viernes, 6 de enero de 2012

Hambre

El otro día hablaba con la más bonita de las mujeres sobre su hombre preferido: Ryan Gosling. Ella me aseguró que pese a no creer en esto de que las personas tengan sexo en la primera cita, ella caería rendida a los pies de este individuo.

No es la primera vez que escucho decir esto a una mujer, lo dicen con las mismas palabras y premisas solo que varía el individuo con el que fantasean. Pero también las escucho repetir esta frase: “todos los hombres son iguales”, entonces ¿por qué carajo siguen fantaseando con este ser idílico?

Casualmente, solo unos días antes de esta reveladora conversación, tuve un dialogo con una amiga que aseguraba que ella prefería que su pareja fuera sexy en vez de bonita. Su afirmación rompió con todas las premisas que yo alguna vez había estereotipado de las mujeres, en especial cuando recordé lo que la chica del primer dialogo me dijo: “Ryan (Gosling) no es bonito, es brutamente sexy”, comentario que me acomplejo de sobremanera ya que el espejo no me hace justicia.

Fue entonces cuando comprendí el poder del hambre: hay relaciones enteras que se han venido abajo porque alguna de las partes cometió el error de “echarse una canita al aire” con alguien a quien le tiene hambre, no lo amor, no cariño, hambre.

Sin importar años de relación, sin importar el “amor” que haya de por medio, el hambre puede más: es más instintivo, más carnal, idílico, fantástico y por ende inalcanzable (y si se llega a consumar lo más probable es que traiga consecuencias negativas).

Es la idealización de un momento: uno no fantasea una vida justo a Scarlett Johansen, uno solo se imagina junto a ella en la cama, en el baño, en el sofá, en el ascensor (etc); pero estoy seguro que cualquier hombre arrojaría a la borda su vida en familia por 20 minutos con esa mujer, es algo instintivo e irracional, imposible buscarle el porqué.

Después de tanta conversación descubrí que yo preferiría que me tengan hambre antes que me encuentren bonito (y dejemos claro que ninguna de las dos cosas pasa), así al final hay más posibilidades de que se lo coman a uno en vez de tener que esperar a que alguien descubra algo que le interese en usted, se enamore y finalmente consuman el acto carnal.

La valía de la sensualidad residen entonces en no tener que esperar para eso que se quiere (sexo) y esquivar toda responsabilidad que conlleva una relación, puesto que uno solo es partícipe de ese momento y listo, se va, desaparece para convertirse en la anécdota que sonroja a las mujeres y hace sacar pecho a los hombres.

Uno vive añorando momentos perfectos: la vida es lo que sucede mientras espera esos instantes Kodak, recuerdos que podrían ser enmarcados, instantes que a veces no pueden ser contados. Quizás por eso, por aprovechar la oportunidad de realizar esa fantasía que se nos pone en frente, el hambre nos lleva a cometer errores grandes como cuernear a la mujer que uno ama o a dejar a una esposa y arruinar una familia. Estamos tan automatizados para buscar finales de película, escenas sacadas de The Notebook con besos bajo la lluvia y finales felices que olvidamos por completo que entre momento y momento Kodak, hay toda una vida por compartir.

(Pero aun así preferiría tener la pinta de Gosling)

2 comentarios:

  1. es decir q la sociedad obliga a todos a "hacer dieta" xq salir a comer trae consecuencias negativas. y sin embargo, todo el mundo 'es gordo'. Vivimos en un mundo inconsistente o q

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  2. Se necesita buscar un balance también. Alguien que ames, que también te provoque lujuría y desesperación. Cuando no es así es más fácil caer en latentación.

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