A muchos la infancia les puede traer bonitos recuerdos, pero a mi me trae esa sensación de desolación absoluta.
Me volví a sentir así hace un par de años cuando estaba quebrado, lleno de deudas y sin un ingreso a mi favor. De alguna forma, complicada, logré salir de ese bache, pero no sin el sabor amargo de lo vivido.
Pero estar así me recordó lo que viví años atrás, cuando de niño competía natación y, sin importar cuanto entrenara, siempre había alguien que me superaba. Cuando aprendí que el esfuerzo nunca será suficiente.
La derrota debe ser de los sentimiento más feos que hay; esa certeza de que no hay manera de revertir el resultado negativo, la desolación de estar incapacitado para hacer lo que uno se propone o desea. Es horroroso.
Ayer me volví a sentir ese niño de 12 años en el partidos de la pileta a punto de enfrentarse a lo imbatible y ser apabullado por una fuerza superior. Nunca pensé a volverme a sentir tan mal, tan vencido y derrotado.
Por esa clase de cosas es que siempre le huyo a mi infancia, pero esos fantasmas encuentran la forma de colarse, ahora, en mi profesión.
Cambio y fuera.
Me volví a sentir así hace un par de años cuando estaba quebrado, lleno de deudas y sin un ingreso a mi favor. De alguna forma, complicada, logré salir de ese bache, pero no sin el sabor amargo de lo vivido.
Pero estar así me recordó lo que viví años atrás, cuando de niño competía natación y, sin importar cuanto entrenara, siempre había alguien que me superaba. Cuando aprendí que el esfuerzo nunca será suficiente.
La derrota debe ser de los sentimiento más feos que hay; esa certeza de que no hay manera de revertir el resultado negativo, la desolación de estar incapacitado para hacer lo que uno se propone o desea. Es horroroso.
Ayer me volví a sentir ese niño de 12 años en el partidos de la pileta a punto de enfrentarse a lo imbatible y ser apabullado por una fuerza superior. Nunca pensé a volverme a sentir tan mal, tan vencido y derrotado.
Por esa clase de cosas es que siempre le huyo a mi infancia, pero esos fantasmas encuentran la forma de colarse, ahora, en mi profesión.
Cambio y fuera.
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