martes, 21 de febrero de 2012

No regresen, por favor

Resulta que el inconsciente colectivo guayaquileño existe y su característica principal es estar conformado por una sarta de desadaptados que encuentran en la playa la respuesta a todas sus frustraciones e inseguridades.

No digo que todos sean desadaptados, hay gente que yo estimo muchísimo y que en este momento están vegetando en la arena de los balnearios de la costa, pero sigo sin entender como pueden "relajarse" en medio de toda esa turba de individuos no deseables que abandonó la capital económica del Ecuador para irse a plantar en la arena.

La crema innata del desorden, del caos y lo que me avergüenza de la ciudad, huyó de la urbe, ¿cómo lo sé? yo me quedé acá, en la abúlica Perla del Pacífico. Déjeme decirle que en estos 5 días la ciudad ha sido tolerable. En las calles no hubo ni un solo individuo a bordo de un 'parlante con ruedas' que le pone mala cara a cualquiera que le pide que baje el volumen de esa insoportable bachata que escucha; tampoco hubo ningún conductor que se pase la luz roja sabiendo que va a provocar tráfico pero que igual lo hace porque "a él se lo respeta"; no hubo borrachos puñeteros afuera de los bares, no hubo tráfico (sí, lo repito), se pudo caminar en los centros comerciales y no hubo que pelear por una entrada al cine; todos esos problemas se vivieron en la playa, eso además de la basura que dejan en la arena los que llevan la olla de arroz con pollo a la costa para darle de comer a 'los bebes'.

Como quisiera que en el peaje se ponga un filtro, una traba para que obliguen a toda esta gente a quedarse por allá, si tanto les gusta la playa, si tanto odian sus vidas en la ciudad, les invito a que no vuelvan, a que se duerman en hamacas viendo las puestas de sol y que así se acostumbren a las mismas y dejen de atiborrar las redes sociales con la misma puerca foto que cualquier persona con celular (pagado a infinitas cuotas de 1 dólar diario), la puede tomar.

En este idílico peaje, todo el que tenga más de 4 parlantes en el carro y más de 150 canciones de regueton y bachata en el celular, debe regresarse a la playa; todo ser que pregunte "¿quién es Paul McCartney?" debería amarrarse a una de las rocas de "la chocolatera" para que finalmente sienta "la fuerza del mar". Es más, todo "fanático" de Sabina, esos que creen que por escucharlo ya saben de música y para los que no existe mejor trovador, por favor, no haga ni el intento de subirse al carro para volver a las calles pavimentadas, su esnobismo es lo que las polvorientas calles de la Salinas necesitan. En el peaje deberían preguntar, "¿usted fue a un karaoke y cantó laguna canción de Thalia, Fanny Lu, Adele, Arjona, Juanes o Maná?", si su respuesta es afirmativa, por favor, yo le pago los arroz con pollo que quiera y le alquilo el parasol para que se siente en la playa a comérselo. Los "oficiales de la aduana clasista" deberían poner un retorno en "U" para todo ser que venga vestido con un vividí dos tallas mayores a la que que le conviene, mismo retorno que podría ser usado por los que traigan en sus cámaras más de 500 fotos posadas en las que aparecen niñas de menos de 15 años con un cigarrillo y un cóctel en la mano que vomitaron hace poco más de un día. A todos ustedes, hágannos el favor de no volver.

Mañana a esta misma hora las calles de Guayaquil volverán a llenarse de estos folclóricos personajes, esos que renegarán el hecho de haber vuelto a la "rutina" y que no esperan a que sea viernes para volverse a ir a la playa. El caos segregará un vez más a quienes solo deseamos una vida tranquila en la ciudad, y que por cinco días la tuvimos. Incluso en este momento ya puedo sentir como ese tsunami de gente no deseable se acerca, se acerca para arrasar con toda esa paz, quietud e idílico aburrimiento que se sintió acá mientras sus carros, su actitud y su música de mierda estuvieron lejos del cemento.

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