viernes, 15 de noviembre de 2013

El comercial de Van Damme

Pasa uno viendo en el internet video de gatos. Dan risa, sí, pero a la larga todos son la misma vaina, el mismo cabrón animal que se gana nuestro cariño con su indiferencia.

El internet está lleno de basura, de artículos enteros que afirman que el VIH es una conspiración masónica y que los condones son los utensilios más porosos del planeta; de bolivianos que iban a ser enterrados y el día de su funeral volvieron a la vida, y de decenas de prototipos del nuevo Iphone de turno. Basura que a uno le crea un cierto nivel de escepticismo sobre todo lo que se ve. Pero igual se come en cuento. Es más, cuando la basura está bien envuelta, uno es capaz de pagar lo que sea por tenerla. Y si no lo cree, acuérdese de cuando lloró para que le compraran un Tamagochi.

Pero lo hermoso no es lo que nos venden sino como nos lo venden. Hay veces en las que la forma en la que nos envuelven la basura se convierte en un hito. En el 2003 Pramalat casi desaparece, pero a nosotros jamás nos van a poder quitar de la cabeza ese bendito jingle: 'no te acuestes sin tomar tu leche...', y apuesto a que ahorita usted se puso a cantar la canción.

Ayer circulaba por el internet el que puede ser el mejor comercial de lo que va del nuevo milenio: el caduco actor de acción de los 80, Jean Claude Van Damme hacía su acrobacia insignia, ese split de piernas rompe huevos que solo pueden hacer los gimnastas y artistas marciales, pero lo hacía en medio de dos camiones en movimiento. ¿Qué clase de hijueputa puede hacer eso? Primero, si en realidad la toma fue realizada de tal y como lo demuestra el comercial, el actor debe estar en banca rota para aceptar poner su vida en tal riesgo; segundo: mis respetos, blood-fighter.

El comercial es una joya, es hipnótico, y es mejor escucharlo en 'mute' para que ese acento de mierda del actor no lo haga reírse previo a la hazaña.

El comercial es tan bueno que llamé a mi hermano para que lo vea. '¿De qué marca es? ', me preguntó, y me di cuenta que el split de Van Damme se lleva toda la atención de lo que se supone es un comercial para los camiones Volvo. Como les dije: muchas veces es la forma en la que nos envuelven la basura, lo que nos encanta.

Porque por más genial que sea el comercial, por más admiración que sienta al verlo, jamás pensaría en comprarme un camión Volvo. De nada le sirvió a la marca que yo me maraville, aunque claro, yo no soy su target: un tipo escribiendo un blog en un país del tercer mundo y que ve videos de gatos en internet.

Ya no quiero esperar a que salga la parodia del comercial, el tras cámaras, los expertos en edición de video que lo desacrediten, los videos de gatos sobre carritos a control remoto manteniendo el equilibrio como el actor. Porque por cada joya que encontramos en internet, hay 15 videos basura, y 30 videos de gatos.

Al menos en comercial fue un respiro; un oasis de calidad en medio de un desierto de felinos. 

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