jueves, 11 de agosto de 2011

Váyase un poquito a la mierda

El “primer grito de independencia del Ecuador”, allá en 1809, pareció más un pequeño gemido de un orgasmo fingido. La historia habla por si sola; pero como nos encanta engañarnos lo seguimos celebrando (también es una buena excusa para hacer feriado).

De repente, las fechas históricas, los “gritos independentistas”, las gestas patrióticas y las matanzas, son excusas para “liberarse de la rutina”; una opción para poder salir corriendo de las obligaciones diarias e ir a la playa, al paramo, o algún puticlub, para embriagarse sin tener que preocuparse de ir a trabajar la mañana siguiente. No se engañe: usted ama los feriados y no le interesa lo que la fecha significa. Usted lo ha hecho, yo lo he hecho.

Uno se pregunta: ¿para esto lucharon los próceres? La respuesta: sí.

A nosotros nos hacen estudiar las revoluciones como si de novelas épicas se tratara: el mártir altruista, de buen corazón que, a capa y espada, lucho contra los tiranos opresores españoles clasistas que oprimieron nuestros cholos y esclavizaron a nuestros negros. ¿No seguimos igual?

La libertad: ese idilio estúpido con el que nos han hecho soñar, ese mismo con el que soñaron los “patriotas”, no es más que la libertad de poder comprar lo que nos de la gana.

Póngase la mano en el pecho, observe a su alrededor: libertad es tener la potestad de reunir el suficiente dinero, o en el peor de los casos endeudarse, para poder comprar y adquirir los objetos que nos da la gana. Así fue en la época de la colonia, así es en nuestros tiempos. La libertad, esa que tanto añoramos, es el simple hecho de poder adquirir y comprar todo lo que queremos (por eso la gente de dinero ama y defiende "la libertad": ellos nos venden lo que nostros queremos comprar).

Las revoluciones y gestas históricas que hoy celebramos son simplemente la respuesta de un grupo de resentidos que, hambrientos de poseer lo que los españoles tenían, expulsaron a los mandamases europeos para ellos poder acceder a todos los privilegios que ellos poseían: servidumbre y esclavos que les faciliten la vida. Ninguno lo hizo por amor a una idea de independencia, a esa idea de emancipación del espíritu y la libertad de elección (que de paso no la tenemos); lo hicieron para poder ser ellos los dueños de lo que los españoles tenían.

Hoy, nuevos gestores de la liberad se irguen presurosos para salvarnos de la opresión de un gobierno totalitario; héroes que claman por nuestro derecho a opinar libremente. Yo de verdad les pido que se váyanse un poquito a la mierda. Para escuchar a Emilio Palacios hablando sandeces sin sentido, o a Ketty RomoLeroux echándole la culpa al FMI del reggaetón, por favor cállenlos de una vez. Ellos son solo dos ejemplos puntuales, pero la verdad es que la opinión pública está llena de idiotas que claman su derecho de decir idioteces. Y lo defienden con plantones, ni siquiera de una forma creativa; váyanse un poquito a la mierda.

Las lucha por la libertad deberían cambiarse de nombre: lucha por lo que a mí me conviene. Yo creo que más gene apoyaría a una causa sincera que a un esperpento camuflado de ideal altruista. Las revoluciones no son más que eso: personas, un pequeño grupo de gente que busca la forma de colocarse en una posición que les conviene. Así ha sido siempre y así lo será.

Porque a nosotros no nos importa nada, no nos importa el sistema ni a quien perjudique: así nos criaron; mientras no sea yo el afectado no me interesa.

La gente que asiste a los plantones organizados por “celebridades del medio”, no son personas que respaldan un ideal, son personas que, de una u otra forma, se ven afectados por la medidas que repercuten en quienes convocan a la congregación. Ahora, que si alguien asiste por “defender la libertad de expresión”, le pediría que se informe un poquito más antes de ir a defender un interés ajeno: el interés de no ir a la cárcel por ejemplo.

Si bien, en el país hay mucho que cambiar, (empezando por los que nos gobiernan) los cambios no se hacen con plantones y marchas. Si algo nos ha enseñado la historia es que todo proceso de cambio es violento. “Una revolución sin tiros no es revolución”; y eso lo dijo el mismo que pronuncio la frase con la que el presi se despide de todos sus discursos: “hasta la victoria siempre”.

Hoy, estamos a la par que con el “primer grito de independencia”, una serie de reclamos sin sentido, una consecución de protestas sin norte y que defienden algo absurdo y el interés de unos pocos. Yo sueño con que un día, en un arranque de locura, el Presi lance un decreto en el que se suban el impuesto a los condones y a los moteles; ese día, las calles se llenara de gente dispuesta a disparar, a morir por un “derecho humano” que no les “debe ser negado”. Si no sucede eso, seguiremos lanzando gemidos independentistas. ¡Que viva el feriado!

1 comentario:

  1. sabe que jorge...vayase un poquito...a la playa! jaja como siempre mi capi, andas con el verbo en la tecla. muy bacan !

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