jueves, 20 de junio de 2013

Necesitamos una guerra

Yo tenía la fe de que fotografiando hacía mucho por le mundo. Aún me quiero ir a un lugar de conflicto a capturar la miseria humana. De alguna forma ese dolido retrato de una persona mutilada, ese paisaje de balas y explosiones, y ese incontenible dolor de una niña llorando a sus seres queridos, sigue siendo más humano que cualquier fotografía de modelo de portada de revista, o de la que es retocada en Photoshop para lucir perfecta para el calendario de los pajeros de una empresa.

Acá nos jactamos de vivir lejos de toda esa barbarie, del bombardeo de nuestras ciudades, de los asesinatos sin razón; apuntamos con el dedo a las creencias ajenas y a un fanatismo que lleva a niño a inmolarse en medio de una explosión, pero sin darnos cuenta que estamos inmersos en nuestra propia guerra.

A diario nos bombardean el mail con ofertas, millones de millones de ropa cara, fabricada por un décimo de su precio y vendida al triple de su costo. Todos los días a alguien lo acribillan o apuñalan por un costoso celular y nuestros niños son inmolados en medio de un fulgor de necesidades infundidas y adquiridas en su ignorancia, en su incapacidad de entender todo lo que sucede a su alrededor porque van al colegio pero no son educados. Y todo esto también es violencia. Y de la peor.

Por esta parte del mundo lo que hace falta es una guerra, una masacre, una barbarie que nos haga entender las cosas de la vida, un evento que nos extirpe de los huesos y nuestros cimientos toda esa mierda, mecanización e indiferencia que nos es inducida a diario en pancartas, programas y demás. Una guerra que nos haga temer por nuestras miserables vidas y no un pavor socialmente injustificado como el que nos infunde el hampa.

Todas la mañanas me levanto con la esperanza de que hayan bombardeado mi ciudad, que se inicie una guerra a gran escala, la tercera mundial, un periodo de tiempo en el que se saque a las personas de la burbuja de la comodidad en la que se vive, en la absoluta pasividad de la monotonía, y nos ponga a parir, a valorar esas minúsculas y bonitas cosas que tiene eso de estar vivo.

Uno escucha los horrores de la guerra, de los muertos, los mutilados, la violencia y demás tragedias, que es lo que a diario se vive en latinoaméroca solo que, en un contexto bélico, estaría 'un poco más justificado'.

Yo soy de los que se quiere ir por el mundo retratando esos momentos, ese horror que pasará a la historia, pero ¿para qué?

El otro día quise llorar cuando tuve la epifanía de que cualquiera de las dos fotos, tanto la de la modelo semi-en-pelotas de la que hable anteriormente y la de, pongamos de ejemplo la gráfica de Kevin Carter, la que le valió el Pulitzer del 95', tienen en mismo objetivo: vender más de las publicaciones en las que saldrá impresa. Y eso, mis amigos, también es violencia. 

viernes, 14 de junio de 2013

'El rap de Julián y René'

Oye escucha, esto es Calle 13, con Julián,
el Titán. Vamo' a hacel tenel dolor de
cabeza a los gringo', tingo.

Ya se viene la tusa del limbo, tingo,
una marejada de mielda;
un gran remesón de cabeza culemba,
que se escuche la protesta.

CORO,
Acá estamo' el colorao y residente, juntando
la patente,
haciendo encabronar a los ricos,
a los que me compran los discos,

yo me quejo de cualquiera mielda, y yo apoyo
a los mismos trabalenguas, a los caudillos,
a los que le emputan a los gringos,

No me mal entienda, mi amol, no he leído
un solo 'guiquilic', yo acá estoy aplicando
la de 'attention whore', pa vel si la radio se
acuerdan de que existo;

¡Dale Julián!

'I receive every sudaka, doesn't matter what de
wanna,
e-eve-rithing goes when the wikileaks get lost,

dosen't matter what i tell you, they are gonna
keep me here for 'eternu';

It is because i've spoken
a lot of thing that in
fact where broken.

