martes, 28 de febrero de 2012

Síntomas

The Artist ganó el Oscar a mejor película y yo sigo preguntándome ¿por qué miro esta gala? Debí dejar de ver la premiación de la Academia de Ciencia y Artes Cinematográficas gringas cuando en el 97' le dieron el mismo galardón a Titanic, esa telenovela venezolana de alto presupuesto.

Me disculparé con quienes creen o de verdad entiende de cine y han intentado convencerme de que el filme es bueno, pero yo lo único que rescato del mismo es la ternura que me despertó el perrito; de ahí no le veo el sentido a hacer una película con aires de homenaje al Hollywood mudo. Sí, la gente apagaba el DVD (porque acá la vimos pirateada) con un aire de grandeza, como si hubiesen cumplido con el cívico deber de observar una pelícual en blanco y negro, "artística", y aunque decían que le gustó el filme, no se explicaban porque lo habían disfrutado. Tampoco podían quedar como lo "insípidos e insensibles" que no comprendieron este pedacito de basura (es mi opinión, no se ofenda).

La misma reacción la tuvieron cuando vieron Sheakspear in Love, otra película mala que "conmovio" a la masa de zombies amantes de la bachata que no discierne de la carroña que se les pone en frente. Los Oscar (a veces no, pero en la mayoría de las ocaciones) solo premian al mal gusto colectivo, no encuentro otro motivo para que en el 94' le hayan dado la estatuilla de "mejor película" a ese cuento de hadas moderno que es Forrest Gump y no se lo hayan otorgado a la estilizada, violenta y desordenadamente deliciosa Pulp Fiction. No encuentro otra explicación.

El mal gusto colectivo es solo un síntoma de lo que nos toca vivir, no por nada Arjona y Luis Fonsi tienen premios, son los "artistas" de las masas, masas que son el mismo conglomerado de personas que manipuladas por los políticos. Esos que cantan "fumarte un habano en American Airlines", que debe ser la metafora más nauseabunda de la historia del lenguaje español, son los mismos que dan el voto a la tendencia popular.

Si piensan que los gustos musicales, fílmicos y literarios son algo insignificante y "no dañino", están equivocados. Esa misma incapacidad de razocionio del mal producto que se les pone en frente es llevado luego a las deciciones más importantes que moldean la sociedad, como las votaciones, consultas populares, homenajes y demás atribuciones de responsabilidades que nos hemos acostumbrado a entregar.

El mal gusto es contagioso y peligroso, no por ende en una época en la que hay tantos fans de Daniel Betancurt, Fausto Miño, Fanny Lu, Juanes y Shakira, tenemos la sarta de gobernantes que tenemos en esta región del mundo. Toda esa gente sin criterio es la misma que va al cine y tiene miedo de decir que se quedó dormida durante The Artist, y son los mismos que después anda diciendo que es una "película lenta pero muy buena". Así mismo, esta gente vota en los premios MTV por Camila y despues va a las urnas a sufragar por una tendencia a la que no comprenden por completo pero creen que "es la mejor" porque es lo que le gusta al conglomerado de farreros de fin de semana y demás miembros de su círculo social. A esta gente le gusta Paulo Coehlo, Wisin y Yaden; ese mamotreto de malpensantes que se pasan las rojas y ponen luces de neon al carro, todas deciciones que parecen estar muy distanciadas la una de la otra pero que son trascendentales.

A la larga, que disfrutes de esa música de mierda y que no sepas decir porque te gustó o no una película; eso sumado a que celebres sin entender porque The Artist ganó el oscar a mejor película, es lo que tiene los países tan jodidos como están.

viernes, 24 de febrero de 2012

No adule

No puedo imaginar lo caprichoso que Luis Miguel tiene que haber sido cuando era niño. Hoy, cuando se supone que es un adulto razonable, sigue siendo un marica que cobra un millón de dólares por un repertorio de canciones que no actualiza desde hace una década. Lo penoso es que este "señor" solo canta sus melodías si es que al lugar al que va a presentarse nadie le toma una puerca foto, no transmiten su presentación en señal abierta y por último, y con complejo de deidad, ningún fan tiene el "honor" de acercársele. Lo más cumbre es que por comportarse así le dan un premio inédito en un festival de música que cada año prueba que viene siendo una exquisita selección de la peor música del mercado.

