viernes, 28 de diciembre de 2012

Los bobos son peligrosos

Me perturba de sobre manera que existan empresas de encuestas dedicas a medir cual es la nación más feliz del planeta. Peor aún, se me retuercen las entrañas al saber que exista alguien que pague por esta información. Lo primero me perturba, pero que exista medios que pongan que el 'Ecuador entre los países más felices del mundo', y lo consideren noticia, es algo idiota.

Ningún medio de prensa colocó esta información contrastada o siquiera se dignó a preguntar como carajo fue que hicieron esta encuesta. Sí, el 'boletín' lo explica, lo explica tan bien que yo dudo que siquiera se haya realizado tal encuesta. Igual, el daño se hizo, la gente lo leyó y se sintió identificada.

Lo que sí creo es que el ecuatoriano vive feliz en esta pocilga de país porque. Como lo dicen los estudios, mientras se es más bobo se es más feliz. Y vaya usted a saber que la nación está llena de idiotas.

Uno le vive teniendo miedo a los ladrones cuando en realidad tiene que temerle es a los bobos, a la gente que hace todo mal incluso cuando quiere hacer las cosas bien.

Lo dijo Facundo Cabral, a los bobos hay que tenerle miedo porque están en todos lodos.Hay más bobo que gente mala en el mundo y por eso es que las cosas están como está. La gente mala (si podemos tan estupidamente referirnos a ellos así), hacen las cosas mal para que le salgan a ellos bien; el bobo por su parte hace su mejor esfuerzo y la caga para él, para usted y para mí. Ahí está su peligrosidad.

Por eso es que los bobos andan siempre en masa para sentirse seguros, eligiendo a representantes igual de idiotas que ellos y creyendo en vainas como voces en el cielo que les hablan y cuya voluntad está representada en un Bestseller de 2000 años. Y a esta gente hay que tenerle aún más miedo.

Al bobo hay que temerle porque es la clase de personas que viendo que la luz está en rojo igual cruza la calle a toda velocidad; es de los que sabiendo que un ascensor tiene capacidad para 10 personas, se cola en  elevador como el usuario número 11. El bobo es de los que nunca cambia el aceite de cocina para ahorrarse dinero pero después anda contagiando de salmonela a todos sus comensales. El bobo es de los que se estaciona en dos puestos de parqueo de los centros comerciales, todo porque estaba apurado para ir a ver una película; pero también es de los que se trata de meter a todos los lugares, como el cine, sin pagar, arruinándoles el sueldo a todos los empleados del local. Las acciones del bobo siempre traen un daño colateral, pero para él siempre "se habrá salido con la suya":

Porque el 'ser idiota' es como una enfermedad que uno no sabe que la tiene. El bobo jamás sabe que es bobo (por lo que usted y yo podemos serlo, solo que espero que no sea así). El bobo camina por la vida siempre pensando que las cosas van a salir bien, porque así lo dice su horóscopo.

El bobo vive aislado del mundo real, buscando miscelaneos de información inservible: dietas y poses sexuales, chismes de farándula y teorías de conspiración imbéciles, por eso medio lee un titular de prensa se cree cualquier mierda que le dicen. Es un bobo, no le pida mucho, y así es feliz, porque pasa la vida libando y bailando, felices por vivir en uno de los lugares más felices del mundo pero sin percatarse de todo lo malo que pasa a su alrededor. Y por eso jamás hará nada para cambiarlo, y en esto consiste su real peligro.

El bobo ruega porque lleguen los fines de semana para ir a rifarse el sueldo en una barra de discoteca y es tan bobo que no se da cuenta que está pagando el 400% del valor en una botella de vodka rebajado con agua. Esto lo hace mientras se camufla entre sus similares, zombies bailarines a los que les lavan el la cabeza con música insípida.

Eso sí, con las mujeres los bobos siempre tiene suerte, porque se andan ejercitando y viéndose cual publicidad de ropa que se coloca en los diarios; porque para el bobo lo único para lo que sirven los medios escritos es para enterarse las promociones de navidad.

Pero tampoco es que leer diarios o ver televisión sirva de mucho, no se puede confiar en emisores de información que consideran sin cuestionar que somos una de las naciones más felices del mundo.

