He visto a los negocios más prósperos de mi generación caer en banca rota, así como también he visto a carretas de comida rápida convertirse en emporios de colesterol.
He sido testigo y partícipe en el empuje de una cadena de cafeterías locales que ya no brindan ni calidad ni experiencia, y he sido cómplice del fracaso de tantas marcas.
Porque hacer fortuna en el Ecuador es una misión para Ethan Hunt. Vivimos en la única nación del mundo donde no aplica ninguna ley ni fórmula del éxito. No hay historia del primer mundo replicable en un país con menos habitantes que una ciudad del primer mundo. No la hay.
No se puede vencer al mal gusto de la población ni muchos menos sus destructores hábitos de consumo en donde la calidad no importa sino el precio. Por ende, pueden venir los zapatos que curen la polio y, si cuestan 2 dólares más que los KIT, le doy sentado que la marca sanadora se irá al carajo.
Pero no nos bastaba con tener que lidiar con malos consumidores y con los altos cargos que creen que poner a tetonas a repartir volantes en las calles, es lo más innovador que hay a la hora de hacer marketing (que de por si ya es difícil), ahora, a la hora de hacer fortuna, también hay que pelear con el estado.
Y es que no me explico como es que los patrimonios puedan crecer en una nación que cobrará hasta el 77% de impuesto a las herencia millonarias. Porque ese es el país en el que vamos a vivir.
Porque hacer fortuna en el Ecuador es una misión para Ethan Hunt. Vivimos en la única nación del mundo donde no aplica ninguna ley ni fórmula del éxito. No hay historia del primer mundo replicable en un país con menos habitantes que una ciudad del primer mundo. No la hay.
No se puede vencer al mal gusto de la población ni muchos menos sus destructores hábitos de consumo en donde la calidad no importa sino el precio. Por ende, pueden venir los zapatos que curen la polio y, si cuestan 2 dólares más que los KIT, le doy sentado que la marca sanadora se irá al carajo.
Pero no nos bastaba con tener que lidiar con malos consumidores y con los altos cargos que creen que poner a tetonas a repartir volantes en las calles, es lo más innovador que hay a la hora de hacer marketing (que de por si ya es difícil), ahora, a la hora de hacer fortuna, también hay que pelear con el estado.
Y es que no me explico como es que los patrimonios puedan crecer en una nación que cobrará hasta el 77% de impuesto a las herencia millonarias. Porque ese es el país en el que vamos a vivir.
Para hacer fortuna acá hay que ser un bravo o un hijo de puta. Un bravo para quemarse las pestañas poniéndose una carreta que con suerte se convertirá en restaurante, o una tienda que evolucionará a minimarket; o ser un pobre hijo de puta que se afianza como garrapata en un cargo público.
De la primera fórmula, el estado ya encontró la forma de sangrar, así que la única forma que nos queda para hacer dinero es ser una larva del estado, con cargo político y dispuesto a estar de rodillas lastimándose el cuello de tanto satisfacer al presidente, porque ahora, sin importar como se haga esa fortuna, el estado se la llevará con sus impuestos.
Que se cuiden las carretas de salchipapas que tienen opciones de convertirse en cadena de comidas rápida, mucho más seguras están ahí en su esquinita, atendiendo a borrachos en las madrugadas. Que ni se atrevan a crecer que si no viene Virgilio Hernandez a decir que todas esas madrugadas que el parrillero pasó en vela, que todas esas quemaduras en las manos, que todo ese esfuerzo que usted pueda haber hecho, debe compartirlo con los vagos que reclaman el bono de desarrollo.
Ahora hay una una mágica fórmula del gobierno (matemática cuántica asumo que es) que explica que gracias a los vagos que piden el bono, su negocio creció. No fue usted ni su esfuerzo, fueron ellos. Y usted debe darle las gracias.
Así que venga, que va a ser interesante ver como ahora una forma más de quebrar en los negocios será pagar impuestos. Puto Virgilio.
De la primera fórmula, el estado ya encontró la forma de sangrar, así que la única forma que nos queda para hacer dinero es ser una larva del estado, con cargo político y dispuesto a estar de rodillas lastimándose el cuello de tanto satisfacer al presidente, porque ahora, sin importar como se haga esa fortuna, el estado se la llevará con sus impuestos.
Que se cuiden las carretas de salchipapas que tienen opciones de convertirse en cadena de comidas rápida, mucho más seguras están ahí en su esquinita, atendiendo a borrachos en las madrugadas. Que ni se atrevan a crecer que si no viene Virgilio Hernandez a decir que todas esas madrugadas que el parrillero pasó en vela, que todas esas quemaduras en las manos, que todo ese esfuerzo que usted pueda haber hecho, debe compartirlo con los vagos que reclaman el bono de desarrollo.
Ahora hay una una mágica fórmula del gobierno (matemática cuántica asumo que es) que explica que gracias a los vagos que piden el bono, su negocio creció. No fue usted ni su esfuerzo, fueron ellos. Y usted debe darle las gracias.
Así que venga, que va a ser interesante ver como ahora una forma más de quebrar en los negocios será pagar impuestos. Puto Virgilio.
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