martes, 19 de julio de 2011

La solución

El mundo no es un lugar complicado, es sencillo, más sencillo de lo que la mayoría de nosotros cree.

A través de la historia hemos logrado complicarnos la vida de tantas formas: hay que vestir en lugar de andar en bolas, hay que trabajar para poder ganar dinero y comer, hay que amar para tener sexo; toda una serie de consecuciones inútiles que, al fin y al cabo, terminarán en el resultado que tanto esperamos, o no.

Hoy, el presidente de la "gloriosa" patria demanda a un editorialista por 80 millones de dólares y amenaza con enviarlo tres años a la cárcel, y todo porque su opinión no le gustó.

Este dilema, tan burdo y absurdo (y que parece una caricatura de Quino) sería tan fácil de resolver si en lugar de argumento, cruces de palabras y demás figureteos políticos, este par de señores se riñeran a trompadas en un ring de boxeo o, porque no, afuera del Consejo de la Judicatura, lugar donde debaten hasta el cansancio, los incisos en los cuales se ha quebrantado la ley.

En 10 minutos (porque no creo que les de más el físico), este par de señores podrían "conciliar" sus diferencias: los golpes, créame lo que digo, son más contundentes que las palabras; la fuerza supera cualquier argumento y soluciona cualquier conflicto en un instante (o si no pregunten a los gringos y su guerriplomacia).

Yo sé que con esto se puede entender que soy un ser violento (no me considero); lo que soy es una personas sencilla, que no le gusta andar con rodeos: soy una persona que está cansada de todas las complicaciones que rodean nuestras puercas vidas.

Estoy cansado de tener que revisar que la puerta de mi carro este bien cerrada, solo así no se me lo roban; estoy cansado de tener que voltear cada vez y cuando en la calle a ver si no me están siguiendo; estoy arto de andar midiendo mis palabras, de no poder decir las cosas como son, solo por no ganarme una demanda y me dejen más quebrado de lo que estoy; estoy cansado de los modales, de los formalismos y de la decencia, cansado de la autoridad y de las cosas que no funcionan, cansado de ser un engrane más de un sistema que mata de hambre a millones de personas: somos parte de este sistema que se divorció de la cordura, en un sistema que soluciona todo en bases legales que no existen, en litigios y balazos que nos afectan a todos.

Y todo esto pasa por una sola razón; la solución a todos nuestros problemas ha estado enfrente de nuestras narices desde siempre: la culpa la tenemos los hombres porque las que deberían gobernar este mundo, son las mujeres.

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