Un medio un poquito más serio, el País de España, publicó el 15 de diciembre un editorial que me dio mucho más miedo: Latinoamérica es la región más asesina del mundo con el 49% de los asesinatos de todo el planeta, y eso que solo representamos el 8% de toda la humanidad. Y con eso yo creo que hay que ser un completo idiota para vivir feliz por esta parte del mundo. 

lunes, 24 de diciembre de 2012

La excusa perfecta

Yo no sé porque es que los judíos no lo aman a Jesús. Si no fuera por él, sus negocios en diciembre no tendrían ese abismal movimiento económico que tienen. Porque sea sincero, la Navidad nada tiene que ver con el zombie de 2000 años que veneran en grupo las personas; esta fecha se trata de los regalos.

Recuerdo que de pequeño esperaba con ansias a que sean las 12 de la noche para poder abrir los regalos que todos los parientes habían traído. Lo hacía con la esperanza de que me dieran juguetes, no medias o camisas como era lo que siempre sucedía. Uno de pequeño es terco y espera que de una vez por todas ese puerco regalo que te cansaste de señalárselo a tu papá, aparezca envuelto ahí, bajo el árbol. Pero eso aún no sucede.

Lo que si ocurre desde que tengo memoria es la comilona previa a la entrega de los obsequios, comilona en la que uno se tiene que calar todas las discusiones sobre religión que los parientes (cada uno con su inclinación católica en particupar) tienen. Uno en medio de todo permanece con la boca cerrada. No es tan difícil permanecer callado, puesto que te excusas de opinar tu ateísmo con el argumento de que la comida esta buena y no puedes dejar de servirte. Con la boca llena de pollo tu madre jamás te dejará hablar.

Por más que uno quiera a sus parientes, durante estas fiestas se ponen insoportables: "¿y cuándo presenta a la novia?", es la pregunta de cabecera de la abuela que intenta convencerte de que tener bisnietos nos es mala idea. Lo malo es que la pregunta la hace cuando se acabó la comida y no te queda más que poner cara de idiota y buscar que hacer. Yo la adoro a mi abuela, pero si en algo es especialista es hace la pregunta/comentario indebido en el momento menos indicado.

Porque diciembre es en todo su esplendor, la época de las incomodidades. La Navidad es esa fecha en la que te da miedo salir a la calle, no por los ladrones comunes, sino por los que están en las tiendas ofreciendo descuentos a incontables meses diferidos en una época en la que las tarjetas pierden su forma de tanto haber sido utilizadas. Uno tiene miedo de gastar de más.

También se le tiene miedo a lo brutas que se ponen las personas durante esta época al manejar. Porque si el guayaquileño es imbécil al volante de por si, ahora imagine como se pone cuando sabe que tiene que estar a una hora indicada en un lugar específico. Así de peligroso es el asunto.

Yo podría escribir un ensayo del porque no deberíamos celebrar la navidad; podría escudarme en el hecho de lo inverosímil del natalicio que conlleva a toda esta festividad, pero no lo hago, porque si no fuera por todo el comercio que gira en todo al nacimiento del judio favorito de lo cristianos, yo no tendría excusas para concentir con un regalo a la gente que yo quiero; quedaría como un hipócrita al mandar mensajes melosos a las personas que realmente estimo y que me hace un poquito feliz en este horrible mundo, y no quedar como un verdadero hipócrita.

La Navidad siempre será la excusa perfecta, el prefacio indicado y el contexto idóneo para comprarle cosas y tratar bonito a la gente que quiere, para inviatr unas cervezas a los amigos de siempre y abrazar a la gente sin necesidad de embriagarse para perder la vergüenza  Por eso y más, la Navidad no me desagrada del todo. ¡Coman mucho, mi caterva de energumenos! Se los quiere. 

domingo, 16 de diciembre de 2012

Cosas perfectas

En medio de tanta mierda que vivimos a diario, atrapados en la vorágine de información sin confirmar, especulando por todo lo que se viene y podrá ser, insertados en esa paranoia colectiva de los que leemos el periódico y vemos las noticias, en medio de tanto caos uno a veces se puede detener a ver que hay cosas perferctas.

Perfectas son las galletas con trocitos de chocolate incrustados, el helado de vainilla mezclado con galletas Oreo y la cantidad exacta de fréjoles con arroz y buen pedazo de carne asada con verde frito. Perfecto es el sabor de la cerveza helada en una tarde calurosa o la amargura del café expreso en la mitad de una tarde fría. Perfecta es la brisa helada de una playa fría en agosto o el atardecer previo a una lluvia en la sierra; perfecto es el paisaje desde la cabecera del templo de la Virgen de Olón. 

