No puedo imaginar lo caprichoso que Luis Miguel tiene que haber sido cuando era niño. Hoy, cuando se supone que es un adulto razonable, sigue siendo un marica que cobra un millón de dólares por un repertorio de canciones que no actualiza desde hace una década. Lo penoso es que este "señor" solo canta sus melodías si es que al lugar al que va a presentarse nadie le toma una puerca foto, no transmiten su presentación en señal abierta y por último, y con complejo de deidad, ningún fan tiene el "honor" de acercársele. Lo más cumbre es que por comportarse así le dan un premio inédito en un festival de música que cada año prueba que viene siendo una exquisita selección de la peor música del mercado.
Ni Ricky Martin demandó tanta seguridad, exigencias y pendejadas cuando en el 2007 fue al show. El puertoriqueño no es santo de mi devoción pero lo respeto, a diferencia de Luis Migel, él sabe que su música no es ninguna obra de arte, es entretenimiento de masas que a punta de chiqui bom bom pone a gritar a un poco de mujeres que hoy reniegan de su homosexualidad. Y ojo, Ricky Martin es homosexual, no marica; marica en el otro cantante que no tiene el respeto con las personas que lo han puesto sobre un escenario a cantar y de quienes comprar sus insípidos discos musicales con los que costea todos sus caprichos.
Pero al fin y al cabo la culpa de este fenómeno de la exclusividad no es del mexicano, sino de sus fans. Si uno de los artistas a los que yo admiro se pusiese en ese plano, no lo fuera a ver, no merece publico y menos un puerco aplauso, merece que lo pongamos a hacer dueto con Delfin Quishpe o La Tigresa del Oriente.
Lo cierto es que a veces nuestro fanatismo nos lleva a tener temor de generar crítica, tememos porque todo el que critica es crucificado a punta de insultos. Uno no puede pensar diferente porque se lo tacha de "anti" algo. La crítica constructiva no existe en esta parte del mundo por el mismo miedo a ser excluido de ese circulo "intelectual" al que tanto reniegan pertenecer algunos fotógrafos, escritores y cineastas del país, y déjeme decirle que ese circulo es tan cerrado que más parece un punto.
Es así como el fenómeno Luis Miguel se extiende más allá de los escenarios, contagia a todos los aduladores y encierran en una especie de aura absolutista a un par de personas que, a la larga, no son nadie pero que se han sabido ganar la admiración de muchos, admiración cultivada a punta de adulaciones a un producto mediocre que, lleno de adjetivos, se convierte en una maravilla.
Alguna vez hubo una página web a la que yo le tenía fe, una propuesta "editorial" que se perfilaba como una plataforma alternativa de comunicación entre los cuidadnos y en el entorno que los rodea. Hoy el sitio es una pagina llena de individuos que se han endiosado por el mismso hecho de que la gente los escucha. Pronto los defensores de la perla pasaron a ser solo otra web politizada y con un enfermizo-legal-y-parcializado punto de vista. Y la culpa es de quienes son incapaces de criticarlos por lo que están haciendo.
En otra ocasión, un joven escritor nacional al que yo admiro realizó una crítica acerca de la película "A tus espaldas", un filme nacional que, de ser comparado con una experiencia sensorial, lo más parecido a ver el filme es una patada en las gónadas. Aquel escritorseñaló lo mediocre de la producción y poco más lo tildan de un "desmerecedor del talento nacional", un "anti patriota" por el mero hecho de señalar lo doloroso que resultaba recibir este puntapie en la partes íntimas (película para mala).
Es así es como nos enclaustramos en un circulo de mediocridad: los malos adulan a los medianamente capaces y ellos, los adulados, cierran el círculo para que nadie más lo penetre, dejando afuera a una buena cantidad de personas que, a mi criterio, tienen en la talento pero no la atención. Lo trágico acá es que quienes tiene atención, guardando las distancias, se comportan como Luis Miguel tras recibir "pajarraco de platino" ese que le dieron.