I'm a fugitive of the law,
of the USA bock,
of the consitution that has given this boricua
the chance of "mandarme pa la pinga"!'

Oyeme Julián, patán, habla tu lo que quiera
que tu esta' en territorio de queja,
en suelo ecuatoriano, en London si,
pero por culear sin cóndon;
por eso te clavaron una multa,
así como a un hijo de puta;

CORO,
Acá estamo' el colorao y residente, juntando
la patente,
haciendo encabronar a los ricos,
a los que me compran los discos,

Esta es la parte en la que me pongo hablar,
aprovecho ha hablar de Ecuador, me toca
porque el carapalida este está encerrado acá;

¡10 millones de copias obligadas!
A no, perdón, ese es del duo alienígena,
¡10 millones de 'guiquilics venteados!
¡Porque la información debe ser de todos,
mientras no me perjudique, claro está!

lunes, 10 de junio de 2013

La culpa no es del reguetón

Había una canción a inicios de la década del 2000, Pamela se llamaba, una melodía que horrorizaba a las madres de mi época adolescente y que vaticinaba la llega de despreciable género que hoy invade las discotecas desde Miami hasta el cabo de fuego. Reguetón le llaman, y es, dentro de sus cánones, una genialidad.

Acá el único que puede venir a decir que no ha bailado reguetón es un inválido. Ya sea sobrio o borracho, todos hemos estado en una pista de baile 'disfrutando' de la melodía. Unos y unas más que otros y otras. Porque, ha mucho pesar de todos los hipsters, amantes de Floyd y nihilista, el regetón si hizo para deleitarse, y funciona. Y vaya que hasta la feminista más empedernida tiene ganas de menear las nalgas en algún momento de su vida. 

Es muy fácil odiar el reguetón, al machismo que representa y la destrucción de la figura femenina y del idioma español en cada una de sus estrofas. Pero, así como lo odiamos, hay muchos más, millones, trillones que lo aman.

La polémica sobre este género se desata en este país de mierda, nuevamente, cuando aparece en las redes sociales una serie de videos en los que, universitarias y colegialas, bailan de provocativa forma a sus parejas, en algunos casos incluso llegando a la desnudez. (Y a todo esto: ¿qué de malo tiene andar desnudo?)

La 'indignación' llegó a tal punto que ahora una señora idiota ha pedido la prohibición del género (http://bit.ly/12BkeVu) y todo porque el reguetón 'incita al sexo temprana edad'. Pero, lo que esta señora no sabe, o entiende, es que son las hormonas las que nos llevan a ponernos 'cachondos' a temprana edad. El cuerpo de las niñas desde los 14 años (en promedio) está listo para ser fecundado y el pene a uno se le para desde que tiene memoria. El reguetón lo único que hace es provecharse del sistema endocrino de las niñas y de los entusiastas 'pajeritos'. 

A los niños y pubertos de estos videos, en vez de crucificarlos mediaticamente, lo que hay es que explicarles lo que están atravesando, porque tiene erecciones cada que ven a una niña botina y a esta hacerla entender porque siente lo que siente cuando la tocan. Si no se les dice, simplemente irán por la vida, como mandriles hambrientos de coito; como un perro al que le pegan cada que se orina en la sala, reprendido sin entender porque, y por eso se vuelve a mear en el mismo lugar.

Eso de echarle la culpa a un género musical por las falencias de un hogar a la hora de hablar de sexualidad con los niños, es la salida más fácil. 'No soy yo el que mal educó a mi hija haciéndole creer que los niños nacen de remolachas en el piso; no, fue la música del diablo'. ¿Cómo esperan que una persona tome conciencia de lo que tener sexo implica si jamás se lo han hecho saber?

