A mi lo que me gusta en la mujer con panza, nada de obesidad, sólo panza. Un poco de grasa sobre el abdomen, una curvita de más y un par de rollitos.
Me gusta la mujer con panza porque aunque a ella no le gusten esos kilitos de más, a mi me fascina que me diga que si cuando la invite a comer, y no le ponga peros al menú. Me gusta que disfrute de la vida, muy por encima de renegar de un par de estrías en sus nalgas.
No hay cicatriz en su cuerpo de la que no se queje, pero tampoco se niega a un buen trago, lleno de calorías, un de brebaje que le de un poco de valor líquido.
Tampoco es que reniegue de las mujeres de abdomen plano, sólo que ellas le pone un 'pero' a la vida, a lo bonito de las cosas más ricas y todo por tener un lavadero donde otras alojan vida. Ellas pasan más tiempo sufriendo por su cuerpo que disfrutándolo, y en eso no hay nada de gusto.
No por tener la libertad de andar en biquini en la playa van a renunciar a los patacones y el queso, de la hamburguesa de fin de semana y de un buen postre por las noches; me gusta que digan que quieren dormir en vez de trotar porque aunque lo segundo es sano, de lo primero si se disfruta. Y no le hago una oda a la vagancia, sólo que la mujer con panza es la que trabaja, la que está cansada por un extenuante día de trabajo en la oficina. Y no hay nada más bonito o sexy que ese esfuerzo.
Por eso yo digo que me gusta la panzita, me encanta, no sólo como se ve sino todo lo que engloba, a la mujer con forma, con una vida real que va más allá de la elíptica, el gimnasio y el club privado; que sufre el embate de la rutina y que agoniza de inseguridades que la hacen más bonita.
Yo por mi lado le hago una oda a la panzita, y les digo que está bien rica.
No hay comentarios:
Publicar un comentario