Es por ese complejo de superioridad, síntoma que en algunos años será conocido como complejo luismigueliano", que nuestros "talentos" se vanaglorian desde sus escenarios, recibiendo los aplausos de quienes no los critican porque están esperando su oportunidad para que les abran el círculo/punto de "grandes críticos y pensadores" al que, comprendiendo la lógica de quienes quieren pertenecer el mismo, es mejor estar a dentro, siendo adulado con los mediocres luismighueliamos, pero incriticable.
Ni Ricky Martin demandó tanta seguridad, exigencias y pendejadas cuando en el 2007 fue al show. El puertoriqueño no es santo de mi devoción pero lo respeto, a diferencia de Luis Migel, él sabe que su música no es ninguna obra de arte, es entretenimiento de masas que a punta de chiqui bom bom pone a gritar a un poco de mujeres que hoy reniegan de su homosexualidad. Y ojo, Ricky Martin es homosexual, no marica; marica en el otro cantante que no tiene el respeto con las personas que lo han puesto sobre un escenario a cantar y de quienes comprar sus insípidos discos musicales con los que costea todos sus caprichos.
Pero al fin y al cabo la culpa de este fenómeno de la exclusividad no es del mexicano, sino de sus fans. Si uno de los artistas a los que yo admiro se pusiese en ese plano, no lo fuera a ver, no merece publico y menos un puerco aplauso, merece que lo pongamos a hacer dueto con Delfin Quishpe o La Tigresa del Oriente.
Lo cierto es que a veces nuestro fanatismo nos lleva a tener temor de generar crítica, tememos porque todo el que critica es crucificado a punta de insultos. Uno no puede pensar diferente porque se lo tacha de "anti" algo. La crítica constructiva no existe en esta parte del mundo por el mismo miedo a ser excluido de ese circulo "intelectual" al que tanto reniegan pertenecer algunos fotógrafos, escritores y cineastas del país, y déjeme decirle que ese circulo es tan cerrado que más parece un punto.
Es así como el fenómeno Luis Miguel se extiende más allá de los escenarios, contagia a todos los aduladores y encierran en una especie de aura absolutista a un par de personas que, a la larga, no son nadie pero que se han sabido ganar la admiración de muchos, admiración cultivada a punta de adulaciones a un producto mediocre que, lleno de adjetivos, se convierte en una maravilla.
Alguna vez hubo una página web a la que yo le tenía fe, una propuesta "editorial" que se perfilaba como una plataforma alternativa de comunicación entre los cuidadnos y en el entorno que los rodea. Hoy el sitio es una pagina llena de individuos que se han endiosado por el mismso hecho de que la gente los escucha. Pronto los defensores de la perla pasaron a ser solo otra web politizada y con un enfermizo-legal-y-parcializado punto de vista. Y la culpa es de quienes son incapaces de criticarlos por lo que están haciendo.
En otra ocasión, un joven escritor nacional al que yo admiro realizó una crítica acerca de la película "A tus espaldas", un filme nacional que, de ser comparado con una experiencia sensorial, lo más parecido a ver el filme es una patada en las gónadas. Aquel escritorseñaló lo mediocre de la producción y poco más lo tildan de un "desmerecedor del talento nacional", un "anti patriota" por el mero hecho de señalar lo doloroso que resultaba recibir este puntapie en la partes íntimas (película para mala).
Es así es como nos enclaustramos en un circulo de mediocridad: los malos adulan a los medianamente capaces y ellos, los adulados, cierran el círculo para que nadie más lo penetre, dejando afuera a una buena cantidad de personas que, a mi criterio, tienen en la talento pero no la atención. Lo trágico acá es que quienes tiene atención, guardando las distancias, se comportan como Luis Miguel tras recibir "pajarraco de platino" ese que le dieron.
Es por ese complejo de superioridad, síntoma que en algunos años será conocido como complejo luismigueliano", que nuestros "talentos" se vanaglorian desde sus escenarios, recibiendo los aplausos de quienes no los critican porque están esperando su oportunidad para que les abran el círculo/punto de "grandes críticos y pensadores" al que, comprendiendo la lógica de quienes quieren pertenecer el mismo, es mejor estar a dentro, siendo adulado con los mediocres luismighueliamos, pero incriticable.
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