.

Ahora que el internet nos adoptó, creemos ser parte del mundo pero igual vivimos en nuestra burbuja del sur, siendo espectadores de ese mundo del que se apoderan los milenias (los verdaderos).

Si usted se cree 'milenial', bájese de esa nube. Yo sé que le enseñaron inglés en el colegio y que vive pegado al celular comentando sobre el show de Jimmy Kimmel (yo lo hago), pero no por eso somos parte de la historia. De esos se encargan los gringos, los europeos, y los cerebros nacionales que se van a trabar donde los gringos.

Nuestros padres no tienen traumas de Vietman, nuestros abuelos no fueron a pelear a Europa, y nosotros no somos parte de la evolución del primer mundo, sólo nos aprovechamos de ellas y nos colamos como migrante por la frontera, como para decir que somos parte de las grandezas den nuestros tiempo. No, no lo somos, ni seremos.

Ahora regrese a trabajar, que a nuestra edad nuestros padres ya tenían casa propia. 'Milenial' hijueputa.

viernes, 12 de junio de 2015

Fantasmas

A muchos la infancia les puede traer bonitos recuerdos, pero a mi me trae esa sensación de desolación absoluta.

Me volví a sentir así hace un par de años cuando estaba quebrado, lleno de deudas y sin un ingreso a mi favor. De alguna forma, complicada, logré salir de ese bache, pero no sin el sabor amargo de lo vivido.

Pero estar así me recordó lo que viví años atrás, cuando de niño competía natación y, sin importar cuanto entrenara, siempre había alguien que me superaba. Cuando aprendí que el esfuerzo nunca será suficiente.

La derrota debe ser de los sentimiento más feos que hay; esa certeza de que no hay manera de revertir el resultado negativo, la desolación de estar incapacitado para hacer lo que uno se propone o desea. Es horroroso.

Ayer me volví a sentir ese niño de 12 años en el partidos de la pileta a punto de enfrentarse a lo imbatible y ser apabullado por una fuerza superior. Nunca pensé a volverme a sentir tan mal, tan vencido y derrotado.

Por esa clase de cosas es que siempre le huyo a mi infancia, pero esos fantasmas encuentran la forma de colarse, ahora, en mi profesión.

Cambio y fuera. 

viernes, 5 de junio de 2015

Michael Jordan, mi papá y la ingratitud

Crecer con mi nombre no había sido fácil, hasta hace una década. De alguna manera llevar el patronímico del mejor nadador de la historia del país le hacía creer a muchas personas que, vencerme a mi compitiendo en una piscina, era como vencer a mi papá. Cosa que no es cierta. Nadie todavía se ha acercado remotamente a lo que mi veterano hizo.

Y no digo que crecer con ese nombre haya sido complicado solo por la presión que muchos padres fanáticos del deporte ponían sobre mi, cuando era un niño, sino para mi mismo, que crecí con la idea de que en mis genes había alguna clase de magia, un cromosoma de atlante que me iba a hacer deslizarme en el agua como motor fuera de borda, cosa que jamás se dio.

Fui un nadador regular. En un par de pruebas me colé entre los tres mejores del país pero nunca batí un récord mundial, como mi papá. Y es por esa clase de proezas que, cuando niño, la gente me reconocía como 'el hijo del campeón'. Es más, a veces los vigilantes paraban a mi papá, veían quien era y nos dejaban ir no más. Se trataba del tipo que había puesto a Ecuador, en los años 70, en el mapa mundial de la natación. Era una especie de Rockstar, junto a los Corvetts, y pare de contar. No había más nadie a quien idolatrar en el país.

Cuando me volví adolescente, ya empezaron a citar a mi papá. Ya los vigilantes no sabía quien era, y los papás más jóvenes del colegio ya no se acercaban a saludarlo cuando entraba a mi plantel educativo. Mis profesores aún lo reconocían, mis amigos también, pero los segundos porque yo pasé la infancia relatando las competencias de mi veterano que solo conocí por revistas. Porque les conté de las medallas que estaban en el museo de mi viejo, en el club que lleva su nombre.

Todo esto me acuerdo porque ayer leí que un profesor de una secundaria en EEUU había mandado a hacer un ensayo, a sus estudiantes, sobre Michael Jordan, sí, del tipo que protagonizó Space Jam, y los menores no tenían idea de quien era él.

Estamos hablando de Michael Jordan: el tipo más conmemorado de la historia del basket, uno de los atletas que más fortuna hizo durante su carrer deportiva, protagonista de una de las películas más vitoreadas de los 90, y los puercos infantes no tenían la más remota idea de quien era él.

No fue sino hasta que el profesor de primaria les explicara: 'es el tipo que hace los zapatos Air Jordan' que los niños tuvieron una pista de que era alguien que existía en la vida real.