Ni Ricky Martin demandó tanta seguridad, exigencias y pendejadas cuando en el 2007 fue al show. El puertoriqueño no es santo de mi devoción pero lo respeto, a diferencia de Luis Migel, él sabe que su música no es ninguna obra de arte, es entretenimiento de masas que a punta de chiqui bom bom pone a gritar a un poco de mujeres que hoy reniegan de su homosexualidad. Y ojo, Ricky Martin es homosexual, no marica; marica en el otro cantante que no tiene el respeto con las personas que lo han puesto sobre un escenario a cantar y de quienes comprar sus insípidos discos musicales con los que costea todos sus caprichos.

Pero al fin y al cabo la culpa de este fenómeno de la exclusividad no es del mexicano, sino de sus fans. Si uno de los artistas a los que yo admiro se pusiese en ese plano, no lo fuera a ver, no merece publico y menos un puerco aplauso, merece que lo pongamos a hacer dueto con Delfin Quishpe o La Tigresa del Oriente.

Lo cierto es que a veces nuestro fanatismo nos lleva a tener temor de generar crítica, tememos porque todo el que critica es crucificado a punta de insultos. Uno no puede pensar diferente porque se lo tacha de "anti" algo. La crítica constructiva no existe en esta parte del mundo por el mismo miedo a ser excluido de ese circulo "intelectual" al que tanto reniegan pertenecer algunos fotógrafos, escritores y cineastas del país, y déjeme decirle que ese circulo es tan cerrado que más parece un punto.

Es así como el fenómeno Luis Miguel se extiende más allá de los escenarios, contagia a todos los aduladores  y encierran en una especie de aura absolutista a un par de personas que, a la larga, no son nadie pero que se han sabido ganar la admiración de muchos, admiración cultivada a punta de adulaciones a un producto mediocre que, lleno de adjetivos, se convierte en una maravilla.

Alguna vez hubo una página web a la que yo le tenía fe, una propuesta "editorial" que se perfilaba como una plataforma alternativa de comunicación entre los cuidadnos y en el entorno que los rodea. Hoy el sitio es una pagina llena de individuos que se han endiosado por el mismso hecho de que la gente los escucha. Pronto los defensores de la perla pasaron a ser solo otra web politizada y con un enfermizo-legal-y-parcializado punto de vista. Y la culpa es de quienes son incapaces de criticarlos por lo que están haciendo.

En otra ocasión, un joven escritor nacional al que yo admiro realizó una crítica acerca de la película "A tus espaldas", un filme nacional que, de ser comparado con una experiencia sensorial, lo más parecido a ver el filme es una patada en las gónadas. Aquel escritorseñaló lo mediocre de la producción y poco más lo tildan de un "desmerecedor del talento nacional", un "anti patriota" por el mero hecho de señalar lo doloroso que resultaba recibir este puntapie en la partes íntimas (película para mala).

Es así es como nos enclaustramos en un circulo de mediocridad: los malos adulan a los medianamente capaces y ellos, los adulados, cierran el círculo para que nadie más lo penetre, dejando afuera a una buena cantidad de personas que, a mi criterio, tienen en la talento pero no la atención. Lo trágico acá es que quienes tiene atención, guardando las distancias, se comportan como Luis Miguel tras recibir "pajarraco de platino" ese que le dieron.

Es por ese complejo de superioridad, síntoma que en algunos años será conocido como complejo luismigueliano", que nuestros "talentos" se vanaglorian desde sus escenarios, recibiendo los aplausos de quienes no los critican porque están esperando su oportunidad para que les abran el círculo/punto de "grandes críticos y pensadores" al que, comprendiendo la lógica de quienes quieren pertenecer el mismo, es mejor estar a dentro, siendo adulado con los mediocres luismighueliamos, pero incriticable. 

martes, 21 de febrero de 2012

No regresen, por favor

Resulta que el inconsciente colectivo guayaquileño existe y su característica principal es estar conformado por una sarta de desadaptados que encuentran en la playa la respuesta a todas sus frustraciones e inseguridades.

No digo que todos sean desadaptados, hay gente que yo estimo muchísimo y que en este momento están vegetando en la arena de los balnearios de la costa, pero sigo sin entender como pueden "relajarse" en medio de toda esa turba de individuos no deseables que abandonó la capital económica del Ecuador para irse a plantar en la arena.

