lunes, 20 de mayo de 2013

La propiedad

Yo compro pura mierda. Lo último que adquirí fue un escudo del Capitán América tamaño real. Sí, ríase, tiene mi permiso para hacerlo y tildarme de imbécil. 

Mi debilidad a la hora de comprar es adquirir memorabilia de los súper héroes. Tengo una necesidad de hacer míos todos esos utensilios que se ven en los cómics y en las películas: la sotana de Neo, el escudo del capitán gringo, el casco de los Stromtroopers de Star Wars e incluso posters de películas como 'El Padrino'. 

No me mienta, todos los que vivimos en el mundo de consumo tenemos una debilidad por algún elemento en particular. En los hombres varía mucho el elemento en cuestión; con las mujeres es más sencillo: carteras o zapatos. 

Igual, en cualquiera de los dos casos, ese ilusión de propiedad me resulta tan idiota. Sino pregúntele al ladrón: la propiedad no existe. 

En la naturaleza las cosas están ahí para ser tomadas o arrebatadas: el árbol da frutos para el que los tome primero, por lo que uno entiende como es que eso de 'llegar primero' nos obsesiona tanto desde los inicios de la humanidad. Eso y porque 'el que la vio primero es el que la saca a bailar'. 

Uno va por la vida reclamando las cosas como suyas, le pone cerrojo a las casas y nombre a los marcadores, todo con tal de que los demás hagan el intento de respetar lo que uno declama como suyo. Pero lo cierto es que la idea de propiedad no existe en la naturaleza. 

No importa cuanta tapa le ponga usted al frasco de mermelada, las hormigas siempre se meterán al mismo para apropiarse de lo que necesitan. Porque, cual manifiesto comunista, las cosas no son para el que las quiere sino para el que las necesita. 

Las culebras se comen los huevos de las aves, esos que no oponen resistencia porque necesitan alimentarse,  así como los venticincuañeros 'se comen' a las quinceañeras porque estas tampoco oponen resistencia y ellos necesitan desfogar las hormonas por algún lado. 

Está en la naturaleza de la persona ser un ladrón y timador de mierda porque tenemos millones de años de evolución que nos adiestraron a que las cosas se tomaban por la fuerza cuando las necesitamos. 

Uno tienen que entender que nada es de nadie. Sí, hemos organizado un sistema entero para que sea así, que uno deba romperse la espalda para comprar y 'ganarse' las vainas que quiere, cuando en realidad todo está ahí, inerte e indiferente, para ser arrebatado. 

Toda la frustración de nuestra raza viene porque nuestros genes aún no entienden que deben ser domados para encajar en este sistema de propiedades y fronteras. Sistema que funciona, pero que es tonto. 

Mientras llega la revolución en la que las cosas dejarán de tener dueño, toca seguir trabajando para comprarse cosas bobas. Es más, los gringos jamás dejarán que esa idea tan 'romántica' se germine y nos llenarán las cabeza de necesidades de cosas idiotas.  

Uno deberá seguir perdiendo su tiempo, trabajando para mandar a pedir utensilios fuera del país, como un escudo, cosas que de paso llevan la impregnadas la bandera de la nación que nos ha adoctrinado a pensar que 'comprar es felicidad'. 

Y yo soy feliz. 

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