martes, 22 de julio de 2014

Sabor

Me gusta lamerla, ella sabe rico. Esa estela de sudor mezclado con el hollín del tráfico de la ciudad tiene algo de afrodisiaco.

Me gusta cuando su aroma y sabor se mezclan con el de su perfume, ese lengüetazo amargo que es el del alcohol que se evapora. Me gusta incluso cuando no huele tan rico. Nada grotesco, solo esos deslices que ocurren con nuestro clima.

Me gusta como huele su saliva seca y me gusta a lo que le sabe la boca.

Ella está llena de sabores, y no sé si está consciente de cada uno de ellos; del aroma que se le escapa de entre los muslos, de la esencia que levita sobre su cuerpo.

A veces la muerdo, como caníbal, porque quisiera llevármele un trozo de su totalidad. Ver si es suficiente. Y lo fue. 

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