La crema innata del desorden, del caos y lo que me avergüenza de la ciudad, huyó de la urbe, ¿cómo lo sé? yo me quedé acá, en la abúlica Perla del Pacífico. Déjeme decirle que en estos 5 días la ciudad ha sido tolerable. En las calles no hubo ni un solo individuo a bordo de un 'parlante con ruedas' que le pone mala cara a cualquiera que le pide que baje el volumen de esa insoportable bachata que escucha; tampoco hubo ningún conductor que se pase la luz roja sabiendo que va a provocar tráfico pero que igual lo hace porque "a él se lo respeta"; no hubo borrachos puñeteros afuera de los bares, no hubo tráfico (sí, lo repito), se pudo caminar en los centros comerciales y no hubo que pelear por una entrada al cine; todos esos problemas se vivieron en la playa, eso además de la basura que dejan en la arena los que llevan la olla de arroz con pollo a la costa para darle de comer a 'los bebes'.

Como quisiera que en el peaje se ponga un filtro, una traba para que obliguen a toda esta gente a quedarse por allá, si tanto les gusta la playa, si tanto odian sus vidas en la ciudad, les invito a que no vuelvan, a que se duerman en hamacas viendo las puestas de sol y que así se acostumbren a las mismas y dejen de atiborrar las redes sociales con la misma puerca foto que cualquier persona con celular (pagado a infinitas cuotas de 1 dólar diario), la puede tomar.

En este idílico peaje, todo el que tenga más de 4 parlantes en el carro y más de 150 canciones de regueton y bachata en el celular, debe regresarse a la playa; todo ser que pregunte "¿quién es Paul McCartney?" debería amarrarse a una de las rocas de "la chocolatera" para que finalmente sienta "la fuerza del mar". Es más, todo "fanático" de Sabina, esos que creen que por escucharlo ya saben de música y para los que no existe mejor trovador, por favor, no haga ni el intento de subirse al carro para volver a las calles pavimentadas, su esnobismo es lo que las polvorientas calles de la Salinas necesitan. En el peaje deberían preguntar, "¿usted fue a un karaoke y cantó laguna canción de Thalia, Fanny Lu, Adele, Arjona, Juanes o Maná?", si su respuesta es afirmativa, por favor, yo le pago los arroz con pollo que quiera y le alquilo el parasol para que se siente en la playa a comérselo. Los "oficiales de la aduana clasista" deberían poner un retorno en "U" para todo ser que venga vestido con un vividí dos tallas mayores a la que que le conviene, mismo retorno que podría ser usado por los que traigan en sus cámaras más de 500 fotos posadas en las que aparecen niñas de menos de 15 años con un cigarrillo y un cóctel en la mano que vomitaron hace poco más de un día. A todos ustedes, hágannos el favor de no volver.

Mañana a esta misma hora las calles de Guayaquil volverán a llenarse de estos folclóricos personajes, esos que renegarán el hecho de haber vuelto a la "rutina" y que no esperan a que sea viernes para volverse a ir a la playa. El caos segregará un vez más a quienes solo deseamos una vida tranquila en la ciudad, y que por cinco días la tuvimos. Incluso en este momento ya puedo sentir como ese tsunami de gente no deseable se acerca, se acerca para arrasar con toda esa paz, quietud e idílico aburrimiento que se sintió acá mientras sus carros, su actitud y su música de mierda estuvieron lejos del cemento.

jueves, 16 de febrero de 2012

El país de las maravillas

El examen proctológico colectivo que nos aplicaron a quienes vivimos en el país de la linea ecuatorial, no tiene precedentes; los sentará, sí, pero nunca se había visto nada como esto. Nunca antes la expresión de "meter la mano" había significado tanto, y en tantos sentidos, como en estos tiempos. A mi, el recto de la conciencia ya me lo trastocaron al engañarme que en realidad existe una equitativa balanza que se inclina ante el lado más justo, y no la hay; no me van a venir a engañar de nuevo con esto de la violación de libertad de expresión y sus ahora desertores defensores. 

Lo que nos indigna a la mayoría de los que estamos ardidos es esta imposibilidad de justicia, de que en realidad existe una manipulación de los dictámenes y que responden a la voluntad de alguien que conquisto al pueblo con una sonrisa. 