Es horrendo. Así como con Jordan y sus zapatos, el nombre de mi viejo no queda más que para referencia espacial: 'ahí al lado de la Jorge Delgado (la piscina)'. Y ni siquiera alguien se pone a preguntar porque una piscina lleva ese nombre.

Y es que la gente es muy ingrata. Los niñitos gringos con el tipo que lideró el Dream Team de basket de los estados unidos durante dos juegos olímpicos; los ecuatorianos con mi veterano, que en los 70 fue el único atleta del país que hizo que el nombre 'Ecuador' no sea solo una linea imaginaria en medio del planeta, que marca la frontera entre el hemisferio norte y el sur.

Pero que la gente se olvide es normal. Incluso los niños de hoy no saben quien es Jefferson Pérez, y el tipo es el único campeón olímpico del país. Lo horrendo es cuando las autoridades se olvidan de la gente que alguna vez hizo algo bueno por el país.

Quizás en le ministerio del deporte ya no hay gente que conozca a mi papá y por eso le revocaron el decreto en que estipulaba que, por sus logros, su club estaba exento del pago de servicios básico. Ahora, con desdén, todos esos rubros que se ganó el derecho a no pagar, se los cobraron con retroactiva. Una deuda millonaria.

Para eso quedan los grandes deportistas. Para zapatos y edificios, porque lo único certero de la gente, es que encontrará el momento idóneo para mostrar su tradicional ingratitud. 

lunes, 1 de junio de 2015

Hacer fortuna

He visto a los negocios más prósperos de mi generación caer en banca rota, así como también he visto a carretas de comida rápida convertirse en emporios de colesterol.

He sido testigo y partícipe en el empuje de una cadena de cafeterías locales que ya no brindan ni calidad ni experiencia, y he sido cómplice del fracaso de tantas marcas.

Porque hacer fortuna en el Ecuador es una misión para Ethan Hunt. Vivimos en la única nación del mundo donde no aplica ninguna ley ni fórmula del éxito. No hay historia del primer mundo replicable en un país con menos habitantes que una ciudad del primer mundo. No la hay.

No se puede vencer al mal gusto de la población ni muchos menos sus destructores hábitos de consumo en donde la calidad no importa sino el precio. Por ende, pueden venir los zapatos que curen la polio y, si cuestan 2 dólares más que los KIT, le doy sentado que la marca sanadora se irá al carajo.

Pero no nos bastaba con tener que lidiar con malos consumidores y con los altos cargos que creen que poner a tetonas a repartir volantes en las calles, es lo más innovador que hay a la hora de hacer marketing (que de por si ya es difícil), ahora, a la hora de hacer fortuna, también hay que pelear con el estado.

Y es que no me explico como es que los patrimonios puedan crecer en una nación que cobrará hasta el 77% de impuesto a las herencia millonarias. Porque ese es el país en el que vamos a vivir. 

Para hacer fortuna acá hay que ser un bravo o un hijo de puta. Un bravo para quemarse las pestañas poniéndose una carreta que con suerte se convertirá en restaurante, o una tienda que evolucionará a minimarket; o ser un pobre hijo de puta que se afianza como garrapata en un cargo público.

De la primera fórmula, el estado ya encontró la forma de sangrar, así que la única forma que nos queda para hacer dinero es ser una larva del estado, con cargo político y dispuesto a estar de rodillas lastimándose el cuello de tanto satisfacer al presidente, porque ahora, sin importar como se haga esa fortuna, el estado se la llevará con sus impuestos.

Que se cuiden las carretas de salchipapas que tienen opciones de convertirse en cadena de comidas rápida, mucho más seguras están ahí en su esquinita, atendiendo a borrachos en las madrugadas. Que ni se atrevan a crecer que si no viene Virgilio Hernandez a decir que todas esas madrugadas que el parrillero pasó en vela, que todas esas quemaduras en las manos, que todo ese esfuerzo que usted pueda haber hecho, debe compartirlo con los vagos que reclaman el bono de desarrollo.

Ahora hay una una mágica fórmula del gobierno (matemática cuántica asumo que es) que explica que gracias a los vagos que piden el bono, su negocio creció. No fue usted ni su esfuerzo, fueron ellos. Y usted debe darle las gracias.

Así que venga, que va a ser interesante ver como ahora una forma más de quebrar en los negocios será pagar impuestos. Puto Virgilio. 

jueves, 14 de mayo de 2015

Nos violan

¿Qué es una violación? Es cuando un individuo sin escrúpulos intenta, a la fuerza, física, socológica o verbal, tener sexo con alguien. Cuando obligan a una persona a ser parte de un acto del que claramente no querían ser parte.

Si lo vemos así (que no es tan simple ni sencillo), no hay actividad más parecida a la violación que el telemarketing, específicamente el telefónico: operadores que llaman semana a semana, mes a mes, todos los malditos años, a venderte mierda que no quieres comprar.

