En el 2007 me gradué del colegio y como todo púber hambriento de conocimiento, como adolescente maravillado con las historias de un barbudo que recorrió el continente en moto, me contagié de sentido nacionalista que hizo que rechazara la idea de irme a estudiar al extranjero. Yo, el patriota con ganas de convertirse en mártir me quedaría en el país apoyando a la educación nacional, demostrando que no es cuestión de abandonar el país para crecer; para demostrar que el que quiere puede.
Hoy tengo 22 años y abandoné dos carreras antes de enbarcarme en el estudio a distancia el mismo que me parece absurdo e ineficiente. Aún no doy señales de conseguir un título universitario. Eso sí, tengo 375 seguidores en Twitter, un trabajo con remuneración aceptable y un carro que aunque viejo, es mío. Esos son mis logros.
Si a los 17 que abandoné el colegio me hubiesen dicho que esta sería mi condición a las dos décadas dos años, no lo hubiese creído. Para esta edad yo no solo ya habría tenido un titulo universitario si no que ya hubiese recorrido sudamérica y hubiese triunfado en dos revoluciones. Lo cierto es que soy mas prole que el prole promedio: el horario de trabajo que alguna vez juré no respetar dicta mis días y mis horas, mis ratos libres y mis actividades. Aunque me gusta mi profesión sigo siendo el empleado que juré jamás sería.
El otro día revisando mi closet descubrí que ya tengo un termo, dos corbatas y zapatos de suela, ahí descubrí que aquel soñador que alguna vez conocí en el colegio, había desaprecido,;ya no estaba ahí, murió el día que abandonó la primera carrera para dedicarse a ganar dinero para tener un poco de libertad. De todas formas el yugo paternal es algo del que no nos libramos sino hasta recibir la primera quincena. Luego los meses solo contarán de 15 días en 15 días. Me deprime solo pensarlo.
Por eso es que cuando veo que nada en mi vida salió como yo esperaba, intento animarme repasando los minúsculos logros que tengo: tengo trabajo y un sueldo, algo que en este país si cuenta como logro, mi carro, que recién terminé de pagar, ya es mío (tres hurtas para mi), si bien ni tengo un cartón que me acredita como periodista, lo soy.
Alguna vez Jhon Lenon dijo: a working class hereo is something to be; él lo dijo sabiendo que el día que muera la lápida de su tumba sería venerada por décadas por quienes somos sus fans; los demás working class heroes serán los que mantendrán limpio los alrededores de sus aposentos. Lo cierto es que nadie venera a los "héroes de la clase trabajadora" porque ninguno de nosotros es un héroe en realidad. Ninguno de nosotros tiene logros que valga la pena resaltar.
Uno espera siempre cosas grandes para si mismo cuando es un niño, uno nunca dice que quiere llegar a ser la cajera de un banco o la recepcionista de una oficina, uno dice que quiere llegar a ser el mesero de McDonals ni el periodista que pone la radio mientras habla el alcalde, no; uno siempre espera llegar a ser la persona que debía todas las miradas al llegar; pero no lo somos.
Eso pequeños logros por los que sacamos pecho, de los que nos enorgullecemos, no son nada en realidad. A mi nadie me felicita por desvelar conspiraciones del gobierno; los que te felicitan al graduaste y obtener un título son los mismo que te negaran un puesto de trabajo. Los logros grandes son los que cambian las vidas de las personas hasta los cimientos y en verdad yo no veo como el recibir un cheque cada quincena nos haga mejores personas ni mejore el mundo.
Ya tengo 376 seguidores en Twitter. Sí ya estoy un paso más cerca de hacer el mundo un lugar mejor.
Pero al final de todo, yo no quiero hacer del arreglar el mundo, el mundo ya está jodido. A mi lo único que me importa es que al final de todo, mi mamá no se sienta decepcionada de mí. Hasta ahora no he ningún puerco mérito para enorgullecerla.
Hoy tengo 22 años y abandoné dos carreras antes de enbarcarme en el estudio a distancia el mismo que me parece absurdo e ineficiente. Aún no doy señales de conseguir un título universitario. Eso sí, tengo 375 seguidores en Twitter, un trabajo con remuneración aceptable y un carro que aunque viejo, es mío. Esos son mis logros.
Si a los 17 que abandoné el colegio me hubiesen dicho que esta sería mi condición a las dos décadas dos años, no lo hubiese creído. Para esta edad yo no solo ya habría tenido un titulo universitario si no que ya hubiese recorrido sudamérica y hubiese triunfado en dos revoluciones. Lo cierto es que soy mas prole que el prole promedio: el horario de trabajo que alguna vez juré no respetar dicta mis días y mis horas, mis ratos libres y mis actividades. Aunque me gusta mi profesión sigo siendo el empleado que juré jamás sería.
El otro día revisando mi closet descubrí que ya tengo un termo, dos corbatas y zapatos de suela, ahí descubrí que aquel soñador que alguna vez conocí en el colegio, había desaprecido,;ya no estaba ahí, murió el día que abandonó la primera carrera para dedicarse a ganar dinero para tener un poco de libertad. De todas formas el yugo paternal es algo del que no nos libramos sino hasta recibir la primera quincena. Luego los meses solo contarán de 15 días en 15 días. Me deprime solo pensarlo.
Por eso es que cuando veo que nada en mi vida salió como yo esperaba, intento animarme repasando los minúsculos logros que tengo: tengo trabajo y un sueldo, algo que en este país si cuenta como logro, mi carro, que recién terminé de pagar, ya es mío (tres hurtas para mi), si bien ni tengo un cartón que me acredita como periodista, lo soy.
Alguna vez Jhon Lenon dijo: a working class hereo is something to be; él lo dijo sabiendo que el día que muera la lápida de su tumba sería venerada por décadas por quienes somos sus fans; los demás working class heroes serán los que mantendrán limpio los alrededores de sus aposentos. Lo cierto es que nadie venera a los "héroes de la clase trabajadora" porque ninguno de nosotros es un héroe en realidad. Ninguno de nosotros tiene logros que valga la pena resaltar.
Uno espera siempre cosas grandes para si mismo cuando es un niño, uno nunca dice que quiere llegar a ser la cajera de un banco o la recepcionista de una oficina, uno dice que quiere llegar a ser el mesero de McDonals ni el periodista que pone la radio mientras habla el alcalde, no; uno siempre espera llegar a ser la persona que debía todas las miradas al llegar; pero no lo somos.
Eso pequeños logros por los que sacamos pecho, de los que nos enorgullecemos, no son nada en realidad. A mi nadie me felicita por desvelar conspiraciones del gobierno; los que te felicitan al graduaste y obtener un título son los mismo que te negaran un puesto de trabajo. Los logros grandes son los que cambian las vidas de las personas hasta los cimientos y en verdad yo no veo como el recibir un cheque cada quincena nos haga mejores personas ni mejore el mundo.
Ya tengo 376 seguidores en Twitter. Sí ya estoy un paso más cerca de hacer el mundo un lugar mejor.
Pero al final de todo, yo no quiero hacer del arreglar el mundo, el mundo ya está jodido. A mi lo único que me importa es que al final de todo, mi mamá no se sienta decepcionada de mí. Hasta ahora no he ningún puerco mérito para enorgullecerla.
El primer parrafo me dejo pensando. Si es cierto que rechazaste la oportunidad de estudiar afuera, el dia que te vea en la calle me acercare a darte un cocacho :D. aunque yo creo que todo el mundo tiene sus historias de logros insignificantes creo q bloggeare las mias mas tarde. date una vuelta por mi blog mas tarde
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