Usted se levanta, se pone un short y sale a correr; no lo hace con la intención de verse bien y estar sano, lo hace con el mero propósito de tener un abdomen plano y no lo rechacen a la hora de cortejar a una dama. Sí, al ochenta porciento de mujeres no les interesa que usted sepa de política internacional, macro y micro economía: ellas solo quieren un tipo del que la mamá no les diga “igualito a tu padre”.
Usted no trabaja porque ama lo que hace; trabaja para ganar un sueldo y comprar las cosas que desea. Ningun banqueros ni cajeras, oficial de crédito y oficinista trabaja para mejorar la economía del país. Los hacen porque cada 15 y 30 de cada mes, recibirán el cheque que les permite costear la entrada a la pista de baile, a la percha donde está el alcohol con el que embriagan a esa pareja de la que se aprovechan cuando ya perdió el conocimiento.
Usted no compra un carro porque deseaba superarse, lo compra porque sabe que, entre un individuo que lleva a una mujer en taxi y entre el que llega en un convertible, siempre se irán con el que llega en cuatro ruedas propias. (No es machismo, es ley de supervivencia)
La selección natural nos ha hecho así: antes buscamos a quien nos mejore la raza, quien saque hijos más altos y que puedan protegernos de las vicisitudes de la naturaleza. Hoy la selva es de cemento, lo depreadadores llevan smoking y por eso siempre apuntamos a quien tenga más dinero y pueda dar una mejor vida. Ese romanticismo de películas, donde la chica guapa se queda con el aventurero y romático que lleva compa de cuero y majea una moto, es la misma pareja que, 20 años después, llora porque el esposo nunca sentó cabeza, no tienen dinero para llevar a sus hijos a Disney; lloran porque no hay comida en la refrigeradora. “Estupido yo”, pensará el hombre mientras lamenta haber dejado su puesto de trabajo por perseguir ese sueño que nunca llegó.
Todo sería más sencillo si nos sinceráramos, si dijésemos las cosas como realmente son, si hablásemos calro y dejásemos ese auto convencimiento de idioteces de lado: yo no quiero superarme en la vida ni quiero sacar al país del bache económico, lo que quiero es un carro grande que me convierta en la sensación y agarre todas las miradas de donde voy; yo no escribo por amor a la literatura, no soy Borges, escribo por un premio príncipe de Asturias y por un Pulitzer, por el reconocimiento de una masa sumida en la ignorancia; y no escribo música para nutrir el arte, la escribo para que me apludan sobre los tablones del escenario, para recibir los calzones que llevan escritos el mail de una chica que se que no me dira que no si le pido que se me desnude; yo no corro, nado o peleo para dejar el nombre del país en alto, lo hago porque quiero demostrarle al mundo que soy el cabrón más grande que existe en el area que me desenvuelvo; lo hago por un contrato millonario que me de todo lo anteriormente escrito.
Si hablásemos claro, quizás no se estuviese muriendo tanta gente en Lybia: si Gadafi dejase de engañarse con que es un hombre de bien y se sincerase con el pueblo diciendo que no quiere abandonar las comodidades y la teta del estado, quizás los rebeldes no lo odiaran tanto. Por honesto digo.
Quizás si el Papa dejase de engañar a todo el mundo y dijese que no es ninguna deidad ni santo, que es el representante de una entidad bancaria con cientos de años de existencia, la gente incluso ahorraría en ese banco que, con una sede del tamaño de una ciudad, muestra su solvencia a más no poder.
Quizás si los gringos dejasen de mentir sobre que son defensores de la libertad y la justicia y que en realidad su ejército es una masa de mercenarios que evacuan países para robárseles el petróleo, quizás así la gente los ayudaría. Al fin y al cabo, el mundo se mueve a punta de petróleo y todos lo necesitamos. Además, un abusivo sincero es mejor que uno que promueve falsas causas.
Todo sería si hablásemos claro, si dejases de engañar a una chica con que eres puro y casto, que tienes las intensiones más buenas del mundo y que eres un santo que jamás piensas en sexo; todo sería más sencillo si las mujeres dejaran de dar falsas ilusiones a los hombres para luego negar lo prometido; todo sería más sencillo si no le mintieras, si le dijeses que quieres un beso y no le mendigues estupideces.
Y por hablarte claro, me dices grosero y cruel. Gracias.