¿Por qué tan radical y decir que parece una violación? Yo le pregunto: ¿cuántas veces usted les ha dicho: 'no, no quiero comprar ningún celular, plan, tablet, viaje, patito de huelo, (etc) nuevo', y los malditos nos siguen llamando? Decir 'no quiero' y que te sigan insistiendo, bien podría ser considerada una 'violación'.

Sí, yo entiendo que ellos no tienen la culpa del todo porque es su trabajo, pero, así como los vigilantes de tránsito también 'sólo hacen su trabajo', los telemarketeros joden al mundo con su forma de llevar pan a la mesa.

Nos están violando. Todos los meses nos llaman a tratar de 'obligarnos' a comprar algún plan nuevo de Claro o Movistar, o un nuevo triple pack de TVCable, o, peor, una vez me llamaron de Dinners Club (o la empresa que le hacía el telemarketo a ellos) a decirme que me había ganado 'gratis' un paquete vacacionales por 'cómodas cuotas de $ al mes'. ¿Acaso hay gente que cae en la trampa?

Y sí, técnicamente no nos están 'obligando' a comprar nada pero es la misma técnica de un violador que utiliza la intimidación verbal para conseguir su cometido: eventualmente alguien va a ceder a su insistencia. (Eso o un hombre heterosexual bien ladilla que le insiste a una mujer hasta que ella cede. Es lo mismo).

Nos están violando. En lo que va del año tres veces me han tratado de vender celulares y dos tablets, un paquete de crucero y más canales de suscripción para el paquete de televisión pagada que tengo en mi oficina. Pero, por más insistente que suene, una vez me violaron (telefonicamente) y por eso estoy hrto de tanta insistencia.

Una vez compré una línea Movistar que la tengo ahí, de adorno, sin utilizar, con un plan de datos de mierda que se cae más que el deplorable servicio de Claro y que, por eso mismo, dejé de usar. No me sirve para nada, pero por la insistencia, terminé comprándola. La he tratado de cancelar más de 3 veces y, cada vez que llamo, me intentan violar de nuevo ofreciéndome más minutos gratis que, a la final, no son gratuitos porque uno los termina pagando al final de algún mes.

Así que si usted es telemarketero o tiene una empresa de telemarketing, usted es un violador. Usted usurpa con su insistencia el bolsillo de la población y lacera el tímpano de quienes forzan a ser parte de su método de ganancia.

Asumo que para alguien en el negocio del telemarking, vender algo, debe sentirse igual que cuando un violador logra su cometido: lo disfruta. Y eso es horrendo. 

lunes, 4 de mayo de 2015

Cinco increíbles formas para titular un artículo (no podrás creer la número 3)

Buzzfeed. Me cago en Buzzbeed. Su capacidad de viralizar contenido inservible se ha convertido en un virus per se. Mierda tras mierda sale de sus hipervículos y millones de usuarios se vuelcan a leerlos porque, en sus miserables cabezas son incapaces de leer algo que no sea: '5 formas en las que un hombre le coquetea a una mujer y ella no se da cuenta. (No podrás creer la número 4)'.

Primero, los hombres no coqueteamos, atosigamos a las mujeres con nuestro incesante morbo hasta que ella vehementemente, sucumben ante la presión. Segundo: ¿cómo carajo puede alguien siquiera hacer click en algo así?

Pero el verdadero problema está en el hecho de que Buzzfeed genera millones en publicidad mientras que, por tercer año consecutivo, el fee de publicidad del New York Times cae un 14%.

Quieran o no, la información es un negocio, y si al negocio le va mal (y a otros bien), hay que ver que están haciendo, e implementar la misma estrategia.

El nuevo método de ganancia de vía 'medios de comunicación' es la publicidad nativa: el plubli-reportaje (que de hecho con la ley de comunicación está prohibido en el Ecuador). Es decir: una marca de cereales le paga a un medio de comunicación para que haga un reportaje de como maiz azucarado más que un gaseosa, es la mejor opción de desayuno para sus hijos. ¿Qué clase de credibilidad puede tener un medio si hace eso? No importa, igual a ellos ya les pagaron por imprimir eso y ustedes ya les pagaron a ellos con su suscripción.

Pero ahora también las suscripciones van en bajada. Nadie quiere pagar por un periódico cuando bien lo puede leer gratis en internet. Entonces, ¿cómo ganar plata? Con los anuncios en linea.

¿Le moslesta cada vez que usted hace click en un artículo de internet y le parece un banner invasivo en la mitad de la pantalla? Bueno, ya que usted hizo un maldito click en una noticia como '20 peluches que parecen perros de verdad', ese click vale dinero. No importa si usted leyó o no la noticia, ya hizo click y con eso se cumplió el cometido del contenido de mierda que usted esperaba: hacer que usted abra una pestaña.