No se trata de ser de derecha o de izquierda, se trata de ver que el estado de derecho es ahora solo un mito que nos lo meten por cada orificio del cuerpo hasta que lo creamos. Lo peligroso es ahora que la democracia se ha convertido en un tablero de ajedrez en el que un tipo con la suficiente visión y poder puede mover las fichas a su conveniencia, respetando todas las reglas, y así abusar de la voluntad de uno pocos, porque hay que ver que los sensatos somos pocos; la mayoría celebra el hecho de que el oligarca y sus plebeyos, los dueños de medios, esos millonarios que emplean a los que ahora somos tildados de peones de la burguesía (los periodistas), son derrotados por quien se alza como amo y señor de un hacienda de 14 millones de empleados. 

Lo más penoso es que nuestra reacción, la de los que encontramos en todo esto un mamotreto de argumentos; es que no hacemos más que indignarnos. Salimos a las calles a pararnos en las vías a a espera de que una opinión colectiva, la desaprobación de un grupo de personas, conmueva al tipo que tiene las riendas de la patria. Ya lo dije una vez: las revoluciones no son colectivas, son procesos violentos en los que la voluntad de unos pocos se impone ante la de millones; porque son millones los que en sus casa de caña celebran como el adinerado se doblega antes un "ciudadano", ese con el que se identifican porque guarda los mismos resentimientos que ellos. 

La nación se vuelve un país de las maravillas, un lugar en donde los más bizarros personajes encuentran su lugar; un espacio en donde el hecho de llevar la rubrica de "Ecuador" es sinónimo de que las cosas no funcionarán: la linea aérea del Ecuador tiene una de las tasas más altas de retraso de vuelos del país; "ama la vida", una nación que registró en el 2011 una cifra superior a los 19.000 asesinatos; y todos los gabinetes que llevan en su insignia la palabra nacional, empezando por las cortes que no son si no el instrumento que justifica cada abuso y exabrupto de quien confiamos, porque me incluyo, sería el indultador de la nación, pero el que solo ha conseguido ponerle la correa al cuello de una nación que, dopada a punta de bonos, morira de asfixia auto-erótica mientras el ejecutivo le dice lo linda que tiene la próstata.

martes, 14 de febrero de 2012

Cualquier día

San Valentín: el agosto de los moteles, de los vendedores de rosas, de los chocolateros y de los exportadores de latex; también es el "Halloween" de los bígamos, de los latin lovers y de los solteros deprimidos. Siempre he dicho que la fecha que más odio del año es Navidad, pero poco falta para que el fastidio que le tengo al "Día del amor y la amistad" se equipare con el del cumpleaños de Rey de los Judíos.

En San Valentín la gente se pone estúpida, mucho más de lo que normalmente es, y salen a las calles a "demostrar su afecto" por esa persona tan especial. Otros encuentran la excusa precisa para decirle a esa/e amigo/a especial lo que sienten, olvidando que no existe un 15 de febrero en donde, si le rechazan la oferta, se volverá el más incómodo de los días.

Ojo, yo no estoy en contra de las demostraciones de afecto en este día, hay quienes de verdad las hacen porque les nace, conozco parejas de enamorados y esposos (escasas, muy escasas) que encuentran la forma de hace original y especial el día; pero la mayoría son solo una sarta de desesperados por llevarse a alguien a la cama.

El 14 de febrero tiene que ser el día en el que más fecundaciones indeseadas se conciben, una fecha llena de colesterol por los bombones y de helio de los globos (¿qué tiene de especial un globo?); hay niñas que se dejan sorprender con detalles tan absurdos como los anteriormente mencionados que no me sorprende que de aquí a noviembre sean madres solteras.

Los que aprovechan la fecha para demostrar su afecto son los que sienten culpa de no haberlo hecho durante todo el año, son los que cuernean a su pareja, los descubren, y ahora buscan arreglarlo; son los quinceañeros y adolescentes que piensan que vivirán toda su vida junto a la mujer que le alborotó las hormonas; ellos son los que ven en una fecha significativa para invertir.

