Creo que el periodismo agoniza, se muere, se nos va. Esto no por falta de calidad y profesionales, de los que también hay una crisis, pero más porque ya no hay nadie que los veo o lea.
Muchos culpan al internet, y en parte tienen razón, porque los medios sufren de los mismo que la indutria del porno: regalaron su trabajo en la web y ahora nadie está dispuesto a pagar por consumirlos. Nunca nadie se ocupó de educar a los consumidores hacia el hecho de que si quieren información de calidad, hay alguien al otro lado de la pantalla que debe trabajar mucho por conseguirla, y por ende recibir un sueldo a la par de sus esfuerzos, de su riesgo. Y eso no pasa.
Ya no queda si no un grupo diminuto de personas que abren un diario y en la web nadie ve una noticia que no sea viral. Alguna de esas vainas tan feas, polémicas de mierda que copan la web, y de las que todos los que alguna vez tuvimos el gusto de ver nuestras palabras plasmadas en el papel de un rotativo, hemos sido partícipes.
No vivimos una época de cambio sino el cambio mismo. De aquí en 5 años, no creo que queden suficientes suscriptores de medios impresos y por ende van a perecer. Los diarios web no se podrán mantener a punta de publicidad de banners y se volcarán a la publicidad nativa, que no es otra cosa que vender las letras al mejor postor. Y eso no es periodismo.
Ya nadie lee, y por eso creo que es hora, antes de percer, de empezar a considerar ponerle una pausa a las letras. Es difícil, porque no se puede abandonar de buenas a primeras algo a lo que se le tuvo una pasión devota, y ahora solo se lo ve con resentimiento y desprecio.
Hay que empezar a hacer planes futuros, empezar a dosificar el dolor que será ver lo que algún día fue la industria de la información, en un pasquín de anuncios camuflados en noticias; a profesionales de la investigación en meras cheerleaders de las marcas que les pagan por hacer lo único para lo que los educaron: escribir.
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