No imagino lo traumático que debe ser para una universidad recibir una mala nota, digo, ellos son siempre los que las ponen así que cuando se las otorgan, lloran cual alumno con beca que se quedó supletorio.
Acá no hay padre que reclame por la mala nota, sino accionistas; y el castigo por sacar 'B' o 'C', y no hablemos de la 'D', viene en forma de menos estudiantes inscritos. Porque, tal y como piensa el ecuatoriano, nadie quiere ser parte de una entidad con mala fama. A excepción que sea el congreso.
Hoy las universidades pasan de instigadores a instigados, del que tiene el sartén por el mango al que le cae el aceite de lo que se está cocinando. y por eso lloran; lloran porque una universidad como la de los católicos, está en la categoría B. Y ningunos de sus alumnos quiere decir que se graduó de una universidad que 'estaba en B'. Lo que no dicen los que reclaman por la nota, es que a sus estudiantes de las carreras más importantes, como medicina, sus profesores los mandan a terminar de aprender lo que vieron en clases, escuchando tutoriales de YouTube. Eso y que los obligan a tomar clases de religión.
Lo mismo le pasa a la universidad de la vía Samborondón, la universidad con más mujer buena por metro cuadrado en el Ecuador. El centro educativo que ha erguido edificios que da miedo a punta de cobrarle una millonada de pensión a las curvilineas hijas de bananeros machaleños; entidad que saca libros por cualquier idiotez. Con lo que cobran debería, a estas alturas, haber puesto un hombre en la luna, y deberían haber educado al más prolijo de los comunicadores de Sudamérica. Pero un centro educativo en el que los estudiantes deben corregirle a los profesores de literatura sobre los autores de los que están hablando, no quedará para más que una enorme pasarela de machaleña de cepa.
Y ni hablar de la 'gratuita', cuyos alumnos no soportan que les recuerden que están estudiando en un centro educativo que tiene la fama de tener profesores que pasan a alumnos a punta de botellas de Whisky, o alumnos que pasan de año porque pertenecen al consejo estudiantil. Yo hice un semestre intensivo en este plantel y, créame, no vale la pena. No sé con que cara su consejo estudiantil sale a decir que son 'la crème de la crème'.
El punto es que la gente se olvida que la vocación no tiene universidad, y que la educación no se trata de una nota o del prestigio del lugar en el que estudias, sino del provecho que se le pueda sacar a las herramientas con las que uno se desprende del plantel que lo educó. Y eso no tiene nota. Los grandes emprendedores de este siglo ni siquiera se graduaron.
Las universidades lo que están es llenas de acomplejados; me retracto, el Ecuador está lleno de acomplejados que lo que quieren es un nombre, pertenecer a una institución 'grande y de renombre', para sentirse alguien. No por nada Barcelona y Emelec tienen a tanto enfermo defendiéndolos cual madre que los parió.
Ahora yo estudio en el Instituto más bonito del mundo. Finalmente siento que he aprendido mi profesión, y hasta el momento no me ha tocado más que un profesor despota, y su talento hace que cada onza de su orgullo lo valga. He aprendido sin tener que ser torturado sicologicamente, y haciendo las cosas, practicándolas, como debe ser. No como cuando estuve en la 'universidad a distancia', en donde, les juro, no tengo como probarlo porque no me dejaron fotografiar la hoja, una de las preguntas de sus exámenes era: 'los dinosaurios se extinguieron por el calentamiento global, ¿verdadero o falso?'. Y ellos gradúan por montón.
Acá, donde ahora estudio, nadie me encierra un fin de semana en la universidad a torturarme con 'casos' que no se aplican a la realidad. Esa casa de la que les hablo cobra una millonada por adoctrinar a niños normales al hipterismo. Porque esa universidad lo único que hace es subirle el ego a sus instruidos a punta de música rara y decenas de autores que no tienen la idea como se pronuncia su patronímico.
No imagino la frustración de los dueños de los plantes que ahora están 'en la B', literalmente, todo después de haber torturado durante tantos semestres a estudiantes a los que, en su mayoría, todavía están tratando de buscar un trabajo mediocremente remunerado para pagar el inflado préstamo con el que costearon su insípida educación en una carrera que está copada de profesionales mediocres. Por eso, con felicidad, a estas universidades les digo: 'toma tu maduro'.
