El ímpetu y los fuegos artificiales, el olor a pólvora y champaña, el niño que grita porque se quemó los dedos y la abuela que llora porque toda la familia está junta.
Los saludos de los amigos, la indirectas de tus ex, los mensajes de cariño y las putas cadenas en los celulares. El cielo parce un Pollock barato y esquivas las "esquirlas" que producen las camaretas.
Abres una botella de whisky esquivas las preguntas de siempre: ¿cuando presentas a las novia? ¿Por qué te has engordado? Esquivas también las responsabilidades y sugieres usar platos desechables para no lavar más tarde. Se niegan.
Los vecinos imaginan que son ingenieros de la NASA lanzando la última misión a la luna mientras envían cohetes de poca monta al cielo, adornando ese Pollock barato.
Las radios gritan empezando una cuenta regresiva mientras que la familia se alista con todas las cábalas que alistaron durante todo el día mientras sorteaban el tráfico de estas fechas; por un momento recuerdas que debes vestir la sonrisa hipócrita para saludar a los vecinos a los que siempre les negaste el parqueo, a los contactos del celular que mantienes por compromiso o necesidad, todo mientras la cuenta regresiva se aproxima al cero.
Las redes celulares se saturan y los mensajes que guardas estratégicamente para el final del día, eso que envías a los que de verdad te importa pero con quienes jamás tendrás el coraje de pasar la noche de fin de año, no se envían: las compañías celulares colapsaron porque a todos les pico la nalga de desearas el bien a último momento.
Por un instante recuerdas que en alguna parte del mundo hay una familia que no tuvo que comer y otras tantas que pasan en hospitales y sal de velación porque, te das cuenta, los días son solo días, una perpetua cascada de puestas de sol que no respetan la voluntad de 6 billones de personas.
Con los tuyos gritas como si el país hubiese ganado el campeonato mundial de fútbol pero te das cuenta que después de tanto fulgor, pólvora y saludos, la noche sigue siendo noche y que por más que la comida de mamá sepa a gloria, tu sigues acá atorado en la eternidad, gastando los segundos sin saber porque, pero deseando tener alguien al lado con quien gastarlos. Alguien y no un puto vaso de whisky. SALUD
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