Es por eso que ahora estamos repletos de 'noticias' de mierda. Es el final absoluto del periodismo, porque incluso los medios están enfrascado en lograr que sus internautas realicen la mayor cantidad de clicks en su sitio para poder cobrar por publicidad. Es el modelo Buzzfeed de negocios.

Por eso es que medios como Ecuavisa Digital tenga como noticia más leída: 'Los memes más crueles de Mayweather a favor de Pacquiao'.

Creo que me salí a tiempo del periodismo. No hubiese podido con la vergüenza de ver convertida a una profesión en una fábrica de memes.

Y no le vengan a echar la culpa a los medio, o los periodistas. Ellos son hacen lo que les toca para ganar la plata que ustedes nos les quieren pagar por hacer noticias de verdad. Si se suscribieran a medios digitales, si pagaran por la información que hoy se han acostumbrado a 'debe ser gratis', quizás tendríamos un periodismo mediocre, menos basura del que ya tenemos ahora.

Buzzfeed ganó. Por eso ahora les traigo mi formula para titular: 5 formas para titular un artículo (no podrás creer la númer 3)

lunes, 6 de abril de 2015

El centro del universo

Tengo 5 notificaciones en el celular de clínicas invitándome a cortarme parte de la panza, a desterrar de mi toda esa grasa que gané cuando el mismo celular me notificó que había una promoción de dos pizzas por el precio de una. Y las marcas saben cuando paso cerca de ellas, porque me mandan una notificación cuando estoy su barrio. Ellas me hacen acuerdo de que ya no las visito. Les importo.

Tengo a Rovio y sus Angry Birds diciéndome que no les he prestado atención, a decenas conocidos que me gritan para que les regale una vida, así sea para que se la jueguen, una vez más, en un azar de mierda en el puto celular. Pero tengo su atención.

Tengo decenas de fotos de hembras más buenas que la Madre Teresa de Calcuta que me miran con sus ojazos, desde la pantalla de mi celular, a través de esa maldita selfie con la que están obsesionadas. Pero me miran.

Tengo cientos de likes en mis fotos, y otras decenas de toques en el Facebook, tengo miles de compañías que me llaman por mi nombre, 'Jorge, aprovecha esta oferta', en el mail, y en la cafetería de turno me dicen: 'señor Jorge'. Todas las cafeterías me saludan en mi cumpleaños, incluso antes que la ex.

Soy el centro del puto universo, de ese maldito universo del que todos son el centro. Todos somos parte de esa experiencia personalizada, tan personal, que solo dura dos minutos, como una paja; dos minutos, como palo de virgen. Dos minutos, como una vuelta en el tagadá.

Soy el primero que debe cruzar el semáforo en verde y el primero al que deben atender en la barra del bar; soy el más importante cliente en el restaurante y el más encantador comprador de café; soy el ser más importante del internet. Lo somos todos.

Le he pedido a mi celular que me llame por mi nombre, como lo hace Amazon para ofrecerme todo lo que me vende, porque soy un mimado del marketing, un caprichoso de atención.

Ahora los celulares tienen una cámara en la parte delantera, para que ya no tenga que ver al frente. Lo de al frente no importa, solo yo, esa masa gigante de grasa que ha adquirido el peso suficiente para que todo gire a su alrededor. Soy la estrella incandescente que alimenta lo que me rodea, soy lo que le da calor a las promociones que orbitan. Soy el centro del maldito universo. 

martes, 31 de marzo de 2015

'Con ganas de aprender'

Incluso los egipcios hubiesen visto el concepto de 'pasantías' y hubiesen dicho: 'eso es cruel'. Ellos, que a punta de latigazos a judíos levantaron las pirámides de Guiza, no andaban con rodeos ni engañaban a sus explotados: ellos iban a ser utilizados y no iban a recibir nada a cambio.

Pero de eso ya han pasado más de 2000 años. El fruto de la esclavitud sigue en pie y las pirámides siguen siendo contempladas como un logro de la ingeniería/humanidad. A nadie le importan las vida que ahí quedaron ni el sufrimiento que ahí se impartió, porque en realidad nunca nos ha importado, ni nos importará.

En pleno siglo XXI, con toda la tecnología, la hipersensibidad y esnobismo, la esclavitud parecería haber desaparecido, pero no es así. Ya no hay látigos, pero hay empleados de recursos humanos que, apelando a la inexperiencia de los más jóvenes, los convencen de que no hay mayor valor que el del conocimiento. Hoy la esclavitud se llama pasantía.

Y es que, escudadas detrás de 'necesitamos gente con ganas de aprender', las empresas han encontrado la excusa perfecta para sangrar a cuando recién graduado, niño de mami en busca de primer trabajo, e incluso aspirante a un cargo que está dispuesto a aguantar el maltrato que sea necesario con tal de recibir dinero a cambio.