San Valentín en realidad se trata de afilar los reflejos de Schumacher para esquivar a todos los niños vendedores de rosa que inunda las calles; se trata de tener un carro con aire para tolerar el calor y la espera de horas atrapado en el tráfico del más popular boulevard al que todos, tan originalmente, decidieron llevar a su pareja a cenar; se trata de ponerse los zapatos más cómodos porque tocará esperar horas parado hasta que alguna de las parejas desocupe una mesa, y no lo harán, no se levantarán hasta que el cabrón que llevó a comer a su novia/bacile al restaurante logre convencerla de pegarle una mamada en el carro. San Valentín se trata de hacerle creer a la amante que algún día a ella también la llevarán a comer al más elegante de los restaurantes en lugar de una rápida comida en el  carro antes de llegar al motel.

Si tienes pareja y ella te quiere tanto como a ti, entenderá que el 14 de febrero no es más que otro día del año. De un pequeño mensaje de texto no pasará la celebración, eso como para no perder la costumbre. Sexo podrán tener cualquier otro día, no necesariamente en la fecha donde no hay cuarto en los moteles, además ¿qué día más estupido para perder la virginadad que un 14 de febrero? Mejor sería que me la regalen en Halloween, ahí si hay mérito. Los regalos los puedes cualquier día, no especificamente en la puerca fecha que esocgieron Ashoton Kutcher, las chocolateras, los moteles y Hallmark, para llenan sus bolsillos. 

viernes, 10 de febrero de 2012

Devoción

No importa cuántas veces la vea yo siempre espero que Francesca se baje de la camioneta para irse con Robert en esa escena de Los Puentes de Madison. Hoy la vi de nuevo y es imposible que no me ponga melancólico al respecto. Al fin y al cabo uno siempre anda en busca de su Francesca, alguien a quien no se ama sino que se le es devoto.

A veces creo que hay mujeres que vienen al mundo con el mero propósito de jodernos la vida. Son tan lindas, tan inalcanzables, tan estúpidamente hermosas que el mero hecho de saber que jamás podrás tocarlas de la forma más indebida, te produce un dolor en el pecho que sólo puedo describir como: ansiedad.

Lo interesante de esta idealización está en lo estúpidos que nos ponemos cuando empezamos a volvernos devotos de las mismas: el país puede caerse a pedazos, puede haber mil y un tópicos más interesantes de que hablar, pero uno lo que único que quiere es hablar de ella. Las borracheras se vuelven solo excusas para poder sacar toda esa frustración que llevas dentro. Sí, las cicatrices de los amores pasados se las lleva en el hígado, no en el corazón.

Pero lo más interesante del “amor idílico” es que cuando se cumple, cuando tienes la oportunidad de hacer lo que querías con aquella persona a la que tuviste en el pedestal, porque empieza esta transición en la que el gusto se convierte en devoción.

Yo prefiero mil veces esto, la devoción, a lo que conocemos como amor: el amor responde a este concepto de propiedad, a esta necesidad que hemos adquirido de sentir nuestras las cosas por el mero hecho de no perderlas y tenerlas a nuestra disposición; aquí es donde aparece la pareja como la estructura idealizada de esto que tan fácilmente encasillamos como amor. Pero la devoción es distinta, es más visceral, más ilógica, más parecida a lo que en realidad entendíamos como amor.

La devoción no responde a motivos lógicos, es casi como la religión, uno tiene una fe ciega en esta idea de la persona y responde a la misma, se entrega por completo. En la calle el amor rebosa: parejas enteras de la mano caminan por necesidad, y aquí lo deplorable del asunto, porque la necesidad de alguien, ya sea emocional, física o material, reside en que, cuando la misma se ausente, uno será infeliz.

Por eso prefiero la devoción, porque las ideas viven con nosotros para siempre e incluso uno puede convivir con las mismas, extrañarla, pero jamás sufrir por su vacio porque en realidad no está ausente, solo se detuvo hasta el siguiente encuentro, ya sea en algunos años o cuando regreses a la casa sonreír como imbécil porque sabes que te vas a topar con la idea a la que convertiste en tu esposa (y créanme que aunque odio la idea del matrimonio y la pareja, conozco a devotos de sus esposas).

Porque a la larga uno solo anda en busca de esa idea, de esa Francesca que no nos acompañe porque siempre tomó la decisión correcta, de esa Nancy a quien amar hasta el cansancio o esa Pamela que nos llore después de ahogarnos en una bañera en Paris; uno quiere una Clementine con la que no dudaría en equivocarse mil veces aún después de que nos borrasen la memoria; porque al final, la devoción no conoce de límites y por ende no sabe de motivos, pero el amor sí, y siempre nos llevará a equivocarnos.