Acá no hay padre que reclame por la mala nota, sino accionistas; y el castigo por sacar 'B' o 'C', y no hablemos de la 'D', viene en forma de menos estudiantes inscritos. Porque, tal y como piensa el ecuatoriano, nadie quiere ser parte de una entidad con mala fama. A excepción que sea el congreso.
Hoy las universidades pasan de instigadores a instigados, del que tiene el sartén por el mango al que le cae el aceite de lo que se está cocinando. y por eso lloran; lloran porque una universidad como la de los católicos, está en la categoría B. Y ningunos de sus alumnos quiere decir que se graduó de una universidad que 'estaba en B'. Lo que no dicen los que reclaman por la nota, es que a sus estudiantes de las carreras más importantes, como medicina, sus profesores los mandan a terminar de aprender lo que vieron en clases, escuchando tutoriales de YouTube. Eso y que los obligan a tomar clases de religión.
Lo mismo le pasa a la universidad de la vía Samborondón, la universidad con más mujer buena por metro cuadrado en el Ecuador. El centro educativo que ha erguido edificios que da miedo a punta de cobrarle una millonada de pensión a las curvilineas hijas de bananeros machaleños; entidad que saca libros por cualquier idiotez. Con lo que cobran debería, a estas alturas, haber puesto un hombre en la luna, y deberían haber educado al más prolijo de los comunicadores de Sudamérica. Pero un centro educativo en el que los estudiantes deben corregirle a los profesores de literatura sobre los autores de los que están hablando, no quedará para más que una enorme pasarela de machaleña de cepa.
Y ni hablar de la 'gratuita', cuyos alumnos no soportan que les recuerden que están estudiando en un centro educativo que tiene la fama de tener profesores que pasan a alumnos a punta de botellas de Whisky, o alumnos que pasan de año porque pertenecen al consejo estudiantil. Yo hice un semestre intensivo en este plantel y, créame, no vale la pena. No sé con que cara su consejo estudiantil sale a decir que son 'la crème de la crème'.
El punto es que la gente se olvida que la vocación no tiene universidad, y que la educación no se trata de una nota o del prestigio del lugar en el que estudias, sino del provecho que se le pueda sacar a las herramientas con las que uno se desprende del plantel que lo educó. Y eso no tiene nota. Los grandes emprendedores de este siglo ni siquiera se graduaron.
Las universidades lo que están es llenas de acomplejados; me retracto, el Ecuador está lleno de acomplejados que lo que quieren es un nombre, pertenecer a una institución 'grande y de renombre', para sentirse alguien. No por nada Barcelona y Emelec tienen a tanto enfermo defendiéndolos cual madre que los parió.
Ahora yo estudio en el Instituto más bonito del mundo. Finalmente siento que he aprendido mi profesión, y hasta el momento no me ha tocado más que un profesor despota, y su talento hace que cada onza de su orgullo lo valga. He aprendido sin tener que ser torturado sicologicamente, y haciendo las cosas, practicándolas, como debe ser. No como cuando estuve en la 'universidad a distancia', en donde, les juro, no tengo como probarlo porque no me dejaron fotografiar la hoja, una de las preguntas de sus exámenes era: 'los dinosaurios se extinguieron por el calentamiento global, ¿verdadero o falso?'. Y ellos gradúan por montón.
Acá, donde ahora estudio, nadie me encierra un fin de semana en la universidad a torturarme con 'casos' que no se aplican a la realidad. Esa casa de la que les hablo cobra una millonada por adoctrinar a niños normales al hipterismo. Porque esa universidad lo único que hace es subirle el ego a sus instruidos a punta de música rara y decenas de autores que no tienen la idea como se pronuncia su patronímico.
No imagino la frustración de los dueños de los plantes que ahora están 'en la B', literalmente, todo después de haber torturado durante tantos semestres a estudiantes a los que, en su mayoría, todavía están tratando de buscar un trabajo mediocremente remunerado para pagar el inflado préstamo con el que costearon su insípida educación en una carrera que está copada de profesionales mediocres. Por eso, con felicidad, a estas universidades les digo: 'toma tu maduro'.