'Con ganas de aprender', no hay cosa más cruel que decirle a una persona: 'muchas gracias por tu esfuerzo, lo valoramos mucho y esperamos que todo el dinero que nos hiciste ganar a costa de tus horas de trabajo, sea suficiente recompensa para ti, la sensación de habernos hecho ganar plata, porque no te vamos a dar ni un poquito'.

La pasantía es una cosa cruel. Las universidades las exigen para hacer que sus alumnos, por primera vez en todos los años de 'estudio', entiendan que no aprendieron un carajo en la aulas y que empezarán desde cero en donde quiera que quieran desenvolverse. Y ojo, ninguna empresa respetable contratará a un recién graduado, a menos de que quiera sangrarlo.

Por su parte las empresas piden pasantías porque quieren que alguien haga su trabajo sin tener que devolverles nada a cambio. Dígame, ¿eso no es esclavitud?

'No hay mayor legado que lo que se ha enseñado', y en base a ese credo proletario, la gente se engaña pensando que a punta de conocimiento se va a salir adelante. Todo eso es mentira: 'no hay mejor legado que un millón de dólares', eso es más acertado.

No hay forma de cuantificar el conocimiento, y desgraciadamente vivimos en una nación en la que la calidad e inteligencia no son rentables, más bien son cualidades que posee un grupo muy reducido de hijos de puta que viven a punta de sueldo mínimo, o sueldo de mierda.

La verdad es que si hay un 'conocimiento' valioso, es tener la capacidad de entender que la única forma de salir adelante en este mundo, es siendo un verdadero cabrón. La sabían los egipcios y también lo sabe el maldito de coeficiente intelectual minúsculo que le va a firmar las pasantías. 

viernes, 6 de marzo de 2015

Identificado

Tradicionalmente digo que soy del Barcelona SC porque mi abuelo fue arquero de ese equipo, pero la verdad es que la pasión por el fútbol me es indiferente.

Sí, me fascina los conflictos, reacciones y demás acciones que se pueden generar por el fanatismo al rededor de una camiseta, pero no me interesa ser parte activa del mismo. Ni siquiera por la camiseta nacional, aunque ha engendrado algunas buenas excusas para salir a beber.

Digo que respeto la tradición familiar de ser el 'ídolo del astillero' porque uno como persona tiene la obligación de siempre pertenecer a un bando. No tanto sentirse identificado con el mismo, sino poder decir que las acciones de uno tienen justificación en la medida que haya un grupo (pequeño o masivo) de personas, respaldando lo que se dice o hace.

Los católicos (y demás sectas) afirman que Jesús es el salvador de la humanidad cuando en realidad, según la tradición y leyenda, el señor lo que quería hacer era sacrificarse para salvar a los judíos, que de paso reniegan del hecho de que él haya sido su mesías. Hay todo un conglomerado global de personas que están seguras de que 'Sweet Baby Jesus' es el salvador y por ese mismo hecho de sentirse apoyado en su 'verdad', la predican. Y en la historia lo han predicado hasta la muerte.

Y es que es mucho más fácil sentirse identificado con algo que entender que uno está completamente solo en el mundo. Lo vemos a diario: 'la gente brillante tiende a tener problemas para dormir', y no falta el hijo de puta que dice: 'me pasa exactamente lo mismo'. La diferencia es que Tomas Alba Edison tenía problemas para dormir porque no podía dejar de atormentarse hasta encontrar un filamento incandescente para lograr crear el foco; tu lo que haces es desvelarte viendo South Park.

Los ejemplos son infinitos, creo: 'las personas más inteligentes tienden a tener el escritorio desordenado', y no faltará el empleado de oficina que se enorgullece de tener un escritorio con más pilas de papeles que el de Einstein. La diferencia es que el segundo trabajó para descubrir los indicios de la realidad y escribió la teoría de la relatividad. El primero solo tiene pereza de guardar y ordenar.

El punto es que las personas justifican toda su mierda escudados en que pertenecen a un 'gran grupo de personas' que validan su estilo de vida. Se sienten identificados con cada mierda que leen y con eso sienten respaldados.

No falta el conglomerado de mamertos que aseguran que un plan político es el correcto porque hay mucha gente respaldándolo; tampoco faltará quienes aseguren que la homosexualidad es una aberración de la naturaleza solo porque habemos más heterosexuales y 'eso es lo correcto'. Así de bobos somos como especie.

El ejemplo más claro de ignorancia creo que se encuentra en el fútbol: millones de personas son capaces de ponerse la camiseta de un equipo, tan solo por una tradición familiar, sin mayor fundamento que el de 'te toca ser de X equipo porque así lo hemos sido todos en la familia', y hay quienes crecen con la convicción de que a esa camiseta hay que defenderla hasta los puños, y todo sin una maldita razón convincente.

