martes, 3 de marzo de 2020

Pandemia

Tengo una manía de visitar hospitales muy seguido. Hay un impulso dentro de mi que me lleva a temer por mi vida y correr a los brazos del primer interno de medicina que me quiera socorrer. Tranquilizar. Decirme que ese dolor en el pecho no es nada más que un gas, o que esa punzada en la cabeza es "cefalea tensional".

Hay un poco de decepción en el diagnóstico que viene acompañada de una paz sepulcral. Siempre termino sintiéndome un poco más tonto de lo que a diario me siento, después de saber que todo fue un terror sin fundamentos.

Ya tengo dos años tratándome esta hipocondría y las veces que visito "emergencia" en los hospitales, han disminuido sustancialmente. No con esto que he dejado de ir. Pero al menos ya me tocan doctores distintos cuando voy, y no el mismo interno que sabía que llegaba el nervioso de turno.

Por eso es que no tengo credencial social para andar juzgando a quienes corren a comprar una mascarilla ahora que el coronavirus llegó al país. Es más, entiendo ese pavor sin fundamentos del que son víctimas. Tampoco lo justifico, porque es bastante idiota, pero lo entiendo.

Porque la pandemia que nos aqueja a nosotros es esa estupidez que recorre cada rincón de esta nación. Esa incapacidad de escuchar y entender a quienes saben de lo que hablan. Yo sé que uno quiere a sus abuelas, pero ellas en serio creen que el mentol ese que se embarra en el pecho cura la gripe. Y a estas alturas de la vida, el que cree que la gripe tiene cura es un bruto.

Podríamos también decir que el miedo es una enfermedad aún más peligrosa que el mismo virus chino de turno, pero el miedo en sí no es tan malo, lo que pasa es que hay que tenerle miedo a lo que en serio hace daño para no andar creyendo que las mascarillas sirven como condón para filtrar el mal de moda.

Hay que entender las cosas. Entender es toda la cuestión; no andar tomando agua de vieja porque se escuchó por ahí que eso hace bien. Porque el día que un doctor no ponga cara de culo cuando le digan que una dieta alcalina cura el cáncer, podré tomar en serio esa afirmación.

Quizás en estos días le dé fiebre, porque eso es lo que nos ha dado los últimos 30 inviernos de los que he sido testigo, y quizás la rinitis alérgica haga de las suyas, y le dé tos, porque son los males de andar metido en la lluvia de estos meses. Y quizás por eso vaya a emergencia acompañado de todo un contigente de personas que lo quiere y, por supuesto, enmascaradas.

Allá quizás nos encontremos, en las camillas. Usted porque cree que tiene gripe china, yo porque creo que me va a dar un aneurisma. Los dos juntos, por la misma enfermedad: porque somos brutos. 

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