De alguna forma estamos fascinados con esto del fin del mundo. De acuerdo con el calendario Maya - ese tan berreado - a partir de ayer sólo nos quedan 365 días de vida, un año, miles de horas que como todos los años, pasaran en un abrir y cerrar de ojos.
Me da tato miedo lo que sucederá este año: los publicistas se aprovecharán de este "hecho" para meternos productos hasta por el orificio rectal y la gente pasará haciendo chistes de sobre lo poco que les queda de vida. Los más vivos inducirán el miedo en jovencitas para así poder conseguir que les abran las piernas y las compañías de tarjetas de crédito no paran de babear con las cantidades de dinero que próximo año recibieran de quienes temerosos comprarán desaforadamente con la esperanza de que el 21 de diciembre del 2012, el mundo llegue a su fin y ellos no tengan que pagar todo lo comprado y consumido. Yo por mi parte, ahorraré.
De todas formas "el fin del mundo" es algo para lo que los ecuatorianos (y latinoamericanos) ya estamos entrenados: de existir un infierno de seguro es un lugar en donde a todos lados hay que hacer fila y cuando llegas a la ventanilla para que te atiendan, el funcionario-demonio se ira a almorzar.
En el infierno la música de fondo es Arjona feat. Aventura y las paredes están llenas de frases motivaciones escritas por Paulo Coello y Carlos Cuatemotch; además hace unos 40 grados con humedad. Será lo mismo a subirse en un taxi guayaquileño, ese en el que el conductor solo conversa de lo motivado que esta después de leer un libro de auto-ayuda y en la radio se alterna música entre baladas y bachata; por supuesto, no tiene acondicionador de aire.
A tan sólo 365 de que el mundo se acabe, si es que en realidad se acabará, uno se da cuenta que ha pedido por esa fecha durante toda su vida: al fin y al cabo el mundo es un lugar horrible, en especial si vives en una parte donde ahorras lo suficiente para comprarte algo que a las dos semanas sube de precio o se agota; es el mismo lugar donde el gobierno da "educación gratuita" para así engañar al pueblo con que está siendo educado.
Pa mi el mundo terminó el 14 de mayo de 1998, el día en el que el último capitulo de Seinfeld fue transmitido, y si no terminó ese día fue el principio del fin: después de eso empezó a llegar toda esa mierda que hoy tenemos en la televisión y "cultura".
A mi lo que me pesa es que aún tendremos 365 días más de radios pasando Justin Bieber y Arjona, 8760 horas de noticias sobre Snooki y 525,600 segundos más de escándalos políticos, corrupción y violencia tan característica del siglo XXI, eso y uno que otro tirano-dictador muerto (que ya no es novedad).
Los más positivos e ingenuos dirán que son 365 días para aprovechar y vivir al máximo; lo cierto es que los intereses de las tarjetas de crédito están tan altos que tenemos que vivir al mínimo (gasto) y al fin de cuentas, con la soga al cuello por tanta "inversión", rogarás que el 21 de diciembre la tierra se cuartee y nos trague a todos. Eso sí, sí el infierno es ese lugar en el que "las pesadillas se hacen realidad", de nada te servirá haberte muerto porque el portero del averno será un cobrador de intereses.
*cuando termines de leer descubrirás que sólo te quedan 364. ¡Viva!, ya desperdiciamos uno más. ¡Salud!
Me da tato miedo lo que sucederá este año: los publicistas se aprovecharán de este "hecho" para meternos productos hasta por el orificio rectal y la gente pasará haciendo chistes de sobre lo poco que les queda de vida. Los más vivos inducirán el miedo en jovencitas para así poder conseguir que les abran las piernas y las compañías de tarjetas de crédito no paran de babear con las cantidades de dinero que próximo año recibieran de quienes temerosos comprarán desaforadamente con la esperanza de que el 21 de diciembre del 2012, el mundo llegue a su fin y ellos no tengan que pagar todo lo comprado y consumido. Yo por mi parte, ahorraré.
De todas formas "el fin del mundo" es algo para lo que los ecuatorianos (y latinoamericanos) ya estamos entrenados: de existir un infierno de seguro es un lugar en donde a todos lados hay que hacer fila y cuando llegas a la ventanilla para que te atiendan, el funcionario-demonio se ira a almorzar.
En el infierno la música de fondo es Arjona feat. Aventura y las paredes están llenas de frases motivaciones escritas por Paulo Coello y Carlos Cuatemotch; además hace unos 40 grados con humedad. Será lo mismo a subirse en un taxi guayaquileño, ese en el que el conductor solo conversa de lo motivado que esta después de leer un libro de auto-ayuda y en la radio se alterna música entre baladas y bachata; por supuesto, no tiene acondicionador de aire.
A tan sólo 365 de que el mundo se acabe, si es que en realidad se acabará, uno se da cuenta que ha pedido por esa fecha durante toda su vida: al fin y al cabo el mundo es un lugar horrible, en especial si vives en una parte donde ahorras lo suficiente para comprarte algo que a las dos semanas sube de precio o se agota; es el mismo lugar donde el gobierno da "educación gratuita" para así engañar al pueblo con que está siendo educado.
Pa mi el mundo terminó el 14 de mayo de 1998, el día en el que el último capitulo de Seinfeld fue transmitido, y si no terminó ese día fue el principio del fin: después de eso empezó a llegar toda esa mierda que hoy tenemos en la televisión y "cultura".
A mi lo que me pesa es que aún tendremos 365 días más de radios pasando Justin Bieber y Arjona, 8760 horas de noticias sobre Snooki y 525,600 segundos más de escándalos políticos, corrupción y violencia tan característica del siglo XXI, eso y uno que otro tirano-dictador muerto (que ya no es novedad).
Los más positivos e ingenuos dirán que son 365 días para aprovechar y vivir al máximo; lo cierto es que los intereses de las tarjetas de crédito están tan altos que tenemos que vivir al mínimo (gasto) y al fin de cuentas, con la soga al cuello por tanta "inversión", rogarás que el 21 de diciembre la tierra se cuartee y nos trague a todos. Eso sí, sí el infierno es ese lugar en el que "las pesadillas se hacen realidad", de nada te servirá haberte muerto porque el portero del averno será un cobrador de intereses.
*cuando termines de leer descubrirás que sólo te quedan 364. ¡Viva!, ya desperdiciamos uno más. ¡Salud!
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