'Barcelona me ha regalado alegrías', bueno esa gratificación que sienten las personas por los logros ajenos, en este caso de 11 personas en una cancha, sigue siendo un milagro de la sicología y el marketing. Pero no, tu no has hecho nada para que el equipo gane y la alegría que sientes te ha sido infundada por la marca de cerveza que patrocina al equipo para que celebres consumiendo su producto. Tu alegría no es más que un producto bien vendido. Y no importa cuanto creas que esa alegría es real, los católicos creen que Dios existe y tampoco hay un argumento lógico que les haga entender lo contrario.

Así que pare de encontrarse a su mismo en cada estadística que lee. Usted no es especial, usted es usted, sólo en este mundo, no es más inteligente porque tiene toda su mierda desordenada y ni más brillante porque tiene insomnio. Vaya y viva su vida, la suya, entendiendo que usted no es la tradición que su abuelo le heredó, sino una persona que, lo más probable, se vaya derechito a la tumba sin hacer más nada por el mundo. Y eso disfrútelo. 

lunes, 2 de marzo de 2015

Dígale no a la abstención

Culear, pegar un palo y/o fornicar; dígale como le diga, siempre y cuando no tenga un fin reproductivo es lo más antinatural del mundo. 

Con esto pareciera que yo le estoy dando la razón a la Revolución Ciudadana y su Estrategia Nacional Interseccional de Planificación Familiar y Prevención del Embarazo Adolescente (Enipla), y no, jamás podría yo darle la razón a un programa con un nombre tan feo, y menos a algo que reniegue de una de las actividades más bonitas que podemos experimentar los seres humanos, como lo es el sexo. Puro e interesado sexo, sin fin mayor al más egoísta placer. 

Pero es que tenemos que entender a 'nuestro enemigo' para poder renegar del mismo, o argumentarle cosas en contra. Sí, la copulación existe para que la raza procree, por ende, cada 'palo' que se pegue sin el fin de engendrar un hijo, es una actividad 'contra natura'. El sexo se trataba (ojo con el tiempo del verbo), de ver en la mujer un recipiente para engendrar niño. ¿Cómo puede uno si quiera pensar que asegurar el futuro de la raza podía ser algo divertido? 

Claro, cuando la medicina no había avanzado lo suficiente, cuando no entendíamos por completo el funcionamiento de cuerpo de la mujer y sus ciclos, cuando parir era una lotería en la que la embarazada no sabía si iba a salir viva, entonces los argumentos conservadores tienen toda la lógica del mundo. Es decir, tener miedo de una actividad como el sexo está justificado en los estándares de los años 40, pero ya de eso hay 70 años. 

Desde los partos fatalistas hasta ahora, Alfred Kinsey publicó toda una enciclopedia sobre el sexo e incluso se han inventado anticonceptivos para hombres. Entonces, ¿por qué, si ya es seguro, nos debe dar tanta pena decir que disfrutamos del sexo? 

La respuesta es sencilla: porque en Ecuador se sigue teniendo sexo como si fuera 1940. 

Los padres no quieren hablar de sexo con sus hijos porque van a iglesias en donde los instruyen como si fuera la inquisición, los niños crecen avergonzados de hablar de una actividad que no entienden, ni nadie les quiere explicar, y después, como es 'lógico', empiezan a experimentar con sus cuerpos, que no conocen, y terminan encontrando el placer, y una vez que se encuentra eso no hay marcha atrás. Se viven divirtiendo y el cuando se lanza la bomba atómica del embarazo juvenil. 

Con una maquinaria gubernamental que ve en la abstinencia una opción viable para evitar embarazos, eso en un mundo de hiper estímulos como el nuestro, no se puede esperar una verdadera solución, mucho menos cuando la encargada del Enipla, Mónica Hernandez, cree que 'educar en valores' a los adolescentes y niños, es una solución viable. ¿Valores? ¿Dejar de culear es un 'valor'? No me joda. 

A los niños hay que guiarlos, y más que eso, mostrarle las consecuencias de sus actos. Y eso más allá de ser un tema de educación en colegios, es un tema de educación en el hogar, porque de nada sirve que en el plantel se trate de decirle a los niños que deben ser responsables de sus cuerpo si en la casa los padres les hacen tener vergüenza de su sexualidad. 

Recuerdo que a mí, mi veterano, a los 12 años, viendo un anuncio sobre padres que apoyan a sus hijos durante embarazos no planeados, me dijo: 'Ni creas que eso aplica acá. Metes la mata y te vas de la casa'. Creo que no hubo remedio más efectivo para creciente curiosidad sexual que esa frase. De ahí en adelante, la idea del condón y las seguridades que brinda no abandonó mi cabeza. Y con la indagación en el condón empecé a descubrir que existían los anticonceptivos, las T de Cobre, las pastillas del día después, y, en el más extremo de los casos, el coitus interuptus.

