martes, 1 de octubre de 2013

La mayonesa en la TV

Sabemos los gordos el poder de la mayonesa: un brebaje tapa arterias que perenniza la vergüenza de sacarse la camiseta en la playa; un adereso capaz de quitarle el mal sabor a la beteraba y llevar a toda hamburguesa a convertirse en la más sublime de las experiencias. Y sin importar las lonjas que a uno le cuelguen, el gordo sabe que no hay comida chatarra que esté completa sin el elemento amarillo. 

Porque uno bien sabe lo que hace cuando baña a las papas fritas con calorías y grasa saturada, uno bien sabe el daño que le hace a su imagen y, por consecuente, a su vida sexual. ¿Por qué seguimos hechándole mayonesa a la hamburguesa? Porque nos gusta. 

Uno bien podría reclamare a la persuasiva publicidad esa dependencia, pero luego uno recuerda que no hay nadie poniéndote un arma en la cabeza a la hora de aceptar que te agranden el combo en la cadena de comida rápida de tu elección. Uno se come la mierda que quiere porque le gusta como sabe y, aunque no está dispuesto a vivir cómodo con las consecuencias, más nos puede la grasa saturada. 

Los que si ponen pistolas en la cabeza son todos los malandros a los que la ley pareciera amparar. Pero afianzar leyes que los penalicen más no importa, la ley que hay que poner en pie es esa en la que no puede haber más comerciales de comida a la que la mayonesa le hace un bien, esa comida rápida, esa que tanto amamos, y que ahora, de cierta forma, deberemos comer con vergüenza. 

Ahora la comida chatarra también es enemigo del pueblo, que lo es, pero lo amamos, y no se trata de estigmatizar a este enemigo, aislarlo y señalarlo como malo, simplemente la población sola debe darse cuenta el daño que causa, y alejarse de él, cosa que no va a pasar porque es nuestro mejor enemigo. 

Prohibir los comerciales de comida rápida en la la TV es realmente imbécil, porque uno debe tener la potestad de elegir lo que es bueno o malo, más no que nos lo impongan, o nieguen porque una o más personas así lo quieran. Cada uno debe de ser capaz de decidir si le quiere o no poner mayonesa a su hamburguesa. Déjennos lamentarlo en paz durante la temporada de playa. 

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