*disculparán el sentimentalismo, pero es culpa de la película de Clint Eastwood*

martes, 7 de febrero de 2012

Folclore

El español Alberto Contador fue sancionado ayer por las autoridades del ciclismo mundial por el escándalo que protagonizó luego de dar positivo en el test de doping durante su campaña en el Tour de Francia del 2010. El ciclista argumentó que había ingerido carne contaminada, tal como y como la selección mexicana sub 20 de fútbol se excusó cuando presentaron el mismo problema. Las autoridades mundiales del deporte de la bicicleta dijeron: "en el caso de Contador, España no es un país con tradición de presentar casos de carne contaminada México sí, por eso su excusa es válida".

Una vez más el folclore latinoamericano se hace presente en los prejuicios internacionales de los que deberían ser las personas menos estereotipadoras e inclusivas del planeta. Cuando leí lo anteriormente mencionado no sabía si reírme o apenarme, pero sé que es verdad, acá en latinoamérica aún vivimos una especie de existencia precaria, sorteando obstáculos tan primitivos como el cólera, Shakira y La Tigresa del Oriente.

Al sur del hemisferio uno vive historias que en realidad parecen sacadas de una comedia gringa de los 80, personajes pintorescos y refritos de estereotipos que por más que un reducido grupo de personas deseemos, no podemos librarnos.

Somos una burla internacional, somos los bulliciosos en las mesas internacionales de debates, los de bigote prominente y misóginos "macho latino castigador". Alguna vez recuerdo haber leído una sentencia española en el caso de un par de migrantes peruanos en España en el que el esposo mató a su mujer a golpes pero el juez lo excusó de la pena máxima porque "ellos (los latinoamericanos) viven así su cultura salvaje".

Ante los ojos del ario clasista seguimos siendo una raza inferior, a veces no los culpo porque mientras ellos recuerdan las melodías de los Betales y Morrissey, nuestros padres se alegran al escuchar las viejas canciones de Menudo y Sandro.

Uno intenta buscarle lo lúdico al asunto diciendo que todos esos detalles son parte del folclore mágico de un pedazo de contienen en el que las carreteras están a medio terminar porque el gobierno de turno se rifó el dinero en asesores juridicos del estado, y en el que los baños permanecen sucios todo el día porque los conserjes los limpian una vez al día ya que "se va a seguir ensuciando".

Somos parte de la raza latina, una "secta" de individuos que produce a las "mujeres más hermosas del mundo" y (entre todos los países latinos) dueños de más coronas de Miss Universo que cualquier otra "raza"; eso si, sumando todos los países americanos de lengua materna latina, no sumamos la cantidad de premios Nobel que Rusia tiene, y eso que este es un premio político, pero que al fin y al cabo creo que vale más que una corona a la anoréxica con menos conocimientos de geografía e historia universal.

Nuestros países figuran entre los más corruptos del mundo pero no importa, bailamos bien salsa, reguetón, bachata y merengue y esos nos justifica como "seres de sangre caliente", impulsivos y vivaces; tenemos una tasa de analfabetismo que solo es superada por Africa, pero no importa, Argentina, Brasil y Uruguay nos indultan con cada gol que meten en una copa del mundo; somos económicamente explotados por los arios, chinos y gringos de segunda generación, pero no importa, tenemos pintorescos presidentes que defienden una democracia fundada a punta de tarimasos, canciones y discursos de 6 horas que exsasperaían al mismísmo Dalai Lama.

George Carlin dijo alguna vez: "nacer en este planeta es como asistir al mejor de los 'freak-shows', pero nacer en EE.UU. es sentarse en primera fila". Quizás el maestro tuvo razón, los gringos han tenido una loca historia, pero Carlin no vivió en la Latinoamérica del siglo XXI, un pedazo de continente en el que las familias de los presidentes entran pobres y salen millonarias, un lugar en el que los presidentes se hacen bendecir por los shamanes antes de comenzar su mandato y en donde un país en el que las cortes dejan libres a todos los criminales, sus legistas ocupan el tiempo condenando la muerte de un "honorable revolucionario" que fue asesinado en un país ajeno hace 44 años. Esa es mi raza.