Muchos dirán que mi viejos es un insensible que arraigó miedo en mi, creándome un trauma. Pero no es así. Yo estoy seguro de que hizo lo correcto: me dio la venia a hacer lo que yo quisiera, pero que tenía que vivir con las consecuencias de mis acciones. Quizás él no lo vio así, quizás ni siquiera lo pensó o planeó así, pero funcionó. La posibilidad de que una actividad tan rica como el sexo pueda tener una consecuencia tan abrumadora como el embarazo jamás abandonó mi cabeza, y me hizo responsable de mis actos. E invicto, sin hijos, escribo esto. 

Por eso, el objetivo no es abstenerse tener sexo, es hacerlo de forma segura, viviendo todo lo bueno de nuestra sexualidad. Sí, tener sexo para no procrear es una actividad 'contra natura', pero también lo son los zapatos, la ropa e incluso los vehículos. Y todos estos elementos nos hace vivir en sociedad, 'civilizadamente', no somos primates que vivimos para procrear, somos seres humanos que hemos desarrollado actividades que nos llenan de placer, el motociclismo, el paracaidismo, el sexo. Y, siempre habrá la posibilidad de que te estrelles andando en bicicleta, o te hagas puré porque no se te abra el paracaídas en un salto libre y que dejes embarazada a alguien si tienes sexo, pero todo eso si no tomas todas las precauciones del caso. 

Usted no se abstenga, vaya y disfrute de su cuerpo. No se avergüence, cuídese, sí, y goce de todo lo que es capaz de hacer en la cama, en baño, el carro, la ducha, (etc) y váyase 'contra natura', y de una vez, contra el gobierno. ¿Qué mejor que llevarle la contra al gobierno pegando un palo? 

jueves, 26 de febrero de 2015

El último día

Nunca me ha gustado estudiar. Nunca. No se trata del hecho de que no me guste aprender, si no que por algún raro desperfecto de mi cerebro, siempre creo tener la razón. Para alguien como yo, cederle la autoridad a un profesor es inadmisible. 

Hace 3 años entré al lugar del que hoy salgo con esas influas de periodista sabelotodo de las que me he librado. Me libré del periodismo y de sus modismos, pero no de la paranoia; las influas siguen ahí pero ya controladas bajo el hecho de haber descubierto todo lo que no sabía. 

Hoy el mi último día de clases. No pienso volver a poner un pie en un salón de estudios, al menos como estudiante, y no porque haya pasado un mal rato sino que creo que ya no hay más que me puedan enseñar en un salón. De acá me toca aprender cagándola, como en realidad se aprende. 

Mi carrera es un bebé de pañales que dejó de darme dolores de cabeza. Me toca criarla, y eso no es fácil. Mis tutores y ahora colegas me han dicho como y con eso me pienzo defender. Soy un soldado con un AK-47 cargado, pero afuera hay quienes disparan con Tavor. Me pienso valer de mi talento en el gatillo disparador de mi cámara. Parece que no soy malo, al menos le he atinado ya a algunos clientes. 

A mis maestros no me queda más que agradecerles, a mi compañeros felicitarlos y a mi competencia... advertirle. ¡Bring it on! 

miércoles, 28 de enero de 2015

El crossfit

Debo empezar esta diatriba pecando de hipócrita, diciendo que he practicado y sigo practicado (una variación) del crossfit. Funciona. Uno baja de peso, que es por lo que la gente se pone a practicar esa vaina. Y aún así, esto sigue siendo la cosa más imbécil del mundo. Créame que si yo tuviese el metabolismo de un quinceañero delgado, no tocaría una sola pesa. Pero no, a mi la naturaleza me dio el súper poder de ver frituras y subir de peso.

El crossfit antes se llamaba servicio militar, pero como era gratis y obligatorio, nadie le paraba bola. Tuvo que venir un gringo a re-nombrarlo y cobrar un carajal de plata para practicarlo para que todo aniñado se metiera a hacerlo. Aparentemente, pagar por que te torturen, sin que haya sexo de por medio (que es el fetichismo), es una actividad perfecta y 'entretenida' para todo el mundo. No lo comprendo, y menos entiendo el hecho de que haya gente que asegura que esto es un deporte.

El fútbol es un deporte, la natación es un deporte, la halterofilia es una deporte, incluso el boxeo es un deporte, pero el crossfit es ejercicio. Eso y los crossfiteros son gordos reprimidos, ¿por qué? ¿Cuándo ha visto usted a un atleta de elite (fuera de deportes de combate que son por categoría de peso), hacer dieta? No, no hacen porque ellos en realidad se ejercitan tanto que cada bocado que se ponen en la boca es combustible para su rutina. El crossfitero come sano, pan de lamentar y patacones freídos en aceite de oliva. No me joda, eso no es ser un maldito deportista.

Recuerdo cuando entrenaba judo, con Roberto Ibáñez, como el tipo añoraba la cena, el arroz con menester, con un cerro de arroz y una laguna de menestra; ¿cuándo carajo un 'adicto al Fitness' iba si quiera a imaginar como eso? La respuesta es 'nunca', porque eso comen los deportistas.