Perfectas son las carcajadas de los amigos borrachos, el abrazo esperado de una amiga que no ves hace mucho; perfecto es esa sensación de alivio que te nace cuando terminas tu trabajo o cuando consigues eso que no te estaba saliendo. Perfecto es el alarido de una victoria, ese que estuvo 14 años atorado en la garganta y aún más perfecta la cara de envidia de quien no puede gozarlo. Perfecta es la sensación de saber que le gustas a quien te gusta. Perfecta es la sensación de limpiarse la oreja con un cotonete. 

Perfectas son las caderas de Marion Cotilliard, las nalgas de Vida Guerra y las tetas de Kate Upton. Perfecta es Jessica Pare. Perfecta es una mujer feliz, ya sea una madre contenta, una amiga con una sonrisa o una amante satisfecha. Perfecta es una mujer durante las horas que uno las ve feliz. 

Perfecto es el cuento "La enfermera Cora" de Cortazar o el poema 14 de Neruda. Perfecta es "My funny valentine" en versión de Chet Baker o los tonos imposibles de la trompera de Arturo Sandoval. Perfecta es "El Padrino" y "Fight Club". Perfecta es cualquier cosa que escriba Palahniuk. Perfecta es "La increible vida breve de Oscar Wao" y tambien "Sinatra está resfriado", de Gay Talese. Perfecta es la fotografía premio Pulitzer de 1994 de Kevin Carter. 

Perfectas son las rabietas de mi hermano o la tacañería de mi padre. Perfectos son los 10 segundos que a mi gato le da por se cariñoso al día, y el cuarto de hora en el que a mi perra no le da por ser pedigueña. Perfecta es mi vieja. 

Tan pocas cosas bonitas en el mundo que uno las puede enumerar. 

lunes, 10 de diciembre de 2012

El amor todo lo pudre

El amor es el sentimiento más egoísta del mundo. El amor no se trata de los demás sino de uno mismo, de como uno de no pude vivir sin alguien que ama a su lado y todas esas mierdas más. El amor es algo malo.

Por amor es que una madre es incapaz de decir a su hijo que es un inútil, o siquiera reconocerlo. Por amor es que la progenitora de un asesino y ladrón le lleva todos los meses la ración de comida al reo que en alguna ocasión parió, eso y no lo deja pudriéndose en una celda, como la madre de otro hijo asesinado quisiera. 

Eso que las madres y las parejas llaman amor no es más que dependencia. Uno en realidad no ama a las personas, simplemente no quiere que se vayan de su lado, ya sea por como lo hacen sentir bien a uno o por miedo a la soledad. No crea lo contrario, usted es un egoísta y lo único que quiere es ser feliz a costas  de otra persona. Ojalá esa persona piense igual, sino lo invito ser parte del mundo de la bigamia. 

Por amor propio es que uno anda haciendo trampa para escalar rápido en un puesto de trabajo. Ese sentimiento de que uno merece más de lo que recibe es enfermizo. Me repugna que las personas no saben ocupar su lugar y andan reclamando vainas que no se merecen. Pero peor es del otro lado, cuando una persona le coge amor a su puesto y aunque el cargo le quede grande no lo afloja ni aunque reconozca que hay diez personas más capacitadas que él para ocuparlo.

Por amor es que la gente hace cosas estúpidas como meterse a una casa en llamas a sacar a un par de gatos que, en el peor de los casos, si usted muere calcinado, tendrán un festín de carne brostizada para comer durante una semana. Por amor la gente deja un mejor futuro con estudios en otro país, todo para quedarse acá con una pareja que a los seis meses encontrará aburrida. Idiotez tras idiotez. 

Porque si el amor anula algo por completo es el instinto de supervivencia y la razón. Todo por esa vaina a la que usted llama amor. 

Ese sentimiento patriota, ese amor al país no hace más que mezquinarle a medio mundo recursos y nutrir de dinero a otros tantos. Los países no existen, son fronteras cagonas e imaginarias que se trazaron solo para que un grupo de terratenientes pueda usar vidas y recursos ajenos para proteger sus fortunas. Ellos crean esa idea de amor a un pedazo de tierra que no le pertenece a nadie pero por el cual mucha gente ha matado y se ha muerto. 

