Ellos jamás lo admitirán porque están convencidos de lo contrario: usted y yo le arruinamos la vida a nuestros padres.
Antes de nacer, mamá y papá tenían metas, tenía sueños, querían viajar y conocer personas; desvelarse tomando un trago o bailando (en el caso de quien le guste eso). Pero todo cambió con su llegada, digo con la suya y con la mía.
Las desveladas se convirtieron en momentos en los que usted se negaba a dormir y los días se resumieron en incansables horas de trabajo, todo porque en casa estaba usted, esa maquinita de llorar y defecar, que necesitaba ser alimentada y cuidada. Sí, ese sueldo que alguna vez fue destinado a los gastos más egoístas del mundo, ahora y a la fuerza tuvo que ser gastado en usted y yo.
Fuimos causales de arruinar el cuerpo de nuestras madres y truncar todos las mochileadas del padre; usted al nacer puso el punto final a una vida de lujos para empezar una vida de responsabilidades infundadas. Usted le cagó la vida a sus padres.
Sí, no crea lo contrario e incluso tiene mucha más de la culpa si usted es primerizo. Puede que haya la inmensa posibilidad incluso que usted sea la principal causa de matrimonio de sus padres. Y no por esto venga a llamarme cruel.
El infame de todo el asunto es usted, el gasto más grande del hogar, la persona que gastó todos los ahorros que tenían sus padres, quien sabe si para comprarse un carro, en educarlo y criarlo a usted.
El cariño y la devoción que uno siente hacia esos padres responsables (al carajo con los que no lo son), es entendible de parte de nosotros, los hijos, los seres que consumimos todos los recursos del trabajo ajeno y que ocupamos cual parásitos un lugar en el hogar de nuestros progenitores. Porque usted es lo más cercano que hay a una bacteria devora recursos; un tumor y una plasta que subsitió quitándole horas de sueño y oportunidades de vida a sus padres. Que nosotros los queramos está implícito, lo que yo no entiendo es como ellos nos quieren de vuelta. Y mucho.
La devoción de un padre y madre por sus hijos escapa de mi entendimiento por completo. Y escapará por siempre.
Es por eso que tengo que es pedirles perdón, a papá y mamá, en nombre de todos los hijos del mundo, por arruinarles la vida. Ellos jamás lo admitirán pero bien en el fondo saben que es cierto. Incluso dirán que somos lo mejor que les pasó en la vida, pero lo dicen porque son personas responsables que se hicieron cargo de este parásito que lleva el nombre que ellos escogieron y la sumatoria de apellidos que nos tocó. Se hicieron cargo y lo quisieron mucho, mucho más de lo que debían hacerlo.
Porque jamás fue su obligación mantenernos y en lo personal hubiese entendido perfectamente si nos hubiesen querido abortar. Ellos, esa gente maravillosa, merece tanto ser feliz y es una pena que usted y yo le hayamos truncado la vida entera. Porque nada más egoísta que nosotros con nuestros padres.
entender el amor incondicional de los padres a sus hijos, solo lo lograra cuando ud sea padre, de otra manera no hay como...
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