Pero para darle crédito a la disciplina, hoy en día hay deportes que han incluido rutinas de crossfit en tu preparación física para variar un poco la monotonía del deporte, porque, 'newsflash', practicar un deporte no es divertido, es agónico, doloroso, fatigante hasta las lágrimas. El crossfitero se divierte haciendo sus vainas, tanto que aún puede tomarse fotos después de hacer sus rutinas, y salir sonriendo. Mucho menos tomarse una foto después de competir. Al atleta de verdad le toman fotos después de nadar, correr o patear balones. 

Que ahora los crossfiteros compitan por ver quien hacer más barras no siginifica que se está 'deportizando' esta actividad, solo que hay más gente con influas de deportista que antes. No solo nos sobraban los corredores de fin de semana y los triatletas mediocres, ahora también tenemos a los crossfiteros.

¿Crees que levantas 280 libras en arranque es una hazaña? El recórd mundial en esta modalidad está en 285 kilos. ¿Crees que eres un buen atleta porque correrá 5 kilómetros en 19 minutos? Los campeones mundiales de 10,000 metros planos hacen 26 minutos en el doble de distancia. ¿Crees que es lindo hacer 'ring dips'? Hay una posición en gimnasia olímpica llamada 'el Jesucristo', googlela y vea lo que un atleta de verdad es capaz de hacer. 

No hay nada de malo en que usted quiera tener una vida activa, eso es admirable. Es jodido, y si, necesario, pero no venga a joder con que ahora su vida gira en torno a una actividad por lo que usted paga por hacer y nadie le paga por hacerla (no como los deportistas de élite). 

Vaya, practique crossfit, baje de peso y póngase el pantalón que tanto no le queda, pero no venga acá en par de meses a meterse en competencias, joder con que es un atleta y decir que lo único que le da sentido a su vida es que lo maltraten en un lugar que tiene de gimnasio lo que una vulcanizadora tiene de taller. 

Porque, admítalo, usted como yo, no disfrutamos de esta vaina, sólo que no queremos volver a sentir vergüenza frente al espejo.

jueves, 8 de enero de 2015

Los fantasmas de Charlie Hebdo

Podríamos hoy afirmar que todas las religiones son malas, y habría decenas y miles que dirían que sí, las religiones son malas. Pero eso es la salida fácil. De hecho yo creo que hay pocas cosas en el mundo tan perversas y manipuladoras como la religión, pero la fe es solo una idea, un concepto que en boca, es un instrumento para cumplir todos los caprichos de un 'líder espiritual' con intereses muy materiales.

No quiero imaginar lo que 'ser musulmán' implica en este momento. La vergüenza que deben sentir de ser vistos como un cromo, una figura inmutable ante el ojo público, ante un continente con una historia de xenofobia que haría que cualquier relato de Stephen King parezca cuento para arrullar niños.

Ahora, bien podríamos tajantemente decir, y con el coraje actual es muy fácil no ver bien las cosas, que lo de Charlie Hebdo es un ataque a la libertad de expresión, porque se supone que el ataque se debe a que los caricaturistas de la revista se mofaban del profeta de su religión, Mahoma, y que por ende todos los musulmanes son unos hijos de puta. Eso es muy fácil y no es así.

Si bien la sátira es necesaria, es una obligación; mofarse de la autoridad nos da la capacidad de hacerla humana y por ende, cuestionarla y encontrarle el lado estúpido a todos esos procesos de poder que hemos aceptado desde el momento que nos involucramos en sociedad. Pero la comedia es complicada, y es difícil porque es muy fácil hacer hincapié en todo eso feo que engloba a un conglomerado especifico de personas.

Yo creo que hay que burlarse de la fe más no del creyente, y es ahí donde, según he estado viendo, los dibujando de Charlie Hebdo, pecaron. Y es muy difícil esto, porque burlarse de la fe de un creyente es ofenderlo, pero una cosa es hablar del Islam, otra de los musulmanes, que en su mayoría han de ser como los católicos: gente que heredó una fe y que cumple con todos los cánones por costumbre. Los de la gazate hablaban de los musulmanes, de sus creencias, de la forma en la que la gente los trata, de segregarlos por ser diferentes. Y eso, sátira o no, está mal.

Y es quizás por esto que algún 'líder espiritual' debe haber maquinado uno de esos ataques, dando como excusa un par de caricaturas. Ahora todos odian a los musulmanes, y ese es el verdadero atentado.

No se puede justificar de ninguna forma el atropello a la vida de unos caricaturistas, mal enfocados o no. No se puede. Y tampoco nos podemos dejar de mofar del poder, religioso o político. Pero hay que ver más allá del odio al estereotipo y a la raza, porque es ahí entonces donde los terroristas habrán ganado.