Recuerdo que cuando la canción 'Pamela' empezó a sonar en las fiestas a las que yo iba y en donde nadie me sacaba a bailar, los padres del colegio en el que estaba hicieron que la psicóloga nos haga entender de lo que se trataba la canción que estábamos escuchando. Ya era decisión de nosotros disfrutar o no de la canción una vez que estábamos al tanto de cómo se expresaba de las mujeres. Y créame, las niñas de mi colegio la siguieron bailando. Eso sí, ellas bien se hicieron respetar como mujeres y por eso mi compañeros y yo fuimos célibes hasta mediana edad.

La culpa no es del reguetón, el género solo se aprovecha de la premisa 'el sexo vende' para comercializar canciones. Está bien, uno es dueño de lo que consume, pero debe estar al tanto de lo que se disfruta y de cómo eso afecta a la persona. Prohibir algo solo porque incita a la sexualidad es imbécil, sería como prohibir las bebidas azucaradas porque 'causan diabetes' o la mayonesa porque 'causa acné'.

Quizás, y en respuesta, nosotros deberíamos recoger firmas y dinero para pagarle a esta señora un curso de baile de reguetón. Quizás después bailarlo, entienda porque es que a la gente le gusta. No hablo porque mi, a mi no me agrada, pero ¿quién está en contra del reguetón cuando se lo están bailando? (Aplica para mujeres también) 

viernes, 7 de junio de 2013

La sopa del resentimiento

Mamá me obligaba a comer vegetales que no me gustaban cuando era pequeño. Ella decía que lo hacía por mi bien, para que crezca fuerte. Pero a semanas de cumplir los 24, soy de uno de los seres más frágiles, biológicamente hablando, que conozco. Las cremas de vegetales de mamá no me sirvieron para nada.

Mi señora tenía razón en algo, si crecí. Creo que ella temía, bien en el fondo de su inconsciente, que yo me quedara de su estatura y por eso me obligaba a devorar un poco de comida que hasta el día de hoy me parece repulsiva. Yo soy del gremio de Mafalda, odiador a muerte de las sopas y las cremas. 

A mí el rencor hacia esta clase de alimentos no me lo saca nadie. Ahora, si con algo tan absurdo como mi dilema de la sopa desarrolló un odio tan visceral, ¿cómo será la clase de desprecio que los homosexuales estarán desarrollando contra una sociedad que, en pleno siglo 21, los sigue considerando menos que personas?

Sí, hasta los animales tienen derecho y esta gente no los posee. Es decir, ellos, los gays, pueden hacer lo que les de la gana pero, ante los ojos de ese librito absurdo, la carta magna, no son reconocidos como personas. Porque, lea bien, solo las personas pueden casarse, adoptar y vivir en paz, y ellos no lo hacen. No los dejan, que es muy diferente. Y créame, cualquiera que esté tan loco como para querer casarse debe tener el derecho de hacerlo. 

Tan absurdo pensar que un gremio de personas que participan de una secta dominical de esquizofrenia colectiva, esos que creen en serpientes parlantes y fecundaciones fantasmas, sean las que dictaminen lo que es racional y correcto. Créame que no me referiría de estos seres tan despreciables de forma tan despectiva si es que no le cagaran la vida a tantas personas. Y lo hacen. 

Muchas veces creo que, tácitamente, todo cristiano, evangélico y demás especialista del autoconvecimiento y meditación, ha hecho un pacto para hacerle la vida imposible a todo el que no llene de diesmos la catedral de su fe. Y no crea, a los heterosexuales también nos ha jodido la vida (no tanto como a los gays o a las mujer pero también no joden), o ¿a caso usted jamás a sufrido del cólico de huevos que es tener que quedarse con las ganas de estar con una mujer que decidió permanecer célibe hasta el matrimonio?

Estoy seguro que en un futuro, esa amarga cucharada de sopa que hoy se le obliga a los homosexuales a ingerir, repercutirá en el destino de este país que sí, crecerá, pero alimentado por un desprecio propinado por un grupo de individuos que, convencidos de que le hacen un bien al país, germinarán una población resentida.