Ya decía yo que el fútbol sacaba lo peor de las personas. Es de ver a presentadores televisión llorando a un tipo al que medio Ecuador insultó y culpó por la no clasificación al mundial de Sudáfrica 2010. Eso resulta en otro nivel de hipocresía.
A Christian 'El Chucho' Benítez lo odiamos. Me incluyo. Pero igual, el lunes por la mañana, cuando en la radio escuché de su muerte, me quedé helado. La muerte del jugador sorprende, no apena. Yo no lo conocí en persona y como futbolista no me agradaba. No tengo por donde apenarme.
Pero esto no se trata de insensibilidad. Me da perna por su esposa, por su familia, pero igual no es algo que lo sienta cercano. La gente se muere todos los días en especial por allá en el medio oriente, de causas más absurdas que la que le ocurrió al ecuatoriano que, de pasó, fallece el día de su debut en el club árabe que lo había contratado. Casi poético.
Pero la muerte más tiene de comercial que de poético, sin importar como usted lo vea. Así lo comprueban las editoriales y disqueras cada que un artista se muere y las ventas se disparan. Ahora los diarios lo llaman un mito y los canales de televisión desempolvaron hasta la más vieja grabación del futbolista en acción, todo por ver quien le rendía el mejor de los homenajes al deportista. Que asco.
De repente la tragedia de la familia Benítez-Chalá se convirtió en una carreta por ver quien hacía el gesto más humano para honrar la memoria del que en vida fue el artillero más insultado de la selección nacional. Mis amigos, esos que junto a mi renegaron por la ineficacia del jugador a la hora de marcar, se acongojaban por su muerte. ¿Dónde está la coherencia del discurso?
Porque, de la noche a la mañana, ya nada había que recriminarle al jugador. Entiendo eso de los fans del América de México, club al que gloriosamente el jugador llevó al campeonato, pero no de las ahoras 'viudas de Benitez', que aparecieron de la noche a la mañana en el país.
Presentadores de televisión, técnicos y dirigentes, todos tenían lágrimas para derramar, en frente de las cámaras, por el jugador. Los canales buscaron en los anales del soundtrack de gladiador y la discografía del hippie de Fito Paez, las canciones más berreadamente-tristes que habían, para acompañar al más insípido y apurado recorte de videos hecho para rendirle tributo al 'Chucho'.
En las redes sociales el show fue aún más asqueroso. Insultos y reclamos, gente obligando a los demás a rendir tributo en memoria de un tipo al que el 99% de la población no conoció pero, de alguna forma, sintió conocer. Cosa para idiota esa imperiosa necesidad de pedir respetos por alguien a quien en vida despreciaron.
Ya han pasado dos d'ias desde la muerte de Benítez y nos siguen bombardeando con la tragedia de una familia, sacando el jugo al horario estelar, a los editoriales, al rating. Es deplorable.
Cuando yo me muera quiero que se burlen de mi, que hagan bromas de mis actos, que hagan cháchara de mis idioteces; al menos la gente que no me es cercana. Si usted no me conoce y yo me muero, por favor, haga los chistes que quiera, yo le doy todo el permiso del mundo. Todo eso resulta mejor que andar fingiendo dolor para que sintonicen un canal o compren un diario.
A Christian 'El Chucho' Benítez lo odiamos. Me incluyo. Pero igual, el lunes por la mañana, cuando en la radio escuché de su muerte, me quedé helado. La muerte del jugador sorprende, no apena. Yo no lo conocí en persona y como futbolista no me agradaba. No tengo por donde apenarme.
Pero esto no se trata de insensibilidad. Me da perna por su esposa, por su familia, pero igual no es algo que lo sienta cercano. La gente se muere todos los días en especial por allá en el medio oriente, de causas más absurdas que la que le ocurrió al ecuatoriano que, de pasó, fallece el día de su debut en el club árabe que lo había contratado. Casi poético.
Pero la muerte más tiene de comercial que de poético, sin importar como usted lo vea. Así lo comprueban las editoriales y disqueras cada que un artista se muere y las ventas se disparan. Ahora los diarios lo llaman un mito y los canales de televisión desempolvaron hasta la más vieja grabación del futbolista en acción, todo por ver quien le rendía el mejor de los homenajes al deportista. Que asco.
De repente la tragedia de la familia Benítez-Chalá se convirtió en una carreta por ver quien hacía el gesto más humano para honrar la memoria del que en vida fue el artillero más insultado de la selección nacional. Mis amigos, esos que junto a mi renegaron por la ineficacia del jugador a la hora de marcar, se acongojaban por su muerte. ¿Dónde está la coherencia del discurso?
Porque, de la noche a la mañana, ya nada había que recriminarle al jugador. Entiendo eso de los fans del América de México, club al que gloriosamente el jugador llevó al campeonato, pero no de las ahoras 'viudas de Benitez', que aparecieron de la noche a la mañana en el país.
Presentadores de televisión, técnicos y dirigentes, todos tenían lágrimas para derramar, en frente de las cámaras, por el jugador. Los canales buscaron en los anales del soundtrack de gladiador y la discografía del hippie de Fito Paez, las canciones más berreadamente-tristes que habían, para acompañar al más insípido y apurado recorte de videos hecho para rendirle tributo al 'Chucho'.
En las redes sociales el show fue aún más asqueroso. Insultos y reclamos, gente obligando a los demás a rendir tributo en memoria de un tipo al que el 99% de la población no conoció pero, de alguna forma, sintió conocer. Cosa para idiota esa imperiosa necesidad de pedir respetos por alguien a quien en vida despreciaron.
Ya han pasado dos d'ias desde la muerte de Benítez y nos siguen bombardeando con la tragedia de una familia, sacando el jugo al horario estelar, a los editoriales, al rating. Es deplorable.
Cuando yo me muera quiero que se burlen de mi, que hagan bromas de mis actos, que hagan cháchara de mis idioteces; al menos la gente que no me es cercana. Si usted no me conoce y yo me muero, por favor, haga los chistes que quiera, yo le doy todo el permiso del mundo. Todo eso resulta mejor que andar fingiendo dolor para que sintonicen un canal o compren un diario.