Por amor a una familia que vive en ese puerco pedazo de tierra llamado país es que un soldado se va  a la guerra a defender el estilo de vida que tanto añora. Por amor a lo suyos es que mata a diestra y siniestra a quien cree le vendrá a quitar lo que 'el y su familia se merecen'. 

Por esa idea de amor es que las miles de mujeres se calan el abuso de sus parejas, cierran la boca ante el mundo entero de como las tratan o de lo que las obligan a hacer.

Y ni me hagan hablar de quienes andan pregonando 'el amor' de un zombie de 2000 años que murió crucificado y del que una entidad italiana ha lucrado durante cientos de años.

El amor es egoísta, es mezquino, es la raíz de todos lo males de este mundo. 

Y pensar que los Beatles gastaron tantas buenas melodías en una idea tan idiota. 

jueves, 6 de diciembre de 2012

Una coca cola fría

No sé si les pasa, pero por la noche, sé que la jornada termina cuando esa ligera fragancia que de talco mezclado con calcetín sudado que emana del zapato recién sacado, se cola por mis fozas nasales. Ese momento del día lo espero con ansias. Pocas cosas son tan ricas como poder sacarse el calzado con todo tranquilidad del mundo. Ese es un gesto de libertad proletario.

Pero lo de los zapatoS solo el primer paso. Cuando te desabotonas el jean sientes que el peso del mundo se alivia. De alguna forma cuando la panza ya no es aplastada uno recuerda lo que se siente la felicidad.

Llegas al momento de la 'descamisación' y por un instante el mundo te importa un carajo. Sin camisa y en tu hogar no hay nadie que te juzgue más que el espejo, pero ese es un verdugo. Tu panza se refleja en los cristales y vuelves al mundo real. Eso te deprime. Uno solía ser delgado y tener aspiraciones, ahora tienes barriga y cobras un sueldo. Está bien, creo.

En tu comodidad de medias y boxer intentas exorcizar a los demonios de las obligaciones que vienen a joderte la vida un poco. A punta de videos de YouTube y una que otra lectura los dejas de lado. Todo pesar queda en una esquina junto con todas tus prendas, los deberes y los quehaceres del trabajo. Por un instante, ese panzón que deambula por los corredores de la casa, hasta la cocina, es feliz.

Ya frente al refigerador, la brisa que te golpea los pies cuando abre la puerta de la nevera de golpe se convierte en un placer. Estiras la mano para buscar que hay de comer. Ves un poco de cosas por preparar y sabes que debes hacerlo, que sino la panza seguirá creciendo, pero son las 22:30 y has pasado fuera de casa desde las 7:50, lo menos que quieres es preparar un pollo a la plancha y esas mierdas de dieta que debes comer. Eso piensas mientras luchas por no agarrar la leche chocolatada que está al fondo de la esquina del refrigerador. Igual la voluntad te vence y ahí estás, sentado tomándote la bebida para niños malcriados.

Las últimas energías del día las agotas ignorándote a ti mismo, olvidando lo que tienes que hacer y buscando como recompensarte por todo lo que has hecho, por todo ese trabajo realizado y por todas esas materias aprendidas. Tu lo que quieres es recibir ese incentivo que de pequeño los maestros te adiestraron, cual cachorrito, a recibir por cada acción buena que hacías.

Uno lo que quiere es un premio, un placer mayor que acompañe a todo eso de quitarse los zapatos y de andar cuasi-en-pelotas por la casa. Es por eso que el proletario promedio, usted y yo, comemos groseríasy frituras por las noches, ese es el premio a nuestra labor realizada. Una hamburguesa con doble mayonesa o un taco con extra fréjoles; una torta mojada de chocolate con extra cirope.

Hoy al llegar a casa lo que había en mi refrigerador era una botella de coca cola que estaba un poco más y congelada. La serví en un vaso de vidrio y un poco de frozen se formó en la parte superior, tal y como me encanta. Al primer sorbo quede como esos cachorritos de los que les hablaba, moviendo la cola de la felicidad, a gusto con mi premio de este día.

De regreso a mi cuarto me alcancé a divisar en el espejo del corredor principal, con mi panza de mierda y el vaso de cola. Me sentí mal, pero al siguiente sorbo de cola se me pasó.

PD: El lunes empiezo dieta.